Periodista de TVE.

“Tienes que tener muy claro siempre lo que estás haciendo y diferenciar muy bien los géneros, separar muy bien qué es información y qué opinión”

Por Ignacio Martín Granados, @imgranados Director de La Revista de ACOP

Sergio Martín @sergiomartintve es licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Salamanca.

Comenzó su andadura profesional en los servicios informativos de RNE en el programa “España a las 6-7-8” del que llegaría a ser subdirector. A lo largo de su carrera profesional ha trabajado en los Servicios Informativos de RNE Alicante, como reportero en la versión radiofónica de «España Directo»; ha colaborado en varios programas como “La Noche Menos Pensada”, “Las Mañanas de Radio 1″, “El Tranvía”, “Buenos días, “La Ola” y “El Navegador”; también fue subdirector del programa “Esto me suena” con el Ciudadano García y director de “ConSentidos”, ambos de RNE.

Desde octubre de 2012 hasta agosto de 2016 fue director del Canal 24 Horas de Televisión Española, presentando desde septiembre de 2013 «La Noche en 24 horas», programa en prime time de debate político. Desde septiembre de 2016 presenta la nueva temporada de “Los desayunos”, el programa diario de actualidad, política, entrevistas y debate de La 1 de TVE.

En 2007 la Asociación de la Prensa de Madrid le otorgó el Premio Larra, premio que reconoce la trayectoria del periodista menor de 30 años que más se haya distinguido a lo largo del año anterior. En 2013 la Academia de Televisión otorgó al Canal 24 horas que él dirigía la distinción de Mejor Canal Temático y también ha sido reconocido su trabajo en la XLIII edición de las Antenas de Oro (2015).

Acaba de publicar, como coordinador, el libro Noticias, las justas. El reto de adaptar el lenguaje jurídico a la sociedad.

En el libro que coordina y que está en la calle desde hace unos días, Noticias, las justas, afirma que una de las principales tareas de los profesionales de la comunicación es hacer comprensible la información para cualquier lector y propone un gran pacto por la comunicación para colaborar en el bien común de entender y ayudar a entender la realidad ¿Considera que con la política sucede algo parecido?

Sí, sucede algo parecido. El objetivo es el mismo, entender y ayudar a entender lo que ocurre en “el patio político”. Nuestra obligación, la de los que nos dedicamos al debate político, desde los medios, es la de ofrecer cuantas más “herramientas” mejor, con el objetivo de que cada espectador saque sus propias conclusiones. Esas “herramientas” son, obviamente, entrevistas con los principales actores políticos, para preguntarles cara a cara sus opiniones sobre cada tema de actualidad. Eso es lo más obvio, pero hay otras muchas herramientas. Para intentar entender lo que sucede a nuestro alrededor es necesaria la concurrencia de muchos otros elementos: analistas políticos (habitualmente llamados “tertulianos”), expertos en economía (cuando el debate vaya de economía), expertos en comunicación política (si vamos a analizar un debate televisado, por ejemplo) o expertos en educación (si vamos a abordar el debate sobre la reforma de la educación). Hay asuntos más difíciles de abordar, por ejemplo el debate territorial. Cada día creo más en la voz de expertos, alejados de intereses partidistas, capaces de arrojar luz (al menos en la definición de los conceptos) más allá de la opinión de cada uno…

¿El problema de desafección y desconexión entre la clase política y los ciudadanos es sólo de comunicación?

Los primeros que hablaron de “problemas de comunicación” para explicar esa desafección, ese alejamiento, fueron los propios políticos. Seguro que hay un problema de comunicación, especialmente para algunos menos acostumbrados a los focos de los medios. Sin embargo, tengo la sensación de que cuando entonaban ese mea culpa por no haber sabido explicar a los ciudadanos medidas que -en sus propias palabras- “habían que tomar”, en realidad eludían entrar al fondo de la cuestión de asuntos más complejos. Si me preguntas que si no hablar en el lenguaje de la gente de la calle desconecta a los ciudadanos de los políticos, la respuesta obviamente es que sí. Ahora bien ¿hay más cosas que generan desafección? Humildemente, creo que también…, para empezar, diez meses de Gobierno en funciones, haber estado a punto de celebrar tres elecciones generales consecutivas, ver a todos los políticos hablar más que nunca de “diálogo” y “acuerdos” en la etapa con menos acuerdos de nuestra historia reciente y no muchas muestras de capacidad para dialogar, seguro que genera desafección. Da la sensación (sea o no así) de que los problemas que preocupan a la gente no son los mismos problemas que preocupan a los gobernantes. Todos (también los periodistas) debemos preguntarnos si los debates a los que dedicamos tantas horas en tertulias de televisión y radio o tanto espacio en los periódicos, son, en realidad, lo que más preocupan a los ciudadanos. Los resultados de la encuesta del CIS nos suele poner “los pies en el suelo” todos los meses.

Aceptando ruedas de prensa sin preguntas, políticos que no comparecen o lo hacen en un plasma o impedir a los profesionales que desarrollen su actividad en buenas condiciones de trabajo, ¿no se está mandando un mensaje de desprestigio de la profesión?

No me gustan las “ruedas de prensa sin preguntas”, para empezar porque no son “ruedas de prensa”, son otra cosa. Como mucho, declaraciones a los medios o declaraciones televisadas. Sin preguntas no son ruedas de prensa y cada vez que alguien sucumba a la tentación de celebrarla, desde los medios debemos, como mínimo, subrayarlo. Cada vez que ocurre muchos nos preguntan si los periodistas, precisamente para poner en valor el trabajo de los profesionales, deberíamos “plantarnos”, no dar cobertura a esos actos. Desde la tranquilidad de una redacción la respuesta es muy sencilla, el problema es que quienes cubren esos actos habitualmente son los “eslabones” más débiles de la cadena, esa decisión no la pueden tomar ni ellos, ni pueden hacerlo sobre la marcha. El planteamiento debe ser más profundo. A mí personalmente, me encantaría que todos los medios de comunicación (por naturaleza tan competitivos unos con otros), en esto fuéramos capaces de ponernos de acuerdo.

Sobre lo de comparecer “en plasma”, por suerte, cada vez ocurre menos. Estamos en la era de la comunicación, ya nadie discute (hace pocos años todavía había quien lo cuestionaba) que la comunicación es una parte esencial de cualquier trabajo -en general-, y del de los políticos -en particular-. En la era de las redes sociales, de los videostreamings, de Periscope o de los videos en directo a través de mentions (herramienta de video en directo de la plataforma Facebook), donde cualquier ciudadano puede dirigirse, en directo, con imagen, a miles de personas y responder a preguntas sobre la marcha, nadie entiende el sentido de la comunicación unilateral, sin preguntas, o en plasma. Te puede gustar más o menos, pero es así. Si quieres “conectarte” con la gente tienes que hablar en su lenguaje y estar donde están los ciudadanos.

En los últimos años hemos visto proliferar los espacios televisivos dedicados a comentar la actualidad política, ¿como periodista, a qué cree que se debe este renovado interés por la política?

A ver, a nadie se le escapa que de un tiempo a esta parte la actualidad política está apasionante. Te recuerdo que en la última legislatura hemos visto cómo aparecían en la arena pública nuevos partidos políticos y nuevos líderes carismáticos. Hemos asistido a algo nuevo, no sé si el fin definitivo del bipartidismo, pero sí de la entrada en el Congreso de nuevos partidos que, además, tienen una forma nueva de relacionarse, tanto con sus votantes como con sus rivales políticos. Todo eso, precisamente, por la novedad, ha generado mucho interés. Ahora bien, es cierto que hemos visto en muchas ocasiones cómo estirar demasiado “la goma” de algunos formatos televisivos acaba por cansarnos a todos, espectadores y periodistas…, y este formato (la tertulia) de política o de cualquier otro asunto, es barato. Seguro que eso también explica que hayamos visto nacer muchas tertulias en los últimos años. Como ha pasado en otras ocasiones, con el paso del tiempo, todo tiende al equilibrio. “Los Desayunos de TVE” es uno de los programas decanos de la tertulia y el análisis político en televisión, y seguirá ahí cuando haya pasado este “tsunami”…, seguro.

Usted proviene del entretenimiento, antes de recalar en el Canal 24 Horas ¿Se está abusando del infoentretenimiento en política o todavía nos queda mucho por ver?

Es cierto que en radio yo he explorado diferentes registros. Empecé en el área de informativos pero luego hice otras muchas cosas. De todas aprendí mucho. Creo que manejar diferentes registros es bueno para los profesionales. Pero, eso sí, tienes que tener muy claro siempre lo que estás haciendo y diferenciar muy bien los géneros, separar muy bien qué es información y qué opinión. Hace unos días escuché a una buena compañera de televisión, en un curso de verano, una reflexión que me gustó mucho y que le tomo prestada: “no pasa nada por ver programas de entretenimiento o por consumir información, el problema lo tienes cuando crees que estás informado, pero en realidad lo que estás es entretenido”. Repito que la reflexión no es mía, pero me parece muy interesante. Separar los géneros requiere un ejercicio de honestidad por parte del periodista. Asunto bien distinto es la manera de contar las noticias. Cada cual tiene su estilo, yo confío mucho en la espontaneidad, en la naturalidad también para contar noticias. Los presentadores ya no hablamos desde el “púlpito” de la televisión. Lo de hablar en lenguaje de la calle no es solo para los políticos, creo que también nosotros nos lo tenemos que aplicar.

En la profesión, de forma jocosa se habla de la mala reputación de los periodistas (el pianista en el burdel) y la sempiterna crisis del periodismo, pero, ¿cuáles son los verdaderos retos del periodismo en el siglo XXI?

Bueno, la llamada crisis del periodismo, como dices, es un asunto eterno. No estoy tan seguro de que el periodismo esté en crisis. El oficio del periodismo es el mismo de siempre, contar lo que pasa, ofrecer herramientas para entenderlo, hablar con expertos sobre la materia, contextualizar la información y hablar con los protagonistas…, y todo ello desde la honestidad, intentando dejar los prejuicios de cada uno en la puerta del trabajo y enfrentándote a la actualidad sin más arma que la curiosidad. Los periodistas no somos, ni debemos aspirar a ser, nunca, por definición, los protagonistas de la noticia. Como los árbitros de fútbol o los guardias de tráfico, cuanto menos se note nuestra presencia, mejor. La tecnología (que ya no son “nuevas tecnologías”) ha creado la “falsa ilusión” de que cualquier persona con la tecnología suficiente para transmitir a distancia (audio o video) y la capacidad para llegar a un público amplio (como ocurre ahora con las redes sociales), que se tope, de pronto, con un hecho interesante, es un periodista. Pero no es así, el periodista no se encuentra con las noticias (no habitualmente), sino que las busca o sabe verlas donde otros sólo ven hechos cotidianos. Además, dedica tiempo y recursos a poner en contexto la noticia, a buscar fuentes y hablar con expertos. El trabajo bien hecho, más allá de modas o sensacionalismo nunca estará en crisis porque siempre tendremos la necesidad de que alguien nos cuente lo que pasa.

Hoy en día los lectores consumen por igual la información real y los pseudohechos disfrazados de noticias (lo que se ha denominado periodismo fantasma) y existe una obsesión por la primicia, aquello que se publica y comparte de inmediato. Además, en el nuevo presente informativo los hechos se sustituyen con opiniones e incluso con mentiras…, ante esta tendencia, quién acaba perdiendo ¿No es el periodismo?

Claro, esto enlaza con lo que te contaba antes. Cualquier persona que se tope, por ejemplo, con un accidente de tráfico, puede tomar una foto y subirla de inmediato a las redes. Es más, cuando esto sucede mucha gente afea a los medios de comunicación tradicionales la rapidez con la que vemos la foto (del accidente en nuestro ejemplo) en las redes y lo mucho que tardan, sin embargo, en publicar esa misma foto los periodistas. Hay que aclarar que las redes sociales son una excelente ayuda para periodistas, a menudo nos dan la pista de dónde y cuándo puede haber una noticia. Un ciudadano anónimo publica la foto, sin más. Un periodista debe verificar la información, debe confirmar que la foto es auténtica y no un fake y, como te decía antes, después no quedarse ahí, sino hablar con testigos del accidente, expertos en accidentes de tráfico, etc… El problema lo tenemos precisamente cuando competimos por ser los primeros en dar la información, cuando nos precipitamos porque “ya todos lo están contando” (una frase que se escucha muy a menudo en las redacciones) y soltamos la información sin tenerla confirmada o dando por buena una fuente poco fiable.

¿No es un síntoma que el periodismo de datos y el fact checking cada vez tengan más presencia?

El periodismo de datos, en mi opinión, es un poco redundante, aunque entiendo su éxito. En realidad es muy difícil hacer buena información sin datos, sin hechos objetivos. Los datos, las buenas infografías en la prensa tradicional, los buenos gráficos acompañando a informaciones en televisión o los llamados “recuadros” en radio han existido siempre, hace mucho que están ahí. Otra cosa es que por esa mezcla de géneros de la que te hablaba antes (pretendida o no) muchos espectadores, lectores y oyentes se hayan cansado de opiniones (que parten siempre de una posición subjetiva) y demanden los “datos en bruto”, sin destilar, sin haber pasado por el filtro del periodista. Entiendo el éxito de la fórmula, pero tampoco hay que perder de vista que un experto en estadística es capaz de retorcer los datos hasta hacerles decir justo lo que quiere bajo esa apariencia de objetividad que ofrecen siempre los datos. Así que, en mi opinión, todo remite a la honestidad del periodista, ya sea haciendo un reportaje, una entrevista, una información en directo o un buen trabajo fact checking.

¿Internet y el populismo han matado la verdad? ¿Qué se debe hacer desde el periodismo para tener una sociedad bien informada?

La verdad no morirá nunca. Nada tiene más fuerza que la verdad, el poder de los hechos. Ya sé que el debate sobre la verdad es filosófico y no hay tiempo ahora para reflexionar sobre la objetividad o quién hace de árbitro de la verdad. Es muy complejo, pero a nivel intuitivo todos sabemos quién se ajusta todo lo que puede a los hechos y quién no. Al menos quién lo intenta. Sobre la sociedad bien informada, estar bien informado requiere una inversión en tiempo y esfuerzo. Leer varios periódicos, ver varios telediarios o escuchar varios informativos es la mejor manera de estar bien informado, de escuchar todas las opiniones, de conocer el punto de vista de todos los protagonistas y de formarte tu propia opinión…, pero requiere un esfuerzo grande.

Para finalizar, en su opinión ¿cuál o cuáles son los políticos que comunican mejor? ¿Qué consejo daría a los políticos?

Jajaja, en ese jardín no me meto (y mira que suelo pisar todos los charcos). No soy quién para dar consejos a nadie. De verdad…

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