Jordi Prió@jordiprio4

Tras las pasadas elecciones, parece que el panorama que se abre en España es altamente complejo, y prácticamente caótico.

Sin embargo, esta sensación solo viene dada por el largo bipartidismo del que venimos, provocando pocas necesidades de pacto, más allá de aquellos que ha habido con partidos nacionalistas periféricos, y poco más a destacar.

Políticamente, si salimos de nuestras fronteras, vemos que lo que ocurre en Europa es básicamente política, en mayúsculas.

Pactar es parte de la política, y una parte esencial de ella. Así nos lo hacen ver nuestros vecinos europeos. Sin ir más lejos, de los 28 estados miembros de la Unión Europea, en más de 20 el gobierno está formado por dos o más partidos.

El ejemplo más claro es el mismo Parlamento Europeo, en qué conviven 8 formaciones políticas actualmente, y son necesarios pactos para llevar a cabo las medidas que se proponen. Estos pactos a nivel europeo, no se ven como una obligación, más bien como un valor añadido a la política. La cultura de pactos como un elemento positivo en el momento de legislar.

A nivel nacional, tenemos multitud de ejemplos de gobiernos de coalición. Alemania es un ejemplo de potencia mundial gobernada por coalición: la Unión Cristianodemócrata (CDU) y su ‘hermana’ bávara, la Unión Socialcristiana (CSU), necesitan el apoyo del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). Los socialistas llevan carteras tan importantes como Finanzas o Exteriores.

También en su vecina Austria, conservadores y socialistas forman una gran coalición tras las últimas elecciones de 2013.

Podemos pensar que estos dos Estados, en el corazón de Europa, tienen realidades alejadas de la española. Es así. Sin embargo, otros países más similares, como Bélgica, también tienen inculcada una cultura de pactos muy destacable.

En Bélgica, tras las elecciones de 2014, en las que había un contexto con problemas de unidad territorial y económicos, salió a relucir el arte del pacto. Cierto es que necesitaron más de 4 meses para formar gobierno, pero el Mouvement Refórmateur, formó gobierno con otros 3 partidod, incluyendo el N-VA, de ideología nacionalista flamenca. ¿Seríamos capaces en España de hacer algo similar?

En España, tras este nuevo panorama que se abre, necesitamos importar lo mejor de la política que nos rodea. Los partidos deben hacer un ejercicio evolutivo, y ver el valor positivo de entenderse con otras formaciones. Tenemos una cultura política, en la que pactar con según qué partidos en unas políticas determinadas, es motivo de ataques constantes por parte de otras formaciones. Si mediante las instituciones se da este paso al frente, en favor del diálogo, la sociedad entenderá que la política va de esto, de ponerse de acuerdo, sin perder la personalidad ni la ideología del partido.

Seguramente la regeneración política de la que tanto se habla actualmente, tenga su epicentro en el diálogo. En la necesidad de hablar, pero sobretodo, en el valor que esto da a la política, y es una oportunidad que podemos aprovechar para mejorar la imagen y la calidad de nuestra política y nuestras instituciones.

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