Maria Rosa Rotondo, Presidenta de la Asociación de Profesionales de las Relaciones Institucionales (APRI) @lobby_es

A pesar de ser indudables las ventajas de contar con una visión femenina en el mundo corporativo y en el político, ambos corren parejos en cuanto a presencia de mujeres: la XI legislatura se estrena con 138 diputadas o, lo que es lo mismo, un 39,4% del hemiciclo, la cifra más alta de la democracia. Apenas el 35% de los miembros de APRI son mujeres, solo un poco por debajo de la representación femenina en el Congreso.

Pero más allá del dato ¿tiene algún impacto real el que las mujeres accedan a puestos de liderazgo público y a la toma de decisiones? ¿Qué rol debemos jugar las mujeres lobistas cuando la tendencia es ir hacia parlamentos y gobiernos más paritarios? ¿Puede la paridad cambiar el futuro de nuestra profesión y la forma de hacer nuestro trabajo?

Los estudios avalan una afirmación rotunda: cuando la presencia de mujeres en puestos con capacidad de decisión supera el 30%, el funcionamiento general del país mejora. Valga de ejemplo la introducción forzada mediante cuotas de mujeres en gobiernos locales de zonas rurales de la India desde 1993, que ha redundado en un mayor bienestar de esas zonas, comparadas con otras de nula presencia femenina, y está directamente relacionada con la casi desaparición de la discriminación de género en dichas áreas.

Halla Tomasdottir, que se define como emprendedora y catalizadora del cambio, en plena crisis financiera en Islandia, en 1997, decidió aplicar valores típicamente femeninos (seguridad, claridad y capital emocional) a los servicios financieros, entrampados en una crisis derivada según ella, de la tremenda homogeneidad de la cultura financiera mayoritariamente masculina. Como resultado, su empresa capeó la crisis en magníficas condiciones. Se trata solo de un ejemplo de visión femenina aplicado a un mundo masculino que, este caso, ha generado una bonita historia de éxito.

Es un hecho, además, que el electorado está premiando un nuevo tipo de líder: un líder empático, cercano y con credibilidad. Todas estas son cualidades que encarna más naturalmente el género femenino. Y prueba de ello es el gran apoyo que han recibido nuevas figuras políticas femeninas en las últimas elecciones Autonómicas y Locales.

Ese aumento de la presencia femenina en la política española tendrá seguramente un impacto en la introducción de temas en la agenda política y en su abordaje.

¿Por qué esto es así? Las mujeres enfocamos mejor las necesidades de cambio, tenemos más empatía, somos sensibles a las necesidades y los objetivos de nuestros adversarios, somos más proclives a introducir mejoras que redundan en beneficio de la comunidad en su conjunto (tales como servicios sociales, infraestructuras, educación) y, además de introducir un lenguaje más amable en la política, la presencia femenina genera procesos más participativos y ricos en puntos de vista, que ofrecen posibilidad de crecimiento a mujeres y hombres por igual.

En el caso de las mujeres que trabajamos en el mundo de la influencia podemos decir lo mismo. Tendemos a medir muy bien nuestros argumentos y nuestra forma de exponerlos para que sean fácilmente aceptados por nuestros interlocutores. Intuyo que tenemos más intuición que nuestros compañeros masculino y somos más hábiles a la hora de tejer redes de apoyo.

Las mujeres podemos aportar otros valores a la política y a los asuntos públicos, y por ello, no debemos renunciar a defender nuestra capacidad de aportar una visión femenina -nuestra visión, ni mejor ni peor-. Debemos ser capaces de abrazar nuestra diferencia de pensamiento y aprovecharla con el fin de influir en el cambio de rumbo de la política y de la denominada “influencia”. Aunque yo prefiero hablar de persuasión, porque qué hay más femenino que influir… mediante la persuasión ¿y qué forma hay más poderosa de influencia?

Clara Campoamor decía en su discurso de defensa del voto femenino en las Cortes en 1931, “Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho”. No podemos estar más de acuerdo, y por ello agradecemos la oportunidad que nos brinda ACOP de incluirnos en este precioso número dedicado a las mujeres.

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