Quisiera presentar el contenido de este artículo no tanto como una exposición, más o menos detallada, de la adaptación del Congreso de los Diputados al entorno comunicativo online, sino como una reflexión personal sobre este proceso y con la que intentaré justificar mis propios puntos de vista tras quince años dedicados a la comunicación institucional parlamentaria.
Tomo como punto de partida la idea general de que Internet ha brindado a los parlamentos nuevas formas de expresión para difundir por sí mismos sus propios valores de representación, pluralismo y transparencia. La universalidad y versatilidad de la red son idóneas para cumplir con las demandas de sociedades cada vez más exigentes con los poderes públicos; y, en un sentido recíproco, para responder a la clásica aspiración de acercar la institución a los ciudadanos. Con este afán, los órganos de gobierno parlamentarios han confiado a los servicios de la Cámara la tarea de encontrar respuestas.

Rosario Rodríguez García,  Jefa de Prensa del Congreso de los Diputados

Hoy ya nadie duda de que, con la irrup­ción del 2.0 y la participación activa del ciudadano-usuario en medios sociales, el trabajo de comunicación es esencial a la hora de poner en marcha cualquier iniciativa online. La web ha trascendido definitivamente el 1.0 y ya no basta con que cumpla como muestrario pasivo y más o menos estático de información. Es necesario plantearla con un propósito activo y orientarla hacia un usua­rio que se mueve. En ese acercamiento, la clave es comunicar: saber qué decir, a quién y cómo.

Me voy a detener en esta reflexión. La aportación de los medios sociales se refleja, por supuesto, en las posibilidades prácticas de Twitter, Youtube, Instagram y demás redes. Pero para mí, su importancia descansa en cómo han contribuido a romper barreras y a la evolución del trabajo periodístico de las direcciones de comunicación. Al incorporar nuevas herra­mientas para llegar sin intermediarios al público, estamos logrando, por fin, situar a éste último en el primer nivel de atención, de manera que toda acción, sea la pu­blicación de datos en la web, una nota de prensa o un tuit, debe plantearse pensando en tres destinatarios simultáneamente: los propios diputados, como complemento a su acción netamente política; los periodistas, en su papel de decidir lo que es noticia; y los ciudadanos, am­pliando la oferta anterior en la selección de contenidos, su presentación documental y su tratamiento divulgativo. Es en este último aspecto en el que la comunicación institucional adquiere valor propio y puede ela­borar y difundir información aprovechando los recursos de la Cámara.

Ejemplo de lo expuesto fue el microsite desarrollado para el último debate del estado de la nación (DEN2015). Escogimos el formato blog para incorporar un estilo dinámico a un debate que dura dos días y aprovechamos el interés que despierta en twitter (cada año el hashtag es­ t­­ren­din­g topic) para llamar la atención sobre sus contenidos y sobre cada nueva entra­da del blog, al margen del tuiteo en directo de las sesiones, para animar a visitar al blog, al que nutrimos de contenidos por tierr­a, mar y aire, con recursos documentales, fotográficos y audiovisuales de la Cámara albergados y actualizados en la página web. Recopilamos boletines y diarios de sesiones de todos los debates desde el primero, en 1983, con apoyo audiovisual y fotográfico. Enlazamos a la emisión en directo catalogada de las sesiones en los tres formatos: internacional, subtitulada o con traducción al lenguaje de signos. Se trató de manera individualizada al Presidente del Gobierno y los portavoces parlamentarios con información relevante relacionada con su participación en este tipo de debate. Complementamos el tono estrictamente institucional de las notas de prensa con textos divulgativos para situar y explicar su funcionamiento, junto con vídeos de producción propia para enseñar también algo sobre el backstage de su preparación: la presencia de periodistas, la actividad de los diputados, la producción de la señal institucional, de la imagen subtitulada y en interpretación al lenguaje de signos. Partidos políticos, grupos parlamentarios y medios de comunicación se sirvieron de este recurso y aprovecharon toda la información ya recopilada para elaborar sus propias noticias. Igualmente, quedamos bastante sa­tisfechos del seguimiento en Twitter.

He sido deliberadamente prolija al describir esta iniciativa porque es una pequeña muestra de cómo el entorno 2.0 nos ha facilitado la evolución, en este caso, del clásico dossier de prensa a un nuevo dossie­r de prensa online, dinámico, enriquecido y dirigido al público en general y adaptado a las características de cada medio. El mundo web y los avances en TIC diluyen fronteras y las direcciones de comunicación encuentran nuevas fórmulas en su función institucional facilitadora, informativa y de respuesta.

Cuando hago referencia a la labor facilitadora de la Dirección de Comunicación del Congreso, me gusta siempre centrarme en la señal institucional de televisión, precisamente porque, en este ámbito, cualquier avance en TIC es determinante para su presentación online. La Cámara produce, realiza y distribuye imá­genes en directo de todos los plenos y comisiones y lo hace de dos maneras: en calidad profesional, por fibra, cable y satélite, para las cadenas de televisión, por un lado, y digitalizada en calidad mp4, por streaming, en la web. Además, esta señal, se da catalogada en directo y así se archiva con posibilidad de descarga por intervención en el archivo audiovisual, también en Internet.

La emisión en directo de las sesiones es, sin lugar a dudas, la labor institucional más importante de la Dirección de Comunicación. Va mucho más allá de la luz y los taquígrafos. Es en el debate donde el Parlamento tiene su razón de ser democrática y, precisamente por eso, hay que prestarle máxima dedicación y recursos. Sin embargo, es justamente este terreno el más vulnerable online (la emisión en calidad profesional para televisión está perfectamente resuelta). Hay que entender la dificultad para tratar digitalmente sesiones muy largas y para integrar ese volumen tan ingente de datos en los sistemas informáticos internos y su desarrollo web, a lo que se añade la inevitable obsolescencia de los equipos y el coste de su actua­lización. Sea como sea, hoy es posible emitir en directo simultáneamente hasta cinco comisiones que son muchas, pese a que no es infrecuente la celebración de más.

Otro punto vulnerable es el tratamiento del directo y la descarga desde la web. Aquí adquiere relevancia el criterio informativo. La información es actualidad, que está ligada a la inmediatez y, por tanto, al directo. Y aunque ya se puede retroceder para ver cualquier momento de la sesión antes de que termine, la descarga sólo es posible una vez concluida y sólo por intervenciones, largas en general, sobre todo, las más relevantes.

El reto es encontrar una solución a esta necesidad que beneficiará no sólo a diputados y grupos parlamentarios y partidos políticos sino, también, al creciente número de medios de comunicación digitales, grandes y pequeños y de organizaciones, asociaciones, bloggers, que tienen sus propios espacios en la web para seguir la actividad parlamentaria, pero que no pueden estar en el Congreso.

Si la señal institucional de televisión sobresale por su importancia, la capacidad de reacción sobre lo que se publica acerca de la Cámara es el ámbito más sensible al que nos enfrentamos en la Dirección de Comunicación del Congreso de los Diputados. Aquí compartimos la preocupación de instituciones y organizaciones por saber lo que se publica de ellas en los medios, interés que se acrecienta con la irrupción 2.0 y su capacidad para generar climas de opinión propios, a lo que hay que añadir la participación del periodista y su capacidad propagadora a través del altavoz de un medio de comunicación de masas.

Releyendo este último párrafo, casi me sobrecoge esta amenaza, DAFO de manual porque, además, la estructura de red del 2.0 es propensa a la difusión viral y, no es infrecuente que la reacción llegue mucho después de ser trending topic, resultando ya complicado revertir la situación.

Por supuesto, las situaciones de crisis a las que se enfrenta el Congreso de los Diputados no son comparables a la desatada tras un accidente aéreo. Pero la Cámara des­pierta un gran interés informativo, la presencia periodística es constante –la media en un día de pleno ordinario supera los doscientos- y, por tanto, está sometida a una permanente presión mediática. El Congreso, y creo que esto es extensible a otras instituciones y partidos políticos, vive en una constante y moderada situa­ción de crisis con altibajos.

Cuento esto porque el estilo de comunicación propio de los medios sociales nos está descubriendo nuevas formas de reacció­n o de anuncio. Si una carta al director es un clásico para responder a una información escrita, el tuit puede servir para contestar, por ejemplo, en televisión, ya que es una práctica habitual incrustar el hashtag del programa en la imagen. Por supuesto, en esto hay que ser precavido a la hora de elegir. Para mí, la primera opción es la conversación telefónica con el periodista.

Este cuidado es también imprescindible a la hora de dar información o de hacer un anuncio. Por supuesto, es audaz y un signo de estar al día que Hillary Clinton anuncie su intención de ser candidata a través de un vídeo en Twitter: mensaje rápido, barato, máxima difusión mundial e innumerables retuits. Una elección acer­tada. Recuerdo que al hilo de esto, me hice la reflexión de si podría el Presidente de la Cámara dar un anuncio por Twitter. Y mi respuesta instantánea fue pensar que el Congreso es una institución oficial en la que, además, hay presencia permanente de periodistas de los medios de comunicación más relevantes: agencias, periódicos, radios, televisiones y digitales. No creo que nosotros acertáramos con algo así. Además, hemos de ser conscientes de que la red aún no puede competir con el impacto y la audiencia de los medios de comunicación de masas.

Caso distinto es aportar información. Aquí Twitter está resultando ser una herramienta excelente y cuando, por ejemplo, vemos que se ha retuiteado 27 veces el enlace al índice de enmiendas a una ley, nos damos cuenta de la utilidad y del interés que despierta la actividad parlamentaria. Por supuesto, muchas veces jugamos también con el tiempo en contra, porque el usuario no tiene por qué entender que no damos información o anunciamos la reunión de un órgano de la Cámara hasta que no se ha publicado en el boletín oficial o no se ha enviado la convocatoria formal. Lo que queda es que el Congreso llega tarde. No obstante, hemos encontrado en Twitter una solución que nos da cierto margen de oficiosidad en situaciones seguras, reservando para la página web la nota de prensa estrictamente institucional. En medios sociales hay que evitar ser los últimos.

La comunicación online y su evolución a la web 2.0 o a la 3.0 con instrumentos de participación ciudadana, es en sí misma una algo excelente, siempre que vaya acompañada de una estrategia adecuada de comunicación. Son incesantes los avances tecnológicos y el goteo de nuevas herramientas, pero decidir cuáles son las adecuadas requiere una reflexión previa para no exponer al público a una saturación inconveniente. Entre propagar, difundir, informar y comunicar hay muchos matices y, sobre todo, un grado creciente de valor añadido. Por tanto, la calidad de lo que ofrecemos ha de estar a la altura del valor que el diputado, el periodista y el ciudadano en general asocian, aunque sea intuitivamente, a lo que espera del Parlamento.

El Congreso de los Diputados tiene una imagen muy potente y el interés que despierta es indiscutible. Pero dar información y datos sin orden ni coherencia es como una orquesta sin director y no es válido por una elemental cuestión de respeto a los ciudadanos. Es nuestra responsabilidad como comunicadores facilitar el conocimiento de la actividad parlamentaria y del valioso patrimonio de la Cámara de manera cohesionada, con una idea global y con los mayores niveles de calidad. Ese es el camino para generar confianza.

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