Las comparecencias, ruedas de prensa e intervenciones públicas son habituales en el día a día de los políticos y representantes públicos. Cuanto más alto es el nivel de responsabilidad política, de menos tiempo se suele disponer para dedicarse personalmente a todos y cada uno de los asuntos que confieren la acción política. Es por lo que se suelen delegar dichas tareas o contratar a expertos que se encarguen de ellas porque, además, lo harán de forma más eficiente y profesional.
Aunque en muchos casos son los directores de gabinete o jefes de prensa quienes se encargan de escribir los discursos de los políticos, tal es el grado de profesionalización de la consultoría y la representación política, que hay profesionales que se encargan de redactar las palabras que al momento serán los titulares que recojan los medios de comunicación. De hecho, ya en 1920, el senador Warren Harding contrató al periodista Judson C. Welliver para su campaña presidencial bajo el nombre de “secretario literario”.
Hoy los denominamos speech writers o ghost writers, como prefieren hacerlo los anglosajones, sin duda una forma mucho más elegante de citarlos a como lo hacemos en España donde popularmente se les llama negros, y no logógrafos, como sería la forma correcta, poco extendida todavía. Pero, ¿conocemos quiénes son?
Hace unos días los medios de comunicación informaban de que François Hollande, el presidente de la República francesa, con el objetivo de levantar una popularidad maltrecha a golpe de discurso, había fichado al periodista musical experto en rap estadounidense Pierre-Yves Bocquet, quien firma sus artículos como Pierre Evil (Pedro Malvado).
En España, los discursos del presidente del Gobierno Mariano Rajoy suelen llevar la firma de su jefe de gabinete, Jorge Moragas, y de Pedro Arriola, consejero personal del presidente y también en su día de José María Aznar.
Antes, quienes ponían letra a los discursos de José Luis Rodríguez Zapatero eran desde su propio jefe de su gabinete, José Enrique Serrano; pasando por su secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso; hasta su primo, el profesor de Derecho Constitucional de la Complutense, José Manuel Vidal Zapatero. Otros que también escribieron para él fueron los diputados José Andrés Torres Mora, sociólogo, y Enrique Guerrero, politólogo.
Y por todos es sabido que el periodista Fernando Ónega, director de comunicaciones de Adolfo Suárez, redactó algunos de los discursos más famosos del recientemente fallecido primer presidente de la democracia española.
En Estados Unidos, actualmente, su presidente Barack Obama tiene todo un equipo de escritores de discursos, liderado por Jon Favreau hasta hace unos años que se marchó para trabajar como guionista en Hollywood, siendo sustituido por otro miembro del equipo, Cody Keenan. De otros presidentes sabemos que escribían para ellos Ted Sorensen y Arthur Schlesinger (John Fitzgerald Kennedy), William Safire (Richard Nixon), Charlie Fern (George W. Bush y su esposa Laura)…
En América Latina, recientemente se desveló la identidad del logógrafo del presidente mexicano Enrique Peña Nieto: Ilhuicamina Díaz Méndez. Y en Europa, Sarkozy recurrió, entre otros, a la profesora de Literatura Comparada de la Universidad de Burdeos Marie De Gandt. Y David Cameron a Clare Foges, una joven de 31 años licenciada en lengua inglesa y con un Máster en Poesía por Bristol.
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