Por Javier Larequi Fontaneda, @javier_larequi, Investigador de la Universidad de Navarra y portavoz de Equipo Europa en Navarra

Las instituciones europeas han lanzado en 2021 la Conferencia sobre el Futuro de Europa (CoFoE) con el objetivo de que los ciudadanos presenten sus propuestas acerca del presente y el futuro de la Unión Europea. Uno de los elementos más novedosos de la Conferencia han sido los paneles ciudadanos, que han incorporado a europeos de diferentes perfiles geográficos, socioeconómicos o de edad; elegidos de manera aleatoria, para debatir sobre diferentes temas y poner sus ideas al servicio del futuro del proyecto político de la Unión Europea.

A escasos meses de que la Conferencia presente sus conclusiones, resulta conveniente detenerse y ver cuáles han sido sus aciertos y errores. De hecho, gracias al III Informe Provisional de la Conferencia (noviembre de 2021), ya podemos conocer qué ideas comienzan a vislumbrarse entre las más exitosas y qué países han sido más activos. España, por ejemplo, es el quinto Estado miembro que más contribuciones ha presentado. Sin embargo, es el sexto por la cola si nos fijamos en el número de propuestas por millón de habitantes. Preocupan estos datos en un país que se supone que es uno de los más europeístas, pero en el que, no obstante, no está del todo asentada la idea de la participación de la sociedad en la vida democrática.

Más de 40 mil personas han participado en la plataforma digital de la Conferencia, que permite subir las propuestas y debatir, habiendo presentado más de 12 mil ideas y organizado 4 mil eventos. Son unas cifras francamente malas si tenemos en cuenta que la Unión Europea cuenta con 450 millones de habitantes, es decir, apenas habría participado un 0,01% de los ciudadanos europeos. Es como si una ciudad de tamaño pequeño estuviese ‘decidiendo’ en nombre de todos los europeos.

Y entre los participantes, un 56,7% son hombres, apenas un 15% se identifican como mujeres y un 27,8% no revela su género, lo que en cualquier caso muestra una infrarrepresentación femenina. Donde sí parece más equilibrada la representación es en los grupos de edad, excepto en los mayores de 70, que apenas participan. Los temas discutidos han sido los típicos: cambio climático, salud, economía, política exterior, estado de derecho, digitalización, democracia, migraciones y educación. Dentro de estas cuestiones se pueden encontrar subtemas que recogen ideas específicas como la creación de listas transnacionales o la adopción de la mayoría cualificada, en vez de la unanimidad, en las votaciones del Consejo Europeo.

Si las convenciones europeas tienen el mandato claro de reformar los tratados de la Unión Europea y han derivado en debates importantes como la Carta de los Derechos Humanos o la Constitución europea, no queda del todo claro a dónde va la Conferencia sobre el Futuro de Europa. Su escaso éxito de participación no debería provocar que las ideas volcadas en la plataforma caigan en saco roto. De ser olvidadas, las instituciones europeas corren el riego de generar una gran desafección política en aquellos que sí hemos participado.

La participación en la vida política es lo que permite reforzar diariamente la democracia. El fortalecimiento de la ciudadanía europea a través del éxito de plataformas como la CoFoE es necesario para que seamos los ciudadanos los que definamos qué Unión Europea queremos. El problema es que el debate no está llegando más allá de donde ya llegaba, de tal manera que los mismos actores estamos participando en un contexto nuevo y no estamos incorporando perfiles diferentes.

Parece difícil que un debate de fondo sobre la Unión Europea se haga a través de un portal tecnológico si no se hace de la mano de la sociedad civil. Tal y como el investigador Álvaro Oleart señaló en las Jornadas de Equipo Europa, “es difícil no ver la CoFoE como una suerte de mecanismo legitimador que trata de dar la percepción de que algo está cambiando sin que nada cambie”.

2022 es el Año Europeo de la Juventud y, pese a sus muchos errores, hay que aprovechar el momentum reformista impulsado por la Conferencia sobre el Futuro de Europa para incluir a los jóvenes en todos los debates y en todas las políticas de manera transversal.

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