El presidente de ACOP cerró la gala en Barcelona con palabras de gratitud, orgullo colectivo y compromiso con la comunicación política en tiempos difíciles

El pasado 8 de noviembre, la magia de la comunicación política llenó el Born Centre de Cultura i Memòria de Barcelona. Fue una noche de emoción, reconocimiento y, sobre todo, comunidad. La voz que puso el broche final a los II Premios de Comunicación Política ACOP fue la de su presidente, Óscar Álvarez Domínguez, quien ofreció un discurso sincero, inspirador y profundamente humano.
Con la mirada puesta en el pasado, pero los pies bien anclados en el presente, Álvarez recordó que Barcelona no fue una elección casual. “Barcelona es el origen”, dijo. Aquí empezaron las primeras campañas que cambiaron para siempre la forma de comunicar lo público. Y aquí, una vez más, se volvió a celebrar el talento, la ética y la creatividad de quienes hacen de la comunicación política una profesión imprescindible.
Sus palabras fueron también un agradecimiento. A las instituciones catalanas que respaldaron esta edición. A los grandes referentes que siguen marcando camino. Y, sobre todo, a esos profesionales invisibles que trabajan desde las bambalinas: “hormiguitas incansables”, en sus palabras, que construyen relatos, diseñan estrategias, traducen la complejidad en lenguaje ciudadano y dan forma al debate público con rigor y pasión.
“Estos premios no solo reconocen campañas. Reconocen historias. Vocaciones. Caminos. Reconocen a quienes aman esta profesión y la viven con el compromiso de mejorar la política con comunicación”, afirmó.
En un mundo saturado de ruido, desinformación y polarización, Álvarez defendió el papel de la comunicación política como herramienta para unir, comprender y escuchar. No se trata —dijo— de embellecer discursos vacíos, sino de construir puentes, de fraguar consensos, de acercar la política a quienes más la necesitan. “Somos quienes damos forma a las ideas. Desde el backstage, ayudamos a que la democracia funcione mejor”.
También puso en valor la dimensión iberoamericana de ACOP, destacando la presencia de Helios Ruiz, presidente de ACEIPOL, y celebrando los lazos profesionales y humanos que unen a los dos lados del Atlántico: “Compartimos un idioma, sí, pero también una pasión por esta profesión que trasciende fronteras”.
Antes de cerrar, lanzó un mensaje claro: “La comunicación política no es un adorno. Es una necesidad. Y estos premios son la prueba de que, cuando se hace con honestidad, con sensibilidad y con propósito, tiene un impacto real”.
Y así, con emoción y aplausos, se despidió la II edición de los Premios ACOP. Con una certeza compartida: que la comunicación política es mucho más que una técnica. Es una vocación. Es una forma de entender la democracia. Es, en palabras de su presidente, “una pasión que nos une”.