Por Fernando Cuñado, @ferkugon Periodista, Máster en Gestión de la Comunicación Electoral y Política
Cuatro sílabas están copando los titulares de medio mundo. Son las que forman la palabra populismo. La Real Academia de la Lengua apenas profundiza en este concepto y se limita a definirlo como la “tendencia política que busca atraerse a las clases populares”. Populismo no es sólo una etiqueta política. Fue la palabra del año 2016 para la Fundación del Español Urgente y ha servido para describir a una corriente política en auge. La victoria de Donald Trump, el avance en Francia del Frente Nacional con Marine Le Pen y el triunfo del brexit son algunos de los exponentes de esta marea que ha sacudido como un tsunami el tablero político internacional. Sin embargo, pese a pronunciarse con tanta facilidad es difícil de definir. Y es que populista es una etiqueta que se atribuye con demasiada facilidad y figuras como el Papa Francisco o Barack Obama han llegado a recibir este adjetivo.
El profesor de Ciencia Política de la Universidad de Manchester, Luis Ramiro, explica sucintamente las claves para entender el concepto de populismo. Por un lado, se trata de una ideología que entiende el mundo dividido entre un pueblo bueno y una élite malvada/corrupta. Ramiro remarca la importancia de tener clara esta división puesto que el populismo funciona con una aproximación tremendamente maniquea de la política reducida a buenos y malos. Con estas reglas del juego, el pueblo en realidad compartiría preferencias y no estaría dividido, por lo tanto, el líder populista representa al pueblo y, por ende, a la soberanía popular sin intermediación. Otra característica son las políticas utópicas basadas en soluciones inviables, pero de gran aceptación.
Con este contexto, la ficción ha tratado de aplicar bien en series o a través de películas los esquemas del populismo. Hay muchos matices a tener en cuenta a la hora de analizar el populismo, ya sean ideológicos, geográficos o culturales. De hecho, una de sus variantes más en boga es el populismo nacionalista porque es muy común que vaya asociada a políticas proteccionistas. Y a pesar de esta gran variedad, se ha abordado muchas veces en el cine. Para encontrar ejemplos de cómo ha ido evolucionando el discurso populista retratado en el cine vamos a comenzar con dos películas.
En primer lugar, la comedia mexicana de 1952 protagonizada por el mítico cómico Mario Moreno ‘Cantinflas’ titulada ‘Si yo fuera diputado’ en la que se presenta su candidatura señalando que “no representa a ningún partido, sólo a sí mismo porque más vale solo que mal acompañado. Por ello tiene ganas de darle al pueblo lo que el pueblo necesita para asegurar que su voz se oirá en el Congreso”. El segundo ejemplo es mucho más reciente y lo tenemos en la película ‘El hombre del año’ de 2006 protagonizada por Robin Williams quien da vida a un famoso humorista que decide lanzarse a la política animado por su audiencia. En la famosa escena del debate se confiesa “harto de políticas partidarias y por eso propugna un cambio”, pone el acento en la inmigración ilegal y en la seguridad, ataca a los lobbies y a las petroleras, proponiendo incluso que los senadores lleven en su traje publicidad como los pilotos de los lobbies a los que buscan beneficiar. Asegura que la política ya era una payasada mucho antes de que él decidiera presentarse a presidente. ¿Les suena? Incluso hay videos en YouTube que comparan diálogos de la película con intervenciones de Donald Trump. En definitiva, un líder que se autoerige en representante de un pueblo que quiere acabar con una elite poderosa y corrupta. El mismo fondo bajo distintas fórmulas.
Si queremos fijarnos en qué tipo de propuestas reciben el atributo de populistas, tenemos un ejemplo muy claro en `Los Simpson´ donde en su episodio número 200 titulado ‘Residuos titánicos’, Homer se postuló como encargado de Sanidad de Springfield. En el debate Ray Paterson, el actual comisionado de basura, retó al público a “elegir entre un funcionario público con experiencia o entre un lunático que predica una sarta de insensateces sobre basureros que limpian alcantarillas y enceran coches”. Resultado: aplastante victoria de Homer Simpson. Salvando las distancias, algo parecido al muro en la frontera de México, la jubilación a los 60 años o la renta básica universal. En definitiva, se trataría de “comprar un discurso” que, como señala el consultor Antoni Gutiérrez Rubí, “va directo al estómago, no al cerebro”.
Siguiendo con la sátira política, una cinta pareció prever en 1992 la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Se trata de la película ‘Ciudadano Bob Roberts’ en la que un político busca ser elegido a partir de canciones de country en las que clama contra la anarquía, la inmoralidad y las drogas. Se presenta como un claro ejemplo del sueño americano y ha sido nombrado patriota del año. Roberts tampoco aguanta a la prensa y pide el voto para que los valores del ciudadano de a pie lleguen hasta Washington. Entre otras perlas deja frases lapidarias como “autodeterminación es poder elegir lo que deseáis ser, y yo siempre quise ser… rico”.
No hay que olvidar que antes que Trump, estuvo el Tea Party, un movimiento que aspira a imponer su discurso en el partido republicano y al que Barack Obama consiguió contener. Para entender las raíces de esta corriente política, es recomendable volver a ver los capítulos de la serie ‘The Newsroom’, en los que el protagonista Will McAvoy diseccionaba las entrañas del Tea Party o la película ‘Game Change’ en las que se explican las razones de la elección de la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, una de las caras más visibles de ese movimiento como candidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos y los malos resultados de esa decisión.
Pero el populismo va más allá de Trump y compañía. Ha dado pie a numerosas películas a partir de la tesis de que una sociedad corrupta está dirigida por una elite poderosa que oprime al pueblo. Desde este punto de vista enseguida encontramos a personajes que han recogido este discurso. Desde personajes épicos como el de ‘Braveheart’ a clásicos como Robin Hood. También encontramos este enfoque en filmes sobre superhéroes como Batman, erigido en el salvador de los ciudadanos de Gotham o Superman que combatía el crimen y la corrupción en Metrópolis. En definitiva, el discurso populista requiere de un gran liderazgo y la capacidad de generar un cambio en la sociedad.
Estas variables se repiten también en la ciencia ficción en películas de culto como ‘Los Juegos del Hambre’, ‘Districto 9’ o la más reciente ‘Elysium’, todas ellas ambientadas en distopías donde se persigue el objetivo de mejorar la sociedad, por no hablar de clásicos basados en novelas como ‘1984’ o ‘Farenheit’.
Otra obra de referencia que no se puede obviar a la hora de abordar este fenómeno es ‘V de Vendetta’, que llevó al cine el famoso comic de Alan Moore. Esta vez ambientada en Londres y una obra de referencia en los movimientos que llevaron a miles de jóvenes a las calles en mayo de 2011. En las manifestaciones del 15M era frecuente observar personas con máscaras de Guy Fawkes como las que lleva el protagonista de la película. Recordemos que Fawkes fue uno de los símbolos de la Conspiración de la Pólvora que trató de volar la Cámara de los Lores en 1605. Ahora, la película homenajea a esta figura con un enmascarado que se convierte en el instigador de un Estado corrupto que controla con puño de hierro los medios de comunicación. Se trata de un régimen denominado Fuego Nórdico y que fija el 5 de noviembre como fecha para derrumbar el Parlamento. No es lo mismo, pero no hace mucho que las calles del Congreso español eran escenario de refriegas entre manifestantes y policías y se generaron en las redes sociales movimientos para rodear y ocupar la Cámara Baja. Como se ve, la ficción no está tan alejada de la realidad.
Al hablar de populismo en Europa viajamos de nuevo hasta Reino Unido y el triunfo del brexit. Y es inevitable hablar de ‘Black Mirror’ y su mítico ‘momento Waldo’ donde una sociedad desencantada elige a un humorista como representante, al igual que en ‘El hombre del año’, con la salvedad que Waldo es un osito digital que pregona desde su pantalla “que la gente ya no necesita a los políticos” repitiéndoles mensajes que suenan a música celestial en una sociedad desencantada con sus representantes. Siguiendo con el viaje por la ficción europea y por cómo han sido retratados los movimientos populistas, merece la pena detenerse un momento en uno de los personajes de la serie danesa ‘Borgen’. Se trata del líder del Partido por la Libertad, Svend Age Saltum, quien puede ser una perfecta encarnación del discurso más rancio mezclado con tintes xenófobos. En sus intervenciones se ven rasgos del discurso de los Le Pen y de muchos otros partidos en auge en países del viejo continente.
No se puede terminar este recorrido por el populismo europeo sin pasar por la Italia de Berlusconi. Hablamos de ‘1992’ (Mille novecento noventadue), una serie estrenada en 2015, que recrea cómo se gestó el saltó de ‘Il Cavaliere’ a la política con el movimiento Forza Italia a partir de la estrategia trazada por Leonardo Notte. Un ‘Don Draper a la italiana’ capaz de predecir el éxito del poderoso empresario de televisión tras hacer una encuesta entre los compañeros de clase de su hija. El personaje dejará huella con una de las temibles recetas desde las cuales se puede entender todo lo que ha pasado en el mundo durante los últimos años “el electorado no es moderado, es exagerado”. La serie también nos dará algunas claves para entender el aumento de la popularidad de jueces y fiscales en una Italia dominada por la corrupción y en la que también va en auge la Liga Norte.
Y de Italia a España, donde muchos empresarios amagaron con imitar a Berlusconi, pero ninguno llegó a dar el paso. Mario Conde, Ruiz Mateos y Jesús Gil son algunos de esos nombres, pero sólo el último llegó a hacerse con la Alcaldía de Marbella, con un discurso que reúne todas las claves del populismo y que puede revivirse en las entrevistas con Jesús Quintero que circulan por internet. En el otro extremo de la baraja, cabe preguntarse si Podemos, el nuevo partido que surgió al calor del 15M puede catalogarse de populista. Es fácil atribuir esta etiqueta teniendo en cuenta las bases de su discurso, la simplificación de los problemas y las soluciones que propone, si bien, para profundizar con detalle y sacar cada uno sus propias conclusiones es recomendable ver el documental que grabó Fernando León de Aranoa titulado ‘Política, Manual de Instrucciones’ sobre los debates internos de esta formación en sus primeros momentos. Son muchos los que ven detrás de Podemos la sombra del populismo latinoamericano, al cual es posible acercarse a partir de dos documentales sobre espectros políticos completamente opuestos. Por un lado, tenemos ‘Su nombre es Fujimori’, grabado por Fernando Vilches Rodríguez y difundido a través de internet el pasado año 2016 que hace una aproximación a la figura del ex presidente peruano. También se ha estrenado recientemente ‘Chávez Infinito’ rodado por la realizadora argentina María Laura Vázquez quien trabajó junto a Oliver Stone en el filme ‘Mi amigo Hugo’.
Y para romper con el tono serio, nada mejor que una comedia española titulada ‘Atilano Presidente’ (1998) protagonizada por Manuel Manquilla y con propuestas tan surrealistas como “una guerra es la mejor solución contra el desempleo” o “clonar terroristas para que puedan cumplir las penas íntegras”.
Nada escapa al discurso populista. Ni siquiera una comedia como ‘La Vida de Brian’ (1979) donde se justifica la rebelión contra los romanos con el clásico “Aparte del alcantarillado, la sanidad, la enseñanza, el vino, el orden público, la irrigación, las carreteras y los baños públicos, ¿qué han hecho los romanos por nosotros?” Como vemos, el populismo es tremendamente complejo pero al menos es posible aproximarse a él desde diferentes series y películas para poder entender su filosofía y sus claves.
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