Begoña Gozalbes@bego_zalbes, Experta en Coaching Político y Asesora Política.

¿Coaching político y nueva política?, ¿para qué sirve el coaching en la nueva política? Para dar movimiento. Para cambiar. Para moverse de un lugar a otro entendiendo el motivo del para qué. El coaching político está enfocado en la persona antes que en el perfil político porque cuando el contexto cambia y la persona está inmóvil, avanzar se convier­te en una utopía.

En la vida pública es imprescindible para el político saber qué es lo que se quiere. Definir explícitamente las metas concretas del plano más personal y alinearlas cohe­rentemente con el proyecto político que se traslada a la ciudadanía. Asimismo, se hace necesario identificar de qué modo influirán dichas metas en la sociedad y barajar todas las opciones para llegar a los objetivos marcados, reconociendo los motivos que impiden lograr los objetivos seleccionados y detallar los recursos que se necesitan para alcanzar dicha meta.

En el desarrollo personal de un político valen todos los medios que estén a su alcance para elevar a la consciencia de que puede salir de la presión que ejerce el poder para tratar de cautivar su opinión. La política es un mundo en el que todos los que inter­vienen tienen intereses antagónicos y donde se hace imprescindible para el político un espacio de reflexión fuera del propio contexto político, en el cual pueda sentirse libre para tomar decisiones, y aquí es donde la figura del coach, libre de ideología y de posiciones. Es la clave.

Cuando un político con vocación se olvida de quién es y para qué está en política, alejándose de sus valores y los motivos que le llevaron a la función pública, el coaching político es la herramienta idónea para mantener esa conexión dentro de contexto, donde el mundo real parece dividirse entre los que viven dentro y los que sobreviven fuera de la política.

Frente a este escenario cabe preguntarse, ¿qué es el coaching? El coaching es un entrenamiento personalizado y confidencial llevado a cabo por un asesor especializado (coach) y cuyo principal objetivo es avanzar y conseguir aquello a lo que uno aspira, bien de forma individual o conjunta. Sin embargo, esta respuesta se convier­te en un arma de doble filo, cuando su interpretación nos puede llevar a pensar que lo que desean nuestros políticos es la consecución de sus propios intereses personales frente al interés general y el bien común, en un momento tan crítico donde la sociedad ha pedido un nuevo estilo en la forma de implementar la política y un nuevo procedimiento de sus líderes políticos. ¿Será esto la definición de la nueva política?

La confianza en los líderes políticos se encuentra en los mínimos más bajos de la historia y el valor más demandado por la sociedad se llama honradez; y precisamente, estos dos valores “confianza y honradez” son la base imprescindible para abordar un proceso de coaching.

Nada tiene que ver la preparación de los líderes actuales con aquellos que hace ape­nas treinta años desarrollaron la Cons­titución Española y construyeron las bases para tener un país libre. Ni siquiera el conocimiento requerido a un político hoy tiene los mismos elementos que hace apenas cuatro años. Tampoco la sociedad es la misma y las personas que hoy desempeñan sus funciones en un cargo público, tampoco.

Las necesidades de todos los que intervie­nen en el contexto político han cambiado a un ritmo más vertiginoso que la propia sociedad. Hoy en día el objetivo principal al que se enfrenta un político se llama confianza y detrás de ella viene todo lo demás. Por lo tanto ¿Cómo ganarse la confianza de la ciudadanía?¿Cómo se puede implementar esa nueva política cuando todo es interpretable y el pasado se vuelve presente a través de un clic?¿Qué hacer cuando los valores personales evolucionan y quedan al descubierto valores ya desechados? ¿dónde queda la confianza en este nuevo escenario? El coaching político da respuesta a cada una de estas preguntas siempre y cuando el político que toma la decisión de trabajar con un coach esté comprometido con sus ideas, sus valores y su desarrollo personal aceptando que para conseguir aquello que desea es necesario agitar el interior de su persona, siendo imprescindible el movimiento, es decir, salir de su zona de confort.

¿Para qué es tan importante salir de la zona de confort? Para tener una vida más rica en emociones, conocimiento y pers­pectivas. Y como consecuencia nos hace crecer y evolucionar a una versión mejorada de nosotros mismos. Y esto en política es esencial. ¿Habrá sido éste el germen de la nueva política? La ciudadanía se ha puesto el uniforme de político, ha entrado con derecho en el escenario político y los que ayer reclamaban nuevas formas de gestionar la política, hoy tienen la oportunidad de ejercerla. Pero ¿Saben hacerlo? Porque a través del querer han llegado al poder y se han encontrado con la ausencia del saber.

En la nueva política la coherencia toma protagonismo. Ya no valen las palabras. El discurso político queda desnudo si no va acompañado de hechos. Si uno hace lo que dice, y a su vez, dice lo que hace, gene­ra reputación a la vez que confianza y con ella obtiene la tranquilidad necesaria para disponer del tiempo imprescindible para llevar a cabo los proyectos políticos.
La nueva política confía en sí misma pero, ¿Quiénes son los que la implementan? ¿Qué quieren los que llegan frente a los que están?¿Son los viejos tan arcaicos y los nuevos tan inéditos?¿Qué ocurre cuando confluyen los nuevos y los viejos en el poder?¿Cuáles serán los resultados de sus políticas? La realidad es que todos y cada uno de ellos se enfrentan a realidades similares en planos contrapuestos donde se hace obligatorio trabajar el entrenamiento de sus habilidades y competencias así como en la gestión de sus emociones.

La vieja política requiere entrenar, entre muchas otras, la vanidad para no quedarse aislada, la escucha para prestar atención a lo que sucede a su alrededor y el ego, pues el exceso de autoestima los está asfixiando. Solo a través del autoconocimiento, con el saber mirar hacia adentro, podrá entender donde se encuentra y cuál es el escenario exacto de una realidad que interpretan como si fuera virtual. Saben que está pero no la tocan, no la sienten, no la viven.

La nueva política requiere entrenar la soberbia para dejar de presumir de sus logros y reconocer sus fracasos, la empatía para dejar de mirar desde abajo y comenzar a entender que se ve y se vive desde arriba y también su ego, el mismo que con el paso del tiempo asfixia. En política no todo lo que se sueña es viable y aquello que es viable a veces no se sueña.

La nueva política no es cambiar la mala praxis del poder y reemplazarla por otra diferente o mejor. La nueva política no son solo gestos, que cuentan, pero que no son la esencia de la cuestión. La nueva política conlleva un cambio de paradigma en el propio pensamiento, en el entendimiento de que aquello que sentimos proviene de nuestra forma de pensar y esta a su vez nos lleva a unas u otras acciones. Por eso es tan importante entender que se hace sentir a la ciudadanía.

El origen auténtico de los problemas se asienta en las instituciones y sus leyes. En no tener límites definidos, donde la falta de valores y ética o su transformación por la llegada del poder, hace que en todos los partidos haya corruptos y en todas las ideo­logías se cometan delitos.

La nueva política no es una cuestión moral donde los códigos éticos se postulan y los que llegan hacen las cosas de otra ma­nera. Un partido no vale por lo que dice que acata, sino por lo que hace día a día. Si un partido es liderado por personas íntegras, la gestión en cada una de las instituciones donde tiene cabida se desarrollará con integridad y esto a su vez será un ejemplo en cascada para el resto de la organización. Cuando esto es así, los corruptos no tienen cabida, es el propio organismo quien se encarga de eliminarlos. Por ello, la buena articulación de la democracia no requiere de pruebas morales llevadas al extremo, de quién va en bici o no a su ayuntamiento o de quién ofrece la vara de mando al pueblo, sino que necesita en las bases de las instituciones nuevas leyes que desanimen a los corruptos a ejercer sus fechorías, sean o no, nuevos o viejos.

Bien sea de carácter individual o como organización grupal es precisamente el coaching político quien ayuda a gestionar todos estos cambios aportando herramientas a través del diálogo. El coaching político se basa en el arte de preguntar. Es un aprendizaje a través de la plática, que ayuda al político a conocerse mejor, a comprender quién es y qué quiere ser, poniendo medios para lograrlo. Para ello es necesario que el político salga de su mundo, es decir que tenga la habilidad de reflexionar, pensar y definir donde está, por qué está ahí y que rumbo quiere dar a su vida política, teniendo el auto-conocimiento como punto de partida de todo proceso de coaching.

Es la política actual la que reclama al político nuevas competencias y habilidades que le lleven a tomar el lugar que la desconfianza ha colonizado en la última década. La sociedad ya no quiere solo buenos oradores y artistas de la palabra. La ciudadanía ofrece su confianza a aque­llos políticos que implementen la política en la que ellos creen independientemente del partido donde militen. Todo es mucho más volátil a la vez que confluyente; y lo nuevo toma posicionamiento mientras lo viejo sigue aportando experiencia. No todo es válido en lo nuevo, ni tampoco en lo viejo.

En un proceso de coaching político, un primer paso es tomar conciencia política de las nuevas reglas y corrientes sociales, incluso aquellas que no están en primera línea. Saber interpretar adecuadamente la realidad externa así como la realidad interna de los partidos se hace imprescindible para cualquier político. La nueva política necesita personas influyentes y persuasivas que sean eficaces y sepan captar la atención de la ciudadanía. Políticos que sepan utilizar estrategias indirectas con el fin de llegar al consenso y obtener el apoyo de los demás. Todo esto con nuevas claves de comunicación, arropadas en las nuevas tecnologías, que abren un marco político desconocido a un mundo político que no ha perdido su esencia, a pesar de su desafección. El ciudadano, al igual que en la antigua Roma, sigue reclamando ser escuchado a través de conversaciones digitales y sociales. Los mensajes no adquieren relevancia en vallas publicitarias o macro-mítines y toman protagonismo en 140 caracteres. Ahora las ideas navegan por internet y algunas decisiones se toman a golpe de clic.

Inspirar y guiar a la sociedad es una habilidad de pocos y las nuevas tecnologías han sido los grandes aliados para los partidos emergentes. Han entendido que en la versatilidad de la puesta en escena confluye la idea, el mensaje y la acción.

La nueva y la vieja política confluyen en necesidades antagónicas. La nueva política viene con ganas de cambio y con ausencia de hábito, mientras que la vieja política está aferrada a la costumbre y dispone de mayor experiencia. Esta rea­lidad genera conflictos cuando ambos convergen en el poder. Se impone la negociación con nuevas reglas y es entonces cuando comienza un nuevo estilo de ejercer la política ejerciendo liderazgo partiendo de la base del ejemplo. Es tras­ladar con hechos lo que se emite con la palabra. Es hacer lo que se dice, diciendo lo que se hace.

El coaching político ayuda a gestionar los nuevos escenarios políticos donde convergen la nueva y la vieja política. Ayuda a encontrar puntos de encuentro dentro de los partidos, a mejorar su política y la política que necesita la sociedad. En el nuevo contexto político toma relevancia la capacidad de negociar y de saber resolver desacuerdos comprendiendo que el manejo de los conflictos conlleva una disposición de pensamiento interno calmado y la habilidad de expresión adecuada.

Esta capacidad de escucha dentro de la comunicación es la que acerca al político a un matiz más humano y menos codicioso pudiendo mostrarse a resolver las cosas dialogando en lugar de dejarse llevar por emociones irracionales que lo posicionan incluso en el ámbito de la agresividad. Estas y otras situaciones son las que se trabajan en un proceso de coaching donde el político se descubre, se conoce y sabe cuáles son sus recursos, capacidades e incluso sus limitaciones.

Es a través del coaching como es conscien­te de sus puntos fuertes y de sus debilidades logrando así un mayor aprendizaje y amplian­do su desarrollo personal y político. Esa es la esencia de la política. Cuyos valores necesariamente se asientan en la honestidad, la integridad y la responsabilidad del propio político teniendo la aptitud de admitir y asumir sus propios errores.

La política actual solicita cultivar y comprender las distintas visiones del mundo, siendo sensibles a las diferencias exis­tentes entre diferentes partidos e ideo­logías. Esto ofrece una oportunidad al político de aprovechar la diversidad en beneficio de la mayoría y no al interés de un grupo minoritario. Para ello el político necesita tener una sensación muy clara de su valor y de sus capacidades. La con­fianza en sí mismo conlleva el poder expresar puntos de vista impopulares, dentro y fuera del partido, y defender sin apoyo de nadie aquello que considera correcto para el ejercicio de su/la política.

En política, prever con optimismo e iniciativa un futuro a corto y medio plazo es en sí crear el sueño que toda sociedad anhela. Saltarse las rutinas habituales cuando la situación así lo requiere para llevar a cabo el objetivo marcado es una oportunidad demasiado generosa que en otros ámbitos es inviable adecuar. La política lleva como compañeros de viaje a «obstáculo» y a «contratiempo» y saber viajar con estas circunstancias sin pensar que son fallos personales es una idoneidad que lleva al político a trabajar más desde la expectativa del éxito que desde el miedo al fracaso.

Entonces cabe preguntarse, ¿es necesario el coaching político en un entorno tan variable? Sócrates decía “en un primer lugar tienes que ejercitar la virtud, y también quienquiera que esté dispuesto a gobernar y cuidar no solo de sus asuntos en particular y de sí mismo, sino también de la ciudad y de sus intereses, no deberá enseñar sino que principalmente solo deberá aprender”. Por ello, las personas que deciden desarrollar su vocación y estar al servicio del ciudadano deben poner especial atención en el aprendizaje y desarrollo de sus habilidades y sobre todo de sus competencias. No importa si son viejos o nuevos. Si saben o pueden. Lo importante es que quieran. Que quieran transformar la política desde el interior de las personas.

En definitiva, el gran reto de un coach político es combinar el trabajo de los asesores estratégicos, y/o de campaña, y/o de comunicación y conectar todo ello, con lo que el político piensa y, sobre todo, que llegue al ciudadano. Solo así se habrá ganado el derecho a ser escuchado. ¿Tiene el coaching político cabida en la nueva política? Rotundamente sí. g

1 comments
  • ANGELES MORENO GARCIA
    Publicado en 16 julio, 2019 at 12:27 am

    PARA SER POLITICO HAY QUE TENER CUALIDADES ESPECIALES : SER RESPONSABLE, HONESTO, HONRADO, TENER PRINCIPIOS Y VALORES Y GANAS DE TRABAJAR POR EL BIEN DE ESPAÑA, DE LO CUAL CARECEN LOS POLITICOS QUE NO TIENEN LA CAPACIDAD DE LLEGAR A UN ACUERDO PARA INICIAR SU TRABAJO Y GANAR LO QUE COBRAN.

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