Por Dr. Joaquín Marqués, ComPolWatch, grupo de investigación en comunicación política de ACCIEP y Profesor de ESRP-Universitat de Barcelona
“The recall is a process for removing a public office from an elective office before expiration of his or her stipulated term of office”. Así empieza The Recall. Tribunal of the People, de Joseph F. Zimmerman, editado por primera vez en 1928 y reeditado por la Universidad del Estado de Nueva York en 2013.
En su primer capítulo, El ciudadano soberano, Zimmerman nos introduce en una práctica democrática que tuvo un interesante desarrollo a principios del siglo pasado en Norteamérica pero que, en la actualidad, tan sólo un reducido número de naciones desarrollan en la práctica: la posibilidad de invalidar el mandato de representación de un político electo antes del período estipulado mediante un referéndum revocatorio (recall election).
Traemos el tema a colación porque empieza a ser una cuestión debatida en diversos foros ciudadanos, como una vía más en pos de la incentivación a la participación ciudadana en la vida pública. Y es que, vemos de manera recurrente como desciende el porcentaje de electores que decide acercarse a las urnas a depositar su voto. El distanciamiento con la propuesta de democracia representativa del establishment es uno de las razones de la creciente desafección. El entorno de la democracia representativa les resulta insuficiente a muchos ciudadanos. Parece claro que la delegación de nuestras ideas e intereses en unos representantes que elegimos cada cuatro años, sin una clara rendición de cuentas, desincentiva la participación.
Frente esta situación se levantan voces que apuestan por probar otras fórmulas, como la democracia deliberativa o explorar las vías de la democracia directa. Con las posibilidades que dan las nuevas tecnologías, sus propulsores afirman que ambas se podrían desarrollar mediante herramientas digitales sin costes excesivos.
Mientras no se cambie el modelo democrático imperante, y en el contexto que tenemos, la potenciación de elementos como las iniciativas populares, los refrenda o las acciones revocatorias permite reavivar la democracia representativa.
Las consultas periódicas a la ciudadanía, en donde las personas puedan expresar su voz, mediante un voto claro y conciso, pueden convertirse en un fuerte elemento dinamizador que ayude a mejorar y acercar la gobernanza y las sensibilidades sociales. En esa línea se enmarca la potenciación de las acciones revocatorias por parte de los ciudadanos, como un elemento más de control popular.
La democracia representativa, conceptualizada como una especie de contrato entre los electores y el representante, encuentra su engranaje jurídico en torno al programa electoral del candidato elegido. Sería como las cláusulas de un contrato. Si estas son incumplidas, el contrato puede ser denunciado unilateralmente. La revocatoria surge, de esta forma, como una manera excepcional de poner fin a una representatividad poco fiel.
Como ya puso de manifiesto Karl Popper, la auténtica característica de una sociedad abierta se concretaría en esa posibilidad: que los ciudadanos pudieran cesar a sus gobernantes si estos incumplieran los compromisos que adquirieron cuando fueron elegidos y que se concreta en su programa electoral.
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