Antonio Troccoli
Relaciones Institucionales Ecoembes
Desde hace algún tiempo, Latinoamérica se ha convertido en el escenario de comportamientos electorales que desafían a las máximas de la comunicación política clásica. Si un mensaje han dejado los resultados de las elecciones en Ecuador, es que la lectura desde las estrategias se vuelve cada vez más compleja y por lo tanto los resultados están siendo, cuanto menos, impredecibles. Es evidente que detrás de esas lecturas existen elementos de idiosincrasia que dificultan las interpretaciones sobre el electorado. La región continúa sacando a la luz dinámicas sociopolíticas inéditas, acometidas por un lado por factores como la pobreza, la violencia, la corrupción y el populismo, y por otro, una generación intervenida por profundos cambios sociales y tecnológicos. Así pues, este artículo pretende reunir algunos apuntes en cuanto a las encuestas, los debates, los golpes de efecto y el voto de los jóvenes durante estas elecciones y de cara al balotaje. Como expertos en comunicación política, analizar estas lecciones y sus posibles causas podría darnos pistas, para entender las tendencias emergentes en las sociedades, los valores y las actitudes que impulsan la transformación política. No sin antes poner en contexto lo que pasó durante estas elecciones.
Los ecuatorianos llegaron a las elecciones presidenciales del 20 de agosto con la dicotomía que ha caracterizado al país en los últimos años: correísmo vs anticorreismo. Asumiendo que el correísmo y su voto duro siempre llegan como principal identidad política a las elecciones, el resto del podio lo disputaba una oposición fragmentada. Eran siete los candidatos que esperaban darle respuesta a los dramas que hoy acontecen en Ecuador. Y no era para menos, el día de las elecciones, el 20 de agosto, Ecuador aún estaba en conmoción por el asesinato del alcalde de Manta, Agustín Intriago, el 25 de julio, y el de Fernando Villavicencio, candidato de la oposición y ferviente fiscalizador del correísmo, el 9 de agosto, a menos de una semana del debate. Ambos magnicidios se sumaron a las más de 3500 muertes violentas en lo que va del año, según cifras de la Policía Nacional y el Ministerio del Interior.
La sorpresa de la que todos hablan llegaría de manos de un prototipo conocido en el lenguaje de la comunicación política como el outsider. Daniel Noboa Azín es un joven de 35 años que pasó desapercibido como asambleísta en la última legislatura. Es hijo del magnate bananero y seis veces candidato a la presidencia, Álvaro Noboa y empresario en el emporio familiar más grande del Ecuador. A pesar de su robusta hoja de vida, Daniel Noboa, a menos de un mes de las elecciones no llegaba al 5% de la intención de voto en las encuestas, en realidad no era un personaje popularmente conocido y había mantenido una campaña de territorio silenciosa. Además, Noboa pasó gran parte de su campaña sin poner énfasis en propuestas que solucionen la violencia que azota al país. No obstante, hoy se encuentra en el balotaje con 24% de los votos frente a la candidata correista Luisa González, quien obtuvo el 33%.
El rol de las encuestas
Las encuestas oficiales jugaron un papel importante en las laxas percepciones acerca del electorado, que llevaron a que el triunfo de Noboa fuese una sorpresa. Había una percepción mayoritaria, respaldada por los medios y líderes de opinión, que sostenía que la ola de violencia propiciada por organizaciones delictivas transnacionales sería el factor central que determinaría el curso de la contienda electoral. De hecho, todas las encuestas apuntaban a que la inseguridad era el tema que más preocupaba a los ecuatorianos. Lo curioso es que Daniel Noboa no fue enérgico al hablar de propuestas acerca de la inseguridad. Por lo menos no en comparación con sus contendientes, especialmente Jan Topić, francotirador y paracaidista profesional que ostenta haber combatido en Ucrania y poseer una importante empresa de seguridad y tecnología.
Por lo tanto, si todas las encuestas apuntaban a que la inseguridad era el tema que más preocupaba a los ecuatorianos, ¿Por qué entonces el ‘bukele ecuatoriano’, Jan Topić, no llegó a la segunda vuelta? En una entrevista para la Revista Vistazo, Daniel Noboa dijo: “La inseguridad es el principal problema para los que andan en carro, para quienes andan en buseta su principal problema es comer el siguiente día”. Luego dió un matiz aún más importante: “Cuando se hacen estudios cualitativos se pregunta a la persona cuál es el principal problema del Ecuador, y responden: la inseguridad. Pero cuándo les preguntas ¿cuál es su principal problema? Responden: la falta de empleo”.
Cuando las encuestas comienzan a influir demasiado en las decisiones y acciones de las estrategias de comunicación política, existe el riesgo de que la comunicación de campaña se enfoque demasiado en satisfacer las expectativas inmediatas de los votantes, en lugar de abordar los problemas de fondo y presentar soluciones sustantivas. Es en este punto donde la campaña de Noboa tuvo éxito a diferencia de otras. Su estrategia, como cuenta en la entrevista, fue brillante al mantener dos relatos principales: primero el empleo y luego la seguridad.
El equipo de campaña de Noboa comprendió que más allá de la coyuntura social, de un bullicioso clima de violencia, existe aún el Ecuador de la ruralidad y de las clases populares con escaso acceso a servicios básicos. De un Ecuador en donde, según el Instituto Nacional de Estadística y Censo, en junio de 2023, la pobreza a nivel nacional se ubicó en un 27% y la pobreza extrema en 10,8%. Y que por lo tanto era necesario una mixtura entre responder a las necesidades inmediatas sin dejar lado los problemas de fondo que pueden movilizar realmente el voto del electorado. Precisamente, la campaña antidelincuencia de Jan Topić no solo perdió su oportunidad de estar en segunda vuelta, sino que dejó al candidato cuarto en la tabla de posiciones con un 14% de los votos.
Por otro lado, la encuestadora Click Report, en su última publicación antes del silencio electoral, le otorgaba a Luisa González un 29,26%. El segundo puesto era para el candidato, Yaku Pérez, con el 14,42% y la tercera posición la ocupaba el exvicepresidente, Otto Sonnenholzner, con el 12,36%. Asimismo, la encuestadora Numma ponía en primer lugar a la candidata correista, seguida esta vez por Sonnenholzner y en tercer lugar ubicaba a Pérez. Otras encuestadoras como Cedatos, afirmaron que la intención de voto no estaba definida y que no difundieron los resultados de su última encuesta alegando altos niveles de indecisión al igual que votos nulos y blancos. Para el 10 de agosto, último día en el que se podían difundir encuestas, y un día después del asesinato de Villavicencio, el único acierto y consenso en la mayoría de las encuestadoras fue que Luisa Gonzalez se llevaría el primer billete para la segunda vuelta. Dejando a un lado el 24% de Daniel Noboa y el 16% de Christian Zurita, quien asumió la candidatura de la lista 25, que en dos días tuvo que encontrar un reemplazo para Fernando Villavicencio.
El magnicidio como un golpe de efecto
Fernando Villavicencio fue un periodista que se abrió pasó en la política al hacer públicas sus denuncias por corrupción en contra del expresidente Rafael Correa, como en el caso ‘arroz verde’. Fiscalizador no solo del correísmo, también perseguía las tramas de corrupción de la élite política, además de sus vínculos con el narcotráfico y el crimen organizado. Su lema durante la campaña era “Es tiempo de valientes” y hacía alusión a su lucha por desenmascarar a las mafias que controlan el país y que desatan la violencia. A cuatro días del debate electoral fue asesinado al salir de un mitin con tres disparos en la cabeza. Después del asesinato, el movimiento político de Villavicencio puso como reemplazo al también periodista de investigación Christian Zurita, amigo y coideario, a quien a pesar de no ser aceptado para participar en el debate, se le adjudicarían los votos de Villavicencio, cuya imagen seguía en la papeleta.
Un cuadro publicado por Álvaro Marchante, gerente de la agencia de investigación Comunicaliza, el 22 de agosto (dos días después de las elecciones) revela en una línea del tiempo la evolución del voto hacia los resultados de la primera vuelta. En este cuadro podemos ver que la correista Luisa González experimenta una caída exponencial en su intención de voto, entre el 9 y el 12 de agosto, de seis puntos. Es decir, poco después de la muerte de Villavicencio.
Al mismo tiempo, Jan Topić, logra capitalizar esos votos de forma inversamente proporcional a González, dándonos pistas de que el voto blando del correísmo se movilizó por esa causa. Por su parte, Otto Sonnenholzner, quien al empezar la campaña se colocaba en segunda vuelta con alrededor del 18%, empieza a caer estrepitosamente a partir del asesinato de Agustín Intriago. Finalmente, para el 12 de agosto, Daniel Noboa, con algo más que el 4% empezaba a crecer exponencialmente.
Este tipo de sucesos inesperados y de alto impacto en la sociedad dejaron una lección evidente: la capacidad de ajustar efectivamente las estrategias ante eventos inesperados. En el caso de Sonnenholzner, una vez que muere Intriago, cambia su estrategia y empieza a mostrar una imagen mucho más confrontativa con la delincuencia en el país. Sin embargo, ya hemos visto cómo la necesidad de atacar la violencia no fue el motor que llevó a escoger una alternativa al correísmo. Además, el exvicepresidente, que siempre se había mostrado como un estadista pragmático y conciliador, estaba disputando un relato que ya lo había ganado Topić. El desviar la estrategia de comunicación en estos casos corre el riesgo de llevar a la campaña a concentrarse en espacios y discursos en los cuales el mensaje no tiene cabida y que posiblemente hayan sido ocupados.
La desmitificación del debate
Si retomamos la gráfica, el debate electoral es uno de los hitos que marca la tendencia del voto durante la etapa final de la contienda. De hecho, es después del debate que Noboa consigue escalar lo suficiente para mostrarse como favorito para llegar a segunda vuelta. Y aunque en los cánones de la comunicación política está instaurado que los debates, como mucho, puede mover un 2% del voto, este no era un debate electoral cualquiera, por lo menos en Ecuador era inédito al tener un atril vacío perteneciente a un candidato asesinado. Según cifras de Comunicaliza, el 70% de los ecuatorianos lo sintonizaron por radio o televisión.
El 13 de agosto, en todos los canales de señal abierta se transmitió el debate, obligatorio, de los candidatos a la presidencia del Ecuador. Como muestra la gráfica de evolución del voto, los focos estaban concentrados en Jan Topić y Luisa González. Una vez más poniendo en evidencia la pugna entre lo viejo y lo nuevo, el correísmo y la otra alternativa. Sin embargo, ambos candidatos no tardaron mucho en dirigir toda esa atención hacia la tradicional confrontación acérrima, que terminó desembocando en una forma de violencia, que no terminó de calar en una sociedad invadida por el miedo, dejando así un espacio a la no confrontación y el consenso. En ese espacio del debate surgió Noboa y supo aprovecharlo muy bien en términos de comunicación política.
Daniel Noboa se presentó en el debate con un chaleco antibalas bajo su americana y dejó que la audiencia y los medios le otorgaran sus propios significados. De repente el no-candidato Bukele hablaba de inseguridad, sin hablar de inseguridad, evitando así cometer los errores de sus contendientes. Durante el debate, mientras la mayoría de los candidatos se dedicaban a la clásica confrontación mediática para obtener titulares, Noboa aparentaba mostrar solvencia con datos y cifras que, a pesar de no ser contrastados, acompañados de una imagen aglutinadora enviaba un mensaje de política nueva y oportunidad de cambio. Si a todo esto le añadimos que fue el único candidato que supo adaptarse a un engorroso sistema de debate y que una de las estrellas de la noche, Jan Topić, lo elogió por ‘elevar’ la discusión, obtenemos un resultado redondo en términos de comunicación para el candidato.
Para rematar, en el posdebate, el expresidente Rafael Correa, respondiendo a quién escogería como ganador del debate, dijo en televisión que objetivamente le había gustado Daniel Noboa y su manejo de los números. Así, Correa pudo haber puesto como opción a Noboa en la palestra de su voto blando, de aquel que de forma tan volátil orbitó en algún momento candidaturas como las de Topić, y que ahora podrían ver en el joven candidato la oportunidad de sumarse a una nueva propuesta para la segunda vuelta.
Sería audaz y simplista atribuir solo al debate electoral el despunte de Daniel Noboa y por ende su paso a segunda vuelta. El candidato ha dedicado gran parte de su campaña a una labor exhaustiva, aunque silenciosa, de territorio, utilizando el aparataje de campaña que su padre utilizó en seis ocasiones y que consta de despliegues con víveres y obsequios en zonas rurales y atención médica de la mano de la fundación de su madre. De igual manera ha utilizado en su favor la juventud que derrochan él y su esposa, influencer en redes sociales. No obstante, la puesta en escena de los siete candidatos, después de los hechos que no solo marcaron las elecciones, sino la historia de un país fue una imagen muy potente, cargada de símbolos que el electorado logró decodificar. Las circunstancias quizás permitieron que este debate sea realmente influyente en la decisión del voto, movilizando según Comunicaliza, hasta once puntos en las posteriores 48 horas.
Segunda vuelta en manos del voto joven
Los consultores políticos, Jaime Durán Barba y Santiago Nieto, en su libro La Nueva Sociedad. Poder femenino, electores impredecibles y revolución tecnológica. De la transformación al caos, describen que, hasta el siglo pasado, nuestra realidad se desenvolvía en un mundo predecible. Sin embargo, en la actualidad, las tradiciones, las corrientes ideológicas y las convicciones han experimentado un proceso de disolución, sobre todo en los más jóvenes. Ahora los actores principales ya no son los políticos aferrados a viejas ideologías, sino los ciudadanos comunes motivados por sus propias aspiraciones (Barba & Nieto, 2022).
En ese sentido, según el Consejo Nacional Electoral, en el Ecuador el 50% del padrón electoral lo conforman jóvenes entre 16 y 35 años. Y si tomamos en cuenta los postulados de Barba y Nieto, el voto joven tendrá que enfrentarse nuevamente al fenómeno de la primera vuelta: la pugna entre la vieja y la nueva política. De esta manera, el 15 de octubre deberán escoger entre una candidata representada por el pasado de su líder o el outsider con una ideología maleable a la hora de aglutinar el voto. Daniel Noboa tendría que ser cuidadoso en su estrategia y en los apoyos que genera para no ‘espantar’ a dicho voto blando que bien podría volver a manos de Luisa González. De momento Jan Topić es el único excandidato que ha oficializado su apoyo a Noboa, y a pesar de que Zurita y Sonnenholzner no han presentado su respaldo, es muy difícil que su voto se transfiera a González ya que ambos electorados representan el hartazgo hacia el correísmo. Por su parte, Luis González tendrá que hacer esfuerzos por reconciliar al voto blando que perdió en campaña y apelar a los jóvenes a través de nuevas conversaciones.
Referencias
Barba, J. D., & Nieto, S. (2022). La nueva sociedad: Poder femenino, electores impredecibles y revolución tecnológica. De la transformación al caos. DEBATE.
Hernández, A. (2023, 21 agosto). Elecciones en Ecuador: Cómo el asesinato del candidato Fernando Villavicencio cambió el rumbo de los comicios presidenciales. BBC News Mundo.
Romero, S., Glatsky, G., & García, J. (2023, 22 agosto). Elecciones en Ecuador y Guatemala: 4 conclusiones. The New York Times.
(Comunicaliza – Diseñadores de estrategias, s. f.)
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