La entrega del Toisón de oro a la Princesa de Asturias
Por Santiago Sánchez Regadera @SantiSregadera Profesor de Protocolo y Organización de Eventos en la Universidad Camilo José Cela
Que el protocolo es una herramienta de comunicación utilizada por las instituciones para trasladar diferentes mensajes a sus públicos, es algo que puede comprobarse en infinidad de situaciones y, sobre todo, en infinidad de eventos, el medio en el que el protocolo y el ceremonial, adquieren su verdadero significado.
Por supuesto que la comunicación política no es ajena a esta situación, pues cuidar el protocolo y reforzarlo con un ceremonial concreto, ayuda, y mucho, a trasladar esos mensajes o esas ideas que van más allá del propio discurso. Es tan importante lo que se dice, como el modo de hacerlo y lo que escenográficamente acompaña a ese mensaje. Prueba de ello es el evento que nos ocupa: la imposición del Toisón de Oro a la Princesa de Asturias a cargo de su padre, que además es el Gran Maestre de la Orden. Y es que este ejemplo pone de manifiesto de manera clara la importancia de cuidar el ceremonial hasta el más mínimo detalle.
Sin entrar a realizar un análisis exhaustivo del protocolo utilizado, queremos con estas líneas poner de manifiesto de manera generalizada que, en cuestión de protocolo, nada debe quedar a la improvisación y hasta el más mínimo detalle, debe ajustarse a unas normas o, por lo menos, a un razonamiento apropiado. En este caso es tan importante la prelación de los invitados o el orden de los discursos, como la propia elección de la fecha de celebración, lo que de por sí, es un mensaje en sí misma: el cumpleaños del Rey.
En la ceremonia, pudimos ver una resolución protocolaria perfecta para combinar esta triple circunstancia del evento: institucional, familiar y de Estado. La institucional, tenía un objetivo concreto, que doña Leonor recibiera el Toisón de Oro que su padre le concedió al cumplir los diez años. Para reafirmar este carácter institucional, al mismo estaban invitados los caballeros de la Orden que tenían un lugar reservado en la primera fila de asientos. Del mismo modo y en lugar destacado, se exhibían los atributos que, desde ese día, pasarían a ser de doña Leonor.
Esta condecoración es, además, la única que no depende del Gobierno y, por tanto, aunque con su refrendo, es una decisión propia del jefe de la Casa Real Española desde que Felipe el Hermoso incorporara la Orden en 1574. Por este motivo el acto también tenía un marcado carácter familiar. Para resolverlo, qué mejor que aplicar de forma brillante las técnicas protocolarias contando con la presencia de los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía, reservándoles un lugar de gran importancia en la presidencia para facilitar así lectura dinástica de las tres generaciones que han sido, están siendo y serán, la cabeza de la institución. De la misma manera, el resto de la familia del Rey (hermana, suegros y tíos), tuvieron su lugar reservado junto a los caballeros de la orden.
Nos queda solamente la resolución de la tercera circunstancia: el hecho de considerarlo un evento de Estado. Y puede tener esta consideración porque el Rey, que es además jefe del Estado, es quien decide celebrar así su cumpleaños, junto a los caballeros de la orden, a las más importantes autoridades de las principales instituciones del país y a su familia. Y lo hace en la sede de la Corona, en el Palacio Real, sede de alguno de los más importantes acontecimientos de nuestra historia. Esta decisión es fundamental para comprender que se trata de un acto importante para la Corona y para España.
Y es que como dijo el propio monarca durante la entrega de los premios a los ganadores del concurso “Qué es un rey para ti”, ser Rey no solo lo marca la Constitución, si no que cada cual aplica también su forma de ser y determina, en la medida de sus posibilidades, lo que quiere hacer. En el caso de Felipe VI, se podría añadir el cómo quiere hacerlo pues desde los comienzos de su reinado, ha adaptado los ceremoniales y el protocolo de los eventos para convertirlos en verdaderas soluciones para una comunicación perfecta.
Deja un comentario