Ángela González Montes

@angelaglzmontes

Administradora Civil del Estado, especializada en Comunicación

“Cuente hasta diez y entrará en Europa…”. Así comienza una de las películas más aclamadas de Lars Von Trier; Europa. Mientras oímos la voz en off, la imagen avanza por unas vías del tren que simulan las venas abiertas del viejo continente en 1945. Este inicio sirve para ilustrar el proyecto europeo, siempre en movimiento. Europa es un viaje. Un viaje en tren, sin destino fijo, que comenzó como la película, en riguroso blanco y negro, en la misma época en la que está ambientada y que se va definiendo a medida que sus viajeros se van subiendo. Incluso hay alguno que ha decidido bajarse. Europa es un viaje con rumbo- el que inspira sus valores- pero sin destino concreto, ya que va adaptándose dependiendo de las circunstancias y obstáculos del camino.

2024 será un año importante para Europa, ya que las elecciones al Parlamento Europeo marcan el pistoletazo de salida del nuevo ciclo político europeo post-pandemia en uno de los escenarios más complejos que ha tenido hasta ahora. Mark Leonard, director del ECFR (European Council on Foreign Relations) ha escrito recientemente que el mundo ha cambiado y no en favor de Europa. Ni el relato, ni el proyecto, encajan en el nuevo mundo, cada vez más multipolar y menos multilateral, como lo ha definido recientemente el Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell.

En apenas unos años la UE ha pasado por grandes crisis que la han hecho reaccionar casi a marchas forzadas. Hemos pasado de ser “la Europa de los hombres de negro” a “la Europa de las vacunas”, que se endeuda de forma mancomunada en tiempos de dificultad. En mayo de 2021, en plena vacunación en toda Europa, el nivel de confianza de los europeos en la propia UE alcanzó sus valores más altos en más de una década. Con la guerra en Ucrania pasó algo parecido: la unidad mostrada inicialmente y las decisiones tomadas para afrontar la crisis energética fueron apoyadas por el 74 % de la ciudadanía europea, según la encuesta de otoño de 2022 para el Eurobarómetro del Parlamento Europeo.

2024 será un año importante para Europa, ya que las elecciones al Parlamento Europeo marcan el pistoletazo de salida del nuevo ciclo político europeo post-pandemia en uno de los escenarios más complejos que ha tenido hasta ahora

Sin embargo, mientras se fortalecía por dentro, se debilitaba por fuera, especialmente ante los países del denominado Sur Global, donde la influencia de Rusia y China es todavía más fuerte. En cuanto a los países aspirantes, la opinión en los Balcanes Occidentales sigue siendo de confianza en la UE, aunque el descontento puede aumentar por la paralización del proceso de adhesión.

A ello hay que añadir la crisis de reputación que ha sufrido en las últimas semanas debido al recrudecimiento del conflicto palestino-israelí, especialmente porque abre nuevas brechas entre los Estados miembros y dentro de los mismos. Lo que Ucrania había unido lo ha separado Gaza. Este nuevo escenario marcará las estrategias y los mensajes de las elecciones al Parlamento Europeo, que serán diferentes a las anteriores por varios motivos.

En primer lugar, porque la polarización ha llegado a Bruselas y Estrasburgo. El último SOTEU (debate sobre el Estado de la UE) fue más bronco que de costumbre y cada vez es más frecuente ver a los eurodiputados/as utilizar sus escaños para confrontar temas nacionales. Además, asuntos que eran meramente rutinarios, como las audiencias para nombrar a los nuevos comisarios a menos de un año de que expire su mandato, han ido subiendo de tono.

Mientras se fortalecía por dentro, se debilitaba por fuera, especialmente ante los países del denominado Sur Global, donde la influencia de Rusia y China es todavía más fuerte

Otra de las claves será comprobar hasta qué punto la tendencia del ascenso del euroescepticismo y de los partidos de extrema derecha se mantiene o se frena. Según el tracking que hace Politico.eu de las elecciones al Parlamento Europeo, se produce un aumento de hasta 40 eurodiputados para los partidos más a la derecha del hemiciclo, mientras que la tendencia para los verdes y la izquierda es de descenso. La clave de la gobernanza europea seguirá siendo la renovación del gran pacto de posguerra de Darendhorf entre socialdemócratas y democristianos que, por primera, vez no está tan clara y que conforman el eje vertebrador europeo equivalente al franco-alemán a nivel de Estados miembros.

Otro de los grandes problemas que se le atribuye a la UE -como constelación posnacional- es el de no conectar con la ciudadanía por la vinculación de la representación política a la soberanía nacional o porque es vista como un conjunto de instituciones grises y lejanas. El secreto de la UE está en sus peculiaridades. Jacques Delors la definía como un objeto político no identificado, por eso es tan difícil hacerla entender. La maquinaria es compleja -hay que poner de acuerdo a muchos actores- y lenta para los tiempos acelerados que vivimos.

Estas elecciones van a ser importantes porque van a permitir conocer el nivel de compromiso de su demos en la dicotomía entre más Europa o más estados

Por ello, la figura del Spitzenkandidaten introducida en 2014 debería servir de revulsivo para construir liderazgo europeo reconocible y transparente. En 2019 se llegó a producir el primer debate de candidatos de los grandes partidos europeos retransmitido por televisión. Para 2024, gracias a la importancia de los temas europeos e internacionales en la escena mediática, el nivel de conocimiento de líderes como Von Der Leyen o Borrell es bastante alto en comparación con políticos europeos anteriores. Existen rostros conocidos a los que votar, a los que pedir cuentas y con los que identificarse, pero, por encima de todo, estas elecciones van a ser importantes porque van a permitir conocer el nivel de compromiso de su demos en la dicotomía entre más Europa o más estados. Es decir, si se apuesta por las respuestas dadas ante la pandemia, la guerra de Ucrania y la crisis energética; o por menos solidaridad europea y más estatismo.

Tres grandes retos de cara a este periodo electoral: el relato, la participación y la desinformación

Si las instituciones europeas quieren salir victoriosas- no solo el Parlamento- tendrán que hacer frente a tres grandes retos de cara a este periodo electoral: el relato, la participación y la desinformación. Y los tres están estrechamente vinculados:

El primero de ellos, el nuevo relato, trata sobre la urgente necesidad de renovación de la idea de Europa y cómo comunicarla al gran público más allá de los 70 años de paz. Ya apenas quedan supervivientes de aquella época. Toca hablar más de futuro que del pasado. Por primera vez en mucho tiempo, los temas que los europeos piensan que afectan a la UE coinciden en gran parte con los que consideran que les interpelan a nivel nacional. En el último eurobarómetro los cuatro primeros temas europeos han sido: inflación, situación internacional, migración y cambio climático, mientras que a nivel nacional se corresponden con inflación y situación económica, cambio climático, inmigración y salud. Es importante mantener un equilibrio entre las expectativas ciudadanas y las prioridades de las instituciones. Cuanto más coincidan, más posibilidades de construir un nuevo relato coherente que motive y llegue a las personas. Un relato que tendrá que adaptarse en los diferentes públicos. No interesa igual la migración en el sur que en el norte o la guerra de Ucrania en el este que en el oeste. Hay que ser capaz de vender un proyecto tan racional en tiempos de emotividad extrema alimentada por el algoritmo. En ese nuevo escenario ya no basta solamente con apelar a los valores europeos de solidaridad y democracia. La gente necesita saber, en momentos de incertidumbre, que la UE tiene capacidad de acción para responder a sus preocupaciones, con ejemplos concretos. La vacunación y los fondos Next GEN quedan muy lejanos en el tiempo. Serán temas que habrá que recordar. La autonomía estratégica y las guerras tecnológicas son algo abstracto para el gran público, el aumento de precios y las consecuencias del cambio climático en su vida diaria no lo son. Aquí los partidos que vertebran la UE tendrán que hacer un esfuerzo para que el relato europeo no se acabe ahogando entre los diferentes relatos nacionales y temas del momento.

Es importante mantener un equilibrio entre las expectativas ciudadanas y las prioridades de las instituciones. Cuanto más coincidan, más posibilidades de construir un nuevo relato coherente que motive y llegue a las personas

Del relato va a depender el segundo reto, el nivel de participación. En las elecciones de 2019 la participación ascendió a un 50,3%, ocho puntos más que en 2014. Precisamente, el mayor incremento de la participación se dio entre los menores de 25 y en el grupo de 25 a 39 años. Sin embargo, existe todavía una gran brecha entre países, con niveles de participación que no llegan ni al 30% en Croacia, Eslovaquia o Eslovenia. No obstante, el nivel de concienciación sobre la importancia de Europa ha aumentado. La movilización de los jóvenes -que se identifican más con los valores europeos- y de las mujeres será clave para obtener resultados más favorables a partidos pro-europeos, como se ha visto en las últimas elecciones en Polonia, España, Brasil y Argentina.

En términos de comunicación, estas son unas elecciones muy peculiares. Es el Parlamento el que hace valer su utilidad ante el público con una campaña informativa no partidista para fomentar la participación en torno a los valores y las políticas realizadas. El papel de las oficinas del Parlamento en los países es relevante, ya que conecta localmente la campaña, mientras que el de la Comisión Europea es secundario, aunque existe una importante coordinación interna. No obstante, para promover la participación de 400 millones de electores sería necesario renovar el lenguaje y estilo de las campañas. Por poner un ejemplo, las instituciones europeas no tienen cuentas oficiales en Tik Tok, que es hoy la red social con el algoritmo más potente y donde están las personas jóvenes. De hecho, está prohibido usar la red social china en dispositivos oficiales. Las campañas hasta ahora han sido muy racionales, centradas en logros y en grandes cifras, pero vivimos tiempos emocionales de impactos breves. Toca innovar.

Y, precisamente, para evitar la desmovilización hay que combatir la desinformación. El 28% de europeos considera que ha estado expuesto a desinformación o bulos a menudo o muy a menudo. Será el gran tema de estas elecciones. La Comisaria Věra Jourová definió hace unos días los cuatro grandes retos del mundo digital que afectan a las elecciones democráticas en la actualidad: la ciberseguridad -ataques a instituciones democráticas y especialmente a países con sistemas de voto electrónico-, el robo de datos personales, la desinformación y la falta de regulación electoral para los entornos digitales. La legislación electoral de los 80 y 90 se ha quedado obsoleta en la gran mayoría de los Estados miembros. Las juntas electorales y sus equivalentes no disponen de suficientes instrumentos para afrontar las nuevas problemáticas de las campañas contemporáneas.

Las juntas electorales y sus equivalentes no disponen de suficientes instrumentos para afrontar las nuevas problemáticas de las campañas contemporáneas

Desde 2015, la UE ha profundizado y desarrollado una serie de herramientas de detección, prevención y contra-información que probarán su capacidad real en estas elecciones. Además de la red EDMO (European Digital Media Observatory- Observatorio independiente que reúne a verificadores y académicos de toda la UE), las diferentes líneas de subvenciones par­a promover la verificación de contenidos y la alfabetización digital, el Código de Buenas Prácticas de 2022 y los grupos de trabajo como la Red de Desinformación de la Comisión Europea y el famoso grupo East StratCom Task Force liderado por el Servicio Europeo de Acción Exterior; la UE cuenta esta vez con los instrumentos legales derivados del gran paquete regulador de los mercados digitales aprobado en 2022, que le permite actuar en todo el territorio. Bajo el liderazgo del comisario de Mercado Interior, el francés Thierry Breton, la UE intenta poner coto al poder de las grandes tecnológicas y extrema su control sobre los contenidos y la publicidad. También sobre sus algoritmos -haciéndolos más transparentes- y para garantizar el derecho a la libertad de expresión. Se espera también la aprobación del primer reglamento europeo sobre IA para los próximos meses, lo que dotará de un mayor marco de protección a estas elecciones.  Muchas veces se acusa a la UE de ser un mero poder regulador. En este caso, regular sobre contenidos digitales e IA y sus efectos es estar a la vanguardia de la protección de la democracia.

Muchas veces se acusa a la UE de ser un mero poder regulador. En este caso, regular sobre contenidos digitales e IA y sus efectos es estar a la vanguardia de la protección de la democracia

Los tuits cruzados entre el Comisario Breton y Elon Musk y el hecho de que se haya iniciado una solicitud formal de información a Meta y Tik Tok sobre sus obligaciones relacionadas con la difusión de desinformación y contenido ilegal en el conflicto de Israel y Hamás, demuestra la determinación europea en este asunto.

Que la UE deje de ser vista como un poder normativo y empiece a ser reconocida como un poder inspirador, será una de las claves para conseguir una alta movilización en estas elecciones que marcarán el destino de Europa.

A modo de conclusión, se podría decir que la verdadera autonomía estratégica para hacer frente a las futuras crisis se juega en estas elecciones. Llevan años alertándonos de que la UE debe prepararse para lo peor, pero lo peor llega cada vez con mayor virulencia. Y lo peor podría llegar a final de año en Estados Unidos. Es por ello que estas elecciones son todavía más importantes, porque deben servir para conseguir liderazgos fuertes y rumbos claros ante la posible vuelta de Trump a la Casa Blanca.

Si Europa es un viaje, el gran reto es hacer entender a la ciudadanía que no se entra contando hasta 10. Ya han pasado 78 años de aquella Europa que retrata Lars Von Trier. El tiempo y los hechos han demostrado que la UE es necesaria y útil. En esta etapa ha sabido hacer, dentro de sus circunstancias. Ahora ha llegado el momento de saber explicar.

Victor Hugo -uno de los primeros visionarios del proyecto europeo- escribía en los Miserables que no hay malas hierbas ni hombres malos, solo malos cultivadores. Es el momento de recoger la siembra. Que la UE deje de ser vista como un poder normativo y empiece a ser reconocida como un poder inspirador, será una de las claves para conseguir una alta movilización en estas elecciones que marcarán el destino de Europa.

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