«En España hay todavía una enorme diferencia entre la producción de spots de PP, PSOE y Vox en favor de este último«
V Premio a la Mejor Tesis Doctoral en Comunicación Política

La gala en el Born sirvió también como acto de entrega del V Premio a la Mejor Tesis Doctoral en Comunicación Política a Aleix Herreras por su trabajo ‘Persuasión musical en spots electorales. Análisis multimodal de musicología, lingüística, comunicación audiovisual y marketing político aplicado a dos campañas presidenciales estadounidenses (2016/2020)’.
La suya, dirigida por la Universitat Internacional de Catalunya, ha sido elegida como la mejor entre las dieciséis tesis doctorales presentadas. El jurado la ha elegido “por su profundidad teórica y su innovación metodológica”, así como por abrir “líneas futuras en análisis multimodal y cognición musical aplicada a la comunicación política”.
Fue su pasión por la música y la política lo que llevó a Aleix a indagar en este campo, aunque el punto de inflexión lo encontró durante la pandemia, cuando decidió dar un paso más y convertirlo en objeto de estudio de su tesis. En sus palabras, Aleix desborda pasión; la misma que comparte con su mujer y que, reconoce, le hizo mucho más amena la travesía doctoral.
Destaca el jurado que la tesis “propone una lectura inédita de la comunicación política audiovisual”. ¿Qué le llevó a estudiar esta relación entre música y discurso político?
Me apasiona la política. Sigo las campañas electorales como el fanático del fútbol que escucha la retransmisión de todas las ligas desde el móvil. Durante la pandemia, en casa teníamos bastante tiempo libre y fue la época propicia para escuchar podcasts, ver mítines, etc. Lo de la música me venía de serie. Soy músico y musicólogo. Ese cruce entre música y política fue para mí la garantía de que no iba a aburrirme haciendo una tesis doctoral. La fórmula funcionó.
¿Cuál era el planteamiento inicial?
Al principio solo tenía dudas. Si bien tenía claro que quería investigar acerca de música aplicada a la publicidad, branding sonoro, etc., durante el primer año de doctorado no me decidía con el tema. Pensé en analizar la evolución estética de los opening logos de los principales estudios de Hollywood, pero llegó la pandemia y mis intereses mutaron. En 2020 nos encerraron en casa y en los medios audiovisuales comenzó una guerra cultural sin precedentes: oficialismo vs. conspiracionismo. No había discursos sensatos como los que podías oír lejos de las pantallas, en el mundo real. En los medios era todo tan absurdo, pasional, cinematográfico, impactante…
En EE. UU. la cosa se ponía fea y entre vídeo y vídeo de YouTube lo vi muy claro: tenía que analizar el uso de la música en la video-política. ¿Y qué mejor oportunidad para hacerlo que en plena campaña electoral? (Trump vs. Biden, 2020). Decidí tomar el control y me puse a buscar y a compilar todos los spots de ambos candidatos en tiempo real.
¿Había literatura al respecto o fue el vacío de investigación lo que le empujó a ello?
Aunque en un primer momento era exasperante buscar bibliografía sin encontrar nada, ese vacío garantizó que el contenido fuera innovador. Nos encontrábamos ante el nacimiento de una obra 100% inédita. Por supuesto, el vacío de investigaciones previas terminó siendo un valor añadido que me animó a seguir con el tema. A pesar de su formato, las tesis son como los discos o los documentales: obras creativas. Tienen una función social, pero también estética.

También destaca el jurado la innovación metodológica de su trabajo. ¿Por qué es novedoso? ¿Qué aporta a la investigación académica?
La poca literatura que hay sobre el uso de la música en campañas electorales se limita a observar qué obras (famosas) explotan los candidatos. Se elude analizar música de librería porque ello supone adentrarse en cuestiones que no tienen que ver sobre el significado de una obra artística y los discursos que la rodean en la sociedad, el mensaje explícito de la composición o las connotaciones que tiene su autor para un colectivo. Analizar obras no reconocibles por parte de la audiencia supone hablar de sintaxis musical. Y eso solamente lo puede hacer (bien) un musicólogo. Somos muy pocos y todavía menos si hablamos de política.
En este sentido, la tesis aplica metodologías complejas de análisis musical a comunicaciones audiovisuales. Trasciende al ámbito político e incluso al de la publicidad y ello resulta muy útil para futuros investigadores, que podrían aplicarlo para analizar spots publicitarios, escenas cinematográficas, videoclips, etc. Con una defensa del análisis del discurso que también incluye los modos no verbales —como el musical—, la metodología del trabajo se puede extrapolar a cualquier tipo de comunicación donde confluyen lo musical y lo verbal.
“La tesis trasciende al ámbito político e incluso al de la publicidad y ello resulta muy útil para futuros investigadores”
Y en cuanto a contenido, ¿qué aporta a la comunicación política? ¿Cuáles son los resultados más reseñables de la investigación?
Cada candidato presidencial estadounidense tiene una forma distinta de contraponer los fragmentos de los spots de contraste —el grupo mayoritario debido a la predilección de Trump por esta tipología. Clinton y Trump apuestan por una yuxtaposición también a nivel musical, aunque la primera de una forma mucho más sutil y refinada que el segundo: mantiene los mismos instrumentos, melodía y matices en el fragmento de ataque y en el de promoción, pero añade un cambio en la progresión armónica de la composición que resulta determinante para definir dicha yuxtaposición de algo negativo a algo positivo. Trump, en cambio, no solamente implementa cambios armónicos en cada fragmento, sino que apuesta por instrumentos duros como un metal quemado —brass synth, muy usado en estilos hard electrónicos— y aumenta la intensidad y la velocidad en la parte positiva del spot. Aclama al anunciante con un perfil duro en el fragmento promocional —la segunda parte del spot— en contraposición a la debilidad del adversario, representada en el primer fragmento de ataque —con una orquestación más pobre e instrumentos suaves como el piano. Por su parte, Biden no explota la yuxtaposición musical porque una parte del nicho demócrata sigue achacando una excesiva referencialidad musical a formas de marketing político desenfrenado, populista, y asocia las comunicaciones más neutras a la lógica y la moderación política.
«Trump apuesta por instrumentos duros como un metal quemado y aumenta la intensidad y la velocidad en la parte positiva del spot»
¿Y lo que más le ha sorprendido?
Un par de spots de dos candidatos enfrentados que usaron la misma composición en una misma campaña electoral. ¡Algo totalmente anti publicitario! Un error de bulto, probablemente debido a la cantidad de vídeos que llega a lanzar un candidato en la carrera presidencial estadounidense —más de un spot diario de media (y eso teniendo en cuenta la larga duración de las campañas en Estados Unidos…).
¿Por qué poner el foco en Estados Unidos y no en otras latitudes? ¿Sería extrapolable la investigación a España?
EE. UU. es la cuna del spot electoral, el marketing político (democracia liberal capitalista) y la comunicación audiovisual más impactante (Hollywood). Pero, además, con sus normas reguladoras de los procesos electorales y la emisión de contenidos, basta con que el candidato financie y apruebe una comunicación para que esta se pueda emitir en televisión. Es la ley del más fuerte: si pagas, emites.

No solamente los candidatos hacen video-política de peso: también los grupos de interés, los artistas-activistas, etc. Todo ello se puede difundir a través de medios convencionales, sin demasiadas limitaciones. Y esto da lugar a una ingente cantidad de spots —condición necesaria para observar una muestra con valor estadístico. Para hacer algo parecido en España, con una normativa que regula el tiempo de emisión de cada partido durante la campaña electoral, se hubiera tenido que recurrir a la video-política de los medios sociales, donde tienen mucha más soltura las nuevas derechas y las nuevas izquierdas —cuya representación es más minoritaria— que las grandes agrupaciones del bipartidismo. Para hacer un estudio cuyos resultados tengan valor académico, debería ser requisito una mínima equidad entre candidatos en lo que respecta al número de spots observados. Y en España hay todavía una enorme diferencia entre la producción de spots del PP, PSOE y Vox (en favor del último). Han sido las nuevas izquierdas durante la segunda década del siglo XX y las nuevas derechas hoy en día quienes han importado los rasgos más representativos del estilo video-político estadounidense.
“En España han sido las nuevas izquierdas y las nuevas derechas quienes han importado los rasgos más representativos del estilo video-político estadounidense”
¿Son más las similitudes o las diferencias en cuanto al uso de la música en los discursos de líderes políticos tan distintos?
Existen muchas más similitudes. La prensa solo se hace eco de las diferencias, pero en campaña hay spots que interpelan a un mismo público objetivo: votantes indecisos, moderados, quienes pasan de un ‘bando’ al otro, etc. Personas corrientes con problemas comunes para las que el color ideológico no aporta nada.
Musical y audiovisualmente hablando, cada vez se percibe una mayor tendencia por extender el estilo del tráiler cinematográfico al spot electoral. Si bien hubo un tiempo en el que el spot podía espejar la estética del cine con algunos años de retraso, en las últimas décadas se ha situado a la par. La necesidad de conectar con espectadores audiovisualmente hiperestimulados nos conduce hacia comunicaciones que integran el efectismo del tráiler —y su sincronización del ritmo musical con los cambios o cortes de plano— con el sentimentalismo de la publicidad emocional y sus enternecedoras progresiones armónicas. Todo ello abocado al clímax del recurso referencial más poderoso que tiene la música en la comunicación: ese silencio expresivo repentino que señala una frase estratégica o el eslogan de la campaña.
“La necesidad de conectar con espectadores hiperestimulados nos conduce a integrar el efectismo del tráiler con el sentimentalismo de la publicidad emocional”
¿Qué cree que ha convencido al jurado?
El carácter ecléctico del trabajo, su interdisciplinariedad. La ciudadanía ve la música como algo inexplicable, donde todo es instinto y emoción. Pero cuando alguien se lanza a interpretar por qué nos sentimos como nos sentimos al escuchar una música, enseguida capta nuestra atención. Más aún si se enmarca en campos que están de moda como la actualidad política. Tenemos especialidades distintas, pero nos une una pasión. Si buscamos cruces entre disciplinas, veremos que es posible comprender y explicar campos afines. Las barreras suelen ser léxicas y a veces simplemente basta con aclarar conceptos y significados antes de seguir investigando. Deberíamos trabajar juntos y abrir la ciencia a la sociedad, sin insultar al conocimiento popular y evitando caer en pedantismos elitistas que lo único que hacen es crear nuevos problemas para sustentar departamentos y grupos de investigación subvencionados —el buen académico, como el comunicador político, sabe que no debe tener miedo a las mayorías.