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«Si los asesores de comunicación política incorporaran los principios y prácticas conversacionales, el lenguaje político se enriquecería humanamente de una manera muy significativa»

Por José Luis Izaguirre, @jl_izaguirre92

Catedrática de Lengua Española de la Universidad de Barcelona y asesora en Comunicación. Investigadora Principal del grupo Estudios del Discurso Académico y Profesional (EDAP). Sus principales líneas de investigación se centran en el análisis del discurso académico, jurídico y de las organizaciones; el estudio de los mecanismos de la conversación y la comunicación con perspectiva de género.

Autora de numerosos trabajos sobre comunicación y discurso. En 2015 fue galardonada con el Premio Buenas Prácticas de Comunicación no Sexista 2015 “por la calidad en la investigación y la formación en lenguaje y comunicación con perspectiva de género”, otorgado por la Asociación de Mujeres Periodistas de Catalunya. Recibió también en 2015 la distinción Eduardo Benot al Rigor lingüístico y Científico del Ayuntamiento de Cádiz.

Conferenciante y profesora invitada en más de un centenar de universidades españolas, europeas y americanas. Responsable de la sección “Todo es Lenguaje” del programa “No es un día cualquiera” de Radio Nacional.

Colabora asesorando a instituciones como, entre otras, la Comisión interministerial de modernización del Lenguaje jurídico, el Ministerio de Justicia, el Consejo General del Poder Judicial, la Fiscalía General del Estado, el Tribunal electoral de la Ciudad de México, la Corte Suprema de Chile, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), el Ayuntamiento de Madrid, Ayuntamiento de Barcelona, Departamento de Trabajo de la Generalitat de Catalunya, el Instituto Vasco de Administración Pública o numerosas Diputaciones provinciales. Y también colabora con organizaciones como Aena, CaixaBank, Endesa, Naturgy o grandes consultoras.

Denos unas pinceladas de qué es exactamente el EDAP y en qué puntos desarrolla su actividad actualmente.

EDAP (Estudios del Discurso Académico y Profesional) es un grupo de investigación interuniversitario y multidisciplinar. Comenzamos hace ya más de dos décadas estudiando las características lingüísticas y textuales de los textos académicos para proponer indicaciones rigurosas sobre cómo elaborar documentos correctos y exitosos. De hecho, nuestro Manual práctico de escritura académica de 2000 en tres v­olúmenes que dirigí es una obra de referencia en todo el á­mbito hispanohablante, que incorpora muchas innovaciones basadas en los desarrollos últimos de la investigación lingüística y cognitiva aplicada a la escritura.

Los avances de nuestra investigación en escritura eficaz y nuestro compromiso con la actividad de transferencia de conocimiento a la sociedad en el campo de la comunicación escrita en diferentes áreas de ámbitos profesionales (atención al cliente, Defensor del cliente, áreas tecnológicas, etc.), nos llevó a ampliar el objeto de nuestro estudio hacia la escritura también en los contextos profesionales. De esa experiencia de más de una década de estudios, pruebas y desarrollos, surgió el Manual de escritura académica y profesional de 2014, en el que participamos 18 especialistas de ocho universidades diferentes de ambos lados del Atlántico.

Nuestro grupo funciona siguiendo el triángulo virtuoso universitario, que interconecta investigación, docencia y transferencia a la sociedad. De hecho, nos llena de satisfacción que la Fundación Bosch i Gimpera, la institución que coordina la transferencia de los investigadores de la U. de Barcelona (la primera universidad del Estado en investigación según todos los rankings internacionales) nos considera un grupo de referencia en el ámbito de la transferencia en Ciencias Sociales y Humanas.

En nuestra experiencia de transferencia de conocimiento a la sociedad, usamos la metodología Action-Research (Investigación-Acción) asociada con la metodologí­a del Diseño de Servicios, y eso nos p­ermite que la actividad de t­ransferir conocimiento sea también una manera de recabarlo. Por ejemplo, al intervenir con los profesionales para mejorar las respuestas a las quejas de los clientes en una multinacional energética, no solo hemos aportado nuestro conocimiento experto desde la Lingüística, la Pragmática (por ejemplo, sobre las Teorías de cortesía lingüística) y el Análisis del Discurso, sino que también hemos identificado sobre el terreno estrategias lingüísticas, textuales y comunicativas que convenía estudiar en mayor profundidad.

El discurso político son las palabras, los gestos, los argumentos y las emociones orientadas hacia el consenso de las personas con las ideas que nos hacen mejores como sociedad

Los proyectos de investigación que hemos liderado combinan investigación multidisciplinar y aplicación, por lo que colaboran con nosotros especialistas de primera línea de otros campos del conocimiento, como expertos en Usabilidad, Visualización de datos, Diseño web, Sociología, Medicina legal, Psicología conductual, profesionales del Derecho, traductores jurado de la Comisión Europea, etc.

Además de la investigación en grupo, desarrollo también líneas de estudio personales. Por e­jemplo, sobre los múltiples aspectos que intervienen en la conversación, y cómo esta impacta en todos los órdenes de nuestra vida. También sobre los numerosos fenómenos comunicativos que muestran un claro sesgo de género. Y, asimismo, sobre cómo los lingüistas podemos aportar herramientas muy relevantes a los proyectos interdisciplinares de nudge o behavioral enfocados a mejorar las regulaciones públicas y a potenciar las acciones de la ciudadanía beneficiosas para el bien común.

¿Podría desgranar cuáles considera que son las funciones principales del discurso político?

Si en el discurso político dejamos a un lado las estrategias de manipulación dudosamente éticas que lo contaminan y deforman, su función principal es conectar de manera persuasiva a la ciudadanía con un proyecto de gestión económica, social y cultural de la vida cotidiana de las personas.

En mi opinión, el discurso político son las palabras, los gestos, los argumentos y las emociones orientadas hacia el consenso de las personas con las ideas que nos hacen mejores como sociedad. Por esa razón, en mi trabajo como asesora de comunicación de políticos electos, responsables públicos y gabinetes de comunicación de diferentes formaciones únicamente empleo metodologías de oratoria ética, encaminadas a la mejora de las capacidades comunicativas de las personas que hay tras los políticos. Considero que uno de los trabajos más importantes de el o la profesional que asesora es despertar la autoconciencia de cómo comunicamos, aprender a e­scuchar y analizar las sensaciones de propiocepción de nuestro cuerpo cuando está comunicando no verbalmente, ser consciente de los mecanismos lingüísticos que estructuran nuestro discurso y de las figuras retóricas, tanto verbales como mentales, que musculan nuestra oratoria. Pienso que las buenas transformaciones personales en el terreno comunicativo son las que provocan las mejores transformaciones profesionales.

¿El lenguaje es política?

Mi lema profesional es “Todo es Lenguaje” y, de hecho, así he llamado a mi sección de radio dentro del programa “No es un día cualquiera” de RNE. La política es, básicamente, un lenguaje enfocado a la comunicación persuasiva, pero, afortunadamente, no todo en el lenguaje es política o ideología, sino también –y sobre todo- interacción humana significativa.

De hecho, el uso primario y más genuinamente humano del lenguaje es la conversación, y si los asesores de comunicación política incorporaran los principios y prácticas conversacionales, el lenguaje político se enriquecería humanamente de una manera muy significativa. La conversación contiene todos los marcadores comunicativos indicativos de calidad que deberíamos exigir a la oratoria de nuestros políticos: saber escuchar, con una escucha atenta y profunda; saber conectar de una manera empática y real con nuestros interlocutores; acertar en la modulación de nuestro estilo comunicativo con respecto a quien nos escucha; movilizar nuestros recursos expresivos para que nuestras palabras sean interesantes, sugerentes y motivantes para los demás.

Llevamos varios años constatando la importancia y el impacto que tienen las redes sociales y la comunicación online en general en la política actual. Además, las personas que se dedican a la política tienen la posibilidad de interactuar con la ciudadanía de manera directa. ¿Cómo cree que las redes sociales han beneficiado y/o perjudicado al discurso político?

Quizá la idea original publicitada de las redes sociales fuese realmente conectar personas, pero muy pronto se advirtió que el acelerado desarrollo de sus algoritmos en una única dirección nos cuenta una historia bien distinta: la idea actual explícita de las redes sociales es segmentar públicos y generar tráfico mediante la polarización de la conversación ciudadana.

La campaña en redes de Obama de 2009 conectó personas en t­orno a un proyecto de cambio ilusionante; la campaña en redes de Trump de 2017 dividió y polarizó personas alrededor de algo parecido a un plan de revancha espectacula­r que ha generado adicción a las fake news en las audiencias. Hoy día, las redes sociales en manos de ciudadanos y políticos irreflexivos son armas de enfrentamiento masivo que halagan y consuelan a los que piensan igual, en contra del resto del mundo. Demasiados políticos no se dan cuenta de que sus tuits incendiarios son parecidos a los vídeos de los irresponsables que conducen a 240 km/h por una carretera y, encima, se graban y lo publican, auto incriminándose involuntariamente y de manera no demasiado inteligente ante la sociedad.

Las redes sociales en manos de ciudadanos y políticos irreflexivos son armas de enfrentamiento masivo que halagan y consuelan a los que piensan igual, en contra del resto del mundo

Afortunadamente, existen políticos que informan, opinan argumentando ideas, proponen visiones de mundos posibles deseables y mueven emociones e iniciativas ciudadanas útiles para la sociedad. Creo que, como ciudadanos y como sociedad, tenemos la obligación de asumir responsabilidades frente a los agentes de toxicidad de las redes; y actuar vetándolos, aislándolos y confinándolos, mientras nosotros nos vacunamos a través de un comunicación respetuosa, también cuando discrepamos de los demás.

Desde su posición como académica, especialmente dirigiendo tesis doctorales, ¿cuáles son las nuevas tendencias en la investigación del discurso?

Te hablaré brevemente de las líneas que siguen los estudiantes que hacen en estos momentos su investigación doctoral bajo mi supervisión porque creo que, en efecto, indican algunas direcciones de investigación innovadoras.

En primer lugar, trabajamos en la investigación sobre en qué sentido la comunicación digital y los nuevos soportes de comunicación están transformando nuestras interacciones comunicativas, tanto individuales como colectivas, institucionales y organizativas. En nuestro país, hay jóvenes investigadores estudiando en esas áreas, pero, en mi opinión, es todavía un número escaso, cuando debería ser preferente, porque se trata de una transformación comunicativa en toda regla: nuevos sistemas de lectura y escritura, nuevos géneros como el chat, la mensajería instantánea, el foro virtual, reuniones por Skype, etc., nuevas maneras de actuar y de presentarse ante los demás.

En situaciones de crisis de riesgo global, se hace todavía más patente la necesidad de que gobiernos de todos los niveles, instituciones de todo tipo, profesionales de campos del conocimiento diverso sepan comunicar de manera clara

Este cambio en los modos de comunicarnos está modificando hábitos personales (como ligar, sin ir más lejos); modelos de relación colectiva (las redes sociales); así como los procesos y actividades organizativos (el concepto “reunión”, por ejemplo). Y con toda seguridad, después de la experiencia de estas semanas que nos ha traído el Coronavirus, con medio planeta recluido en su casa, estas actividades digitales tendrán aún una mayor implantación, luego su impacto en nuestros procesos comunicativos ha de estudiarse.

Por otra parte, dada la situación del mundo globalizado, necesitamos desarrollar más trabajos contrastivos que nos permitan conocer mejor en qué aspectos comunicativos las diferencias culturales en los modos de entender la interacción plantean más problemas. En ese sentido, las investigaciones en Pragmática Intercultural tienen mucho que decirnos. Por ejemplo los estudios contrastivos de las diferencias comunicativas entre el español y lenguas (y tradiciones) orientales, como el chino o el japonés.
De otro lado, vivimos en tiempos de storytelling, de “relato”, no siempre basado en estudios rigurosos. Por eso es preciso reivindicar la potencia explicativa de las Teorías Narrativas. Por ejemplo, una de las tesis que dirijo analiza las narraciones que contienen los atestados policiales de diez procesos por violencia de género, y coteja ese relato con la narración que aparece en la sentencia final. El estudio recorre todo el itinerario de la narración de la víctima a través de los diferentes discursos, escritos y orales, que componen el proceso judicial. ¿Qué elementos de la historia relatada se han mantenido y cuáles se han suprimido y por qué? ¿Qué tienen en común las narrativas por violencia de género que son consideradas creíbles, frente a las juzgadas como poco verosímiles por las autoridades jurídicas?

En esta línea, otra de las tesis que dirijo analiza la estructura narrativa de las declaraciones de víctimas de la violencia que declaran ante los Tribunales de Paz de Colombia. Y los hallazgos son también muy reveladores.

Otra línea de estudio de la tesis que dirijo se aplica a cómo comunicar de manera más directa, eficaz y amable con clientes y ciudadanía. Es preciso llevar a cabo trabajos empíricos, experimentales, que, en la línea de los test de usabilidad, nos indiquen de m­anera fiable qué características han de tener los mensajes para que sean fácilmente comprensibles por los ciudadanos. Y atención, que no estoy intentando sugerir en absoluto que debamos infantilizar la información pública; eso es directamente ofensivo, en mi opinión. La información a menudo ha de ser compleja porque la realidad es compleja. Simplificarla hasta la trivialidad no deja de ser un gesto de populismo. No; los ciudadanos necesitamos recibir información relevante y compleja, pero comunicada de manera clara. Y necesitamos seguir investigando sobre cómo hacerlo con la máxima efectividad.

Estas semanas hemos asistido, tanto a nivel nacional como internacional, a una gestión de la crisis del coronavirus donde todo el mundo ha estado pendiente de los distintos discursos que pronunciaban los líderes políticos. ¿Cómo valora la g­estión d­esde el punto de vista comunicativo? ¿Qué aspectos son vitales en la gestión de crisis de este tipo?

Estos días de crisis planetaria por el Coronavirus una de las preguntas recurrentes está siendo: “¿Estamos recibiendo una comunicació­n clara, la mejor posible por parte de nuestras autoridades?” En situaciones de crisis de riesgo global, como esta, se hace todavía más patente la necesidad de que gobiernos de todos los niveles, instituciones de todo tipo, profesionales de campos del conocimiento diverso sepan comunicar de manera clara.

Algunas autoridades jurídicas están tomando muy en consideración la necesidad de modernizar la comunicación de la justicia

Comunicar de manera sintética, precisa, relevante, sencilla y adaptada a la diversidad de los usuarios y de los múltiples canales no es sencillo. No es algo que pueda hacerse sin haber recibido una formación o entrenamiento, confiando solo en la inspiración o en lo que aprendimos en la escuela. Así es como se hace ahora en buena medida, y ya vemos el resultado. Sin ir más lejos, durante estos días de confinamiento, el lema “Mantenga distancia social” ha resultado bastante oscuro porque resulta misterioso y bastante ambiguo: ¿qué es exactamente la “distancia social”, cómo la medimos y en qué momentos tenemos que mantenerla? Una versión mucho más clara del mismo mensaje es: “Quédese en casa. Vaya a comprar lo necesario solo una vez a la semana”. En esta segunda formulación, sabemos de manera precisa y no ambigua lo que tenemos que hacer.

Por demás, pertenecemos a una tradición, la hispánica, particularmente dada al barroquismo, y que durante demasiadas décadas ha malinterpretado la ampulosidad expresiva como sinónimo de importancia del contenido (y lo que es peor: ¡como importancia del emisor!).

Relacionado con esta crisis está toda la documentación como los Reales Decretos-leyes que surgen como medias que el Gobierno adopta, así como las recomendaciones sanitarias o los Protocolos en el seno de las empresas.

Claro. La gestión de una crisis de este alcance implica la comunicación de órganos, ministerios y campos especializados diferentes, que, además, se ha de hacer de forma coordinada. Por ejemplo, las normativas que se derivan de una situación de crisis (como el resto de normativas, de hecho) tienen que ser leídas y comprendida­s por los individuos y por las múltiples organizaciones que quedan afectados.

En momentos como el de una alarma nacional, el porcentaje de personas afectadas por una Normativa de ese tipo es altísimo. Es, pues, un input de comunicación de máximo nivel. Y en estos casos es preciso tener en mente no solo las grandes empresas, que disponen de un área jurídica propia, sino también la mediana y pequeña empresa, la microempresa, los autónomos, que, en realidad, constituyen el tejido empresarial más importante de nuestro país. Y esas organizaciones de nivel medio o pequeño no pueden contar con un equipo de abogados a su disposición. Si ese Real decreto está redactado de manera confusa, es una frustración absoluta para sus destinatarios y un desastre para el funcionamiento ágil del país. Si, en cambio, está redactado de un modo comprensible, ahorra extraordinariamente costes de tiempo y trabajo.

La información sanitaria es particularmente crítica. Fíjate que en otros países cada pieza comunicativa del gobierno (estatal, regional o municipal) sigue un proceso de “acreditación” para garantizar que puede ser entendida por los destinatarios para quienes está pensada. Si las instrucciones y recomendaciones médicas dirigidas a los pacientes y ciudadanos son confusas, ambiguas o no se entienden bien, el riesgo que se corre es muy alto, y puede provocar indirectamente muertes en casos extremos.

De hecho, una de las realidades que usted estudia es el lenguaje jurídico. Hoy en día, hay muchos juicios mediáticos, como el juicio del procès, que la opinión pública sigue con detalle, y que conllevan también una fuerte carga jurídica en cuanto a la comunicación. ¿Cómo se puede modernizar el lenguaje jurídico para hacerlo más accesible a la ciudadanía?

Aunque hasta ahora más tímidamente de lo que a muchos nos gustaría, hay que decir que algunas autoridades jurídicas están tomando muy en consideración la necesidad de modernizar la comunicación de la justicia. De hecho, tanto yo como otros colegas de nuestro equipo de investigación impartimos formación sobre Redacción clara de sentencias a los jueces en espera de destino en la Escuela Judicial desde hace ya más de una década. Ahí nuestra tarea es demostrar que pueden redactarse escritos que, sin que se pierda un ápice de rigor, ni precisión ni seguridad jurídicas, resulten menos distanciadores, menos enrevesados y barroquizantes, y yo diría que menos decimonónicos. La idea es que los discursos jurídicos y administrativos dirigidos a los ciudadanos (como una notificación, un contrato, una información en el BOE o una sentencia) puedan ser comprendidos de manera cómoda por una persona de un nivel educativo medio.

¿Cómo lograrlo? Necesitaría más tiempo y espacio del que disponemos aquí para explicarlo mínimamente. Para cualquier persona que pueda estar interesada, sugiero consultar el breve y claro Informe de la Comisión interministerial de lenguaje jurídico1. Por cierto, nuestro grupo de investigación elaboró a petición de la Comisión un trabajo de campo, un diagnóstico muy exhaustivo sobre la situación actual del lenguaje jurídico escrito español, así como las sugerencias de mejora2.

Ese informe de la Comisión se publicó en 2011, cayó después en un incierto (e inmerecido) olvido (ya se sabe lo que traen consigo los cambios de gobierno) y ahora el actual ministro de justicia, Juan Carlos Campo Moreno, lo está potenciando de nuevo. El Informe aporta recomendaciones muy claras a todos los juristas sobre cómo redactar de manera más comprensible. No obstante, para conseguir que los agentes jurídicos (jueces, fiscales, abogados, notarios, procuradores, registradores, etc.) transformen sus patrones expresivos seculares hacia modelos más acordes con el español formal general, es necesario invertir recursos en formación, creación de materiales y acciones de promoción de una comunicación jurídica clara y comprensible.

Una de sus líneas de trabajo es el género. De hecho, en 2007 publicó un artículo titulado Habilidades comunicativas. Liderar en clave de género. ¿Qué significa liderar en femenino? ¿Qué diferencias observa entre el liderazgo femenino y el masculino?

La discusión sobre si existen diferentes tipos de liderazgo en función del género de quien lo ejerce es todavía una cuestión muy abierta, y los resultados no son concluyente­s, aunque sí parece que los estudios de corte sociológico apuntan a que las mujeres tienden a ejercer un liderazgo más democrático.

No obstante, yo no soy experta en liderazgo, sino en comunicación. Y desde este campo de conocimient­o, lo que nos indican tanto la bibliografía internacional como –por si puede ser ilustrativo- mi propia experiencia en la formación y asesoramiento en comunicación de centenares de mujeres con responsabilidades directivas y con responsabilidades políticas es que se advierten diferencias significativas en el uso que del lenguaje hacen hombres y mujeres en los espacios públicos; y también en las interpretaciones y las expectativas que las personas tienen de cómo los hombres y las mujeres han de usar el lenguaje. Es decir, existen unos importantes sesgos de género en relación con el lenguaje y la comunicación.

Esas diferencias identificadas por numerosos estudios internacionales han pasado inadvertidas hasta ahora (pues se consideraba que era “lo normal”) y, de hecho, todavía siguen siendo “invisibles” para muchas personas; sin embargo, lejos de ser diferencias banales, tienen un impacto muy importante en el desarrollo profesional de las mujeres, en la posibilidad de lograr ascensos y en conseguir visibilidad pública.

Fenómenos comunicativos como la interrupción, los denominados “prefacios de auto disminución r­itual”, el uso recurrente de la indirección (circunloquios), las llamadas “ideas piratas”, el mansplaining, el auto ocultamiento de las mujeres profesionales, etc., dan lugar a situaciones comunicativas que penalizan a las mujeres profesionales y ocultan su talento. Tras la experiencia en la formación de mujeres con responsabilidades directivas, representativas de todo el tejido empresarial, el Departamento de Trabajo de la Generalitat de Catalunya me propuso elaborar un libro que reuniera tanto los resultados de los estudios internacionales como los casos procedentes de la experiencia de la formación. De ahí el trabajo Estrategias de comunicación para mujeres directivas, publicado en 2010 tanto en catalán como en castellano, que supuso un hito en este tema.

En efecto, si las organizaciones quieren ser innovadoras han de ser conscientes de los sesgos y deben desterrarlos a fin de desarrollar un pensamiento abierto, lateral y creativo. Si las organizaciones quieren aprovechar el talento de toda su plantilla tienen que implantar una cultura comunicativa que permita que tanto hombres como mujeres se sientan libres para expresar lo que saben, sin que ellas se sientan obligadas a guardar una “encantadora modestia femenina”, que después las penaliza.

Las organizaciones han de desarrollar una comunicación igualitaria. La defensa de una comunicación sin sesgos de género (igualitaria) potencia el talento de toda la organización (no solo el masculino) y rescata a las clientas y ciudadanas de un lugar subsidiario para colocarlas en el espacio que en muchos casos ya ocupan de facto (por ejemplo, los estudios muestran que las mujeres son las responsables del 70 % de las compras en el mundo).

Por esta necesidad surgió también la Guía de comunicación igualitaria que me solicitó CaixaBank, y que elaboré con el apoyo y el consenso de un gran número de directivas de la entidad, y también de directivos. De hecho, es un gesto muy significativo que fuera el propio CEO del banco, Gonzalo Gortázar, quien presentó la Guía y su contenido ante toda la cúpula directiva de la entidad.

Para el caso de la comunicación política, mi experiencia en la asesoría de alcaldesas y concejalas, algunas de ellas de municipios muy grandes, es que esos mismos sesgos y mecanismos lingüísticos y comunicativos tienen incidencia en su actividad profesional. Y esas dificultades añadidas y cómo solventarlas deberían tomarse mucho más en consideración en los programas de formación de las profesionales de la política.

Pónganos un ejemplo femenino y otro masculino de referentes en cuanto al liderazgo construido a través de la comunicación.

Me interesa mucho el modelo de los Obama, Barack y Michelle, como ejemplo de hombres y mujeres líderes en diferentes ámbitos que utilizan de manera fluida rasgos lingüísticos y mecanismos comunicativos tanto del denominado estilo femenino o de rapport”, como del llamado estilo masculino o “de report”.

1 Accesible en https://lenguajeadministrativo.com/wp-content/uploads/2013/05/cmlj-recomendaciones.pdf
 2 Accesible en https://lenguajeadministrativo.com/wp-content/uploads/2015/10/CMLJ-Lenguaje-escrito.pdf 

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