@politicaymoda, Experta en política y moda
«El desprecio hacia todo lo que un día se tildó de superfluo y banal aún nos acompaña»
Por José Luis Izaguirre, @jl_izaguirre92
Periodista, escritora, ensayista y asesora. Experta en comunicación política no verbal. Pionera en el estudio de la imagen como herramienta de comunicación política, tras ejercer de periodista especializada en moda y coordinar tres ediciones de la 080 Barcelona Fashion. Lleva años empleada como asesora de estética (lenguaje corporal, indumentaria, escenografía, coreografía, protocolo…) y liderazgo femenino para distintas formaciones políticas, instituciones y empresas. Trabaja como docente en la Universitat Blanquerna – Ramon Llull (Máster Comunicación Política y Social; Máster en Comunicación de Moda; Máster en Dirección Institucionales), Universitat Pompeu Fabra (Máster en Gestión de Eventos y Protocolo) y el ICPS (Máster en Marketing Político). Es conferenciante para centros de formación y entidades públicas y privadas. Ha publicado Política y Moda, la imagen del poder (Península, 2012), Espejo de Marx, ¿la izquierda no puede vestir bien? (Península, 2014) y Sin Decir Ni Mu (Destino, 2019) y analiza la actualidad para numerosos medios de comunicación. Su cuenta de Twitter @politicaymoda es una de las más influyentes dentro del análisis político.
Nos gustaría saber un poco más quién es Patrycia Centeno. ¿Siempre tuviste tan claro que política y moda pueden ir de la mano? Fuiste bastante visionaria, ¿no?
Eran mis dos grandes pasiones: la política y la moda. Siempre me ha interesado la moda como lenguaje; no tanto la moda desde el punto de vista de las tendencias, el arte o la economía. En el último año de carrera, en una de mis clases favoritas de política internacional, el profesor introdujo el tema de la vestimenta y cómo se cosificaba a la mujer aprovechando que se habían celebrado los Oscar. Me quedé atónita y pregunté: ¿qué pasa, que los políticos no se visten? Existía aquella mirada, todavía latente, de que la política es una cosa tan seria que no se puede relacionar con disciplinas menores. Y al haberse asociado históricamente la estética con lo femenino, está condenada a menospreciarse continuamente. Total, que un año después, en el primer postgrado que se realizó en España sobre periodismo y comunicación de moda, dediqué mi tesis a estudiar la relación entre política y moda. Todo el mundo me decía que estaba loca. Que una cosa no tenía nada que ver con otra. Contacté con todos los partidos con representación en el Congreso y nadie entendía de qué les estaba hablando. La mayoría me remitió al diseñador web que era también el que se ocupaba de aconsejarles sobre puestas en escena o el color de la camisa para un debate. Me pareció alucinante y empecé a picar piedra. Porque hace 15 años, cuando empecé, nadie hablaba de este tema. Como mucho era un tema menor y anecdótico de alguna contracrónica política.
Comentas que la comunicación no verbal es tu principal herramienta de trabajo. ¿Qué es lo más fascinante de ella? ¿Qué la hace tan especial?
Así como con la palabra podemos mentir (de hecho, desde pequeños nos enseñan a hacerlo); con la comunicación no verbal es mucho más difícil fingir nada. Siempre hay un detalle que nos revela que la persona no está siendo sincera del todo. Le damos una gran importancia a la palabra; pero en el impacto del mensaje, la palabra solo representa un 7%. El resto es comunicación paraverbal (33%) y (¡más de la mitad!) comunicación no verbal (55%).
Hace 15 años, cuando empecé, nadie hablaba de este tema»
Evidentemente que se puede hacer política con la moda, creo que ya nadie lo cuestiona, pero ¿fue difícil en tus inicios hacerlo entender?
Y tanto que lo cuestionan. Llevo 15 años luchando prácticamente sola por tratar de hacer entender que la moda es comunicación y, por lo tanto, es una herramienta tan válida como las demás para la política. Pero el desprecio hacia todo lo que un día se tildó de superfluo y banal aún nos acompaña. Cada vez que analizo la actualidad debo dedicar parte de mi tiempo a una breve introducción para justificar mi trabajo. Es agotador, pero, de momento, sigue siendo necesario si no quieres que te linchen.
Preocuparte por la imagen o que te guste la moda no te hace idiota, todo lo contrario»
Muchas personas se quedaron impresionadas con el vestido de Alexandria Ocasio-Cortez en la Met Gala, e incluso en España hemos hecho decenas de memes con él. ¿Objetivo conseguido?
Por supuesto. AOC es una de las primeras mujeres políticas que, lejos de ridiculizar y rehuir de la moda, la utiliza para transmitir su mensaje. Y sin ningún tipo de remordimiento o complejo; porque no lo debería haber. Preocuparte por la imagen o que te guste la moda no te hace idiota, todo lo contrario.
En EE. UU. ya hace años que ver rostros de la política en Vogue no es extraño. Incluso es muy conocida la diplomacia del broche de la ex secretaria de Estado Madeleine Albright, pero en España también hemos tenido a Soraya Sáenz de Santamaría o a las ministras del primer Gobierno de Zapatero posando para revistas. ¿Ves diferencias entre un país y otro?
No hay que confundir nunca a una mujer política con una primera dama. La figura de primera dama nació para entretener a las reinas europeas y su máxima misión era eclipsar con la imagen (demostrar el poder y capital de su marido o país, a través de sus atuendos). Por supuesto, ha habido excepciones como Eleanor Rossevelt o Michelle Obama, pero su cometido es ser mujer florera. De hecho, cada vez menos mujeres se prestan a este juego. Tienen su vida y trabajo y no van a dejarlo todo porque su marido haya optado a unas elecciones. Además, por suerte, cada vez son más mujeres las que gobiernan y curiosamente los primeros caballeros no interesan demasiado.
Las revistas de moda llenaban páginas gratis con reportajes a primeras damas y reinas. Estas han empezado a no prestarse al juego y, entonces, han ido a buscar a las mujeres políticas. Y muchas de ellas, sobre todo al principio, caían en la trampa de dejarse vestir por la publicación. La revista pensaba en vender más ejemplares o conseguir más clics, pero no se preocupa de la trayectoria política del personaje. Ese trabajo lo tiene que hacer el equipo de comunicación de la política, pero la mayoría de veces no lo hacen y se dejan llevar provocando un sin fin de incoherencias ideoestéticas. Disfrazan a las políticas y después se sorprenden de las críticas. Si no dejas que respondan las preguntas por ti, ¿por qué permites que transmitan un mensaje a través de la ropa que no es el tuyo?
No hay que confundir nunca a una mujer política con una primera dama»
Los políticos hombres parece que también se apuntan al carro de la moda y las portadas. ¿Por qué hubo un momento en el que vimos, de repente, a políticos en la portada de Vanity Fair? ¿Es diferente el mensaje y la intención en los políticos que en las políticas?
No es diferente. También se producen incongruencias ideoestéticas. Un político tiene que vestir su ropa. No es un modelo o un cantante. A no ser que desees promocionar una causa. Por ejemplo, Sanna Marin se deja vestir por la publicación que la entrevista, pero porque su equipo deja claro que solo usa firmas ecoéticas y, a poder ser, KMO. Sea hombre o mujer, la ropa de un representante público tiene que tener un mensaje meditado.
¿Quién dirías que es hoy en día la persona que más política hace con la moda?
La hacen todos. A veces la estrategia estética nos puede parecer más o menos evidente, pero quién diga que con su aspecto no hace política miente. Hasta Pepe Mujica transmitía un poderoso mensaje con su ‘dejadez’. Femen con sus topless. La CUP con sus camisetas reivindicativas. Yolanda Díaz con su maravillosa feminidad. Vox con su look rancio y casposo… Históricamente, Castro y Hugo Chávez fueron grandes estrategas estéticos. Malcolm X, Lenin, Hitler, Gandhi… Si los piensas, no hay personaje histórico que haya pasado a la posteridad sin una imagen definida. ¡La imagen del poder!
Vestidos o desnudos, consciente o inconscientemente, siempre estamos comunicando alguna cosa. Por lo tanto, es imprescindible reflexionar acerca de qué queremos trasladar al mundo.
El liderazgo patriarcal no solo excluía a la mujer y demás minorías; sino que ridiculizaba todo lo que se consideraba femenino»
¿Qué es lo más difícil cuando se asesora a alguien en comunicación no verbal?
Estamos hablando de estilo (personalidad), por lo tanto, es un aspecto muy íntimo y se necesita mucha psicología. Prefiero que me contrate el candidato en cuestión, pero cuando me contacta alguien de su equipo siempre pregunto si la persona está convencida de querer llevar a cabo el proceso. Si acepta, mi primera condición es que el equipo nos deje trabajar los aspectos más íntimos los dos a solas (aunque consensuemos ciertas directrices previamente entre todos).
Los cambios no son inmediatos; pero el proceso de transformación es emocionante.
Vestidos o desnudos, consciente o inconscientemente, siempre estamos comunicando alguna cosa»
El liderazgo femenino es un asunto que te interesa especialmente y sobre el que has escrito en varias ocasiones. ¿Cuáles son las claves para ese liderazgo? ¿Cuáles crees que son las claves para conseguir la igualdad de oportunidades en este sentido?
Sí, mi próximo libro que saldrá en marzo está dedicado al liderazgo femenino. Estamos en un momento de transición del liderazgo heteropatriarcal hacia este nuevo liderazgo femenino que practican tanto mujeres como hombres. Y no se trata de una tendencia, es la única oportunidad que nos queda para salvar al mundo. El liderazgo patriarcal no solo excluía a la mujer y demás minorías; sino que ridiculizaba todo lo que se consideraba femenino. Hemos convivido durante siglos con un poder muy tóxico que criminalizaba las emociones positivas y legitimaba las negativas (ira, miedo, frustración…). Por suerte, el modelo está cambiando. Obama, Jacinda Ardern, Trudeau, AOC, Yolanda Díaz, David Fernàndez, Sanna Marin son solo algunos ejemplos de los que están apostando por feminizar la comunicación política. Esto no quiere decir que el liderazgo femenino o quien lo practique lo haga todo perfecto. Tampoco significa despreciar lo masculino. Se trata de reconciliarse con lo femenino y darle cabida. El equilibrio siempre es la receta ganadora. Y hasta ahora solo primaba lo masculino. Es evidente que la cosa no ha salido nada bien…
La mayoría de mujeres a las que asesoro lo primero que me piden es que las ayude a sonreír menos»
En La Revista de ACOP nos encantan las anécdotas. Cuéntanos alguna que te haya impresionado cuando has asesorado a personalidades de la esfera pública.
No es una anécdota graciosa, pero explica muy bien por qué es necesario este cambio hacia un liderazgo femenino. La mayoría de mujeres a las que asesoro lo primero que me piden es que las ayude a sonreír menos. Muchos hombres consideran que la sonrisa de una mujer es un gesto de insinuación y esto provoca demasiados malentendidos, algunos episodios muy desagradables. Por supuesto, nunca le he censurado una sonrisa a una mujer, me parece un gesto precioso que contagia bienestar y poderío. Lo que he hecho es que sepan identificar la mirada del hombre que tienen delante y decidan si el individuo en cuestión merece o no su amabilidad. Basta ya de exigirle a la mujer que cambie todo en ella para poder dedicarse a la política.
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