Por Eli Gallardo, @EliGallardo_com Politólogo, DirCom y consultor en SPQ Consultores
El sociólogo John B. Thompson acuñó el concepto de “visibilidad mediada”, para referirse a cómo nos alcanzan los impactos, a cómo recibimos mensajes a través de canales, alambicados y estudiados hasta el detalle. Su colega francés Lipovetsky planteaba la idea de la “sociedad-pantalla” para referirse a esa otra mediación, a ese embudo de la comunicación, cuyo instrumento es un dispositivo con pantalla.
A través de la pantalla, recibimos varias realidades y muchas ficciones, que en ocasiones juegan con nuestro punto de referencia y permiten cuestionar cuánta ficción hay en la realidad que creamos y que después creemos. En la era contemporánea, algo tan importante como la democracia interna de los partidos que nos representan, es materia de series, películas y todo un serial de espacios mediáticos, que actúan más como actores que como ambiente, en términos del tradicional esquema de Easton.
Películas como Primary Colors o Los idus de marzo, son ejemplos en la ficción de las dos caras de esa democracia interna en formaciones norteamericanas; una democracia no exenta de guerra. Estas dos historias trazan personajes, objetivos y mecanismos para conseguirlos, que chocan con la imagen relativamente pacífica proyectada por la realidad, casi como si se hubiera conseguido infiltrar una cámara en esos espacios de poder que sólo podemos imaginar. Series como Borgen, Boss, House of Cards o The Good Wife, también revelan esas luchas internas, la cara oculta de aquella política proyectada que recibimos.
Ofertas de confluencias a través de ruedas de prensa, declaraciones con dobles lecturas, tuits teledirigidos, son prácticas corrientes hoy en la vida interna de los partidos, también entre nosotros. Los recientes congresos y primarias de partidos en España son ejemplos de esa vida interna, donde la cara oculta ya no se encuentra a oscuras, sino que forma parte de la “realidad”, que llega generalmente mediada al votante-consumidor. Y así se genera una imagen proyectada de realidad acerca de las organizaciones que después les pedirán su voto.
La película Wag the dog, traducida como La cortina de humo, y que ya ha cumplido veinte años, pone el foco en esa creación de realidades y dibujo de proyecciones desde los medios, con unas elecciones de fondo y unos efectos secundarios comunes en espacios de poder. Hoy en día, medios y herramientas se han multiplicado, han dado lugar a nuevos nichos profesionales y con ellos, las posibilidades de mediar las realidades.
La citada Primary Colors comienza con una reflexión sobre los apretones de mano, factor de hipocresía básica del político en campaña, también a unas primarias internas. Hoy una lesión física como la del candidato Arnold Vinick en The West Wing, a quien el dolor le impide estrechar las manos de su público, podría ser el tema del día a nivel mundial, y permitir que sigan en la cara oculta aquellas prácticas que hoy apenas se intuyen a través de las ficciones, de cuya carga de realidad, sería ingenuo dudar.
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