Eugenia Morago
Fotógrafa política
Entre estas dos primeras fotografías hay 40 años de diferencia. En ambas se reflejan momentos similares de debates de investidura de dos futuros presidentes del Gobierno de España. Estas fotografías están tomadas desde el mismo ángulo y se puede apreciar un gran avance tecnológico entre ellas, ya que una es analógica y la otra digital. Pero, si nos fijamos bien en la escena, podemos localizar a los fotógrafos que en ese momento estaban inmortalizando cada debate. Hay pocas diferencias entre ese grupo de profesionales. Resulta llamativo ver que, a pesar de que el número de mujeres diputadas ha crecido notablemente, el de fotógrafas sigue siendo extremadamente escaso.
Si buscamos referencias fotográficas de la historia de nuestro país, rápidamente nos damos cuenta de que hay momentos históricos en los que eran los hombres en exclusiva los que nos contaban cuáles eran esos hechos importantes y cómo ocurrieron. Fue a finales de la dictadura y, sobre todo, durante la Transición, cuando aparece la primera fotógrafa en el Congreso de los Diputados, Marisa Flórez. Suyas son las fotos de Alberti y la Pasionaria bajando las escaleras del Hemiciclo o la de la soledad de Alfonso Suarez en el banco azul, una fotografía que logró ser publicada en la portada de El País, periódico en el que acabó siendo redactora jefa de fotografía y editora gráfica. Flórez encontró limitaciones por el hecho de ser mujer y padeció muchos momentos machistas (ella misma se autodenominaba fotógrafo), pero, a pesar de que mirara con lupa su trabajo, consiguió ser una mujer respetada dentro de este mundillo.
Según un estudio reciente realizado por World Press Photo, el 85% de las personas que se dedican profesionalmente al fotoperiodismo son hombres, lo que resulta llamativo si tenemos en cuenta que un 53% de los estudiantes de técnicas audiovisuales y medios de comunicación son mujeres. Basándose en los datos, esta amplia diferencia, a priori, no se corresponde a una falta de interés por parte de las mujeres.
“Este es un mundo de hombres”, “es una profesión muy dura”, son frases que dicen la mayoría de fotógrafas que se dedican al mundo de la política. Hay que aguantar empujones, salidas de tono, grandes egos y compañeros que sienten que les quitas su espacio. “Me quitaban el carrete de la cámara en mitad de un tema”, explicaba Emilia Gutierrez, fotógrafa parlamentaria de La Vanguardia que cubrió el Congreso de los Diputados desde 1986 hasta su reciente jubilación. Joana Biarnés, la primera mujer fotoperiodista española, también sufrió la crudeza con tintes machistas de esta profesión en su época. La primera vez que le tocó cubrir un partido de fútbol, el árbitro le dijo que se marchara, ya que lo que ella pretendía hacer era “un trabajo para fotógrafos”. “Es ineludible pensar cómo experiencias similares a estas han influido en la ausencia de mujeres en la profesión, pues se nos exige de por sí una mayor resiliencia que los hombres no han tenido que desarrollar para hacer frente a este tipo de situaciones extremadamente desagradables e injustas”, comenta Amparo García, fotógrafa del alcalde de Málaga. En resumen, este es un mundo hostil, pero a la vez una profesión que requiere de una sensibilidad y creatividad especial en la que las mujeres somos perfectamente capaces de batallar, aunque tengamos que demostrar constantemente nuestras habilidades.
En esta profesión no existe la conciliación. No hay horarios. El trabajo se debe a la actualidad política. Si a eso le sumamos que el 46% de los profesionales son freelance, se complica la posibilidad de compaginarla con la maternidad. A pesar de ello, muchas mujeres han decidido ser madres cuando han conseguido que se les hiciera un contrato, aunque renunciando a trabajar los fines de semana, limitando los viajes y sabiendo que, desgraciadamente, hoy en día, mucha gente piensa que, si una fotógrafa se tiene que ir en mitad de un tema para ir a buscar a su hijo o hija al colegio no es una buena profesional, pero si lo hace un hombre es un padrazo.
Si este artículo tratara sobre hombres fotógrafos no hablaríamos sobre el tema de la paternidad.
Afortunadamente esta situación está empezando a cambiar. “Soy consciente de las ventajas que tengo por la época en la que he empezado con respecto a las mujeres que me precedieron”, afirma Tania Sieira, fotógrafa de ABC. Ella lleva tan solo 22 meses en la profesión y ya ha percibido que hay una tendencia positiva en el sector. Hay agencias como Reuters que fomentan la paridad con el fichaje de fotógrafas en su plantilla, pero queda mucho camino por recorrer, ya que en las principales agencias de noticias como EFE o Europa Press a día de hoy cuesta encontrar mujeres entre sus colaboradores.
Según cuenta Amparo García en su investigación sobre este tema en 2022, compartiendo estos datos con Jessica Rinaldi, fotoperiodista de The Boston Globe y ganadora del premio Pulitzer en 2015, su sorpresa fue descubrir que en Estados Unidos las mujeres ocupan el 50% de las plantillas en cuanto a fotoperiodismo se refiere. Añade que, pese a que el grado de machismo en 2024 es infinitamente inferior, no ha desaparecido por completo. El paternalismo o el mansplainning son conductas con las que las mujeres seguimos lidiando a diario. Quizá por eso mismo resulta preocupante escuchar a compañeras de profesión, normalmente de mayor edad y algunas de ellas con mucho peso en la historia de la fotografía española, llamarse a sí mismas “fotógrafo” con orgullo y, además, defenderlo. Como si utilizar la vocal que actualmente nos corresponde fuera humillante, como si el mundo de los hombres les diera un poder o un respeto superior.
No podría terminar este artículo sin mencionar a algunas de las que a día de hoy considero un referente en esta profesión. Mujeres que nos enseñan con su mirada, su sensibilidad y su atrevimiento a la hora de componer, que la fotografía política tiene frescura, creatividad y sobre todo poder. Una de esas mujeres es Soazig de La Moissonnière, la fotógrafa de Macron, quien con su exquisito trabajo nos muestra el día a día del presidente francés y su lado más humano. Otra es la ya citada Amparo García. Tan solo tiene 23 años, los mismos que lleva ejerciendo como alcalde de Málaga Francisco de la Torre, persona a la que fotografía cada día. Gracias a su gran pasión por esta profesión ha conseguido dar frescura y vitalidad a un mundo donde antiguamente eso no existía. Ellas y muchas más consiguen transmitirnos, sobre todo, respeto y cariño.
Y con esto concluyo, ya que todas las personas que ejercemos esta profesión estamos de acuerdo en algo, en que si existe ese cariño el trabajo sale mejor. Y a ese sentimiento a veces se da la vuelta, como ocurrió recientemente durante un pleno en el Congreso de los Diputados cuando Patxi López, portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, tuvo unas palabras de reconocimiento para Emilia Gutiérrez en su último día como fotógrafa antes de jubilarse. Un hecho que pasará a la historia, ya que recordó una frase que ella misma le había dicho: “cuando una mujer hace una buena foto le dicen que es una foto bonita, pero cuando la hace un hombre le dicen que es un fotón”.
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