‘El Ministro de Tinder’: la campaña mexicana que desafió las reglas y conquistó con humor, ética y TikTok
II Premios de comunicación política, categoria mejor campaña LATAM

Las campañas nominadas en esta categoría reflejan la vanguardia de la comunicación política en América Latina. Reflejan el crecimiento, la diversidad y la madurez del sector en la región, al tiempo que consolidan los lazos entre América Latina y Europa.
En esta primera edición, el premio se fue hasta México, donde El Ministro de Tinder, de José Manuel Urquijo, revolucionó la campaña electoral al adentrarse en una plataforma alejada, a priori, de la comunicación política.
1. ¿Qué supone recibir este premio?
Para consultores emergentes como yo, este premio significa un punto de inflexión. Es un honor enorme y, sobre todo, una forma de legitimidad otorgada por una organización académica seria y de prestigio internacional. ACOP valida que nuestro trabajo no solo es creativo, sino que está sostenido sobre una metodología rigurosa y una visión profesional de la comunicación política.
En lo personal, es mi primer reconocimiento internacional por una campaña —y no solo en México, sino a nivel latinoamericano—, lo que confirma que vamos por el camino correcto. También representa una responsabilidad: trabajar con más disciplina, más profundidad y más compromiso con una comunicación política ética e innovadora.
2. Háblanos del proceso creativo de El Ministro de Tinder. ¿Cómo surge la idea y por qué?
El proceso creativo comenzó por donde deben empezar todas las campañas: entendiendo el contexto. Estudiamos a fondo un escenario electoral inédito y extremadamente restrictivo, con reglas que nunca antes habían estado vigentes en una contienda en México. Ese análisis inicial marcó el rumbo.
Con el marco normativo y un presupuesto prácticamente inexistente, el desafío era claro: maximizar alcance sin perder credibilidad. Sabíamos que debíamos arriesgar, pero sin cruzar líneas que dañaran la legitimidad del candidato. De ahí surgió la idea de irrumpir en Tinder: una plataforma inesperada, con lenguaje cotidiano y humor, que nos permitía romper el hielo con una ciudadanía saturada de solemnidad política.
Una vez capturada la atención, la segunda fase consistió en sostenerla. Ahí nació el cartel colgado al cuello: un símbolo profundamente arraigado en la cultura popular mexicana, inspirado en los anuncios de mercado y en los mensajes improvisados de quienes buscan ser vistos. Ese gesto visual volvió al candidato cercano, reconocible y auténtico, y amplificó la narrativa inicial.
3. América Latina es una región diversa y desafiante. ¿Qué particularidades del contexto latinoamericano marcaron el rumbo de la campaña premiada?
La variable central fue la desconfianza generalizada hacia los partidos y la clase política. Aunque los candidatos a la Corte no provenían del mundo político tradicional, inevitablemente competían dentro de una arena donde la credibilidad institucional está muy debilitada.
El reto consistió en presentar a Carlos Odriozola tal como es: un abogado defensor de derechos humanos, alejado del arquetipo del político convencional. Desde la investigación inicial hasta el diseño de mensajes, trabajamos con un mantra claro: evitar cualquier signo que lo acercara al estigma del político tradicional y mostrarlo como un profesional competente, humano y transparente. Esa lectura del clima latinoamericano, agotamiento social, escepticismo y rechazo a la élite política, definió cada movimiento de la campaña.
4. ¿Qué estrategias innovadoras o no convencionales fueron determinantes para el éxito de la campaña?
La principal innovación fue consecuencia directa de la austeridad del proceso: apostarlo todo a TikTok. Entendimos que, sin comunidades previas en redes sociales ni inversión en pauta, Meta no iba a ser una plataforma eficaz. TikTok, en cambio, recompensa la calidad narrativa por encima de la inversión publicitaria. A partir de esa premisa, nos enfocamos en crear contenidos relevantes, rápidos y con códigos culturales claros en medio de un ecosistema saturado. El candidato terminó siendo el que más creció, el que más conversación generó y el más visible en el proceso electoral judicial.
El segundo elemento decisivo fue la amplificación orgánica inesperada. Analistas, periodistas, creadores de contenido e incluso programas de humor comentaron la campaña. Sin buscarlo, se formó un sistema de voceros espontáneos que expandió el alcance de manera exponencial. Esa red informal de multiplicadores —no diseñada, no pagada— terminó consolidándose como una de las mayores fortalezas del proyecto.
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