La supremacía de las habilidades duras ha terminado
Profundizar en la esencia para tomar consciencia de las luces y sombras no solo aporta a la felicidad personal, también contribuye a la construcción de mensajes e imágenes más sostenibles, efectivas e impactantes.
Por Carla Alvarenga, @CarlaAlvarenga, CEO de Crea Comunicaciones
Hablar de comunicación política y estrategia ha sido, hasta ahora, un terreno de ‘habilidades duras’. Nos hemos basado en los estudios de factores externos para abordar un tema cuya naturaleza es absolutamente humana. De hecho, el grueso de la comunicación política ha estado centrada en la audiencia, el mercado, las cuotas de poder, etc -basta mirar los pénsum de estudio y especialización para notar en lo que nos hemos enfocado-. Poco hemos mirado a la construcción sobre la materia prima del área, la idea sobre el principio de servir. ¿Se nos traspapeló ese capítulo en medio de la serie de poder?
Enfocarnos en ideas, principios y valores nos lleva inevitablemente a mirar al sujeto que los vive. Entramos en materia honda, lo que la psicología decidió llamar ‘blando’, y aquí comienza el trabajo de desmitificar y resignificar algo que socialmente se ha asociado con la debilidad.
La fatiga que claramente padece la política a nivel global está supeditada a múltiples factores, sin duda, pero todos los involucrados debemos mirarla y confrontarnos a nosotros mismos. A lo que vamos: ¿cómo la comunicación política ha sumado al desgaste? ¿Cómo corregirlo?
Yo creo que un buen primer paso es mirar hacia adentro, empezar a trabajar con esmero la materia prima y no enfocarnos solo en un resultado que, además, ha sido estandarizado.
La única forma de construir sólidamente es erigir las bases sobre la esencia. El problema surge en el tabú que hay sobre las herramientas para llegar hasta el centro de la esencia humana, como exploraciones terapéuticas, constelaciones familiares, diseño humano, astrología transpersonal y mundial…
La neurociencia y la psicología -personal o social- se han basado en arquetipos para la comprensión del individuo, intentando, especialmente, vías de aproximación al inconsciente. Carl Jung llegó a afirmar que la actividad consciente de nuestra memoria cognitiva era solo el 30%; posteriormente Williams James1 sugirió que el ser humano solo hacía uso mínimo de su potencia energético. Paradójicamente, en esa área ‘inexplorada’ reside un poder dormido, que algunos han llamado ‘intuición’ y cuyo dominio genera suspicacia y subestimación por considerarse irracional.
Si el poder yace en la intuición, ¿por qué no la exploramos? Quienes se han atrevido a descifrarla hablan del entrenamiento humano para captar, interpretar y sincronizar señales que vienen de nuestros diferentes componentes o cuerpos -mental, físico, emocional y espiritual2-, que no se procesan necesariamente desde la razón pero que guardan el secreto de la congruencia, sincronía y, finalmente, generan la autoridad personal.
¿Cómo cambiaría la comunicación política si lleváramos la intuición al gimnasio?
De cara al producto:
-Colaboraríamos en el desarrollo de liderazgos en función de la autoridad personal, ya no desde lo que ‘exige’ el entorno, el partido o la competencia, sino desde la naturaleza individual, auténtica, honesta.
-Tendríamos vocerías variopintas y coherentes. Enfocadas en función de las fortalezas comunicativas del sujeto, generando voces para cada necesidad y dejando a la sociedad con menos necesidad de voces.
-Produciríamos discursos hechos para enaltecer al vocero y sus propuestas. No para convertir el clímax en un grito o consigna, sino para realmente entregar un mensaje, el que cree para crear.
-Diseñaríamos campañas ajustadas a intereses de servicio real, correspondiendo acciones con necesidades, pero también señalando oportunidades. Ya no estaríamos queriendo jugar todos desde la misma posición, crearíamos el juego con el perfil nato del jugador.
-Desarrollaríamos estrategias competitivas, enfocadas en la esencia del sujeto, persiguiendo entregar al colectivo una individualidad robusta y nutritiva. No competiríamos con estrategias similares en búsqueda de complacencia para la dominación.
… Haríamos comunicación para la política como gestión óptima de recursos en pro de la convivencia y el desarrollo, con profunda consciencia de lo que somos para mejorar el panorama de lo que podemos ser, todos. Dejaríamos de hacerla en función de la cuota de poder como validación de lo que se es.
De cara al trabajo con la audiencia la intuición nos aporta, sin duda, la posibilidad de trascender la teoría y fortalecer la experiencia. De eso quizás hablemos en otro artículo, empecemos por la base.
1 Sin embargo, James no hacía referencia exacta a células, materia gris o funciones. Razón por la que no se ha podido usar su teoría para 'comprobar' el 'mito del 10%' que se refiere al uso mínimo del cerebro.
2 El ser humano puede orientarse en el mundo a través de cuatro funciones básicas: el sentimiento, el pensamiento, la intuición y la sensación.
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