De un tiempo a esta parte, una de las palabras de moda que podemos encontrar en cualquier estrategia de marketing es la gamificación. Podemos definirla como el uso del pensamiento y la mecánica de los juegos en otros contextos, con el fin de que las personas adopten cierto comportamiento.
La política, y más concretamente la comunicación política, tampoco es ajena a este fenómeno en el que, aupado por el éxito de Internet y las redes sociales, ha visto una nueva oportunidad para captar el interés de los electores cualquiera que sea su edad.
La gamificación aplicada a la acción política permite no sólo desarrollar una actividad lúdica (jugar a un pasatiempo de contenido político), sino denunciar políticas alejadas de nuestro programa ideológico; crear nuevas dinámicas de movilización, fidelización y activismo; reconectarse con las nuevas prácticas y formas de socialización de importantes sectores, en especial los más jóvenes; potenciar la motivación de nuestro electorado y simpatizantes; identificar públicos; estimular el interés y la participación; llevar a cabo simulaciones políticas; contrastar argumentarios, proyectos o candidatos; realizar encuestas o sondeos de opinión…
A continuación destacamos algunos de los últimos juegos y aplicaciones para smartphones que han aparecido en el mercado:
• ¡Aquí viene la troika!: juego de cartas en el que los jugadores son políticos corruptos que gobiernan Portugal y tienen que utilizar la influencia, la presión y la manipulación política, social y económica con el fin de ganar las elecciones, acumular dinero y depósitos en paraísos fiscales. Gana quien ha conseguido más dinero cuando llega la troika y se acaba la partida.
• Chorizos de España: aplicación para móviles en la que se puede escoger entre varios personajes de actualidad, presuntamente relacionados con la corrupción, con el objetivo de evadir dinero a Suiza.
• The Political Machine 2012: Simulador político que analiza las últimas elecciones a la Casa Blanca como una partida de Risk gracias a herramientas como viajes, mítines, publicidad o entrevistas en televisión.
• Abe Pyon: aplicación de dibujos animados para smartphones del primer ministro japonés Shinzo Abe, en la que va dando saltos y volteretas por el aire. A medida que vuela alto, los jugadores acumulan puntos, consiguiendo acceso a datos sobre Abe y a información sobre su partido. Se lanzó para las elecciones del pasado mes de julio esperando que atrajese a jóvenes votantes, más apáticos en política, y buscando de una forma diferente gente interesada en política. Algunos votantes manifestaron sentir cariño por Abe después de jugar.
• Titus, la política no es un juego: simulador de campañas electorales para iOS. Titus es un afable y pusilánime relojero de Wealland, una región ficticia gobernada por una oligarquía política incuestionable durante años. Un día Titus recibe una anónima carta que lo invita a romper con lo establecido. Harto de la situación, se arma de valor y decide comenzar su carrera política lleno de ilusión y con ideas renovadoras en la cabeza. Así, nos invita a gestionar las diferentes fases por las que debe o puede pasar un candidato político, comenzando a movilizar las bases poco a poco, y enfrentándose con los adversarios políticos que se va encontrando, haciendo incluso uso de las tácticas que siempre repudió.
• Snowden leaks the game: inspirado en Edward Snowden, el responsable de las filtraciones sobre los programas de espionaje secretos del Gobierno de EEUU, la meta de este videojuego es robar datos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) escondiéndose para que no le atrapen los agentes del Gobierno.
• Indignados Vs. Políticos: juego de mesa en el que el tablero recrea la Plaça Catalunya de Barcelona durante la acampada de los indignados. Inspirado en el 15-M, enfrenta a políticos con indignados. Los primeros deben solucionar los problemas de corrupción, tráfico de influencias, etc. mientras los indignados responden a las críticas más habituales sufridas como la falta de higiene en sus campamentos y las complicaciones durante las asambleas.
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