Conversamos con el presidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), Óscar Álvarez, sobre el recién nuevo Código Ético de la organización. Una herramienta concebida para orientar el ejercicio profesional en un entorno profundamente transformado por la digitalización, la inteligencia artificial y la desinformación.

¿Por qué era necesario actualizar el Código Ético de ACOP una década después de su primera versión?

El contexto en el que se ejerce hoy la comunicación política no tiene nada que ver con el de 2014. Hemos pasado de una estructura mediática tradicional a un ecosistema dominado por las redes sociales, la polarización algorítmica, la sobreexposición y los riesgos crecientes de la desinformación. Es imprescindible dotarnos de un nuevo marco de referencia que responda a los desafíos éticos del presente y también del futuro inmediato.

¿Qué ha cambiado en esta nueva versión? ¿Qué la hace especialmente relevante?

Este código no es solo una actualización técnica. Es una declaración de principios. Introduce compromisos concretos sobre inteligencia artificial, bienestar profesional, igualdad de género, pluralismo, veracidad y uso responsable de p­lataformas digitales. No es un texto decorativo: marca límites claros, pero también ofrece orientación sobre buenas prácticas. Y lo más importante: nace de un proceso participativo, con aportaciones valiosas de socios y socias de ACOP.

Uno de los ejes principales es la regulación del uso de inteligencia artificial. ¿Cómo se ha abordado este punto?

La IA está ya muy presente en campañas, análisis de datos y generación de contenidos. Hemos querido ser claros: se prohíbe su uso para manipular, falsear o degradar el debate público. Establecemos principios como la transparencia algorítmica, la supervisión humana y la designación de responsables éticos. No se trata de demonizar la tecnología, sino de usarla con fines legítimos y democráticos.

El Código también incluye un posicionamiento firme contra el discurso de odio y la desinformación. ¿Por qué es tan importante hoy?

Porque la comunicación política tiene un poder enorme: puede construir o destruir. Y hoy, lamentablemente, asistimos al uso sistemático de estrategias tóxicas, especialmente en entornos digitales. Desde ACOP, asumimos el deber de promover un entorno profesional que rechace estas prácticas. No solo por una cuestión moral, sino porque sin verdad, sin respeto, no hay democracia posible.

¿Cómo se va a aplicar este Código entre los socios y socias de ACOP?

Es un documento vinculante. Su cumplimiento será un criterio de pertenencia a la asociación. De hecho, el Consejo Directivo podrá proponer la expulsión de cualquier miembro que incurra en prácticas contrarias al Código. Pero no queremos quedarnos solo en lo punitivo: nuestro objetivo es generar una cultura ética compartida, formativa, que eleve el nivel del debate y de la práctica profesional.

¿Qué mensaje le gustaría trasladar a los socios académicos y profesionales tras la publicación del nuevo Código Ético?

Que este código es también suyo. Que refleja el compromiso colectivo de quienes creemos que la comunicación política puede y debe ser una herramienta de transformación democrática. Es un paso adelante, y queremos que sea útil, aplicable, vivo. Hoy más que nunca, necesitamos referentes éticos en nuestra profesión. Y en ACOP hemos decidido empezar por casa.

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