Por Sebastián Acha Mendoza @SebAcha Director de Programas de la Escuela de Gobierno de la Universidad Columbia de Paraguay
La situación que afronta el actual Gobierno de Mario Abdo Benítez, desde el 15 de agosto de 2018 en funciones es, por lo menos, inesperada.
Luego de una década de crecimiento ininterrumpido de la economía paraguaya a una tasa modesta promedio del 4 %, pero creciendo al fin, este nuevo gobierno ha tomado posesión con una situación regional y mundial atípica: la crisis política y económica en Argentina y Brasil y la guerra comercial de EE. UU. y China.
Las previsiones de crecimiento del PIB han sido ajustadas en menos de cinco meses a la baja por el Banco Central disminuyendo de un interesante 4 % a un modesto 3 %.
Más allá del contexto internacional, Mario Abdo Benítez sufre de cuatro problemas principales al interior de su gobierno:
- Carece de mayoría propia en ambas Cámaras del Congreso lo que le obliga a pactar puntualmente con diferentes fuerzas de acuerdo a la materia a legislar. Recordemos que su grupo político fue conformado principalmente por fuerzas independientes internas de su partido (Partido Colorado) cuyo hilo conductor era la oposición a la pretendida e inconstitucional reelección del expresidente Cartes.
- La comprometida imagen país respecto al cumplimiento de normas internacionales de lucha contra el lavado de dinero, narcotráfico y crimen trasnacional ha obligado al Gobierno a enviar un paquete de doce leyes recomendadas por el grupo GAFI (Grupo de acción Financiera Internacional del G8), pero este paquete legislativo (enviado ya hace seis meses) tropieza con el inconveniente señalado en el primer punto de la ausencia de una mayoría propia o una alianza de bases sólidas para su tratamiento.
- La imagen internacional del país, por consiguiente, está sufriendo un deterioro que hasta el momento no ha encontrado en el Gobierno un mecanismo de reacción lo suficientemente profundo y radical para reencausar el manejo económico y la disciplina fiscal, conquistas que ubicaron al país como destino de inversiones en una región agitada por crisis políticas y económicas.
- La falta de liderazgo para realizar los cambios que necesita el manejo del Estado de manera urgente y señalados en los apartados anteriores, encuentran un cimiento bastante predecible: la ausencia de un proyecto común dentro del mismo partido de Gobierno. El Ejecutivo ha encontrado gobernabilidad en el viejo sistema clientelista, otorgando espacios de poder a las diferentes facciones internas, lo cual a la par de traer incertidumbre al manejo político en general, no ha podido priorizar la transparencia y rendición de cuentas indispensables en todo proceso de saneamiento y transformación de la Administración.
En tales condiciones el camino que debería tomar de manera inmediata el gobierno es un llamado a un acuerdo nacional con todas las fuerzas políticas donde se pueda convenir en reformas que pasen primero por una modificación profunda del sistema financiero y el control de los flujos financieros internacionales, así como en una política de austeridad fiscal que conlleve a una optimización de la calidad del gasto público de manera urgente.
Caso contrario, la estabilidad y la imagen internacional del país se verán comprometidas a futuro.
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