Por Tábatha Lara, @ChaviLara. Consultora política

La pandemia del COVID-19 ha significado un reto sin precedentes para los gobiernos del mundo. Ha puesto a prueba economías y sistemas de salud, pero también a sus líderes; su capacidad para conmover, motivar y dirigir un pueblo en circunstancias para las que ninguno se preparó. No ha discriminado entre demócratas y autoritarios. Sin duda, el continente asiático ha respondido al reto de forma desigual y algunos países han recibido más aplausos que otros. Primero fue China, primer epicentro de la pandemia. Bruce Aylward, líder de la misión de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el país, aseguró que: “Cientos de miles de casos se han prevenido gracias a esta agresiva intervención”. Luego, Corea del Sur al ser calificada por Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, como ejemplo de lucha contra la pandemia. Pero ¿qué hay más allá de China y Corea del Sur? En esta ocasión nos centraremos en la comunicación de gobierno desarrollada por otros dos dos gigantes de esta región: Rusia (euroasiático) e India.

Rusia e India, territorios desiguales, enfrentan la pandemia con líderes que han desarrollado una comunicación enfocada en reforzar su imagen y no en informar a sus ciudadanos

Rusia

La estrategia desarrollada por el Kremlin se puede calificar con una sola palabra: polémica. Mientras su presidente, Vladimir Putin, se ha dirigido a la nación para asegurar que “todo está bajo control” y que “todo funciona como un reloj”, sectores civiles han desarrollado iniciativas para contradecir su discurso como La Lista de la Memoria (Memory List), enfocada en revelar los nombres de los trabajadores del sector de la salud que murieron con la enfermedad, pero que no fueron reconocido por las autoridades como víctimas del COVID-19.

Putin se blinda ante las malas noticias

Vladimir Putin constituye una figura paternalista por excelencia. Se ha posicionado como protector ligando siempre a su figura la prosperidad y estabilidad alcanzada por el país tras la crisis postsoviética y ha tratado de mantener este personaje en su respuesta a la pandemia a través de imágenes icónicas y acciones. Las imágenes más poderosas que ha generado son sus apariciones en numerosas cadenas televisivas, siempre con ropa formal y la bandera nacional de fondo, para anunciar con tono conciliador que todo está bajo control o sus visitas a hospitales usando sus ya famosos trajes de seguridad. En cuanto a acciones, ha activado ayudas económicas por más de 16.000 millones de euros destinadas a las grandes empresas que generan más fuentes de empleo y, al mismo tiempo, son menos críticas a su gestión.

Putin tuvo su mira puesta en el 1 de julio, día en el que Rusia votó y avaló una reforma constitucional que le permita seguir en el poder hasta 2036.

La elección del lenguaje ha sido un punto clave para Putin, centrado en el uso de eufemismos para evitar palabras que podrían cambiar la percepción de su gestión

Su objetivo es esquivar ser el portador de las malas noticias y para ello ha desarrollado una estrategia enfocada en el manejo del lenguaje y la selección de portavoces para reforzar su imagen de “el bueno de la historia”. La elección del lenguaje ha sido un punto clave centrado en el uso de eufemismos para evitar palabras que podrían cambiar la percepción de su gestión. De esta forma habla de “periodo no laboral” o “periodo vacacional” en lugar de cuarentena y de “amenaza de emergencia” el lugar de estado de emergencia. Además, ha usado a autoridades locales o miembros de su gabinete como escudos para anunciar medidas más duras, entre ellas, restricciones de movimiento. Para ejemplificar esta afirmación podemos usar una de sus cadenas televisivas, en la que Putin delegó al alcalde de Moscú, Serguéi Sobyanin, para anunciar el “régimen de autoalislamiento” -otro eufemismo- en la capital y luego dio paso al primer ministro, Mijaíl Mishustin, para instar al resto de autoridades locales del país a seguir el ejemplo de la capital.

Televisión, la aliada de la estrategia rusa

La televisión ha sido la gran alidada de Putin. El mandatario ha usado este medio de comunicación para dirigirse a la nación e informar sobre el desarrollo de la pandemia en el país, así como para rendir cuentas sobre su gestión y transmitir videoconferencias con su gabinete.

India

India, una de las regiones más densamente pobladas del mundo, ha respondido a la pandemia con toda la fuerza de sus instituciones. Cuarentena total -incluso en los sectores más pobres del país-, interrupción en el servicio de transporte, cierre de lugares de culto, desalojos forzosos, encarcelamientos y castigos físicos han sido algunas de las medidas, para muchos draconianas, con las que este país ha tratado de aplanar la curva de contagios.

Modi lidera con dos caras

«Es imposible imaginar el costo que India tendrá que pagar si continúa su comportamiento irresponsable. El distanciamiento social es la única opción para combatir el coronavirus». Con estas palabras, el primer ministro, Narendra Modi, anunció el pasado 25 de marzo la cuarentena total para los 1.300 millones de habitantes del país. El primer ministro indio ha desarrollado un liderazgo que se podría considerar ambivalente: conciliador en su discurso, y severo en acciones.

Este liderazgo claroscuro impuesto por Modi le ha permitido dirigirse a sus compatriotas y pedirles perdón, especialmente a ciudadanos y ciudadanas pobres, por las severas medidas implementadas y solicitarles también que no maltraten a los infectados con el virus. Y después, en la misma locución, advertir a quienes incumplen sus disposiciones que “será difícil que se salven del coronavirus si continúan ignorando el confinamiento».

Modi ha desarrollado un liderazgo que se podría considerar ambivalente: conciliador en su discurso, y severo en acciones. Ha recurrido a las ayudas económicas para aumentar su popularidad

Modi también ha recurrido a las ayudas económicas para estimular la obediencia social y evitar un colapso en sus índices de aprobación. Al anunciar su “paquete económico especial”, 20 billones de rupias (aproximadamente 266.367 millones de dólares), el ministro instó a la ciudadanía a tomar el monto que “representa el 10 % del PIB de la India» como una oportunidad para convertir al país en una nación autosuficiente. Su discurso no dio detalles técnicos de la aplicación del paquete, eso lo dejó al ministro de Economía, sino que se centró en explicar que se destinaría para ayudar a la clase media y los trabajadores “honestos que pagan impuestos”.

Medios tradicionales, la clave de la comunicación en India

El gobierno indio ha utilizado dos medios de comunicación tradicionales como herramientas estrella de su estrategia. El primero es su programa de radial creado en 2014 “Mann ki baat”, con formato de emisión mensual y transmitido en tres emisoras públicas y el segundo es la agencia de prensa PIB India. Modi ha usado la radio para divulgar las medidas más formales relacionadas con el confinamiento y la agencia para posicionar declaraciones más ligeras como sus recomendaciones de practicar yoga y usar la homeopatía como medida preventiva.

Rusia e India, territorios profundamente desiguales, enfrentan la pandemia más grave del último periodo con líderes que han desarrollado una comunicación enfocada en reforzar su imagen y no en informar a sus ciudadanos. Han usado la empatía como un elemento más de su estrategia de posicionamiento, como una careta, aspecto que, tarde o temprano, la ciudadanía percibirá y recriminará.

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