Por Begoña Gozalbes @Bego_zalbes Asesora, estratega, coach política
La confianza en uno mismo conlleva la capacidad de arriesgarse, de aceptar nuevos retos y de enfrentarse a situaciones desconocidas; y esa, es precisamente la carta de presentación de Alexandria Ocasio-Cortez una joven del Bronx de 28 años, de familia puertorriqueña y que, contra todo pronóstico, ganó al demócrata Joseph Crowley.
No hay mejor punto de partida para una campaña electoral que el candidato confíe en sus propias habilidades y competencias. Cuando uno cree en sí mismo, relativiza los problemas sin dejar de preocuparse por las circunstancias, y afronta las situaciones difíciles y complejas, con menos miedos, atreviéndose a nuevos retos que, en ocasiones, el adversario descarta por temor a fracasar.
Bajo el lema “The Courage to Change” (El valor para cambiar) Ocasio demuestra que es una candidata diferente. Conecta con sus votantes por su valentía a desafiar al establishment demócrata, convirtiéndose en la defensora clara de la dignidad económica, social y racial en EE. UU., mandando un mensaje claro a la clase trabajadora. Y así lo demostraba en el anuncio de su campaña electoral «Nosotros tenemos al pueblo, ellos tienen el dinero. Es hora de que nos demos cuenta de que no todos los demócratas somos iguales».
Para Ocasio no hubo mejor discurso que poner en evidencia aquello que su oponente tuvo la oportunidad de hacer y no hizo. La política es imaginar, desear, hacer y vuelta a empezar, y siempre por ese orden. No importó las veces que Crowley contó todo lo realizado a lo largo de su mandato, pues siempre prevaleció en la mente del votante, gracias a Ocasio, lo que no había hecho.
Lanzar tres propuestas audaces, un seguro de enfermedad público y universal, una garantía de empleo para todos y la abolición de la agencia de control de inmigración y aduanas, entre otras cuestiones sensibles a muchos electores y claramente posicionadas a la izquierda, hizo que la movilización del electorado progresista creciera en bloque en el distrito 14 de Nueva York.
La clave de su estrategia es la combinación y el impacto de las redes sociales (el buen uso de Facebook con contenidos diferentes a Twitter, la realización constante de directos y publicaciones en stories, una web orientada especialmente al 70 % de la población habla hispana y contenidos que ofrecían la parte más humana y natural de Ocasio) y el mensaje mucho más a la izquierda de lo que tradicionalmente ha tenido el Partido Demócrata. La boricua, sin innovar prácticamente nada en sus propuestas, acogió como suyas las que vivió como voluntaria en la campaña de Bernie Sanders contra Hillary Clinton en 2016.
Su historia personal fundamenta sus valores políticamente. «Mi madre limpiaba casas y conducía un autobús escolar, y cuando mi familia quedó al borde del desahucio, tuve que trabajar como camarera. Comprendo el sufrimiento de la clase trabajadora estadounidense porque lo he vivido en carne propia».
Como consecuencia, su experiencia y empatía, unido a un perfil juvenil que afianza perfectamente un discurso de renovación y nuevos valores políticos, han sido los cuatro ejes en los que se asienta Alexandria Ocasio-Cortez para saber que tenía muchas probabilidades de ganar, aun sabiendo que su lucha estaba cuesta arriba.
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