Por Raúl Valencia @RalVE4 Consultor en comunicación y socio de la empresa Strategocyc
La arenga es un “discurso pronunciado para enardecer los ánimos de los oyentes”1 que ha sido utilizado a lo largo de los siglos como recurso dialéctico para motivar ante una contienda. Analizando este tipo de alocuciones se puede observar como las mismas fórmulas se vienen repitiendo de manera constante a lo largo de los tiempos.
En este caso hemos comparado tres discursos, separados por tres milenios, en momentos cruciales, y que están cargados de similitudes. En primer lugar, las palabras de Aníbal Barca en la Batalla del Tesino (218 a.C.), a través de las crónicas de Tito Livio2, en el primer enfrentamiento bélico entre Roma y Cartago en la península itálica.
Segundo, la arenga de Alfonso VIII de Castilla, referenciada historiográficamente en la Historia de Rebus Hispaniae de Jiménez de Rada, que narra los momentos previos a la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, y que supuso un cambio en la dinámica de la guerra mantenida entre los reinos cristianos y los almohades al lograr acceso orográfico al corazón de Al-Ándalus.
Por último, la intervención que realizó el expresidente del parlamento europeo, Josep Borrell, durante la celebración de la manifestación “Todos somos Cataluña”, organizada por la asociación Societat Civil Catalana, el 29 de octubre de 2017, dos días después de que el Parlamento de Cataluña realizara una votación, anulada por el Tribunal Constitucional, por la que se aprobó una supuesta declaración de independencia de Cataluña. En paralelo, el Senado del Reino de España votó favorablemente a la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española que autorizó a la intervención en la autonomía.
Las mismas fórmulas se vienen repitiendo de manera constante a lo largo de los tiempos
Ya sea en el siglo III a.C., en el XIII o en el XXI, la arenga busca fotalecer la confianza de los seguidores para lograr una victoria ante sus rivales como elemento motivador y con un estilo argumentativo muy similar. Como señala el profesor Carlos Iglesias3, se concibe la arenga “como un testimonio histórico de carácter exhortativo que, por su naturaleza claramente universal, ha atravesado todo tipo de barreras temporales y culturales”.
En la arenga se dan por sentado dos conceptos fundamentales como son el valor de los soldados (animus) y una victoria segura (vicistis) para un enfrentamiento inminente como “algo necessarium, utile, possibile, facile y iustum4”, además de repetir elementos de forma recurrente, como son la recompensa de un gran botín, la memoria de los antepasados, la “guerra justa” o el enfrentamiento como única salida: “Vencer o morir”. Recursos todos que se incluyen en las palabras de Aníbal Barca, Alfonso VIII y Josep Borrel, a pesar de las diferencias temporales y los contextos históricos.
Para acudir a un enfrentamiento hay que estar convencido de que se va a producir la victoria
La trascendencia del momento: vencer o morir. Es el mensaje clave. Para acudir a un enfrentamiento hay que estar convencido de que se va a producir la victoria y de que las tropas están motivadas.
En el caso de Aníbal, su alocución comenzaba de forma directa y sin ambages señalando que la victoria “es cosa hecha”, pero también reconociendo que es su única alternativa: “Por la derecha y por la izquierda nos cierran mares, sin que tengamos ni una nave siquiera para escapar; por delante, el Po, más caudaloso e impetuoso que el Ródano; por la espalda nos cierran los Alpes, que costó trabajo cruzar cuando estabais en plenitud de fuerzas”, por lo que “es preciso vencer o morir”.
Una expresión similar es utilizada por los soldados de Castilla que se comprometen con el monarca a no fallarle en su mandato, incluso dando su vida “et aun, si mester fuere, y queremos morir”, porque les une en la lucha contra los musulmanes y las penurias sufridas durante la invasión: “Entranonnos los moros la tierra por fuerça et conquirieronnosla”.
Josep Borrell se refiere a la trascendencia del momento que califica como “dramático en la historia de España”, a lo que continúa con la dificultad que tendrá la empresa de lograr una victoria: “Todos tenemos que tener la cabeza fría para poder hacer frente a las dificultades que vienen hacia nosotros. Este es un momento difícil de nuestra historia”.
El alegato sobre el fin justo del enfrentamiento es uno de los recursos más repetidos
En este caso, al no tratarse de un enfrentamiento bélico, sino en las urnas, Borrell se centra en la trascendencia de ir a depositar la papeleta como una batalla final: “Sí, iremos a votar (…) como ciudadanos que saben que de su voto depende la historia de su país, depende su bienestar, depende que se acabe con este proceso, que es la peor cosa que le ha pasado a Cataluña”.
Gran botín. Pero para motivar a las “tropas” siempre ha funcionado el recurso de los anhelos a la hora de conseguir un gran botín, da lo mismo el momento histórico del que se trate. Aníbal se compromete a ello asegurando “unas recompensas tan grandes, si vencéis, que no las suelen esperar mayores los hombres ni siquiera de los dioses inmortales”. Una idea que repite luego cuando afirma: “Ya es hora de que hagáis una campaña abundante y fructífera y recibáis una recompensa cumplida por vuestro trabajo tras recorrer una travesía tan larga por medio de tantos montes y ríos y tantos pueblos en armas”. Y añade: “Aquí os concederá una digna paga al licenciaros una vez finalizado vuestro servicio militar”.
En la misma línea se refiere Alfonso VIII que, además de utilizar el honor del reino como punto básico, también se refiere al botín que se puede obtener interpelando a que le pidan las demandas, armas o ropas necesarias, porque el monarca “complire a todos de todo”, a lo que respondieron sus seguidores que no fallarán a su mandato, incluso dando su vida si fuera necesario.
Adaptado a los tiempos, también se realiza esta alusión por parte de Borrell, aunque la referencia no es a las riquezas por una conquista o por arrebatar tierras, sino que se refiere a las consecuencias en la economía, en la empresa y en el empleo: “¿Pero cómo puede decirlo usted, que es el vicepresidente económico, que no pasa nada que se hayan ido 1.800 empresas que representan con su facturación el 40% del PIB de Cataluña? Pero si es una tragedia histórica, señor Junqueras”.
También aprovecha para apelar al bolsillo de los arengados con la amenaza de lo que podría suponer la independencia, como es el paro: “Si de verdad se hubiera producido una declaración de independencia, muchos de los que estáis aquí hubieseis ido al paro, porque la crisis económica hubiera sido de tal magnitud que mucha gente lo hubiera pagado con vuestro empleo (…). Si de verdad ocurriera, la catástrofe económica para Cataluña y para España sería enorme”.
Guerra justa y familia. El alegato sobre el fin justo del enfrentamiento es uno de los recursos más repetidos. Aníbal lo utiliza como una cuestión de derecho para honrar a sus antepasados: “Aunque tan solo fuésemos a recuperar con nuestro valor Sicilia y Cerdeña, arrebatadas a nuestros padres, bastante sería ya la recompensa”, lo que supone un elemento básico en las arengas.
Alfonso VIII incide en que se trata de una “guerra justa”, no solo porque se perdió la patria, sino por defensa de la cristiandad “et pues aquí sodes, que me ayudedes a tomar uengança et emienda del mal que e tomado yo et la cristiandad” .
En su alocución alude al recuerdo de la solidaridad histórica de los pueblos y a las afrentas pretéritas, además de rememorar que en tiempos anteriores, siempre bajo la unidad, se había logrado victorias contra los musulmanes: “Et predicoles en razón de la eglesia de Cristo et de la cristiandad”.
La lucha por la familia y el sentimiento de pertenencia y los símbolos comunes también tienen un peso en la arenga de Borrell, apelando a un futuro mejor si se logra la victoria. Para abordar esta temática, el político socialista afirmó: “Yo quiero que mis hijos y mis nietos tengan unos símbolos con los que se puedan reconocer (…). Una bandera es algo más que un trozo de tela pintada de colores. Una bandera representa una identidad y nosotros tenemos las dos: la catalana y la española, y eso está plasmado en nuestra Constitución”. Una Constitución a la que también se refiere como instrumento para la defensa de sus posturas y como arma de defensa que respalda la guerra justa: “El 155 (…) es el instrumento que da la constitución para responder la legalidad cuando alguien la incumple”.
Otra de las similitudes es la forma de apelar a todos aquellos que son aliados reales o potenciales
Comparativa entre facciones y líderes. La comparación entre ejércitos y la experiencia de los mismos es otro elemento básico en las arengas. En el caso de Aníbal utiliza el menosprecio: “Vais a combatir con un ejército bisoño”; “aparte de ese relumbrón del nombre de Roma, ¿en qué se les puede comparar con vosotros?” que “habéis llegado hasta aquí desde las columnas de Hércules, desde el Océano, desde el último confín de la tierra, saliendo vencedores por entre tantos y tan salvajes pueblos de Hispania y Galia”.
Pero no es menos importante la comparación entre los líderes. Aquí lo hace utilizando su propia persona y la de su padre, Amílcar Barca, como modelo frente al rival a través de una pregunta retórica: “¿Es que yo, si no nacido, al menos criado en la tienda de mando de mi padre, general brillantísimo; yo, dominador de Hispania y de la Galia, vencedor además no ya de los pueblos alpinos, sino de los propios Alpes, que es mucho más, me voy a comparar con ese general de seis meses que abandonó a su ejército?”. A ello añade la confianza que hay entre ellos por los años de campaña: “No hay entre vosotros ni uno solo ante cuyos ojos no haya yo personalmente realizado en más de una ocasión alguna brillante acción de armas, ni uno solo a quien yo mismo, espectador y testigo de su valor, no pueda recordarle sus hazañas detallando fecha y lugar (…). Veo valor y energía llenándolo todo”.
Alfonso VIII no se refiere nominalmente al caudillo musulmán, pero sí compara ambos ejércitos, destacando los éxitos de la formación cristiana, bajo la unidad, lo que había permitido lograr grandes victorias: “Et uinien unos a otros et ayudauanse, et podían con los moros, ganado siempre tierra dellos, fasta que es la cosa uenida a aquellos en uedes uqe oy esta”.
Borrell también realiza menciones a sus oponentes para desacreditarlos y menospreciarlos, en este caso a los “caudillos” del bando contrario, como son Puigdemont y Junqueras. Sobre el primero dice: “No le reconozco que hable en mi nombre”; mientras que sobre el segundo afirma de él que “es un totalitario”.
A continuación sigue desacreditando a Junqueras, al que considera el ideólogo central de lo ocurrido con el “procés” más que al expresidente de la Generalitat, asegurando que tiene “el récord histórico de huidas de empresas de un país. En menos de quince días se han ido una de cada tres empresas de más de 50 trabajadores y aún tiene la poca vergüenza de decir que no pasa nada porque aún se han quedado 200.000”.
A pesar de las diferencias temporales existentes, se dan muchas similitudes en cuanto a los recursos empleados
Aliados. Otra de las similitudes registradas es la forma de apelar a todos aquellos que son aliados reales o potenciales, a los que también hacen referencia los tres líderes por la importancia que tienen a la hora de incrementar sus tropas para la campaña.
En el caso de Aníbal, sus alusiones son a todos aquellos que se fueron sumando a su ejército a lo largo de las campañas con guerreros de distintos pueblos, a los que pidió su lealtad y el mismo valor que los propios.
Aquí primero lanza un guiño a los aliados que califica de “muy leales y valientes”, mientras que a sus compatriotas les arenga diciendo: “Vosotros, los cartagineses, que estáis dispuestos a luchar por la patria y con una más que justificada indignación”.
Por su parte, Alfonso VIII se refiere de manera particularizada a los soldados castellanos, propios de su ejército y que calificada de «meiores omnes” y fieles servidores. A los naturales de otros reinos peninsulares (portugueses, navarros, aragoneses…) les apela a su sentimiento de pertenencia a un mismo país –“amigos, todos nos somos espannoles” – y al pasado común que les une en la lucha contra los musulmanes y a las penurias sufridas durante la invasión.
Por último, se dirige a los extranjeros de tierras ultramontanas, ya sean franceses, a uno y otro lado del Ródano, además de los de Lombardía, o alemanes a los que le recuerda la unidad en la fe.
Josep Borrell personaliza su mensaje entre los catalanes asistentes a la manifestación hablando de la trascendencia del momento y de la importancia que tiene el voto como culmen de la contienda para lograr la victoria. Pide la unión de todos porque “el día que votemos, botemos fuera al gobierno nacionalista de Cataluña”.
Respecto al resto de españoles, les hace una apelación directa, realizada a través de la televisión en directo, señalando: “Esta vez me voy a dirigir a los españoles, a los españoles que no son catalanes (…). Hemos de continuar viviendo juntos y para continuar viviendo juntos hay que extremar el respeto y reconstruir el afecto, aunque nos cueste”.
A modo de conclusión, se puede observar que, a pesar de las diferencias temporales existentes entre las tres intervenciones, se dan muchas similitudes en cuanto a los recursos empleados a la hora de arengar a los receptores del mensaje. La obligación de defender a la familia y al reino, la justicia de la causa que se salvaguarda, la valentía y el honor de las tropas (o votantes), la comparación entre los caudillos, la utilización de intervenciones personalizadas a los distintos aliados que conforman los bandos o el anhelo de un importante botín se recogen en las alocuciones de Aníbal, Alfonso VIII y Josep Borrell.
Ya sea el combate entre romanos y cartagineses, cristianos y musulmanes o independentistas y constitucionalistas, los oradores han buscado insuflar ánimo en sus seguidores para lograr una victoria ante sus rivales de maneras similares, adaptadas a su tiempo, pero como los mismos valores y carga sentimental, indistintamente del periodo histórico. La arenga, a lo largo de tres milenios, sigue siendo un recurso de gran efectividad para lograr los objetivos de cada colectivo.
1 Diccionario de la Lengua Española, Ed del Tricentenario. 2 Traducción española de la versión de J. A. Villar Vidal, Tito Livio, Historia de Roma desde su fundación. Tomo I: Libros XXI-XXV, Madrid, Gredos, 1993, pp.71-74 3 Iglesias, Carlos. 2010. Aproximaciones a las claves de la más reciente investigación sobre la arenga militar (2008-2010). En Talia Dixit V: 91-110. 4 Ibidem (pp 97).
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