Ramón Ramón  

@ramonramon

Director de Innovación Digital de la Institución Educativa ALEPH

Aunque nos enfrentamos a una nueva era de la comunicación política y de la forma de hacerla, hay algo que sigue siendo crucial para cualquier campaña: conectar y lograr la confianza del electorado.

Históricamente, la política ha sido definida como el arte de persuadir y, la democracia, como ese sistema político donde la ciudadanía elige, entre varias opciones, el proyecto que mejor garantiza el máximo desarrollo para la sociedad. 

En esta medida, las propuestas más exitosas son aquellas que se caracterizan por lograr una fuerte conexión con el electorado, así como representar sus intereses de la manera más coherente y asertiva posible.

Todo esto es imposible de lograr sin establecer un vínculo racional y emocional con los individuos y, claramente, sin trabajar en una imagen y reputación profesional. A continuación, planteamos algunas claves para construir una narrativa e imagen de campaña capaz de transmitir confianza y autenticidad.

Identifica qué quiere y necesita tu electorado

La vía más práctica para conectar efectivamente con el electorado y crear un vínculo basado en la confianza es comprender sus necesidades y problemas. En pocas palabras, nadie confiaría en quien no represente sus intereses. De ahí que sea fundamental conocer qué piensa o necesita la ciudadanía para plantear una propuesta basada en soluciones estratégicas. Un proyecto político competitivo será aquel capaz de hablar en un lenguaje cercano que resuene con sus expectativas.

Dada la diversidad que caracteriza las sociedades actuales, una pregunta crucial para cualquier campaña es ¿con qué tipo de electorado se quiere conectar? La respuesta a esto debe ser congruente con el tipo de proyecto político y candidato(a) que lo lidere. Ambos aspectos deben dirigirse conjuntamente para definir una línea narrativa que sea coherente y honesta, si lo que se pretende es el éxito.

En esta medida, conocer el electorado pasa, primero, por identificar tanto rasgos personales como sociales, culturales y/o del contexto. Es decir, para lograr hablar el mismo idioma que tu electorado, deberás comprender cuáles son sus preferencias, creencias, prioridades, valores y comportamiento.

Al respecto, los datos socio demográficos relativos a la edad, ingresos, nivel educativo, ocupación y género juegan un papel clave, ya que tienen un nivel de incidencia en otros aspectos, por ejemplo, los relativos a valores y creencias.

¿Qué dice el panorama y las tendencias políticas?

En un segundo lugar, además del tipo de votante y las características enunciadas, para construir una campaña con una narrativa e imagen que movilice desde la confianza y autenticidad también es vital evaluar el panorama político del momento.

Es decir, qué actitudes o tendencias ideológicas predominan, qué sentimientos sociales prevalecen y qué tipo de condiciones impulsa­n esto. O bien, ¿qué p­atrones de apoyo político o votación han destacado en elecciones previas?

Por ejemplo, en un clima de crisis económica, es común que se acentúen emociones relacionadas con la incertidumbre o d­esconfianza, lo cual puede hacer mucho más atractivos mensajes o proyectos políticos que apelen a la estabilidad, la inversión y el proteccionismo.

Por último, es fundamental prestar atención a los oponentes políticos, sus fortalezas y debilidades, así como los debates que se planteen en torno a temas o eventos de mayor controversia.

Estar atentos a todos estos factores va a contribuir a diseñar una línea narrativa y argumentativa diferente, congruente con la realidad política y representativa de los intereses del electorado.

Crear una imagen y marca personal coherente

La construcción de una imagen y marca personal es quizá uno de los aspectos más determinantes a la hora de lograr conectar activamente con el electorado. En efecto, nadie confiaría en quien no conoce o transmite intenciones negativas.

A diferencia de lo que sucedía hace décadas, hoy, fenómenos como la personalización de la política han favorecido que la ciudadanía acepte o se identifique con mayor facilidad con los líderes políticos que con sus partidos.

Lo anterior ha llevado a que la atención se centre mucho más en el individuo, su reputación y lo que esta transmite. Más allá del espectro político que lo respalde o incluso de su trayectoria política. Muestra de ello es el éxito que algunos personajes políticos, definidos como outsiders, han alcanzado en los últimos años en cargos tan representativos como la presidencia de los Estados Unidos.

La construcción de una imagen y marca personal es uno de los aspectos más determinantes para conectar activamente con el electorado

Qué aspectos definen una marca personal exitosa

Una imagen o marca personal exitosa es aquella que, fundamentalmente, logra:

1. Tener una coherencia estricta entre los valores, creencias y personalidad genuina del candidato. Por la desconfianza y apatía en la política, los ciudadanos están cada vez más atentos al nivel de autenticidad y naturalidad de los candidatos, lo que provoca que aquellas figuras que parezcan demasiado forzadas o falsas se enfrenten a una pérdida de credibilidad y relevancia más rápida.

2. Un equilibrio congruente entre cercanía y profesionalismo. Básicamente, este equilibrio se centra en saber apelar a las emociones del electorado y generar identificación, familiaridad y empatía, sin dejar de demostrar que se tienen las habilidades técnicas o profesionales para gobernar.

3. Diferenciarse de sus contrincantes y de los rasgos negativos del entorno político. En un panorama político saturado, la construcción de una marca personal permite distinguirse por encima de los rivales políticos y otros partidos.

Una marca personal permite impulsar una identidad y mensajes únicos, que ayuden a destacar y aumentar las posibilidades de obtener apoyo. A su vez, exige posicionarse con firmeza sobre aspectos relevantes y controvertidos, lo cual puede ser una oportunidad para promover posturas éticas, democráticas y en congruencia con los intereses del electorado.

4. Generar y promover conexión con la ciudadanía a partir de las experiencias personales y la c­otidianidad de la figura política. Esto abre la posibilidad de que los ciudadanos se identifiquen con el candidato(a), haciéndole más humano y cercano a sus realidades.

Aunque la imagen y marca personal definen la reputación y credibilidad de un candidato, el mensaje empleado es, en definitiva, lo que logra finalmente movilizar al votante para expresar su apoyo.

En un panorama político saturado, la construcción de una marca personal permite distinguirse por encima de los rivales políticos y otros partidos

Construir una narrativa persuasiva que movilice desde las emociones

Aunque la imagen y marca personal definen la reputación y credibilidad de un candidato, el mensaje empleado es, en definitiva, lo que logra finalmente movilizar al votante para expresar su apoyo.

Un mensaje bien segmentado, coherente, con carga emocional, auténtico, concreto y directo, puede convencer a un votante indeciso o incluso hacer que un ciudadano con desconfianza en la política decida participar en unas elecciones. +

Aunque la imagen y marca personal definen la reputación y credibilidad de un candidato, el mensaje es lo que logra movilizar al votante

A la hora de crear mensajes con mayor impacto, recuerdo y vinculación, hay que contemplar:

1. Coherencia y honestidad:

Aquí es crucial que exista una conexión genuina entre la imagen y marca personal del candidato con las necesidades, creencias y valores del electorado. Sin un mensaje que logre articular estos elementos, difícilmente la ciudadanía podrá identificarse con un proyecto político y, menos aún, sentirse representada por el mismo.

2. Segmentación:

Es común encontrar una amplia diversidad dentro de cualquier target definido por una campaña. Por eso, resulta vital saber dirigir el mensaje según segmentos de audiencia y, en función de ello, hablar su mismo lenguaje. Por ejemplo, no es lo mismo dirigir un mensaje a ciudadanos con afinidad ideológica que al segmento de indecisos. En cada caso, se requiere un enfoque, lenguaje y sentido de comunicación diferente para garantizar una mayor afinidad y conexión.

3. Claridad y simplicidad:

En congruencia con lo anterior, además de orientar los mensajes a un electorado específico, estos deben ser lo suficientemente sólidos y concisos como para comunicar los aspectos más relevantes y atractivos del proyecto político.

La ciudadanía conecta más fácilmente con conceptos simples y cercanos a su realidad, en lugar de aquellos demasiado técnicos o sofisticados.

4. Narrativa emocional

Cada vez se habla más del papel o impacto de las emociones a la hora de tomar decisiones. En el plano electoral se ha demostrado que, si bien hablar desde los datos o argumentos técnicos es importante para reforzar una imagen profesional y de experticia, lo que realmente permite conectar profundamente con la ciudadanía es dirigirse a su centro emocional. Para lograrlo, es altamente útil emplear herramientas como el storytelling, que permiten dirigir emociones a través de narrativas cotidianas, vivencias personales y anécdotas, incentivando así a la ciudadanía a empatizar, conmoverse o simpatizar con el candidato(a) y, por esa vía, con su proyecto político.

Perfeccione y renueve su enfoque continuamente

Finalmente, en tiempos que se caracterizan por ser de constante cambio y en los que el panorama político se transforma activamente, es común que, en cuestión de días, la narrativa predominante sea remplazada por otra según el ritmo de los hechos y la velocidad en la que se comparte la información.

Atender a estos ritmos y vaivenes es preciso para mantener una conexión activa y reflexiva con la ciudadanía y para transmitir la capacidad de adaptabilidad de un proyecto político. Para garantizarlo es útil emplear diferentes enfoques, formatos y mensajes, y probar su efectividad según la diversidad de canales empleados.

En definitiva, para construir una campaña política que conecte efectivamente con la ciudadanía desde una lógica de confianza y empatía es primordial plantear una estrategia narrativa que combine un alto grado de coherencia entre la imagen y marca personal y las necesidades del electorado, al tiempo que priorice la honestidad y autenticidad y que apele a las emociones a través de mensajes cuidadosamente segmentados.

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