Por Macarena Rodríguez @Macarena_rg Politóloga. Profesora de Protocolo y Eventos de la Universidad Camilo José Cela
A principios de mayo se sucedieron en el ámbito internacional dos ceremonias que simbolizaban el cambio de época en Japón y Tailandia, dos eventos en los que volvemos a ver al protocolo adquiriendo su verdadero significado, el de herramienta eficaz para trasladar el mensaje a sus públicos. Dos rituales llenos de simbolismo y significado que no dejaron indiferente. El protocolo a través del ceremonial se manifiesta como herramienta perfecta de comunicación.
El 1 de mayo Naruhito pasó a convertirse en el emperador 126 de Japón a sus 56 años tras la abdicación de su padre Akihito el día anterior. Tres días después, en Tailandia, el rey Vajiralongkorn fue coronado como Rama X a los 66 años. Dos actos en muy poco espacio de tiempo y con grandes similitudes y diferencias.
Ambos actos son rituales ancestrales, que, como cualquier otro rito, consisten en una organización minuciosa y la repetición de conductas, normalmente en ellos se identifican la sacralidad, simbolismo, orden y costumbre. En muchas ocasiones se menosprecian por la sociedad contemporánea por creerlos arcaicos y faltos de sentido, pero la cuestión reside en que no conseguimos ver el significado real que tienen para cada cultura y sociedad determinadas todos los elementos que nos encontramos en ellas.
Sacralidad
La primera característica del ritual es la sacralidad, es decir, aquello que está relacionado con lo divino. Se manifiesta en ambas ceremonias identificando el poder con la figura intocable del nuevo gobernante, se puede ver en la dinastía del emperador Naruhito, que lleva gobernando Japón desde el año 660 a.c. Según la leyenda son descendientes de la Diosa del Sol, Amaterasu, que entregó a su bisnieto Jimmu las reliquias y le encargó gobernar el país. Según estos mitos a los que se alude en cada una de las ceremonias rituales, la dinastía es directamente proveniente de los dioses y por lo tanto su persona sacra.
El protocolo a través del ceremonial se manifiesta como herramienta perfecta de comunicación
Esta condición se le vio mermada con el acceso al trono del emperador Akihito ya que fue el primero en acceder al cargo como “símbolo del Estado y la unidad del pueblo”, nuevo estatus ideado en la Constitución postbélica mediante el cual renuncia a ser sucesor de la Diosa del Sol y se compromete a velar por la paz tras la Segunda Guerra Mundial. Prueba de ello es que su ceremonia de entronización se realizó en Tokio, en lugar de Kioto, antigua capital imperial. Podemos encontrar esta similitud en el artículo 56 de la Constitución Española que indica “el Rey es el jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia”.
Por el contrario, en Tailandia está prohibido hacer crítica alguna a la figura del rey o la reina, acto que está castigado con penas de entre tres y quince años de cárcel. De este modo quien ostente el poder es intocable, lo que crea un aura aún mayor de sacralidad de cara al pueblo.
Simbolismo
La segunda característica de los rituales es el simbolismo. Las ceremonias están cargadas de símbolos. Este ya era utilizado por Aristóteles como herramienta política, en su hipótesis hace pensar que proviene de la raíz “to bulí”, parlamento colectivo, o lo convencionalmente aceptado. Es decir, el símbolo es capaz de expresar una idea conjunta del colectivo que lo hace suyo. El símbolo es un signo inacabado, se completa en la reunión de las partes que lo usan, por ello debe estar aceptado por la sociedad en la que se ve inserto y puede ser cualquier elemento o persona física.
El ceremonial representado en los ritos tiene como objetivo desde épocas inmemoriales la identificación del poder
El primero que nos encontramos en los dos casos es el propio hecho de la existencia del rey y del emperador como símbolos de la unidad del pueblo y representación del Estado, que ya les hace formar parte de esa idea colectiva de representatividad.
El segundo símbolo es el tipo de ceremonia, pues no es lo mismo proclamar que coronar. La proclamación tiene un sentido terrenal y se asocia con el deber de quien ostenta el poder de hacerlo ante los ciudadanos (o sus representantes) y jurando velar por la Constitución. La proclamación se ha realizado tanto en Japón como en Tailandia, si bien en este último se realizó en 2016 tras pasar el luto de tres meses por la muerte de su predecesor, el rey Bhumibol.
La coronación tiene carácter laico. Solo se ha podido ver en la ceremonia del rey de Tailandia y representa la importancia que tiene la corona como símbolo de la soberanía del monarca sobre el territorio. Además, a esta ceremonia se le añaden la purificación y el ungimiento, que es otra de las maneras que tiene un monarca de legitimar el poder teniendo el beneplácito de la religión. En Tailandia tradicionalmente no se hace a la vez la ceremonia de proclamación y la de coronación, se suceden unos años entre una y otra. En Japón todavía queda que Naruhito realice el próximo 22 de octubre la última ceremonia, de entronización, ante multitud de personalidades de todo el mundo.
El tercer símbolo es el espacio donde se realiza, los colores, los elementos utilizados y la disposición de los invitados. En Japón la ceremonia se realiza en el Salón del Pino, reservado para los acontecimientos más significativos en el Palacio Imperial tokiota, no es un espacio al que todos pueden acceder y no se realizan todo tipo de eventos en él.
Naruhito pasó a convertirse en el emperador 126 de Japón a sus 56 años tras la abdicación de su padre Akihito
La primera parte de la ceremonia es la que más cargada de simbolismo estaba, pues en un espacio completamente en silencio, los miembros del Gobierno le hacen entrega al nuevo emperador que se sitúa frente al trono y en una tarima (elevado, por encima del resto) de dos de los tres símbolos históricos antes mencionados, la espada (que tradicionalmente y en diversas culturas simboliza el valor) y la joya (símbolo de benevolencia); el último de los tres símbolos, el espejo, simboliza la sabiduría, y permanece en el santuario de Ise. Se le entregan también los sellos imperiales del Estado y del palacio. Estos objetos se entregan envueltos y nunca han sido vistos por ningún mortal, ni siquiera pueden verlos los emperadores, su recepción supone nuevamente la creación imaginaria de un estadio superior del emperador.
En el otro ritual analizado, los festejos se realizan durante varios días seguidos y se suceden varios escenarios, lo que es un símbolo en sí mismo, pero llama la atención que el rey Vajiralongkorn en el primer acto se encuentra sentado en el trono dorado, sobre una alfombra y con el trono original cubierto de oro al lado (más alzado, pero menos práctico), los súbditos que participan en la ceremonia, incluida su esposa, se acercan a él arrastrándose como polvo bajo sus pies, el rey por encima siempre. En otra de las ceremonias se puede ver al rey vestido con una túnica blanca con remates dorados (blanco es el símbolo de la pureza) y recibiendo la purificación del agua sagrada proveniente de 117 puntos distintos del país. En la última de las ceremonias, se puede ver al rey siendo portado en un trono por su guardia, elevado y sin tocar el suelo.
Posteriormente se puede observar al rey Rama X sentado en un trono octogonal de madera en el Gran Palacio y vestido con el traje tradicional bordado en oro (color amarillo de la casa real), en este momento el rey es ungido con aceites por ocho notables, entre ellos el primer ministro.
En Tailandia, el rey Vajiralongkorn es coronado como Rama X a los 66 años
Después de la ceremonia de purificación y el ungimiento se le hace entrega al rey de la corona de la victoria bajo un paraguas de 9 capas que simboliza su conexión con la vida celestial. La corona de más de 7 kilos y 66 centímetros de altura, tiene incrustaciones en oro y diamantes y él mismo la recibe y se coloca (nadie lo hace por él) y simboliza la morada del dios Idra en el monte Meru. El rey recibe a su vez la espada de la victoria, que simboliza su papel como guerrero que debe proteger a su pueblo, y el cetro real, símbolo de la justicia y equidad. En estos actos no se ha podido ver presencia alguna de representantes extranjeros, pero sí de diplomáticos.
Originariamente esta diferencia tenía gran importancia pues el poder de los reyes se les confería a través de los símbolos que se les otorgaban y que portaban en la ceremonia; y a través de quien le venía dado este mandato, el pueblo, Dios o ellos mismos. La simbología se hace necesaria para dotar al soberano de la legitimidad para ostentar el poder.
Orden
La tercera característica de los rituales es el orden. Todo acto ritual tiene un esquema previo de organización fruto de la sucesión de este acontecimiento en el tiempo y de la preparación que lleva su ejecución. Se puede ver en la duración que ha llevado preparar ambos actos y la relación de acontecimientos en cada uno de ellos. La precedencia en la posición es importante en el escenario o trono, donde se puede ver a los varones a la derecha (mirando desde atrás) y a las mujeres a la izquierda de ellos. En el caso del emperador de Japón, han sido tres años los que han separado la decisión de abdicar del emperador Akihito hasta que se ha celebrado el traspaso de poder, era la primera abdicación en dos siglos. Ocurre de igual manera en Tailandia, tras fallecer el anterior rey en 2016 y pasar la época de luto no ha sido hasta ahora casi tres años después cuando se ha procedido a coronar al monarca.
En la tradición nipona además del acto de entrega de reliquias antes mencionado, se produce un segundo acto en el que estaban presentes 266 representantes políticos e institucionales y los miembros de la familia real, el acto no duró más de 10 minutos, al igual que el anterior, en él Naruhito pronunció su primer discurso. Dicho discurso le fue entregado solemnemente por la persona encargada que lo portaba con ambas manos, una vez frente al emperador realiza la reverencia de 90 grados destinada a los emperadores y sube a la tarima entregándolo y haciendo nuevamente la reverencia. A la hora de volver a su posición se realiza de espaldas para no dar la misma al propio emperador.
El protocolo ceremonial nos permite comunicar, todo comunica y nada está diseñado en estos actos para que quede al azar
Ocho días después, Naruhito, vestido con el traje tradicional en color ocre, visitó los Tres Santuarios del palacio imperial de Tokio para informar a los dioses de su próxima entronización en octubre. Este ceremonial se lleva acabo por el emperador y su esposa que están flanqueados por las reliquias que le otorgaron semanas atrás.
La organización de las ceremonias de coronación del rey Rama X, se suceden durante tres días y en ellas participan las instituciones del estado, Familia Real y su Consejo Privado, con la ayuda de 10.000 miembros de las fuerzas de seguridad y más de 27 millones de euros.
Costumbre
La cuarta y última característica de los rituales es la costumbre, que se vuelve ley a fuerza de realizarse y que permite recurrir a ella en caso de no regulación alguna. En las ceremonias tratadas observamos que la tradición nipona sigue con la costumbre de no permitir a las mujeres estar presentes en la entrega de los símbolos nacionales. En la sala durante la entrega de las reliquias no estaba la ya emperatriz Masako, puesto que la ley que rige la institución establece que las mujeres de la familia real no pueden estar presentes en el momento en el que el nuevo monarca recibe los Tesoros Sagrados que simbolizan la sucesión legítima. Sin embargo, la normativa no pudo impedir que entre los asistentes estuviera una mujer por primera vez en la historia, una ministra, Satsuki Katayama, a la que se le permitió acceder en su calidad de integrante del Gobierno.
En cuanto a la tradición tailandesa nos llama la atención el hecho de que ningún súbdito pueda estar por encima del rey que está sentado en el trono durante toda la ceremonia. Por lo que vemos escenas curiosas de la reina acercándose a él arrastrada, o a los súbditos acercándose a los nuevos emperadores también de rodillas para ser bendecidos por estos.
Al finalizar la ceremonia el rey Rama X indicó “protegeremos, conservaremos y continuaremos el reino con virtud y para el beneficio y la felicidad eterna del todo el pueblo”, son las mismas palabras que dijo su padre cuando ascendió al trono y que mantienen la idea de hacer referencia a las tradiciones, costumbres y antepasados que legitiman la tarea encomendada en su persona.
Como se ha podido ver, todo el ceremonial representado en los ritos tiene como objetivo desde épocas inmemoriales la identificación del poder, su sacralidad y la legitimación de aquel que lo ostenta. Hoy en día podemos ver menos ceremonias como las analizadas aquí, y las que vemos se suceden con menos boato y más cercanía a la sociedad, pero lo que nos debe quedar claro es que el protocolo, a través del ceremonial, nos permite comunicar, que todo comunica y que nada está diseñado en estos actos para que quede al azar.
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