Por Antonio Troccoli. @AntonioTrocco,
Máster en Comunicación Política UNAV
Cuatro años más tarde, los ecuatorianos asistieron a las urnas para las seccionales. El domingo 5 de febrero, con 7 papeletas en frente, optaron por los nuevos alcaldes, prefectos, concejales, Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), y contestaron un referéndum de 8 preguntas planteadas por el gobierno. Cerca de 62.000 candidatos para 5.667 dignidades.
Días antes de las elecciones, se registraba un porcentaje de voto indeciso que, según la encuestadora Cedatos, alcanzaba el 57,3% para las alcaldías, el 56,8% para las prefecturas y un 48,5% para el referéndum. A pesar de que estos datos reflejaban que por lo menos 5 de cada 10 ecuatorianos no sabían por quién o qué decantarse, las campañas marcaron su estrategia con laxas y prematuras estimaciones de voto. El resultado: se reconfiguró el tablero político y los candidatos de la Revolución Ciudadana, movimiento del expresidente Rafael Correa se impusieron en las principales ciudades y provincias del país, tomando como bastión Quito y Guayaquil.
¿Por qué sorprenden estos resultados? Porque los datos proporcionados por las principales casas de sondeo, tanto en tracking poll como en exit poll, fallaron en todas sus predicciones. Market Asesores y Perfiles de Opinión, dos de las más relevantes en el país, estimaron que, en Quito, el candidato y ex alcalde Jorge Yunda ganaría las elecciones frente al candidato correísta Pabel Muñoz, con una diferencia de 10 puntos. Nada más lejos de la realidad. El día de las elecciones, según Market, el exit poll reducía dicha ventaja a un 1% de diferencia. Una vez alcanzado el 52.07% del escrutinio, se dieron las sorpresas. Alrededor de las 22:45 del domingo, Yunda reconocía la victoria del candidato correísta, que en ese momento llevaba la ventaja de un 3%.
Guayaquil, la segunda ciudad más importante de Ecuador, también sorprendió. Los resultados de la jornada electoral marcaron el fin de una era del Partido Social Cristiano (PSC) al frente de la ciudad, 31 años en la alcaldía. Las encuestas le daban el triunfo a la actual alcaldesa Cynthia Viteri. Al cierre de las urnas, el exit poll de Market ratificaba los datos proporcionados antes de las elecciones, dándole una ventaja de 10 puntos sobre su rival, el correísta Aquiles Álvarez. A día de hoy, Álvarez se ha convertido en alcalde de Guayaquil con la misma diferencia que se le otorgaba a Viteri. Sin nadie predecirlo, el PSC ha perdido su estandarte de representación en el mapa político ecuatoriano.
Entonces ¿qué papel han jugado las encuestas en estas elecciones? El fracaso de los sondeos de intención de voto podría deberse a varias razones coyunturales. Una de ellas podría atribuirse al bien conocido fenómeno de la espiral del silencio de Noelle-Neumann (1977). Para la autora, los periodistas, tertulianos y figuras públicas pueden crear una opinión mayoritaria, una narrativa que no necesariamente refleja la realidad. De esta manera, por miedo a sentirse aislados, las personas mienten o silencian sus posturas cuando estas no coinciden con las de esta supuesta mayoría. Sin embargo, la imprecisión de las encuestas parecería responder más a los intereses de quienes las produjeron que al proceso de elaboración de sí mismas. Pretender influir en el voto a través de las encuestas en redes sociales y medios de comunicación no suena descabellado, todavía más cuando las elecciones en Ecuador estuvieron marcadas por un porcentaje de indecisos, que en algunos casos supera el 50%.
Los sondeos en general daban por cierta la posibilidad de que Guillermo Lasso obtenga un triunfo en su referéndum, el cual perdió con contundencia. De igual manera, pasaron por alto la victoria de los candidatos correístas y lo más curioso: en varios casos, sus datos resultaron favorables a quienes los contrataron. Lo cierto es que existe la gran probabilidad de que muchos ecuatorianos que, por deseo, convicción o falta de opción, decidieron votar por el correísmo, se abstuvieron de revelar su voto o inclusive mintieron acerca de él. Con esto no pretendo desacreditar las encuestas como una herramienta valiosa para la estrategia política. Por el contrario, la información sociológica extraída con detalle y trasladada con rigurosidad a la estimación de voto es fundamental para los profesionales de la comunicación política electoral y de gobierno. Es importante entender que las encuestas no pueden responder con verdades absolutas a dinámicas sociales y políticas tan complejas. En el Ecuador el inconformismo con el proyecto de Lasso crece de la mano de la inseguridad y la violencia que se vive, y las sorpresas de estas elecciones se mantuvieron guardadas esperando hacer un llamado de atención en las urnas. Los datos y las encuestas no tuvieron previsión sobre ello y no supieron interpretarlas.
Deja un comentario