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Elecciones en Estados Unidos desde la mirada de la corresponsalía
Por José Luis Izaguirre, @jl_izaguirre92
Dori Toribio
Periodista y corresponsal en Washington, donde lleva informando sobre la política y realidad estadounidenses desde 2010 para diversos medios. Actualmente trabaja en The Washington Post y las cadenas de televisión Cuatro y Telecinco, pertenecientes al Grupo Mediaset.
Vanessa Jaklitsch
Periodista y corresponsal en Washington. En la actualidad, colabora con Antena 3 Televisión, el periódico LA RAZÓN y el canal internacional de noticias NTN24. Imparte clases de Periodismo y Comunicación en Atresmedia Formación y coordina la relación con medios de comunicación para el sector privado del Banco Interamericano de Desarrollo (BID Invest).
«Pese a que sus cifras de aprobación son bajas, el porcentaje de estadounidenses que confía en la gestión económica de Trump sigue siendo más alto que el de sus rivales»
Dori Toribio
Periodista y corresponsal en Washington, donde lleva informando sobre la política y realidad estadounidenses desde 2010 para diversos medios. Actualmente trabaja en The Washington Post y las cadenas de televisión Cuatro y Telecinco, pertenecientes al Grupo Mediaset. Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Valencia, máster de Radio por la Universidad Complutense de Madrid, máster de Comunicación Política del Instituto Universitario Ortega y Gasset y observadora electoral para misiones de la OCDE y la UE por la Escuela Diplomática. Anteriormente fue corresponsal jefa en Estados Unidos de RNE.
Lleva dos temporadas al frente del podcast Los Hilos de Washington, fuente fundamental para seguir la actualidad política de Estados Unidos.
«Las elecciones presidenciales del 3 de noviembre son, más allá de una cita electoral, un referéndum a Trump y a sus cuatro años de gestión en la Casa Blanca»
Vanessa Jaklitsch
eriodista y corresponsal en Washington. En la actualidad, colabora con Antena 3 Televisión, el periódico LA RAZÓN y el canal internacional de noticias NTN24. Imparte clases de Periodismo y Comunicación en Atresmedia Formación y coordina la relación con medios de comunicación para el sector privado del Banco Interamericano de Desarrollo (BID Invest).
Cuenta con más de 15 años de experiencia profesional como directora, presentadora y redactora de programas de televisión y radio, como Localia Canal 4, TV Azteca, Cadena Ser, Onda Cero y Antena 3 TV. Como especialista en Comunicación Institucional y Corporativa, implementó estrategias de comunicación en diferentes áreas y proyectos del BID, coordinó el proceso editorial, el boletín de noticias, la relación con los medios, organización de eventos, redes sociales y campañas de comunicación y marketing. Ha trabajado como consultora de comunicación en otros organismos internacionales, como la Organización de los Estados Americanos (OEA) y Pan-American Development Foundation (PADF) tras el terremoto de Haití. Enviada especial de Antena 3 Noticias en Haití, así como del Grupo PRISA en Londres, Polonia y Barcelona.
Presentadora y maestra de ceremonias en eventos internacionales, como Women Economic Forum Latinoamérica, el 60 Aniversario del Banco Interamericano de Desarrollo y el 50 Aniversario de la Fundación Vicente Ferrer. Ha publicado reportajes en The Washington Post, FORBES, la revista Momento en México y LocalArt en España. Co-fundadora de la plataforma DCSpaniards.org, Embajadora de la Fundación Vicente Ferrer y miembro de la Junta de Asesores de la Fundación Operation Hope Renewed, que apoya a veteranos de guerra en Estados Unidos. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra, donde también obtuvo un Máster en Empresa, tiene la especialidad Social Media Management por la Universidad de Georgetown.
1.- En 2016, el presidente Donald Trump se enfrentó a una candidata fuerte del Partido Demócrata: Hillary Clinton. Sin embargo, ganó las elecciones. En 2020, el Partido Demócrata presenta el tándem Biden-Harris. ¿Es una candidatura a la que Trump debe temer? ¿Creéis que es más fuerte que la candidatura de 2016?
Dori Toribio:
Estas elecciones son un referéndum a la presidencia de Donald Trump, que asegura que no tiene miedo a esta fórmula presidencial demócrata. Por una razón: el peso está en sus fortalezas y debilidades, más que en las de sus rivales políticos. La pregunta central de este 2020 es si Trump ganará o perderá la reelección. En la historia de Estados Unidos, los presidentes tienden a ser reelegidos, salvo circunstancias muy concretas. Nadie sabe aún si este será uno de esos años excepcionales, en medio de una pandemia que ha causado 200.000 muertos y con gran malestar social en el país. Las encuestas apuntan a que Trump ha remontado en las últimas semanas en algunos estados clave donde ahora las cosas están más ajustadas, como en Florida, Wisconsin, Arizona o Carolina del Norte. Eso significa que todo o casi todo va a depender de la participación electoral, igual que ocurrió en 2016. Entonces se combinaron dos factores. Trump consiguió movilizar y mantener a un importante sector de republicanos y a un fiel núcleo de votantes propios, mientras que millones de demócratas se quedaron en casa o votaron a terceros partidos, especialmente en Michigan, Wisconsin y Pensilvania, los estados finales que decantaron el voto electoral y dieron la presidencia a Trump por menos de 100.000 votos.
El interrogante ahora es si Joe Biden y Kamala Harris tienen la fuerza suficiente para generar una mayor movilización del voto demócrata esta vez, especialmente de las minorías que se abstuvieron hace cuatro años.
Ellos insisten en que sí, porque muchas cosas han cambiado desde entonces y hablan de unas elecciones “de vida o muerte”. Su campaña está apuntando también a independientes o conservadores decepcionados con el presidente estadounidense. Y necesitan hasta el último voto, si, como parece, la apuesta es recrear la fórmula de la llamada “coalición de votantes” de Barack Obama. Siempre se ha dicho que Biden tiene, entre otros, un problema de falta de entusiasmo entre las bases de votantes, y la selección de Harris va dirigida a potenciar exactamente eso. Otra de sus fortalezas es la diversidad de esta fórmula presidencial, mayor que en 2016. Pero Trump tiene un núcleo de seguidores muy leal, además de una aprobación que roza el 90 % entre republicanos después de cuatro años en la Casa Blanca. Pese a que sus cifras de aprobación son bajas, el porcentaje de estadounidenses que confía en su gestión económica sigue siendo más alto que el de sus rivales. Los conservadores también aplauden sus nombramientos de jueces conservadores en el Tribunal Supremo. Otro dato importante: según la última encuesta de Pew Research, la razón número uno por la que los seguidores de Biden dicen querer votarle es que “él no es Trump” con un 56 %, seguido después por su capacidad de liderazgo (19 %) o experiencia y posturas políticas (9 %). Esto confirma que estas elecciones, como tantas presidenciales en las que hay una reelección en juego, giran en torno a Donald Trump.
Vanessa Jaklitsch:
La victoria de Trump fue una sorpresa para él mismo y, con toda probabilidad, una lección aprendida para todos en general, pero especialmente para los demócratas en particular: no subestimes a tu adversario ni des nada por supuesto. Aunque hay quienes consideran que el establishment que postuló a Hillary Clinton ha vuelto a imponer sus ideales en la candidatura de Joe Biden, muchas cosas han cambiado desde 2016. Por primera vez, los demócratas presentan a una candidata a la vicepresidencia que, además de ser de origen indio y afroamericano, podría convertirse en candidata a la presidencia en 2024. Biden anunció que, de ganar las elecciones y convertirse en el presidente de mayor edad en la historia de EE. UU., no optaría a la reelección.
Las elecciones presidenciales del 3 de noviembre son, más allá de una cita electoral, un referéndum a Trump y a sus cuatro años de gestión en la Casa Blanca. La candidatura demócrata Biden-Harris es, bajo ese contexto, más fuerte que la anterior no sólo porque los elegidos representan dos voces muy distintas del partido, sino porque además Trump sabe que ha tensado mucho la cuerda con una buena parte de su electorado y, sobre todo, con el resto de la sociedad estadounidense. Lo sabe el presidente y lo saben sus rivales políticos, que han intentado mantener un perfil bajo para diferenciarse de Trump y que sea él mismo, en primera línea, quien desgaste su propia imagen y dependa de sí mismo para ganar.
2.- Una de las cuestiones más polémicas y, posteriormente, más estudiadas acerca de las elecciones presidenciales de 2016 fue el efecto decisivo que tuvieron las fake news en la victoria de la candidatura republicana. Con esta experiencia previa, ¿tenéis la sensación de que esta vez se está haciendo un mayor esfuerzo por controlar este aspecto?
Dori Toribio:
Nunca sabremos el efecto electoral real de las fake news en 2016, porque es difícil de cuantificar en términos de voto. Lo que sí sabemos es que el peligro de la desinformación no ha terminado. Aquí se han publicado diversos análisis recientes de la proliferación de noticias falsas y teorías de la conspiración virales en estados como Florida, que están afectando especialmente a los votantes latinos y buscan dañar la candidatura de Joe Biden. También hay ejemplos en Wisconsin, vinculados a QAnon. La revista Time habló de “teorías de la conspiración que están definiendo las elecciones de 2020 y tambaleando la fundación de la democracia estadounidense”. Esto ha generado numerosos debates aquí, sobre todo cuando el presidente Trump o su entorno de campaña y gobierno se hacen eco de estas noticias falsas o videos manipulados en las redes sociales. El resultado es que se genera una gran cantidad de ruido que lo enturbia todo y dificulta la recepción de la información importante para los ciudadanos, especialmente en una época convulsa como la que estamos viviendo.
El peligro de la desinformación no ha terminado
Vanessa Jaklitsch:
La guerra abierta de Trump contra los medios le ha funcionado muy bien para ganar adeptos y, sobre todo, para hacer llegar su mensaje directamente y sin filtros a través de su cuenta de Twitter. Un uso de redes sociales sin precedentes en un cargo como el suyo y que ha cambiado totalmente las reglas del juego en el mundo del periodismo y la dinámica de trabajo para los corresponsales en Washington. Ya no tenemos que esperar a que se convoquen ruedas de prensa, sino que ahora la cuenta de Twitter del presidente de EE. UU. marca la agenda informativa diaria.
La publicidad, aunque negativa, es publicidad. Recuerdo que Trump acaparaba horas y horas en todos los medios, incluso hablando mal de ellos, como candidato durante su campaña presidencial de 2016. Ésa fue, sin duda, una de las claves de su éxito. La gente se acostumbró a verle a todas horas, volando en su avión privado y, de manera inconsciente, resultó más fácil visualizarlo a bordo del Air Force One.
Su estrategia hace cuatro años fue, sin duda, atacar a los medios. De hecho, esa táctica de las fake news todavía hoy le sigue funcionando.
Pero en esta campaña de 2020 hacia su reelección parece haber optado también por dirigir buena parte de sus esfuerzos hacia el lema ya utilizado con éxito por Nixon en 1968, “Ley y orden”, con un contexto parecido, para frenar la indignación de las protestas raciales extendidas por todo el país. En el caso de su predecesor, por la muerte de Martin Luther King. En el caso de Trump, tras la muerte del afroamericano George Floyd en Mineápolis a manos de la policía.
3.- Los vetos, acusaciones e intentos de deslegitimación hacia los medios han sido una constante en la trayectoria presidencial de Donald Trump, llegando incluso a producirse incidentes que se han convertido en virales. ¿Cómo valoráis la relación conflictiva de Trump con los medios de comunicación?
Dori Toribio:
Trump empezó su guerra contra los medios en el mismo momento en el que se lanzó a la presidencia. Y no es casual. Es una de sus armas políticas y electorales más potente y eficaz. Sus ataques a la prensa y su tensa relación con los periodistas siempre han sido muy aplaudidos entre su núcleo duro de seguidores. Y lo siguen siendo. Trump aprovechó el momento de baja credibilidad que vivían los medios hace cuatro años para profundizar en esa grieta y amplificarla. Es una estrategia tan antigua como efectiva: establecer un enemigo común, alimentar el enfrentamiento y cuestionar la legitimidad de las informaciones. Hasta ahora al presidente de Estados Unidos le ha funcionado esta guerra que es muy peligrosa en cualquier democracia, de ahí la importancia de seguir haciendo nuestro trabajo.
Vanessa Jaklitsch:
A veces resulta complicado realizar con normalidad nuestro trabajo, no es fácil ser corresponsal en Washington en estos momentos. Por muchas razones de fondo, pero también de forma. Nos hemos convertido en una especie de objetivo de ataque, no sólo por la gestión de la Administración sino también entre una buena parte de la población que la apoya.
Dicho esto, y precisamente por la misma razón, la función del periodista y la labor de los medios de comunicación es esencial en los tiempos que vivimos. Informar con rigor y contrastar esa información que se publica al instante y sin filtros. Es un momento histórico apasionante, único e irrepetible. A título personal, tener la oportunidad de estar en primera línea informativa es un enorme desafío y, a la vez, una gran responsabilidad. Sin duda, los riesgos también se multiplican, pero la vocación siempre está por delante.
Te voy a contar una anécdota. Nosotros, con Antena 3, fuimos los primeros en tramitar y obtener la visa de periodista con el presidente Donald Trump en la Casa Blanca. Y no fue fácil. No sólo porque todo el personal de la Embajada acababa de renovarse, sino porque el proceso para solicitar el visado también se había modificado. Hasta entonces, una carta firmada por el medio te avalaba como periodista española en EE. UU. Pero, con la llegada de Trump al poder, el proceso se volvió más complejo y fue necesario demostrar esa garantía bajo contrato de la empresa y muchos documentos más. A final lo conseguimos y, de hecho, acabamos convirtiéndonos en el punto de contacto para futuros periodistas. Pero esa situación sirvió de ejemplo de cómo iban a cambiar las cosas desde entonces.
Nos hemos convertido en una especie de objetivo de ataque, no sólo por la gestión de la Administración sino también entre una buena parte de la población que la apoya
Otras veces, la tensión que se respira día a día en el ambiente se traslada a lugares tan inesperados como un aeropuerto. Incluso teniendo visado de no inmigrante, permiso para residir y trabajar aquí durante años, los agentes de la aduana están autorizados, cuando entras al país, a incomodarte con sus preguntas. Conozco muchos casos cercanos. Una de las últimas veces que yo misma regresé después de haber estado unos días en España por trabajo, después de diez años en Estados Unidos, tuve que reírme para quitarle importancia a la pregunta de si yo era fake news. Lo nunca visto.
4.- Durante el mandato de Trump, se han sucedido diversas protestas sociales. Desde un primer momento, el movimiento feminista salió a las calles para mostrar su rechazo al presidente. Este año, el movimiento Black Lives Matter se ha hecho muy fuerte entre la población. Primero, ¿cómo se viven estas reivindicaciones en Estados Unidos? ¿Es difícil mantener la cobertura informativa sobre estos temas?
Dori Toribio:
Es difícil mantener la cobertura informativa general en un año tan complicado en el que se cruzan tantas variables distintas. En lo referente a las protestas pacíficas contra el racismo y la violencia policial, ahora mismo aún continúan en Estados Unidos, aunque ya no atraen tanta atención mediática porque son más reducidas o porque los incidentes violentos han ocupado la mayor parte de los titulares. Aquí en Washington hay manifestaciones casi todos los fines de semana, en las que insisten en que el problema no se ha terminado y luchan por lograr cambios institucionales y políticos. La cobertura informativa es complicada debido a que son temas complejos con profundas raíces históricas y culturales, que además generan una gran división en Estados Unidos. Para muchos ciudadanos este es un debate esencial en 2020 que debió resolverse hace décadas y que conjuga argumentos racionales y emocionales. Hay frustración, miedo, cansancio, preocupación, aplausos, rechazo… Lo que hace que este asunto sea aún más difícil de cubrir justo en este momento es la pandemia. Hemos pasado días y horas en estas concentraciones masivas, con momentos de gran tensión, enfrentamientos y disturbios. A las precauciones que hay que tomar en este tipo de coberturas, este año se suman las del coronavirus.
Es difícil mantener la cobertura informativa general en un año tan complicado en el que se cruzan tantas variables distintas
Vanessa Jaklitsch:
El movimiento #MeToo, que movilizó a millones de personas a salir a las calles de las principales ciudades del país tras la investidura del presidente Donald Trump, sentó sin duda precedentes y vino para quedarse. No sé qué tanto han cambiado las cosas desde ese 2017, pero es una realidad que la impunidad con la que hasta ahora actuaban tantos hombres poderosos sobre las mujeres ya no existe de la misma manera y ahora seguro que se lo piensan dos veces antes de repetir conductas del pasado en esa dirección.
Aunque en algunas ocasiones sea difícil mantener la cobertura informativa, es más necesario que nunca hacerlo. Necesitamos contar de primera mano lo que está pasando, alzar la voz de aquellos que sufren injusticias y no tienen visibilidad ni recursos para denunciar sus casos. Hay que implicarse en las historias personales, salir a la calle, estar en el lugar de la noticia y ser fieles testigos de la realidad. Es imprescindible llegar hasta la raíz del problema y cambiar, poco a poco, la mentalidad. En ese sentido, me parece que la gente joven está mucho más concienciada y motivada hacia el cambio para resolver los problemas de fondo que afectan al conjunto de la sociedad estadounidense.
5.- No podemos dejar de comentar el efecto que ha tenido el COVID-19 en Estados Unidos. Con casi 200.000 fallecimientos por la enfermedad y con el desempleo cerca del 20 % cuando en febrero estaba en el 3,5 %. ¿Cuál es la percepción de la ciudadanía estadounidense de la gestión de la crisis?
Dori Toribio:
Según las últimas encuestas, más de la mitad de los estadounidenses desaprueba la gestión de la pandemia de Trump y un 68 % de ciudadanos no confía en lo que dice el presidente sobre el coronavirus.
Estas son cifras muy altas y son el resultado de lo que se considera una reacción tardía de la administración estadounidense frente al coronavirus a principio s de año. Pero al mismo tiempo, Trump tiene alrededor de un 40 % de aprobación general. La cifra era algo más alta al comenzar 2020 y algo más baja durante los meses de verano, pero la media sigue siendo esa, según Gallup. Esto es importante subrayarlo, porque Trump ha conseguido mantener un 40 % de aprobación durante sus cuatro años en la Casa Blanca pase lo que pase, incluso en los peores momentos y las más fuertes polémicas. No es un porcentaje alto para un presidente en su primer mandato, pero sí es un porcentaje estable. Y eso es una fortaleza. Además, las principales preocupaciones de los votantes estadounidenses este 2020 son la economía, la sanidad y los nombramientos del Tribunal Supremo. En cuarto lugar, está el coronavirus, con una división política notable. Según Pew Research, para un 82 % de demócratas la pandemia es un factor prioritario de voto. Solo un 39 % de republicanos dicen lo mismo. En otra reciente encuesta en Wisconsin de The Washington Post y ABC News, un 75 % de votantes de Biden dicen estar preocupados por si su familia se contagia del coronavirus, mientras entre votantes de Trump esta cifra cae el 23 %. Es una grieta importante, en la que asoma la profunda polarización que vive Estados Unidos en cuanto a los asuntos importantes del país.
Vanessa Jaklitsch:
Aunque parezca mentira, la percepción no es tan mala. Las encuestas dicen que la popularidad de Trump, lejos de disminuir, tiende al alza. Recientes sondeos aseguran que, en cuatro estados indecisos, conocidos como “bisagra” – Minesota, Nevada, Nuevo Hampshire y Wisconsin – una mayor proporción de votantes cree que “abordar la ley y el orden” es un tema de campaña más importante que “abordar la pandemia de coronavirus”.
Trump es un experto en desviar la atención hacia donde más le interesa y la pandemia no ha sido una excepción
Los devastadores efectos de la pandemia y su consecuente crisis económica han golpeado con fuerza a EE. UU., el país rico más afectado del mundo en cuanto a víctimas, pero la sensación del estadounidense es la de que el presidente no pudo hacer nada para evitar esta pandemia porque China ocultó la información. Las históricas cifras de desempleo de hace unos meses han remontado en tiempo récord, bastante por encima de los pronósticos que auguraban una lenta recuperación.
Trump es un experto en desviar la atención hacia donde más le interesa y la pandemia no ha sido una excepción. El legendario periodista Ron Woodward acaba de confirmar que Trump ocultó la gravedad del coronavirus en febrero. Lo hizo, al parecer, “para no causar pánico” entre la población, pero esas declaraciones tampoco han tenido consecuencias. Nos hemos acostumbrado a lo extraordinario con este presidente. Ni un impeachment, ni escándalos sexuales, ni la imputación de delitos contra varias personas cercanas a él han terminado con su mandato.
6.- ¿Dónde cree que estará la clave para que uno u otro candidato consigan ganar en los «Estados bisagra» (swing states)?
Dori Toribio:
La clave estará en la participación. Todo depende de quiénes salgan a votar y quiénes decidan quedarse en casa o no votar por correo, especialmente durante una pandemia. La campaña de Trump está centrada en que el núcleo duro de votantes del presidente vuelva a las urnas en noviembre, sobre todo votantes blancos mayores de 55 años. Además, en muchos de los estados clave, los ojos están puestos en las minorías. Qué ocurrirá con el voto afroamericano, más concretamente de las mujeres afroamericanas, en estados como Pensilvania, Michigan o Wisconsin. Y qué ocurrirá con el voto latino en estados como Nevada o Florida, que ahora está muy disputado entre ambas campañas y que va a ser un sector de votantes esencial este 2020.
La campaña de Trump está centrada en que el núcleo duro de votantes del presidente vuelva a las urnas en noviembre, sobre todo votantes blancos mayores de 55 años
Vanessa Jaklitsch:
Esa es una de las grandes incógnitas todavía. No sabemos lo que va a pasar, pero lo cierto es que lo que vemos en las grandes ciudades no es la realidad del país. La “América profunda” representa una gran parte de la población y su voto puede ser decisivo en las urnas. Estados Unidos no es el país que vemos en las películas. Aquí, en plena pandemia, cerca de 30 millones de personas no tienen seguro médico. Más de 40 millones de estadounidenses viven bajo el umbral de la pobreza, incluso datos de académicos subrayan que en realidad 100 millones son “casi pobres”, es decir, un tercio de la población. Y la media de consumo de televisión ronda las cuatro horas diarias. Bajo todo ese contexto, los mensajes populistas y los resultados más inmediatos van a ser siempre más efectivos a la hora de mantener el interés del electorado.
En algunos de esos estados clave se registran los peores datos de pobreza y precisamente también algunos de los recientes disturbios raciales están sucediendo en estados como Wisconsin o Minnesota, cuyos votos podrán ser decisivos para el resultado final de los comicios. Pero ¿qué va a suceder? Es un misterio. Trump sigue teniendo muchas opciones de salir reelegido. Aunque los demócratas hayan ganado apoyo y confianza estos meses, la base electoral de Trump parece mantenerse intacta: quien le votó en 2016 volverá a hacerlo ahora. Los que le apoyan lo hacen de manera incondicional, incluso creen que el presidente ha cumplido sus promesas electorales. Además, dice la tradición que los presidentes de EE. UU. que aspiran a su reelección siempre la ganan. También se dice que hay un “voto escondido” para Trump, es decir, quienes nunca reconocerían en público que van a votar por él, pero luego lo hacen. Tal vez se revierta esta vez a favor de los demócratas que, junto al “voto desmotivado” de los que nunca acuden a las urnas, sumen el apoyo suficiente para gobernar. Entre ellos, muchos republicanos desencantados con la inestabilidad e incertidumbre que ha caracterizado a su presidente.
Todavía nos queda mucho por ver, aún todo es posible. Como me dijo John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional de Trump, en una entrevista para La Razón el mes pasado: “Dos meses, en términos políticos estadounidenses, son una eternidad”. El presidente Donald Trump está a tiempo de anunciar la conocida como “sorpresa de octubre” para aumentar su popularidad y reforzar su imagen de cara a la reelección.
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