El Diccionario Enciclopédico de Polarización Política y Emociones abre un camino a una comprensión más general de la polarización

Irene Núñez

@Irenuqui

Consultora de Comunicación política e institucional

Se acaba de presentar el Diccionario Enciclopédico de Polarización Política y Emociones, un proyecto colectivo en el que han colaborado 37 mujeres y 34 hombres de más de diez países. Está editado por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales e impulsado por la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (ALICE) y para su elaboración se ha optado por dos enfoques disciplinares complementarios: la ciencia política y la comunicación política.

Para profundizar más en él, charlamos con Ismael Crespo Martínez, catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Murcia y presidente de ALICE 2012-2018.

¿Cómo y por qué surge la idea de elaborar un diccionario de polarización política y emociones?

La idea de elaborar este diccionario surge a raíz de que el término `polarización´ se convirtiera en la palabra del año, según la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), en 2023. Nos pareció oportuno a un conjunto de académicos de España, EE.UU. y Europa que trabajamos sobre este fenómeno y que además teníamos la experiencia de haber hecho el Diccionario de Comunicación Política, que también nos publicó el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales en 2015 y 2016. Nos parecía un formato muy interesante para presentar este fenómeno a público diversos.

¿A quién se dirige este diccionario y qué formato tiene?

A un público muy amplio: desde personas ‘entendidas’ a investigadores y académicos que, gracias a este diccionario, pueden tener a mano unas voces -en este caso 100-, que describen o a­nalizan tanto elementos que pertenecen a las causas, como las consecuencias de la polarización y que les permiten tener una visión realmente rápida de la definición del concepto, las principales corrientes teóricas, los principales autores, etc. Por tanto, la idea es un diccionario de voces; un diccionario enciclopédico dirigido a un público muy amplio, que no tiene que ser estrictamente estudioso.

El diccionario recoge 100 términos que analizan tanto elementos que pertenecen a las causas, como a las consecuencias de la polarización

El proyecto es el resultado de un proceso colectivo. ¿Cuántas personas han participado y qué perfiles tienen?

En el proyecto han colaborado realmente un montón de personas (71), que vienen de mundos muy diferentes: 37 mujeres y 34 hombres de más de 10 países, tanto de España y otros países europeos, como de América Latina. Provienen de una veintena de instituciones, algunas son p­uramente a­cadémicas, pero otras son consultoras políticas. En definitiva, abarca un mundo muy amplio de gente, alguna muy especializada en aspectos de polarización política de las emociones, otra que está en el trabajo diario de think tanks de España y LATAM, en consultoras, etc.

En total, el diccionario recoge 100 términos en los que se puede profundizar y que están relacionados entre sí. ¿Cómo ha sido el proceso de elección de ese centenar de conceptos?

El diccionario recoge 100 términos porque la idea es que fuera un número redondo, pero empezamos con 967, una brutalidad. Las palabras se eligieron a partir de una r­evisión de 27 artículos seminales de polarización política, algo así como `el top 30´ de los mejores artículos sobre polarización política de carácter seminal. A partir de ahí, la cifra se redujo a cerca de 600 porque, en realidad, había términos duplicados, y luego se pasó por un filtro de siete investigadores expertos en polarización p­olítica y emociones que se quedaron con unos ciento y pico. Finalmente, se depuraron y, por una cuestión de redondeo, lo cerramos en 100 palabras, aunque es posible que ampliemos.

Rojo o azul; tortilla con o sin cebolla; Real Madrid o Barça… la polarización ha alcanzado también la vida cotidiana. En este sentido, ¿ha sido difícil alcanzar un consenso sobre la definición de algún término?

En realidad, no ha sido muy difícil alcanzar consensos sobre la definición de los términos. Es cierto que ha tenido una labor bastante larga. Desde las definiciones iniciales, que han pasado primero por una especie de filtro con las cinco personas que forman el Consejo Editorial y que han hecho algunas revisiones de los términos, e incluso se ha sugerido a los autores que fueran por otra vía. De manera que no ha sido tan complejo el consenso sobre la definición de los términos, aunque sí el hecho de generar una estructura para que todos los términos se expresaran de una misma forma, desde el punto de vista del orden lógico del término dentro del diccionario.

Los términos que tienen que ver con los sentimientos son los que han llamado más la atención

¿Podría decirnos cuáles son los términos que más le han llamado la atención y por qué?

En general, a la gente le llama mucho la atención aquellos que, más que con la polarización, tienen que ver con las emociones. De repente les parece extraño que en este diccionario aparezcan temas como el amor, cuando su uso es muy importante en comunicación p­olítica. Los términos que tienen que ver con los sentimientos son los que han llamado más la atención. Otra cosa que suelen comentarme mucho es la cantidad de polarizaciones que hay (polarización temática, ideológica, afectiva…). Normalmente, cuando se hace alguna entrevista en periódicos generalistas, siempre te preguntan por qué hay tanta diferencia entre distintas polarizaciones. Bueno, yo aquí les remito a que se lean el diccionario.

En su opinión, ¿qué papel juegan las palabras que recoge el diccionario y que se usan de manera generalizada en los medios de comunicación y redes sociales? ¿Afectan a la manera en que percibimos la política?

Es cierto que hay alguna idea de que el diccionario no solo era enciclopédico, sino que tenía la misión de ser canónico porque muchas de estas palabras se usan en el lenguaje común, en los medios de comunicación, en las redes sociales… y que muchas veces no se emplean en su correcta acepción. En este sentido, he recibido feedback de periodistas que, tras leer algunos términos en el diccionario, se han percatado de que no lo estaban usando bien. Y aquí es importante resaltar que esto tiene que ser una labor de la ciencia y la comunicación política: saber que los términos son conceptos que pertenecen a disciplinas con una rigurosidad teórica y que, al utilizarlos en el lenguaje común, producen que se desvirtúen mucho.

Muchas de las palabras que recoge el diccionario se usan en el lenguaje común, en los medios de comunicación, en las redes… pero, muchas veces, no se emplean en su correcta acepción

¿Cree que este diccionario puede servir como una herramienta para reducir la polarización o simplemente ayuda a comprenderla mejor?

El diccionario no es una herramienta para reducir la polarización, sino que intenta comprender mejor los términos que utilizamos, precisamente de forma coloquial, para hablar de cuestiones relativas a la polarización y emociones. Si que es cierto que abre un camino a una comprensión más general de las causas y las consecuencias de la polarización y que a partir de ellas podemos iniciar la siguiente fase de investigación, que es la de trabajar con elementos o herramientas que sirvan para despolarizarse. En eso están los académicos norteamericanos y nosotros también deberíamos ir por esa vía.

En este contexto de hiperconexión, consumo de lo efímero y evolución constante del debate político, ¿está el diccionario abierto a la actualización y/o incorporación de nuevos términos?

Creo que vamos en el mismo camino que con el Diccionario de Comunicación Política, que tuvo una revisión y ampliación al año de editarse. Quizá para este otoño ya tendríamos prevista una segunda versión, aunque ahora estamos inmersos en otro proyecto: un libro colectivo, muy interesante, sobre la polarización desde una perspectiva comparada, en el que trabajan grandes investigadores españoles de las universidades Pompeu Fabra, Carlos III y Universidad de Murcia, así como investigadores europeos, de Portugal e Italia, de EE.UU. o Argentina. Cuando acabemos este trabajo seguramente nos meteremos de lleno en esa segunda parte de revisión del diccionario. En cualquier caso, tenemos una página web (www.polarizacion.es) que recoge todo el trabajo de investigación, artículos, encuestas, etc. que venimos realizando en estos últimos cinco años sobre la polarización política y, especialmente, sobre la polarización afectiva.

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