«Gran parte de la lucha contra el terrorismo se combate en la opinión pública».
Javier Lesaca, @LesacaJavier
Por José Luis Izaguirre, @jl_izaguirre92 Gabriela Ortega, @gabrielaortegaj
Es autor del libro Armas de seducción masiva: la factoría audiovisual de Estado Islámico para fascinar a la generación millennial. Es investigador visitante en la Escuela de Medios y Asuntos Públicos de la George Washington University en D.C., donde se encuentra investigando la disrupción digital del ISIS en el contexto de las guerras híbridas. Ha colaborado como consultor de comunicación en organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial, la Comisión Europea o las Naciones Unidas. Fue profesor asociado de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra y ha sido durante cuatro años jefe de gabinete del portavoz del Gobierno de Navarra, donde participó en la puesta en marcha del proyecto “Relatos de Plomo”, destinado a recuperar el relato de las víctimas del terrorismo en Navarra. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra y Máster en Estudios Árabes por la Universidad de Georgetown, donde estudió como becario Fulbright. Durante un año estudió árabe en la Universidad Americana de El Cairo, en Egipto. Ha trabajado dos años como investigador del Área Socioeconómica de la Casa Árabe en Madrid y ha colaborado en diversos medios de comunicación como Washington Post, Brookings, El Pais, el suplemento Crónica de El Mundo.
La batalla al terrorismo también se libra en la dialéctica y pasa por ganar el espacio de la comunicación, tal y como usted mismo lo señala en su libro Armas de seducción masiva. La factoria audiovisual de Estado Islámico para fascinar a la generación millennial. En este sentido, empecemos por lo más básico, ¿por qué no utilizar el término Estado Islámico para referirnos a ISIS o Daesh?, ¿o por qué Daesh le resulta tan molesto al grupo yihadista?
El grupo terrorista Daesh tiene un objetivo político muy concreto: construir un Estado en las regiones sunís de Iraq y Siria. Por eso ha forjado la marca de Estado Islámico, porque está buscando ser reconocido como un Estado moderno. El acrónimo ISIS o ISIL hace referencia a las iniciales de Estado Islámico en Iraq y Siria en inglés y el acrónimo Daesh representa las misma iniciales, pero en lengua árabe. Todos estos conceptos tienen el mismo significado y refuerzan el frame del grupo terrorista como Estado. Sin embargo, el concepto Daesh tiene un doble significado en árabe y puede ser entendido como “intolerante”, “semilla de discordia”, o incluso “algo que aplastar”. Por eso se aconseja utilizar siempre este término.
Usted ha estudiado a fondo la estrategia de comunicación y propaganda de Daesh. ¿Cuáles considera que han sido las estrategias comunicativas pioneras que ha realizado este grupo terrorista?
La disrupción digital que Daesh ha realizado en la opinión pública internacional está basada en tres pilares: creación de una elaborada narrativa transmedia; construcción de una red de medios propios y la utilización de ejércitos de bots en las redes sociales para distribuir de manera masiva y segmentada sus contenidos a sus audiencias potenciales. Es la primera vez que se puede describir la utilización combinada de estos tres elementos por parte de un grupo terrorista y las lecciones aprendidas son muy preocupantes. Daesh ha elaborado y distribuido en cuatro años más de 15.000 campañas de comunicación, incluidos 1.500 vídeos de alta calidad. Estas campañas tienen diversidad temática y están adaptadas culturalmente a diferentes audiencias. La verdad es que desde 2014 hasta 2017 Daesh ha comunicado más y mejor que cualquier otro organismo o institución pública.
Las redes sociales han jugado un papel clave en la comunicación de los grupos terroristas, ¿cómo lidiar con esa apertura mundial de la información en el gran mundo de internet y las redes sociales?
Todas las campañas distribuidas por Daesh se han hecho públicas en plataformas digitales y redes sociales públicas a las que ha tenido acceso cualquier ciudadano. Es cierto que las grandes compañías tecnológicas han ido mejorando en los últimos tres en años su capacidad para detectar y eliminar estas campañas, pero aún queda mucho hacer. Las nuevas plataformas de comunicación social tienen que comprender que no son únicamente empresas de tecnología, sino que se han convertido en agentes clave de la gobernanza y la opinión pública y tienen que asumir ese rol con todas las consecuencias.
¿Qué medidas están adoptando plataformas como Facebook, Twitter, YouTube o Google para mermar el éxito narrativo de Daesh y otros grupos terroristas? ¿Son medidas adoptadas como empresas o impuestas gubernamentalmente? ¿Hay una estrategia conjunta?
Como he dicho anteriormente, las grandes empresas de tecnología han realizado motu propio un gran esfuerzo estos últimos años en detectar y eliminar contenidos y grupos extremistas de sus plataformas. Sin embargo, estos esfuerzos aún no son suficientes. Daesh aún es capaz de distribuir una media de dos campañas diarias por las redes sociales y alguno de estos contenidos están disponibles más de 24 horas en la red. En cualquier caso, la lucha contra las estrategias de comunicación online de grupos violentos y extremistas no debe limitarse únicamente a la eliminación de contenidos. Es necesaria una colaboración estable y sistematizada entre empresas privadas, gobiernos y sociedad civil para crear y distribuir narrativas positivas que puedan competir en seducción con las narrativas de los terroristas. Otra área potencial de cooperación entre las empresas privadas y los gobiernos es el de la recopilación de evidencias digitales para la detección y posible enjuiciamiento de individuos que han aparecido en las comunicaciones oficiales distribuidas por Daesh.
La guerra dialéctica pasa por las redes sociales, pero especialmente por los medios de comunicación ¿Cuál es el papel de la prensa frente a los grupos terroristas? ¿Ha estado la prensa a la altura de lo que sucede?
Gran parte de la lucha contra el terrorismo se combate en la opinión pública. Es una guerra de encuadres y los grupos violentos y extremistas son muy conscientes de ello. Daesh ha hecho un gran esfuerzo por presentar el terrorismo con enfoques atractivos, seductores, incluso agradables. Hay un dato realmente inquietante en este sentido. El cincuenta por ciento de los videos donde se muestran ejecuciones están inspirados en los videojuegos y las películas más populares del mercado adolescente. El terrorismo de Daesh ha convertido el terror y los asesinatos en espectáculos audiovisuales atractivos y familiares para sus audiencias. Los medios de comunicación tienen la responsabilidad de revertir esos enfoques y destacar el sufrimiento que causa el terrorismo. Es necesario humanizar a las víctimas, mostrar sus rostros, sus historias, sus nombres y el sufrimiento de los familiares para mostrar cuál es la verdadera cara del terrorismo y el extremismo.
Tal y como usted señala en su libro, la estrategia de comunicación transmedia que mantiene Daesh tiene un antes y un después de los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París, ¿por qué?
El ataque terrorista de París fue concebido como un espectáculo audiovisual transmedia. La preparación logística del atentado se realizó teniendo en cuenta la campaña de marketing digital y los productos audiovisuales que se iban a elaborar para socializar el acto terrorista. Daesh difundió 18 videos de alta calidad en los que aparecían veintidós ciudadanos franceses justificando el atentado; dos notas de prensa; dos infografías, artículos en tres revistas; un videoclip musical y entrevistas exclusivas con los responsables del atentado. Todo ello en francés, inglés y árabe. El vídeo en el que Daesh reivindicaba el atetando estaba inspirado en uno de los videojuegos más populares del mercado y mientras se estaba produciendo el ataque, los terroristas pusieron en marcha una campaña en redes sociales donde comparaban el ataque con otro famoso videojuego. Todo estaba pensado para transformar el terror en un espectáculo familiar para sus audiencias.
Nada menos que 35.000 jóvenes occidentales se han visto “seducidos” por la potente maquinaria de propaganda del grupo yihadista. ¿Considera que los Estados están utilizando una estrategia efectiva para combatir esa narrativa de los grupos terroristas? ¿Hay una estrategia conjunta contra Daesh y otros grupos terroristas?
Los Estados no están preparados para las guerras de narrativas contra grupos violentos y extremistas. Es, sin duda, uno de los principales retos que tienen los actuales Estados de derecho. No se trata de hacer contra narrativas, el reto está en contar historias atractivas, transmedia y seductoras que logren generar la simpatía de las nuevas audiencias entorno a los valores del Estado de Derecho y de las instituciones democráticas que lo garantizan. La creación de narrativas de consenso que pongan en valor los logros de la convivencia en democracia debería de ser tratado como una política de Estado. En este sentido, hay que tener en cuenta que Daesh nos ha facilitado enormemente el trabajo de creación de narrativa. Disponemos de una base de datos de 1.500 vídeos que, analizados de forma correcta y sistemática, pueden generar la evidencia científica necesaria para la elaboración de mensajes clave contra este tipo de grupos violentos y extremistas.
Usted afirmó en una entrevista hace menos de un año que “las peores consecuencias del califato digital de Daesh están por llegar”, ¿a qué se refiere con esta afirmación?
Esas declaraciones las realicé el 21 de junio de 2017, dos meses antes del atentado en Barcelona. Lo que quería decir entonces es que la narrativa creada y distribuida por Daesh desde enero de 2014 estaba generando cambios de comportamiento violentos muy extremos y rápidos y que había logrado un nivel de adhesiones muy alto en países de todo el mundo. Quería advertir de que la derrota militar de Daesh en Iraq y Siria no iba a ser suficiente para derrotar a este grupo en el largo plazo. Los terroristas de Daesh sabían que su Califato no era sostenible y que tarde o temprano iban a perder el control sobre el terreno, por eso pusieron tanto interés en ganar la batalla por las mentes y los corazones de millones de jóvenes frustrados en todo el mundo a través de una sofisticada campaña de comunicación y marketing. Si no se combate con firmeza esa estrategia, seguiremos viendo durante muchos años las consecuencias del terror inspirado por el Daesh.
España quedó muy traumatizada después del 11-M y los recientes ataques en Barcelona y Cambrils fueron un duro recordatorio de que existe una amenaza real. ¿Debe España estar preocupada ante más ataques? ¿Tiene España particularmente una estrategia concreta para combatir al terrorismo fundamentalista?
Ese tipo de ataques puede ocurrir en cualquier lugar y en cualquier momento. España no está más amenazada que otros países. De hecho, de acuerdo a la evidencia científica del análisis de los videos de Daesh, España es uno de los países menos amenazados por este grupo terrorista. Sólo en una ocasión este grupo terrorista amenaza de manera directa a España. En cuanto a la estrategia, es muy significativo y positivo el hecho de que la Estrategia de Seguridad Nacional de España elaborada en 2017 incluyera por primera vez una sección entera contemplando la guerra de opinión pública en contextos de guerra híbrida, que es un elemento clave para derrotar a Daesh.
El objetivo de Daesh, ¿sigue siendo una “guerra religiosa”?
No. De hecho, el análisis científico de las campañas de comunicación de Daesh demuestra claramente que Daesh es el grupo yihadista menos islamista de la historia. La temática exclusivamente religiosa apenas tiene presencia en la comunicación de Daesh. Este grupo terrorista sabe que sus audiencias potenciales son hijos de su generación y que la religión no es un elemento fundamental de sus vidas. La narrativa de Daesh está más cerca de las respuestas violentas nihilistas de Bakunin en el siglo XIX.
Otra de las líneas de su investigación y de su profesión se centra en la recuperación del relato de las víctimas del terrorismo, específicamente en el País Vasco, ¿cómo avanza este tema o desde qué enfoque se está abordando esta recuperación histórica?
No hay duda de que el Estado de Derecho logró derrotar a ETA. La presión de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y la justicia colocó a este grupo terrorista en una situación insostenible e inoperativa. Sin embargo, tengo muchas dudas de que se esté logrando la derrota verdadera de ETA en el campo de la opinión pública y eso, a largo plazo, puede implicar una derrota para el Estado. Apenas existe una narrativa sistemática y coherente que cuente la victoria del Estado de Derecho frente a ETA y que ponga en valor el verdadero sufrimiento de las víctimas del terrorismo y del conjunto de la sociedad que se vio amenazada y aterrorizada por esta organización terrorista. No existen productos de ficción populares que transmitan de una manera atractiva a las nuevas audiencias episodios clave para la historia reciente de España como la detención de la cúpula de ETA en Bidart; el atentado de Hipercor; la liberación de Ortega Lara; el asesinato de Miguel Ángel Blanco; la persecución y el asesinato de ciudadanos como Joseba Pagazartundua; el atentado de la T4 y la detención de Txeroki; la historia de los 314 asesinatos de ETA sin resolver… Estas historias, entre otras, deben de convertirse en películas de éxito o en series de ficción en plataformas como Netflix, que es donde verdaderamente se está configurando ahora la opinión pública.
Existen cientos de héroes anónimos (ciudadanos y funcionarios) que dieron literalmente su vida y la de sus familias para garantizar la democracia y la libertad en este país, pero son historias que nadie las conoce.
España, a pesar de sus errores, ha sido un ejemplo de lucha contra el terrorismo, pero no lo estamos sabiendo poner en valor y corremos el grave riesgo de que a medio y largo plazo se asiente una narrativa hegemónica donde las víctimas y los verdugos tengan el mismo peso moral o donde ETA y los partidos políticos que la apoyaron sean considerados como los valedores del fin del terrorismo.
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