Chile (Licenciada en Economía) @mmlagoscc
“Los datos existen, no hay garantías de que alguien los escuche”
Por Gabriela Ortega @gabrielaortegaj
Directora fundadora de la Corporación Latinobarómetro. Encuestadora de profesión, ha realizado encuestas desde 1984 en el Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC), donde fue directora desde 1990 hasta 1993. A partir de 1994, forma su propia empresa de estudios de mercado y opinión en sociedad con la multinacional MORI de Gran Bretaña.
En el campo académico, es autora del Barómetro de CERC que monitorea la transición chilena desde 1987 hasta hoy día, así como de numerosas publicaciones. Ha anticipado correctamente en los resultados de las elecciones presidenciales en Chile desde 1988. Es miembro del grupo que realiza el estudio mundial de valores (World Value Survey) y es parte del comité que organiza el estudio mundial de sistemas electorales (Comparative Study of Electoral Systems). Ha realizado consultorías en 23 países sobre el tema de las encuestas y los procesos electorales en transición. Es miembro fundadora y coordinadora de Globalbarometers, una organización que agrupa los barómetros del Asia y África. En conjunto con Latinobarómetro se tienen indicadores de opinión de más de 64 países del mundo.
Es miembro del directorio de varias organizaciones chilenas, FINAM, Banco Mundial de la Mujer, consultora del PNUD, Banco Mundial y el IADB. Miembro del comité de expertos de opinión pública de Naciones Unidas. Miembro del comité internacional de ACOP.
Sobre Corporación Latinobarómetro, es una corporación de derecho privado sin fines de lucro, con sede en Santiago de Chile y tiene la responsabilidad de llevar a cabo el estudio con el mismo nombre, tanto en la ejecución del proyecto como en la distribución de los datos.
Latinobarómetro es una iniciativa que es producida, diseñada y usada principalmente en la región por actores sociales y políticos, no tiene vínculos de dependencia con ninguna institución externa.
A continuación, les presentamos extractos de la conversación que hemos mantenido con Marta Lagos justo antes de su participación en la reunión del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para tratar el tema de la democracia en América Latina. Un tópico conflictivo en estos momentos y que cobra auge en la región que abordaremos a lo largo de la entrevista.
La conversación ha arrancado por comentar el último informe de www.latinobarometro.org que señala:
“Hace ocho años, desde el inicio de la década, que los ciudadanos de América Latina se quejan de que hay retroceso. En total, en 2018, se registraron menos ocho puntos porcentuales de “progreso neto” (diferencia entre progreso menos retroceso). En los 23 años que Latinobarómetro ha medido la región nunca había habido esta percepción de retroceso tan grande”.
Al indicador sobre el retroceso del progreso se suma que, independiente de lo que digan los indicadores económicos, en seis países más de la mitad de la población dice que hay una mala situación económica; estos son Venezuela, Brasil, El Salvador, Argentina, Nicaragua y México, y, de los mismos, en los tres primeros, la percepción de progreso no alcanza el 10 %. Estos datos señalan, en buena medida, el malestar generalizado al que se suma “la caída de la confianza en los partidos y el congreso que es universal en la región, y salvo Uruguay, ningún país ha podido revertirlo después de 2010. La institución más confiable son los bomberos”, según nos comenta Lagos.
Entonces, ¿se podría inferir evidencia del posible estallido social que hoy vemos en Latinoamérica?, seguramente los datos lo evidenciaban, pero no existían garantías de que “alguien” los escuchase. Tal y como recoge el informe de www.latinobarometro.org en 2018:
“A lo largo de los 23 años de mediciones realizadas, la democracia alcanzó su apoyo más alto en dos momentos. Por una parte, al inicio de las transiciones, cuando en 1997 llegó a 63 %, para disminuir hasta un 48 %, que es su punto más débil en plena crisis asiática en 2001. A partir de ese año, se recupera el nivel perdido para llegar a 61 % en 2010. Esta recuperación contiene un efecto de rezago de la bonanza del quinquenio virtuoso que siguió a la crisis asiática y con las políticas contra cíclicas que se aplicaron al inicio de la crisis del subprime en 2008/2009.
Hace ocho años, desde el inicio de la década que los ciudadanos de América Latina se quejan de que hay retroceso
A partir de 2010 y debido al fin de las medidas contra cíclicas comienza una ola de protestas en la región, el apoyo a la democracia declina de manera sistemática año a año hasta llegar al 48 % en 2018.
Estamos en el mismo punto que estuvimos en el piso de la crisis asiática en 2001 en cuanto a apoyo a la democracia se refiere luego de siete años consecutivos de disminución. Que la democracia está en serios problemas es un hecho desde hace años, es lamentable que solo ahora cuando afloran sus manifestaciones más evidentes, se llame a la alarma y a una toma de consciencia de aquello. No solo Latinobarómetro, sino muchos otros estudios dieron alerta temprana sobre lo que está sucediendo.
Hoy estamos constatando los síntomas de una enfermedad, la diabetes democrática, cuya crónica no solo fue anunciada, sino que lamentablemente continúa su escritura.
Que la democracia está en serios problemas es un hecho desde hace años
Al mismo tiempo, casi como efecto espejo, desde 2010 aumenta de manera sistemática aquellos ciudadanos que se declaran “indiferentes” al tipo de régimen aumentando de 16 % en 2010 a 28 % en 2018. Esta lejanía del tipo de régimen va acompañada con un alejamiento de la política, de no identificación en la escala izquierda-derecha, de la disminución de los que votan por partidos, y finalmente en la propia acción de ejercer el derecho a voto. Se trata de un conjunto de ciudadanos que abandonan lo colectivo para refugiarse en su individualismo, rechazan lo establecido y rompen los esquemas. Son ciudadanos más bien desencantados y frustrados. Este contingente de desafectados de los gobiernos, las ideologías y la democracia son la fuente mayor en el surgimiento de populismos en la región, no son una novedad y hace años que se observa su crecimiento.
No menos significativo es el hecho de que la tercera alternativa de este indicador, que recoge las actitudes de quienes prefieren un régimen autoritario, no presenta variaciones muy significativas a lo largo del tiempo, permaneciendo entre un máximo de 17 % en siete años diferentes a un mínimo de 13 % en 2017, recuperándose a 15 % en 2018.
En Chile, uno de los problemas es “esta sociedad “ácida” y “pragmática”, en extremo individualista
En síntesis, podemos constatar que los ciudadanos de la región que han abandonado el apoyo al régimen democrático prefieren ser indiferentes al tipo de régimen, alejándose de la política, la democracia y sus instituciones. Este indicador nos muestra un declive por indiferencia. Son estos indiferentes que votan los que están produciendo los cambios políticos, sin lealtad ideológica ni partidaria y con volatilidad”.
La desconfianza afecta a todo en la región, las encuestas tienen un nivel de confianza similar a los medios de comunicación
Una de las conclusiones del informe 2018 es que la situación económica actual y futura de la región muestra una compleja demanda para los gobiernos nuevos y explican de alguna manera la baja en aprobación de gobiernos en los últimos años. Los latinoamericanos han enfrentado un retroceso en su situación económica y esperan recuperarla con los nuevos presidentes. Por eso, no es de extrañarse que “la aprobación de gobierno haya caído 30 puntos en promedio desde 2009. Nos encontramos crecientemente frente a gobiernos que no saben responder a las demandas de la gente”. En este mismo sentido, a la pregunta sobre si se evidencia un retorno a la izquierda en las próximas elecciones, según los datos de Latinobarómetro, Marta Lagos afirma que “es un error creer que es relevante el signo político de los gobiernos, desde 2010 los pueblos quieren soluciones y producen alternancia sin importar a quien castigan”.
Sobre la situación concreta en Chile, Lagos comentó que desde su opinión son dos problemas principales. “Por una parte, el agotamiento de las políticas públicas como instrumentos creíbles de mejoramientos de vida de los chilenos y, por otra, esta sociedad “ácida” y “pragmática”, en extremo individualista”. La presidenta de Latinobarómetro ha escrito varios artículos de opinión sobre este tema que os recomendamos, en los periódicos El Mostrador y en la Nación de Argentina.
Ahondando en el tema de las encuestas como método de investigación fiable, nos comenta que “no hay evidencia en la literatura de que las encuestas en campañas electorales persuadan el voto”. Sin embargo, “la desconfianza afecta a todo en la región, las encuestas tienen un nivel de confianza similar a los medios de comunicación, intermedio, bajo el 50 %, pero mejor que las instituciones de la democracia”. Y, su primera opinión a la crítica sobre que las encuestas no hacen investigación sino política es que “las encuestas se han corrompido en muchas partes, como se ha corrompido la política y la economía. No están exentas de corrupción lo que significa que son usadas ilegítimamente para tratar de influir ya sea en la opinión publica o en los gobiernos. Y, lo que está puesto en cuestión no es el método científico sino más bien la manera cómo se aplica. La ciencia puede conocer la realidad tal cual es, solo que requiere no apartarse del método científico, e invertir para ello los recursos necesarios para su integridad”.
Para terminar, hemos preguntado sobre datos de cómo se informa la sociedad de los asuntos políticos. “La mayor parte de la población no se informa de asuntos políticos y los que se informan en un mundo tan desconfiado como la región, se informan por fuentes propias como la familia y los amigos, a eso se le agrega el cambio tecnológico donde las nuevas generaciones se informan exclusivamente por medios electrónicos, o por versiones electrónicas de los medios. De nuevo, ahí juega un papel crucial la confianza que intermedia”, afirma Marta Lagos.
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