Autor del informe ‘Combatiendo las mentiras repetidas: el impacto del fact-checking en las falsedades persistentes de los políticos’
Una de cada cuatro comprobaciones de hechos del discurso político en España son afirmaciones falsas repetidas
Irene Núñez
Los investigadores Irene Larraz, Javier Serrano-Puche y Ramón Salaverría abordan el impacto social de la desinformación en el discurso político e identifican los patrones más utilizados por los políticos para repetir desmentidos. Hablamos con uno de los coautores del informe, Ramón Salaverría, catedrático de periodismo en la Universidad de Navarra.
Según su informe, tras analizar 1.204 verificaciones de hechos realizadas por la organización de verificación Newtral, en España los políticos repiten una de cada cuatro falsedades. ¿Qué otros datos destacaría de su investigación?
Nuestra investigación surge de la colaboración institucional entre la Universidad de Navarra y Newtral, en el seno del proyecto europeo Iberifier, un observatorio ibérico de medios digitales. Revela no solo que una de cada cuatro comprobaciones de hechos del discurso político son afirmaciones falsas repetidas, sino que la media de repeticiones de desmentidos es de cuatro veces, aunque hemos detectado casos en los que se alcanzan niveles más elevados.
¿Qué estrategias emplean los políticos que más repiten desmentidos?
Hemos podido identificar cinco tácticas frecuentes para difuminar esa línea entre el engaño y la autocorrección. La primera es la de las ‘variaciones matizadas’, que consiste en rehuir del desmentido original, introduciendo algún matiz que modifique ligeramente la afirmación falsa original, pero sin cambiar lo sustancial del discurso.
Hemos podido identificar cinco tácticas frecuentes para difuminar esa línea entre el engaño y la autocorrección
La segunda es la de la ‘manipulación de datos’ o el uso torticero de algunos como aparente forma de justificar que la declaración original fue correcta. Es decir, se usan y seleccionan datos a voluntad para manipular el discurso.
La tercera táctica identificada, ‘ataques multilaterales’, hace referencia a las sucesivas repeticiones de una falsedad a través de otros portavoces o personas que forman parte de una organización política y que respaldan dicho discurso. Esta acción creemos que responde a una estrategia desinformativa y no a una confusión puntual.
La siguiente y cuarta táctica es la ‘calificación del discurso’, aquella en la que se incorporan matices de manera que se resitúa el marco discursivo en un territorio diferente, alejándose del ámbito de la desinformación.
Por último, encontramos la ‘repetición acumulativa’, que popularmente podría identificarse con el ‘martilleo’ de afirmaciones falsas.
¿Han observado algún tipo de desinformación política común en las verificaciones?
La investigación no profundiza en la cuestión temática, sino en el hábito de la recurrencia y repetición de la mentira, es decir, analiza en qué medida afirmaciones que habían sido desmentidas eran repetidas posteriormente por representantes políticos, haciendo caso omiso al desmentido realizado por un verificador -en esta investigación nos apoyamos en el trabajo de Newtral-.
¿Qué opina del fenómeno de la desinformación y de su auge en plataformas y medios?
Haciendo una reflexión un poco más general, y en lo que atañe al periodismo, actualmente el protocolo tiende a reproducir el discurso político con independencia de si incluye una afirmación falsa o correcta. Simplemente lo que se hace es poner comillas a una declaración porque un político ya lo ha pronunciado, sin valorar o contextualizar, o, mejor dicho, sin determinar si una afirmación forma parte de un discurso que ha sido ya previamente desmentido. Por ello, necesitamos un periodismo que actúe con un mayor criterio a la hora de manejar afirmaciones que han sido desmentidas y unos medios de comunicación y representantes políticos que rindan cuentas mejor de las afirmaciones que hacen.
Necesitamos un periodismo que actúe con un mayor criterio a la hora de manejar afirmaciones que han sido desmentidas y unos representantes políticos que rindan cuentas mejor de las afirmaciones que hacen
La investigación menciona el efecto de verdad ilusoria, que sostiene que las personas tendemos a creer en un mensaje que se ha repetido muchas veces, que nos resulta familiar. ¿Cómo impacta este fenómeno en la percepción pública cuando se repiten falsedades?
En el ámbito del debate ideológico, en muchas ocasiones pesa más la adhesión al líder o al partido político que la evidencia empírica. Es decir, las personas más afines o las que forman parte del propio partido político tienden más a adherirse a aquellas afirmaciones realizadas por sus líderes con independencia de que sean verdaderas o incluso aunque den evidencias de que son falsas. Las dinámicas de las redes sociales han acrecentado este fenómeno. Creo que es una de las señales más preocupantes de la degradación del discurso político, en particular, y público, en general, podríamos decir. También pienso que es algo a lo que los políticos y los propios medios de comunicación deberían poner coto porque, en muchas ocasiones, en el ámbito del ecosistema mediático español se ha verificado una tendencia a la polarización ideológica de los propios medios. Creo que entre todos estamos contribuyendo a que el clima sea poco respirable.
¿Pierde validez desmentir un dato fuera de tiempo, cuando ya se ha hecho viral?
Este es un viejo problema de la corrección informativa. Llega mucho más lejos el contenido original que su eventual corrección. Y este también es un problema al que se enfrenta, de manera constante, la actividad del fact-checking, que lucha contra afirmaciones que en ocasiones son ciertas, pero que en muchas otras se verifican como falsas que ya han llegado a la ciudadanía. Por tanto, desmentir esas afirmaciones que ya se han instalado en la opinión pública resulta muy difícil, más aún cuando los propios portavoces y responsables de las mismas reinciden en esos discursos. Que un político reconozca o matice alguna información es algo que ocurre con una excepcionalidad tal, que sería objeto de noticia en sí mismo.
Que un político reconozca o matice alguna información es algo que ocurre con una excepcionalidad tal, que sería objeto de noticia en sí mismo
¿Cómo afecta la reiteración de falsedades a la confianza en los medios y la política?
Este estudio revela que la desinformación es un problema social, que tiene múltiples responsables y que no se agota en un problema de medios de comunicación. De hecho, creo que la clase política en su conjunto debería reconocer la importante parte de responsabilidad que tiene en todo este este fenómeno de la desinformación. Por ejemplo, no sería un mal comienzo empezar a enmendarse cuando reciben desmentidos y no perpetuar esas falsedades públicamente, con el fin de hacer más respirable el ambiente público.
Que un político reconozca o matice alguna información es algo que ocurre con una excepcionalidad tal, que sería objeto de noticia en sí mismo
¿Cómo afecta la reiteración de falsedades a la confianza en los medios y la política?
Este estudio revela que la desinformación es un problema social, que tiene múltiples responsables y que no se agota en un problema de medios de comunicación. De hecho, creo que la clase política en su conjunto debería reconocer la importante parte de responsabilidad que tiene en todo este este fenómeno de la desinformación. Por ejemplo, no sería un mal comienzo empezar a enmendarse cuando reciben desmentidos y no perpetuar esas falsedades públicamente, con el fin de hacer más respirable el ambiente público.
Algunas de las verificaciones analizadas hacen referencia a temas como migración, pensiones, cambio climático…
Hay que tener presente que las estrategias de desinformación suelen incidir precisamente en temas socialmente polémicos. Por eso, no es de extrañar que las narrativas desinformativas se concentren en temas como la migración, el cambio climático, cuestiones de género y, por supuesto, cuando estamos en un tiempo preelectoral o directamente de campaña electoral, en el debate partidista. Este tipo de temas son los que habitualmente desencadenan las desinformaciones en los discursos, porque están asociados a una cierta visceralidad. Y a partir de ahí, uno podría pensar que los políticos se aprovechan de esos temas precisamente para tratar de ganarse adeptos a través de esas estrategias un tanto desinformadas como revela este estudio.
¿Qué papel deben desempeñar los profesionales de la comunicación política en la lucha contra la desinformación?
Creo que, en general, todos los profesionales de la comunicación deberíamos mejorar nuestros estándares de transparencia y de rendición de cuentas, ser mucho más claros en las fuentes de las cuales hemos recibido una información, el tipo de tratamiento informativo que se ha dado a dicha información, cuál se publica y cuál no.
Por ejemplo, las organizaciones de verificación informativa que aspiran a tener una acreditación internacional, se someten anualmente a procesos de análisis, de evaluación de sus protocolos, de sus metodologías de verificación, de sus estándares de transparencia y de rendición de cuentas. Eso es lo que les otorga uno de los dos sellos internacionales existentes y, con ello, una garantía de profesionalidad de su labor.
Todos los profesionales de la comunicación deberíamos mejorar nuestros estándares de transparencia y de rendición de cuentas
Sin embargo, los medios convencionales carecen de este tipo de estándares. Algunos publican sus principios editoriales, pero luego no explican cuáles son sus protocolos, sus metodologías de manejo de la información… son muy opacos en lo que se refiere a su financiación. Y me parece que, en este contexto, la aplicación del Reglamento Europeo de libertad de medios de comunicación exigirá unos mayores estándares de transparencia a todos los medios y, en consecuencia, hará frente a la crisis de confianza que actualmente tiene la ciudadanía con ellos.
Dada la sobreinformación actual, ¿cree que el ciudadano tiene las herramientas adecuadas para detectar bulos y fomentar el pensamiento crítico?
Hay grandes dudas de que la ciudadanía esté en condiciones de poder enfrentarse a esta avalancha de polarización y desinformación. De entrada, sugeriría a cualquier persona una mayor diversidad y selección en las fuentes que consume. Diversidad en el sentido de buscar y escuchar voluntariamente discursos que no estén directamente alineados con nuestra visión ideológica de la realidad, para tratar de desafiarnos a nosotros mismos.
Creo que cuando achacamos a la clase política la polarización, en el fondo también deberíamos mirarnos en nuestro propio espejo. La ciudadanía tiene comportamientos de consumo mediático muy polarizados. Hay una clara resistencia a exponerse a impactos mediáticos que desafíen nuestra visión ideológica del mundo.
La ciudadanía tiene comportamientos de consumo mediático muy polarizados
¿Cómo cree que la Inteligencia Artificial influirá en la verificación de datos y en la lucha contra la desinformación? ¿Qué retos presenta para los verificadores?
Este 2024 está siendo singularmente importante desde el punto de vista de procesos electorales a escala mundial. Había un enorme temor a la incidencia de las estrategias de IA como recurso para diseminar la desinformación. Se han verificado unos cuantos ejemplos de utilización de falsificaciones mediante IA: de voz, de vídeos… los llamados deepfakes. No obstante, la valoración de este súper año electoral es que la incidencia no ha terminado siendo tan traumática o grave como se temía inicialmente.
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