José Pablo Ferrándiz  

 @JPFerrandiz

Director de Opinión Pública y Estudios Políticos en @IpsosSpain y profesor asociado @uc3m

La robustez del dato. En España, hemos vuelto a tener un largo ciclo electoral que ha finalizado, a la espera de ver qué sucede en Cataluña, con las recientes elecciones al Parlamento Europeo del pasado 9 de junio. Se han celebrado comicios municipales, autonómicos, generales… En prácticamente todos ellos, los resultados han sido los esperados, más allá de algunas moderadas sorpresas. Pero ¿por qué esperados? La respuesta tiene que ver con las encuestas.

Imagínense que después de unas elecciones se produjera un ‘apagón demoscópico’ y no se publicara ni un sondeo electoral durante el periodo legislativo. ¿Qué expectativas tendríamos respecto al resultado de una nueva convocatoria electoral? ¿Qué información tendríamos para saber en qué momento y posición estaría cada formación política de cara a esos comicios? Acudiríamos, sin duda, a nuestros referentes cercanos entre amigos y familiares, leeríamos y escucharíamos con máximo interés los medios de comunicación y estaríamos atentos a lo que dijeran los dirigentes políticos. Pero, en la mayoría de estos casos, probablemente tendríamos los oídos abiertos para escuchar aquello y a aquellos que nos van a decir lo que queremos oír.

Para trascender esta visión sesgada de la realidad son importantes las encuestas porque ofrecen una fotografía más amplia, precisa y, sobre todo, representativa del sentimiento popular, facilitando análisis objetivos y decisiones informadas en el ámbito político. Algo determinante en períodos de elevada polarización política y afectiva como los actuales.

Lo mismo les sucedería a los partidos políticos si se produjera ese ‘black out’ informativo sobre datos de encuestas. En el intrincado mundo de la política, los datos de los sondeos cuantitativos se erigen como una brújula indispensable para las direcciones de los partidos. Las encuestas les ofrecen una ventana clara hacia la mente del electorado que permite a los líderes y sus equipos comprender de manera profunda las actitudes, opiniones y preferencias de los electores. Son fundamentales también para la p­lanificación e­stratégica porque revelan tendencias y patrones de votación que son esenciales para diseñar mensajes y campañas efectivos. Cabe recordar que un año antes de que el sistema de partidos español saltara por los aires en las elecciones generales de 2015, las encuestas ya anticiparon el cambio, ya predijeron que nos encaminábamos hacia un sistema cuatripartidista en el que las mayorías absolutas iban a ser imposibles y, por tanto, que las negociaciones, los pactos y los acuerdos iban a ser más necesarios y fundamentales que nunca. Por muy grande que sea el navío (el desafío), contar con un año para afrontar un cambio, por muy profundo que sea, no es poco tiempo.

Pero no solo se trata de anticipar y reaccionar. Las encuestas también ofrecen una valiosa herramienta de evaluación. A través de ellas, es posible medir el desempeño de líderes y candidatos, obteniendo una retroalimentación invaluable que informa de decisiones sobre cambios de liderazgo, selección de candidatos y ajustes en las campañas. Y, por supuesto, también permiten conocer el grado de apoyo con el que cuentan o pueden llegar a contar algunas acciones o medidas adoptadas por los partidos políticos (sea desde el gobierno o sea desde la oposición).

Tan denostadas en tantas ocasiones, las encuestas no son más que un espejo en el camino, tal y como definía Stendhal a la novela en su obra Rojo y negro: “un espejo que se pasea por un ancho camino. Tan pronto refleja el azul del cielo ante nuestros ojos, como el barro de los barrizales que hay en el camino. ¡Y el hombre que lleva el espejo en su cuévano será acusado por ustedes de ser inmoral! Más justo sería acusar al largo camino donde está el barrizal, y más aún, al inspector de caminos que deja el agua estancarse y que se formen barrizales”. En definitiva, las encuestas son un espejo que refleja con claridad los aciertos y los errores (aunque el reflejo de estos lleve a algunos a querer romper el espejo o a apartar a quien lo sujeta), permitiendo una mejora continua.

Ahora bien, las encuestas nos anticiparon el cambio en el sistema de partidos, predijeron la máxima igualdad entre bloques que se iba a dar en los últimos comicios generales e incluso acertaron con el número de europarlamentarios que iba a lograr un nuevo e inesperado actor político como ‘Se acabó la fiesta’ (SALF) en las recientes elecciones al Parlamento Europeo. Pero ¿nos explicaron algo las encuestas del porqué de todos estos acontecimientos?

¿Por qué en el periodo electoral 2014-2015 surgió Podemos y repuntó Ciudadanos? ¿Qué motivos explican que en 2018 Vox consiguiera representación por primera vez en un parlamento y con la fuerza con la que entró en el andaluz? Las encuestas pueden llegar a ser muy precisas y estimar que el PP iba a obtener el 33% de los votos el 23 de julio de 2023, pero ¿por qué ese porcentaje? ¿Y por qué no uno superior o uno inferior? ¿Por qué según la serie histórica del CIS, desde hace año y medio Alberto Núñez Feijóo no logra superar a Pedro Sánchez en puntuación media? ¿Y qué decir con respecto al reciente éxito de Alvise Pérez?

En este último caso, las encuestas y los propios resultados electorales nos permiten aproximarnos al perfil sociodemográfico del votante de SALF. Sus mejores resultado­s los ha obtenido en provincias del sur de España, como Málaga, Almería, Cádiz o Sevilla. Pero también en otras donde el PP y/o Vox han obtenido siempre buenos resultados, como Madrid, Murcia o Guadalajara. Y dentro de estas provincias, en ciudades intermedias situadas en el entorno de las grandes urbes y donde se registran mayores niveles de desempleo. Atrae a un público mayoritariamente masculino, joven (menor de 45 años) e ideológicamente situado a la derecha. Conocemos el perfil del votante de SALF, pero no las causas que llevan a votarle. ¿Cómo es posible que en un momento como el actual, en donde la ciudadanía reclama mayor transparencia y rendición de cuentas y hay demanda de certezas ante un futuro lleno de claroscuros, un partido como el de Alvise Pérez haya logrado 800.000 votos con una campaña centrada en redes sociales, sin presencia en medios de comunicación tradicionales ni programa electoral, aplicando tácticas ‘trumpistas’ y con el esbozo de unas medidas cuanto menos estrambóticas que en nada ayudarían, de aplicarse, a mejorar la vida de la mayoría de las personas, que es de lo que en gran parte va la política?

Con las encuestas conocemos el perfil del votante de SALF, pero no las causas que llevan a votarle

Es aquí donde la investigación cualitativa juega un papel determinante. En unos momentos como los actuales en los que, dentro de la conjunción de factores que forman parte de cualquier decisión, los elementos emocionales tienen más peso que los racionales en las determinaciones electorales, las encuestas se quedan cortas para profundizar en los porqués. Es necesario ir más allá del estricto porcentaje. En este sentido, las herramientas de la investigación cualitativa han demostrado su utilidad para indagar sobre las causas, las expectativas, los anhelos, los miedos más profundos, todo aquello que sostiene la esperanza y, en definitiva, las necesidades no resueltas de los ciudadanos que buscan ser atendidas. Esta profundidad de comprensión es esencial para captar las sutilezas de los comportamientos y opiniones políticas.

Los elementos emocionales tienen más peso que los racionales en las determinaciones electorales, las encuestas se quedan cortas para profundizar en los porqués

Por otro lado, la investigación cualitativa ha evolucionado significativamente con el tiempo, adaptándose a los cambios en la tecnología y en las formas en que las personas interactúan. El confinamiento por la pandemia del COVID-19 permitió no solo el desarrollo, sino también la normalización de innovaciones tecnológicas como las comunidades en línea y los estudios etnográficos digitales, que ampliaron las posibilidades para los investigadores políticos. Me centraré en las primeras, las comunidades en línea, por la utilidad que tienen en la investigación política y electoral y porque considero que los partidos políticos todavía no han explotado su utilidad.

En su famosa conferencia impartida en Noroit (Arras) en enero de 1972, Pierre Bourdieu cuestionaba los tres postulados que implícitamente suponían las encuestas de opinión pública. El tercero de ellos hacía referencia a la premisa según la cual plantearle la misma pregunta a todos los entrevistados en una encuesta implicaría la h­ipótesis de que existe un consenso sobre los problemas, es decir, que hay un acuerdo ciudadano sobre las preguntas que merece la pena plantear. Bourdieu consideraba que la subjetividad de las encuestas de opinión pública (aquello por lo que se pregunta) viene dada por los intereses de las personas que detentan el poder y no por las verdaderas preocupaciones de la gente de a pie. Lejos de querer ratificar o refutar las palabras de Bourdieu en este texto, lo cierto es que en muchas ocasiones las encuestas plantean cuestiones que, sin dejar de ser importantes, no son las que más ayudan a explicar el comportamiento final de los electores.

En ellas se r­ecogen las o­piniones s­obre lo que se ve (lo que se muestra, lo que se pregunta), pero no sobre lo que pasa desapercibido a ojos de los políticos y de los i­nvestigadores. Digamos que, en ocasiones, nos quedamos mirando el dedo que señala la luna. Y es ahí donde la investigación cualitativa y en concreto las comunidades en línea juegan un papel complementario importante.

En primer lugar, porque las cuestiones se plantean de abajo a arriba, es decir, son los participantes quienes hablan de sus preocupaciones y plantean los problemas y quienes, al mismo tiempo, generan ideas y hasta desarrollan las posibles soluciones. Las comunidades permiten a los partidos políticos interactuar con los electores en tiempo real a través de entornos colaborativos. Además, trascienden la más tradicional investigación estática y lineal y se convierten en una experiencia interactiva e inmersiva mediante el uso de herramientas de p­articipación como las entrevistas en video, chats en vivo, foros de discusión, blogs, diarios, sondeos rápidos, encuestas, debates y tableros para la generación de ideas. Las comunidades en línea permiten a los investigadores observar y participar en discusiones en tiempo real, obteniendo una comprensión más dinámica y continua de las opiniones y comportamientos políticos.

Estas comunidades son especialmente útiles para estudiar grupos de difícil acceso o captar cambios rápidos en la opinión pública. Porque si señalábamos la importancia de las encuestas en la anticipación de posibles futuros escenarios, la combinación con comunidades de larga duración (las que permanecen activas seis o más meses y en las interactúan hasta 500 miembros) permite ir conociendo en tiempo real las motivaciones que subyacen a las opiniones y los comportamientos. Si las encuestas políticas y electorales permiten medir el pulso constante que revela el latir de la opinión pública, si se entienden como un termómetro que mide el sentir colectivo sobre diversos temas, políticas y candidatos, las comunidades son la herramienta que señalan las causas de la hipertensión o hipotensión pública, la que nos permite conocer qué está detrás de las altas o bajas temperaturas del cuerpo social.

La combinación de encuestas con comunidades de larga duración permite ir conociendo en tiempo real las motivaciones que subyacen a opiniones y comportamientos

La combinación de técnicas cuantitativas y cualitativas no solo es crucial durante el periodo electoral, sino desde el mismo día después de las elecciones. Es en ese momento cuando los partidos políticos deben comenzar a trabajar, a analizar los resultados y las reacciones de los votantes para llegar a las siguientes elecciones con la lección aprendida. En una época de cambios rápidos, volatilidad electoral y comunicación multicanal, es más importante que nunca emplear todas las herramientas disponibles para entender a fondo las motivaciones y comportamientos de los electores. Las encuestas proporcionan una visión amplia y representativa del sentimiento popular, mientras que las comunidades en línea permiten una interacción continua y profunda, revelando las causas detrás de las opiniones. No basta con conocer los síntomas; es esencial comprender las raíces de los fenómenos electorales para poder actuar y ajustar las estrategias a tiempo. De esta manera, los partidos pueden anticiparse a los cambios, adaptarse con agilidad y preparar campañas más efectivas, alineadas con las verdaderas preocupaciones y expectativas de los ciudadanos. La integración de ambas metodologías asegura una comprensión holística y multidimensional, clave para navegar con éxito en el intrincado mundo de la política actual.

No basta con conocer los síntomas; es esencial comprender las raíces de los fenómenos electorales para poder actuar y ajustar las estrategias a tiempo

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