Por Eva García Ruiz, @EvaGarciaRuiz Directora del Instituto Español de Sinergología
Cuando se trata la comunicación no verbal existe una tendencia a pensar únicamente en la propia corporalidad, en cómo mejorarla. En cualquier ámbito, y en el político también, algunas personas se sienten más transparentes que otras y eso, en cierto modo, les preocupa. También se da la tendencia a pensar en binario: qué gestos son buenos y cuáles son malos. Qué se debería cambiar para transmitir en el sentido que cada cual desee y de manera más eficaz.
Todo este enfoque por supuesto se refiere a la comunicación no verbal, si bien se limita únicamente a la comunicación no verbal consciente. Se pueden realizar o no determinados movimientos, incluso se pueden evitar a través de determinados entrenamientos. Se utiliza en técnicas de oratoria, en cursos para hablar en público, siempre centrándose en uno mismo, en los movimientos que cada cual realiza a la hora de transmitir un mensaje.
Desde esta perspectiva la mala noticia es que no se puede controlar todo. Nuestro cuerpo va a emitir también señales semiconscientes y no conscientes inevitablemente. Para lograr transmitir con la mayor eficacia posible, todas estas señales corporales deberían estar alineadas, es decir, el cuerpo del emisor debería emitir un único mensaje que fuese coherente además con su comunicación verbal. Cuando esto no sucede, aunque el receptor no sea un experto en comunicación, va a detectar que hay incongruencias, su cerebro es capaz de captar las señales contradictorias incluso sin saber decodificarlas y va a enviar un mensaje de alerta por la falta de autenticidad detectada.
¿Por qué ocurre esto? Cada pensamiento que pasa por la mente del orador, se va a reflejar en su cuerpo, aunque tenga muy estudiados todos sus movimientos conscientes. Los asuntos que le generen estrés, duda o incluso miedo, van a activar sus reacciones corporales y van a emitir señales. A la pregunta de si podemos evitarlo, la primera respuesta es no. Si sentimos inseguridad o algo nos desagrada, nuestro lenguaje corporal lo va a mostrar. ¿Qué se puede hacer entonces? Identificar la causa y preparar bien los argumentos para que así simplemente evitemos que nuestro cuerpo vaya en una dirección diferente a la que queremos lograr con nuestro discurso.
La disciplina que estudia, decodifica y aplica este conocimiento sobre el lenguaje corporal se denomina Sinergología® y se orienta fundamentalmente a entender mejor al interlocutor a través de la lectura de su lenguaje no verbal no consciente y semiconsciente. Cuando somos los oradores, nuestro público emite señales que van a actuar a modo de feedback, ya que sus cuerpos van a estar indicando lo que realmente piensan. Para el entrenamiento personal de la propia comunicación, un sinergólogo nos puede señalar qué partes de nuestro discurso muestran incoherencias para que así podamos prepararlo mejor. Un especialista en Sinergología® no nos va a indicar qué movimientos hacer, ya que estaríamos en el ámbito de lo consciente y nuestro cuerpo continuaría, en cualquier caso, mostrando las señales de lo que realmente se está experimentando en cada momento.
Profundicemos un poco en el origen y funcionamiento de la disciplina para entender así mejor su aplicación práctica en la comunicación.
La palabra Sinergología® proviene de la fusión de SYN-ERGO-LOGOS y su significado es “juntos en situación de comunicación”. Esta es una de las claves principales para la comprensión de esta novedosa y eficaz disciplina: para ‘leer’ el lenguaje no verbal es necesario prestar atención en primer lugar a las circunstancias en las que se están produciendo las reacciones corporales, a la interacción. Se trata de una decodificación dinámica, no estática. A lo largo de una misma exposición vamos a poder observar reacciones o movimientos corporales distintos, según lo que esté sintiendo el emisor
La Sinergología® como disciplina nace en Canadá en 1994 de la mano del doctor en Ciencias del Lenguaje, Philippe Turchet, autor de varios libros e investigador contumaz del comportamiento humano. Proporciona una metodología para la decodificación del lenguaje corporal muy eficaz, alejándose de mitos y creencias y centrándose en la parte no consciente y semiconsciente de la comunicación no verbal, aquella más relevante para entender qué siente el otro lo esté verbalizando o no.
El método de análisis se apoya en la primera clasificación organizada de reacciones corporales. Esta tabla sinergológica de base cuenta a día de hoy con 1200 ítems con significado universal.
Las reacciones corporales abarcan desde movimientos en la zona de los ojos, cejas, a autocontactos en el rostro, movimientos en los labios, lengua, cuello, hombros, micropicores corporales, cambios de posición sentado, movimientos con las manos, brazos, piernas…, cada uno con un significado específico que se debe analizar en cadena.
En España la implantación de la Sinergología® es más reciente, no obstante, ya ha sido admitida como prueba pericial en juicio y se han formado numerosas personas de fuerzas y cuerpos de seguridad, así como profesionales de otros campos.
Metodología de la disciplina
El primer paso para poder realizar un buen análisis sinergológico es la observación del entorno y de todos aquellos elementos que puedan alterar de alguna manera la corporalidad del sujeto que estamos analizando. El hecho de que haya ventanas desde las que se vea el exterior, puertas de cristal, decoración en las paredes, e incluso el tipo de silla, hacen que se produzcan desvíos de mirada o cambios de posición corporal que no están ligados a la indagación, entrevista o discurso que estemos realizando. Nosotros mismos nos podemos convertir en un elemento que altere la línea de base de la corporalidad del otro, es decir, lo que en Sinergología® se denomina ser un elemento sistémico.
En general, como es sabido, los entornos nuevos generan más estrés en el orador, que siempre se va a mostrar más cómodo en los lugares en los que ya está habituado a transmitir. La colocación en un debate, el tipo de atril o incluso su ausencia, la situación del público o de las cámaras, pueden añadir un estrés más o menos pronunciado que el cuerpo va a estar reflejando. Un observador no técnico lo achacará a otras cuestiones como la naturaleza del discurso o a que se pueda estar sintiendo intimidado por algún factor, cuando la realidad sin embargo puede ser bien distinta.
En la medida de lo posible hay que tratar de eliminar todos estos elementos que incomodan y condicionan, así como, cuando sea posible, entrenar el discurso en el entorno en el que se va a efectuar. Esto eliminará de la propia corporalidad señales de estrés o malestar no deseadas.
El segundo paso de la metodología consiste en observar si la persona objeto de análisis realiza algún tipo de movimiento de manera recurrente y ajeno por tanto a la naturaleza de lo que le esté comunicando. Estos son los gestos o movimientos corporales que se denominan en ‘statua’ y pueden ser desde tics a manías repetitivas consustanciales a cada persona. Si bien estos elementos, desde el punto de vista sinergológico, simplemente se obvian en el análisis ya que no tienen significado alguno, también pueden distraer al observador no profesional y hacerle creer que la corporalidad del orador está transmitiendo algún tipo de mensaje.
Este tipo de movimientos, en general, son eliminables a través del entrenamiento, si bien requieren de práctica y de someterse frecuentemente a la comunicación en público para lograr que se produzca un automatismo cerebral contrario que los consiga eliminar. Una vez que está automatizado, ya no requiere de una concentración consciente que podría generar de manera involuntaria más señales de estrés, contaminando la autenticidad del discurso.
El tercer paso en un análisis sinergológico es la indagación. Cuando se trata de decodificar el lenguaje corporal del interlocutor, el sinergólogo debe realizar preguntas, siempre que sea posible, y estas se realizan también siguiendo una metodología específica. El interrogador debe mantenerse en un estado de neutralidad para evitar distractores corporales que le desvíen de lo que está en realidad buscando. En una situación de aplicación a la comunicación política, existirían dos alternativas de utilización. Por un lado, si se está dando feedback a la persona que tiene que realizar el discurso o exposición, se debe centrar en las circunstancias o momento del mismo en el que se produce la gestualidad incongruente. Esto va a permitir identificar los temas que requieren de una preparación más profunda para evitar los deslices no verbales. Por otro lado, si se tienen conocimientos sinergológicos o se puede tener apoyo de este tipo de análisis en una situación de debate, por ejemplo, se pueden identificar los puntos más fuertes y más débiles del interlocutor, así como detectar qué le provoca cada parte del debate de cara a ser más eficaz en la réplica o en la interactuación.
En otros ámbitos de aplicación y dependiendo del campo de estudio en el que nos encontremos, el interrogatorio y el análisis serán diferentes. Se distinguen tres campos de comunicación que van a requerir de indagaciones específicas. Se trata de los campos emocional, relacional y cognitivo. En entornos empresariales o familiares habituales, normalmente la interacción se sitúa en los dos primeros, si lo que se produce son situaciones de detección de mentira, la orientación girará hacia el campo cognitivo y el tipo de preguntas se basará en hechos, evitando las preguntas cerradas.
Las preguntas cerradas facilitan la respuesta al interlocutor y si el orador se encuentra en una situación de debate o de interrogatorio político, debe provocar que el otro necesite elaborar la respuesta para así poder obtener un mayor número de señales corporales y, por lo tanto, más información sobre lo que está pensando y no necesariamente verbaliza.
Resulta muy importante destacar que cualquiera de las situaciones de análisis un movimiento o reacción corporal aislado proporciona poco valor. Para un análisis riguroso se requiere de la identificación de cadenas de este tipo de movimientos que puedan llevar a un horizonte de sentido fiable. Así podemos observar determinados micropicores en distintas zonas del rostro que evocan rechazo, movimientos en la posición de la silla que indican deseo de retirarse y movimientos con las manos o microrreacciones en la boca que son también de valencia negativa y que en conjunto nos estarían orientando a cierre, rechazo o malestar respecto del tema que estemos tocando en ese momento, por ejemplo.
La Sinergología® permite alejarse de los mitos en comunicación no verbal y profesionalizar la decodificación del lenguaje corporal. Pensar que apartar la mirada, cruzarse de brazos o rascarse la nariz indiquen que la persona tiene algo que ocultar está muy lejos de un análisis serio. Solo la nariz tiene identificados 15 puntos de contacto diferentes con significados que van desde el interés por el tema al rechazo del mismo o, incluso, estar pensando que es una exageración o que hay algo que no cuadra.
Uno de los aspectos que resultan más impactantes cuando se estudia Sinergología® es el caso de las microrreacciones no conscientes. Son reacciones corporales que no podemos simular y tampoco imitar o evitar. Muchas de ellas se producen en intervalos de tiempo muy cortos, que no superan el cuarto de segundo y se requiere de un ojo entrenado para poder detectarlas en tiempo real, pero es posible y un certificado en Sinergología® es capaz de hacerlo. Pequeñas contracciones o dilataciones en la zona ocular, movimientos fugaces de los músculos que rodean los labios, cambios en la frecuencia de parpadeo son algunos de los micro movimientos que nos pueden dar mucha información especialmente cuando la otra persona está tratando de contener todos sus movimientos, porque no los puede bloquear.
Los análisis de comunicación política resultan normalmente más complicados que los de otros ámbitos. Esto se debe al impacto de todo el lenguaje no verbal entrenado e integrado a la hora de comunicar y que puede desviar la atención de la parte realmente más importante: la no consciente. La gestualidad consciente entrenada genera dificultad en los no expertos a la hora de poder llegar a análisis fiables en cuanto a qué está provocando el discurso o la situación en el orador, ya que los movimientos conscientes son en general más notorios y distraen la atención sobre la parte verdaderamente relevante.
La Sinergología® permite ver más allá de esta gestualidad consciente, preparar mejor el propio discurso y mejorar ostensiblemente la propia comunicación al poder anticiparse a las objeciones del otro al haberlas detectado corporalmente antes de que se formulen de manera verbal.
Actualmente existen ya a nivel mundial sinergólogos certificados que trabajan en ámbitos muy diversos: medicina, investigación, seguridad, recursos humanos, negociación, ingeniería, entre otros. Cada uno aplica la parte de la disciplina que encaja mejor con su profesión. Así para las entrevistas de selección tiene una gran relevancia para preguntar al candidato las cuestiones que generen más dudas a nivel corporal, los negociadores observan al cliente tratando de detectar objeciones no verbalizadas y los investigadores la utilizan para llegar más allá en sus interrogatorios o seguimientos. En comunicación política se está utilizando, entre otras cosas, para preparar mejor las propias exposiciones y para estudiar más en profundidad a los adversarios políticos con el objeto de poder replicar de manera más efectiva o cuestionar en los aspectos que se consideren más candentes según el interlocutor.
Un último componente que forma parte importante también de la comunicación no verbal es el paraverbal. El tono, timbre, cadencia…, suelen provocar una percepción del mensaje ligada a una valencia emocional positiva o negativa. En comunicación política, y desde el punto de vista del análisis sinergológico, supone también un elemento distractor. El paraverbal es entrenable y se lleva de este modo a la consciencia, desviando la atención sobre lo que realmente está indicando la corporalidad de la persona analizada. Un buen análisis desde la Sinergología® y con el objeto de leer mejor lo que realmente experimenta el otro, va a seguir los distintos pasos de la metodología evitando sesgos y prejuicios que alejan de la objetividad en la observación.
La obtención de esta información tan rica y útil solo tiene un riesgo: no se vuelve a mirar a nadie igual. En nuestra propia experiencia, adentrarse en esta disciplina provoca ver el mundo como si tuviese subtítulos que ayudasen a entenderlo mejor. Un paso de gigante hacia una mayor comprensión del comportamiento humano.
Bibliografía
Turchet, P. (2011). El lenguaje del cuerpo. Bilbao: Ediciones Mensajero. Turchet, P. (2019). El lenguaje de la seducción. Barcelona; Editorial Amat.
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