Por Daniel Ureña, @danielurena, Presidente de The Hispanic Council @HispanicCouncil
Estados Unidos se prepara para una nueva elección presidencial en 2020. Tras la toma de contacto que supusieron las elecciones legislativas de 2018, en las que ambos partidos se repartieron Cámara de Representantes y Senado, lo cierto es que en la política estadounidense hay, hoy en día, más incógnitas que certezas.
¿Qué podemos esperar de una elección fundamental para el futuro del país? ¿Cuáles son las tendencias que se apuntan desde Estados Unidos? ¿Cómo llega cada partido a la campaña? ¿Cuáles serán los focos del debate político? ¿Qué mensajes escogerán los candidatos y cómo los transmitirán? En este artículo trataremos de hacer un ejercicio de síntesis sobre los principales factores a tener en cuenta en la elección del próximo presidente de Estados Unidos.
Los demócratas: en busca de su liderazgo
Tras las elecciones de 2016 el panorama político estadounidense está en un proceso de cambio constante. Por un lado, el Partido Demócrata sigue careciendo de un liderazgo claro desde que Hillary Clinton fue derrotada por Donald Trump. Ahora la formación afronta un competido proceso de primarias en busca de ese liderazgo, donde las diferentes corrientes del partido han ido ganando voz y tratan de marcar la agenda.
Bernie Sanders ya sentó las bases de esta dicotomía entre el giro a la izquierda o un partido moderado en las anteriores primarias demócratas, abriendo una opción poco ortodoxa para la tradición política de Estados Unidos, pero estas primarias han supuesto la verdadera eclosión de las diferentes opciones que confluyen dentro del Partido Demócrata. Por un lado, encontramos candidatos que representan las facciones más moderadas, como Joe Biden, frente a otras opciones menos convencionales, como las de Bernie Sanders, Warren o algún outsider como Andrew Wang.
En la política estadounidense hay, hoy en día, más incógnitas que certezas
Sin duda la irrupción de estrellas políticas emergentes en el país como Alexandria Ocasio-Cortez o Beto O´Rourke en Texas, que a punto estuvo de ganar la elección a Ted Cruz en un feudo republicano, ejemplifican que hay una masa de votantes dispuestos a apostar por estas nuevas opciones. En este sentido, para el votante demócrata, las políticas sociales como la educación o la cuestión sanitaria son de las que mayor atención está atrayendo. La inmigración es otro tema de intenso debate. Además, vemos como algunos candidatos parecen decididos a hacer frente al modelo económico clásico de Estados Unidos, con medidas que hablan de renta básica o mayor regulación al sistema bancario.
El Partido Demócrata tiene la difícil misión de encontrar un candidato que aglomere al mayor número de votantes posibles para lograr ganar a Donald Trump en la elección. En la medida en que el elegido sea un candidato de generar amplios consensos tendrá más opciones de batir a Trump.
Los republicanos: apoyados en sus bases y en la economía
El Partido Republicano se encuentra con un presidente inmerso en un proceso de impeachment y copando la mayor atención de los medios. Esto es algo que, para diversos analistas, puede ser tanto beneficioso como perjudicial para Donald J. Trump. Por un lado, algunos pronostican que pueda hacerle mella entre votantes moderados de su partido y que incluso algún candidato o gobernador escéptico le pueda retirar su apoyo. No obstante, esta victimización puede reforzarlo aún más por la fuerte polarización política de la sociedad estadounidense.
Además, Trump goza de una estabilidad inusual en sus tasas de apoyo. Es cierto que en términos generales el presidente ha tenido una aprobación baja en sus encuestas desde que asumió el cargo, pero esa aprobación apenas ha variado, por lo que cuenta con una base muy fidelizada. Si hace cuatro años entre las filas republicanas había dudas sobre la figura de Trump, la mayoría de esas dudas se han eliminado para los votantes conservadores.
Estas primarias han supuesto la verdadera eclosión de las diferentes opciones que confluyen dentro del Partido Demócrata
Mientras tanto, Trump juega con otra baza a favor: su Administración ha logrado muy buenos indicadores macroeconómicos. Algunos no le dan mérito al presidente por ello, pero los ciudadanos disfrutan de un crecimiento económico generalizado en todo el país y de tasas de desempleo muy bajas que sin duda refuerzan la posición de Donald Trump con sus votantes. Especialmente llamativo es el caso de la comunidad hispana, que durante el mandato de Donald Trump está teniendo las menores tasas de paro de su historia.
La comunicación como clave: la importancia de las redes sociales en campaña
Tras la elección 2016 la revista Forbes señaló que “si esta extraña temporada política nos ha enseñado algo, es la importancia de los medios digitales. Así que seamos claros: si alguno de los candidatos presidenciales maneja mal los medios digitales perderá las elecciones”. Esto es algo que sin duda volveremos a vivir con más fuerza en la elección de 2020.
La victimización de Trump puede reforzarlo aún más por la fuerte polarización política de la sociedad estadounidense
Trump ya exhibió en 2016 un gran poder de influencia en redes sociales y consiguió que sus mensajes se viralizaran. Si algo ha demostrado Trump en sus tres primeros años en la Casa Blanca es que sabe marcar la agenda a golpe de tuit. Con apenas unas palabras desde su perfil oficial, el presidente consigue captar la atención de los medios, de su electorado y también de los adversarios. Es de esperar que de cara a esta campaña su estrategia sea similar, pero ahora deberá hacer frente a oponentes que manejan mejor los nuevos medios de comunicación que su anterior oponente.
La brecha generacional
Los votantes cambian y la forma de comunicarse con ellos también. De hecho, se estima que cerca del 40 % de los votantes en 2020 serán millenials o de la Generación Z. En estas primarias ya hemos visto a Elizabeth Warren anunciar su candidatura abriéndose una cerveza en la cocina mientras lo retransmitía en directo por redes sociales o Bernie Sanders sigue siendo un fenómeno juvenil y sus mensajes cobran fuerza con eslóganes del tipo Feel the Bern. Ejemplos de como la comunicación directa con el votante, la cercanía y la adaptación están siendo claves desde el minuto uno en esta carrera presidencial.
A su vez encontramos en este campo una brecha generacional entre candidatos. Si los demócratas eligen en primarias a Biden, Sanders, Warren e incluso a Bloomberg, nos encontraremos con unas elecciones disputadas por dos aspirantes septuagenarios que tendrán que moverse en el terreno de los más jóvenes: las redes sociales.
Elegir un buen candidato a vicepresidente también será un factor determinante durante la elección. Se especula con que muchos candidatos están considerando incorporar jóvenes en sus tickets y darles más peso en campaña a fin de hacer un esfuerzo por llegar a donde quizá ellos solos no pueden.
El papel del voto hispano
Otro factor a tener en cuenta será el papel del voto hispano en la próxima elección presidencial. La comunidad hispana es considerada un “gigante dormido” en la política estadounidense que va despertando poco a poco y por lo tanto puede resultar fundamental. En las midterms de 2018 se batió el récord de ciudadanos hispanos con derecho a voto en unas elecciones de Estados Unidos. Fueron 29,1 millones de ciudadanos, lo que representó un 12,8 % de la población convocada a las urnas.
Además, en las elecciones de 2018, la comunidad hispana alcanzó porcentajes récord en estados como Texas (30 %), Arizona (23 %), Florida (20 %) o Nevada (19 %). En Florida, por ejemplo, el número de votantes hispanos registrados alcanzó los 2,2 millones, un aumento del 8,4 % con respecto a 2016. Otros estados donde el votante hispano no había tenido tanto peso en elecciones anteriores también mostraron grandes incrementos en la tasa de votantes hispanos. Entre 2014 y 2017, Dakota del Norte tuvo un aumento del 32,4 % en el número de hispanos con derecho a voto, el mayor aumento porcentual en el país, seguido por Carolina del Sur (30,1 %), Oregón (28,8 %) y Carolina del Norte (28,2 %). Esto nos enseña que la comunidad hispana, si ejerce su derecho a voto en la próxima elección, puede ser decisiva en estados que estén reñidos.
Cerca del 40 % de los votantes en 2020 serán millenials o de la Generación Z
Esto influirá también en el uso del español en la campaña para tratar de apelar a esta masa de votantes. Las tendencias electorales históricas indican que el Partido Demócrata tiende a tener más facilidad para captar el voto hispano, pero cuando los republicanos han invertido recursos en apelar a ese voto también han sabido ganarlo. Gran parte de esa disputa pasa, sin duda, por el uso del español por parte de los candidatos de ambos partidos.
Algunos ejemplos recientes los encontramos en las elecciones de 2018. En el bando republicano Rick Scott, que ganó su candidatura al Senado por Florida, invirtió 4 millones de dólares en publicidad en español, más que ninguna otra campaña individual en 2018. Por su parte, el Comité de Campaña Demócrata del Congreso aseguró que realizaron una inversión de por lo menos 21 millones de dólares en candidatos hispanos y que prepararon 17 anuncios específicos en español. Su oficina también lanzó un anuncio televisivo en varios estados en español en la última semana antes de las elecciones, con el objetivo de apelar al voto hispano.
Gran parte de la disputa pasa, sin duda, por el uso del español por parte de los candidatos de ambos partidos
En la elección de 2020, el voto hispano en caso de movilizarse puede volver a resultar determinante en la elección y el español será importante de nuevo en el esfuerzo que realicen los partidos por captar este segmento del voto.
La influencia de las fake news
Finalmente, otro punto clave de la próxima campaña serán las fake news. Los medios tradicionales han perdido peso entre algunos sectores de la sociedad y ahora millones de votantes prefieren informarse a través de las redes o de herramientas como WhatsApp, donde las noticias son más difíciles de comprobar. Hemos pasado del enlace al pantallazo, y son pocos los que se toman el tiempo necesario para verificar si el titular o la imagen que han recibido se ajusta a la realidad es pura manipulación. Esto marcará la agenda y dirigirá el voto de muchos estadounidenses, un campo donde muchos ven una amenaza para el correcto desarrollo del juego electoral.
Tenemos por delante nueve meses de una apasionante carrera electoral en la que cada vez es más difícil hacer pronósticos. Lo que está claro es que esta nueva campaña nos dejará muchas lecciones de las que aprender y que tendrán un impacto en la comunicación política a nivel global. Por tanto, estaremos muy atentos.
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