Por Alberto Cuena, @Cuena_Vilches, periodista, responsable de Medios y Relaciones Institucionales del Círculo de Empresarios y analista de política nacional y asuntos europeos. Presidente de JEF Madrid. Y Jorge Juan Morante, @jjmorante, doctorando en periodismo, politólogo especializado en comunicación digital y asuntos europeos. Presidente de UEF Madrid.

El Brexit es, posiblemente, uno de los capítulos de la historia europea reciente que mayor atención política, económica, mediática y social ha suscitado. No en vano, Reino Unido ha sido el primer país y, por el momento, el único que ha solicitado su salida del bloque comunitario. Y el primero, por tanto, en poner a prueba la solidez y fortaleza del proyecto europeo y su cohesión interna frente a un proceso que no ha estado exento de sobresaltos.

Sinónimo de liberación y empoderamiento soberano para algunos, pesadilla interminable para otros, es incuestionable que la complejidad e infinidad de aristas que caracterizan el brexit no hacen sencilla la tarea de dibujar una génesis nítida sobre el cómo y, especialmente, el porqué del divorcio consumado que ha tenido en vilo a más de 500 millones de personas durante casi un lustro.

Precedentes históricos. 47 años de tortuosa relación

En 1953, Churchill señaló ante la Cámara de los Comunes que el Reino Unido no se iba a integrar políticamente con el resto de Europa (Churchill, 2016: 180). Entonces, “la mayoría de los británicos soñaba que mantendrían su poder e influencia debido a la relación con Estados Unidos y al peso de la Commonwealth” (Anchuelo y Steinberg, 2019: 170).

Las crisis que vivió el país en la década de 1950 ejercieron como una cura de humildad y, en la década siguiente, formalizaron su primera solicitud de entrada. Sin embargo, deberían esperar a la dimisión del general De Gaulle, que vetó siempre su adhesión mientras fue presidente de la República francesa, para ser admitidos en 1973.

En 1975, poco tiempo después de su ingreso, siendo primer ministro el laborista Harold Wilson, ya se planteó un referéndum1 para forzar la renegociación de sus condiciones de adhesión. En esa ocasión, ganó la permanencia con el 67,2% de los votos (Caillibot y Grumbach, 2019; Aldecoa, 2017: 70).

Desde ese momento, el Reino Unido ha analizado en torno a una lógica de coste-beneficio todas sus posibles participaciones en los avances de la integración europea, de tal forma que, prácticamente, solo estaban en el mercado único (Caillibot y Grumbach, 2019; Anchuelo y Steinberg, 2019: 171).

Existen diversas fuentes que señalan que el sentimiento emancipador se empezó a gestar desde su ingreso en la CEE (Horsford y Haynes, 2019; Encuentros Complutense, 2019; Du Jour, 2019). George Osborne, ministro de Economía del Reino Unido durante el referéndum de 2016, comentó que desde su entrada a la UE, nadie le había explicado a los británicos las ventajas de la pertenencia, por lo que se favoreció un clima de opinión negativo hacia el bloque comunitario (Caillibot y Grumbach, 2019).
Esto permitió que el Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP por sus siglas en inglés), obtuviera una considerable representación en las elecciones europeas de 2014 y 2019 (28 escaños de los 73 en juego, un 32% de los votos). Y durante las elecciones al Parlamento británico de 2015, para evitar una pérdida de votos a favor del UKIP, David Cameron prometió un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido2.

Sobre el resultado influyeron numerosos factores: los efectos, todavía latentes, de la gran recesión de 2008, que la consulta se celebrara a raíz de una cuestión compleja (inmigración); la ausencia de información (y la desinformación inducida) sobre los beneficios de la pertenencia del Reino Unido a la UE; las divisiones en el Partido Conservador3; la ambigüedad de Jeremy Corbyn, entonces líder del partido laborista, a la hora de defender la permanencia en la Unión Europea; o que el entonces primer ministro, David Cameron, diera por sentado que se impondría la permanencia y decidiera no implicarse excesivamente en la campaña (Caillibot y Grumbach, 2019; Du Jour, 2019; Oliver, 2016).

23 de junio 2016, una efeméride para el recuerdo

El 23 de junio de 2016 los británicos decidieron en referéndum salir de la Unión Europea. Un exiguo margen del 51,9% inclinó la balanza a favor del divorcio. Una cita histórica en las urnas que dividió al país: por un lado, en términos estrictamente generacionales, buena parte de los jóvenes se mostraron partidarios de seguir en la Unión Europea, mientras que las personas de una cohorte generacional superior a los 50 años fueron más partidarias de la salida; por otro, entre regiones geográficas, las más proclives a la permanencia (Escocia, Irlanda del Norte, Gibraltar y Londres) y las más partidarias del Leave (Inglaterra y Gales)4.

Tras la petición de salida por parte de Reino Unido, con la consiguiente activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa el 29 de marzo de 2017, dio comienzo un arduo periodo de negociaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea para alcanzar un acuerdo de retirada5.

El acuerdo de salida para la Unión Europea debía contemplar los compromisos de pago por parte de Reino Unido, la parte de los activos de la UE que le corresponden a la potencia británica, la protección de los acuerdos de ‘Viernes Santo’ (por los que se elimina la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda), los derechos de los ciudadanos y un período transitorio para hacer efectiva la salida (Everaert y Desmet, 2019; Anchuelo y Steinberg, 2019: 172-181; Du Jour, 2019).

Una salida que se vio retrasada por el bloqueo del Parlamento británico a los acuerdos presentados, además de sucesivas prórrogas. Los acuerdos conseguidos por May y Johnson y la dificultad para que fueran aprobados por el Parlamento británico evidenciaron que la UE estaría más por la labor de negociar una retirada que el propio Reino Unido (Everaert y Desmet, 2019).

El resultado de las elecciones generales británicas celebradas el jueves 12 de diciembre de 20196 facilitó que el parlamento británico aprobase el acuerdo de salida de la Unión Europea y que este se convirtiera en ‘ley’ antes del 31 de enero7. Un acuerdo que fue firmado por los presidentes de la Comisión y el Consejo Europeo, y posteriormente aprobado por el Parlamento Europeo. El 31 de enero de 2020 trascendió a los anales de la historia europea como la fecha en que Reino Unido abandonó definitivamente la UE8.

Horizonte postbrexit y relación futura

Aunque el 31 de enero de 2020 se hizo efectiva la ruptura política de los vínculos entre Reino Unido y la Unión Europea, poniendo fin a 47 años de histórica relación, la pesadilla brexit no había terminado. Arrancaba un período de transición en el que las partes implicadas debían definir su relación económica y comercial antes de final de año con el objetivo de minimizar el impacto de la ruptura.

Decía Kant que la inteligencia de un individuo se mide por el grado de incertidumbre que es capaz de soportar. Posiblemente esa incertidumbre sea la mejor forma de definir la tormenta negociadora que se sucedió a partir de ese momento, un annus horribilis marcado por el telón de fondo de una pandemia que trajo consigo el colapso sanitario y la mayor debacle económica registrada desde la II Guerra Mundial.

La COVID-19 dificultó sobremanera la consecución de avances sustantivos sobre el acuerdo económico y comercial en un corto periodo de tiempo, pues la irrupción de la crisis sanitaria transformó drásticamente las prioridades de la agenda política europea y británica. Sin embargo, tras sendas reuniones de posturas encontradas, hubo un punto de inflexión en el devenir de los acontecimientos que, a buen seguro, desestabilizaría el inmovilismo negociador: la victoria del candidato demócrata Joe Biden en las elecciones presidenciales de Estados Unidos c­elebradas el 3 de noviembre. Un hito que desbancaba a Donald Trump y, con ello, la esperanza del premier británico de abrazar un “rápido y ventajoso acuerdo comercial” entre Reino Unido y EE. UU., otrora prometido por Trump para azuzar la arrogancia de Johnson hacia la Unión Europea.

Así las cosas, Reino Unido encaraba los dos últimos meses del año 2020 siendo uno de los diez países del mundo más afectados por el coronavirus y uno de los cinco con más víctimas mortales, con una caída del PIB cercana al 23% durante el primer semestre, y un endurecimiento progresivo de las restricciones en todo el país. Se antojaba complicado contemplar un brexit duro en términos económicos y comerciales o, en otras palabras, una salida definitiva del club comunitario sin un acuerdo que definiera la relación futura entre las partes y paliara ligeramente el caos derivado a partir del 1 de enero de 2021.

Mucho se ha abundado a lo largo de estos meses en la pérdida de músculo económico y demográfico de la Unión como bloque geopolítico (cerca del 16% del PIB y el 13% de la población), pero cabe recordar que la salida de la UE supone la renuncia de facto a un mercado único de 450 millones de personas y pone al albur de los mercados a una potencia extraordinariamente dependiente del exterior. El Reino Unido importa un 53% de sus productos a la Unión Europea, mientras que cerca del 47% de las exportaciones británicas son intracomunitarias, según un estudio reciente del Círculo de Empresarios elaborado a partir de datos de la Oficina Nacional de Estadística de Reino Unido (ONS), el FMI, Oxford Economics y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).

Finalmente, tras varios órdagos y una negociación in extremis entre los equipos negociadores europeo y británico, liderados por Michel Barnier y David Frost, respectivamente, el 24 de diciembre de 2020, en vísperas de Navidad, Reino Unido y la Unión Europea alcanzaron un acuerdo sobre su relación futura9.

El acuerdo supone la salida de Reino Unido del mercado único europeo, si bien garantiza un intercambio de mercancías sin aranceles ni cuotas al comercio. Ahora bien, se restablecen las aduanas entre ambas partes, con un incremento en la carga burocrática que afectará la fluidez en el tráfico y transporte de mercancías y el negocio de muchas empresas. Asimismo, al eliminarse la libertad de movimiento de personas entre ambos, se precisarán visados para la circulación. Lo mismo sucede con el movimiento de servicios, aunque entidades financieras británicas han establecido sedes en la UE para poder seguir operando. Las compañías aéreas británicas, por su parte, podrán operar vuelos entre Reino Unido y la Unión Europea. Sin embargo, no podrán realizar vuelos entre ciudades de la UE, con excepciones como Iberia o Vueling. Los transportistas británicos y europeos podrán seguir operando entre las dos entidades, pero deben mantener las mismas condiciones en materia de seguridad, condiciones laborales o derechos de los pasajeros.

El Reino Unido sale también del programa Erasmus, uno de los mayores logros en materia de cooperación educativa y cultural europea del que se han beneficiado hasta la fecha más de 10 millones de estudiantes de distintas partes del viejo continente, y que el premier británico tildó de ‘demasiado caro’ en rueda de prensa.

El principal obstáculo en las negociaciones estaba en las cuotas de pesca, apenas un 0,1% del PIB de Reino Unido, pero con gran simbolismo en la arena política. A pesar de que Londres esperaba recortar las cuotas europeas en un 60% o 70% en tres años, finalmente se ha alcanzado un periodo transitorio de cinco años y medio durante el que los derechos de acceso recíproco a la pesca en las aguas de la otra parte permanecen inalterados.

Lecciones aprendidas

El efecto arrastre de las consecuencias de la gran crisis económica y financiera de 2008, ejemplificado en la fractura del contrato social, las enormes cotas de desigualdad, el desempleo juvenil y la respuesta descoordinada a la avalancha de los flujos migratorios, constituyeron, sin duda, la mejor puerta de entrada para el virus del euroescepticismo en Europa a lo largo de la última década.

No son pocas las voces que han tildado el brexit de fracaso estrepitoso, una suerte de estandarte de esa frustración euroescéptica. No es menos cierto, sin embargo, que la estrategia de comunicación coordinada seguida por los 27 frente a Reino Unido sirvió para “reforzar un modelo de unidad a la hora de negociar desde la perspectiva europea”, tal y como apunta Susana del Río (2017:76).

Si se hubiera demostrado que los partidarios del brexit tenían razón al prometer una vía de escape rápida e indolora con las ventajosas condiciones económicas de pertenecer a la UE y sin contrapartidas de ningún tipo (pleno acceso al mercado único, la no libre circulación de personas…), el virus euroescéptico hubiera mutado al eurófobo y se hubiese extendido como la pólvora.

Asimismo, la Unión Europea parece haber aprendido la lección sobre la factura del mal manejo de una crisis de envergadura. Así lo han demostrado las instituciones europeas durante la pandemia sanitaria; la UE ha mutualizado deuda por primera vez en su historia, además de impulsar una triple red de seguridad (MEDE, BEI y SURE) que dotará de liquidez a Estados, empresas y colectivos sociales vulnerables hasta que termine la crisis del coronavirus. Del mismo modo, pese al desabastecimiento inicial de material sanitario, el acceso concertado, en situación de equidad, de los 27 a las vacunas frente a la COVID-19 ha sido un éxito de primer nivel.

En lo tocante a Reino Unido, sería poco riguroso negar el impulso británico al mercado común y a la ampliación comercial con la incorporación de los países del este, si bien es cierto que siempre obstaculizó la armonización política, social y fiscal de la Unión. Quizá su salida sea una oportunidad para la integración europea. Por otra parte, plantear la restauración de fronteras y aduanas en un mundo cada vez más globalizado e interdependiente económicamente puede redundar, quizás, en una suerte de independencia pírrica, donde las limitaciones comerciales en un escenario postbrexit sean mayores que las existentes durante su pertenencia al club comunitario.

Por último, en lo relativo a su modelo territorial, surgen algunas paradojas. Por un lado, debido a la cláusula del backstop, o salvaguarda irlandesa, recogida en el Acuerdo de Retirada, Irlanda de Norte, pese a pertenecer a Reino Unido, no tendrá frontera física con la República de Irlanda y eso supondrá, de facto, su continuación en el mercado común europeo. Así ocurre también con Gibraltar. En cuanto a Escocia, profundamente europeísta, su primera ministra, Nicola Sturgeon, ya ha anunciado que, en cuanto termine la pandemia, reactivará las negociaciones para un nuevo referéndum que les permita independizarse definitivamente de Reino Unido y reintegrarse en la Unión Europea. Así las cosas, veremos si la carta jugada por Reino Unido no tiene un coste de oportunidad demasiado alto.

Fuentes de información:

Aldecoa, Francisco (2017). El proyecto de la unidad europea. De la idea europea a la Unión Europea como potencia global, Colección Descubrir la Historia, EMSE EDAPP Editorial, Barcelona (España).

Anchuelo, Álvaro, Feás, Enrique y Steinberg, Federico (2019a). “Presentación” en Anchuelo, Álvaro, Feás, Enrique y Steinberg, Federico, (Coord.), La Unión hace la fuerza. Europa ante los desafíos del siglo XXI, Deusto, Editorial Planeta, Barcelona (España), Págs. 7-18.

Anchuelo, Álvaro y Steinberg, Federico (2019b). “El Brexit: guía para perplejos y descarriados” en Anchuelo, Álvaro, Feás, Enrique y Steinberg, Federico (Coord.), La Unión hace la fuerza. Europa ante los desafíos del siglo XXI, Deusto, Editorial Planeta, Barcelona (España), Págs. 170-188.

Caillibot, Thierry y Grumbach, Romain (Productores) y Albert, Eric y Johnson, Thomas (directores) (2019). Brexit: TheBackstageof a Divorce, documental, Francia: GalaxiePresse.

Churchill, Winston S. (2016). Europa Unida. Dieciocho Discursos y una Carta, Ediciones Encuentro, Madrid (España).

Du Jour, Point (Productor) y de Halleux, Alain (director) (2019). Brexit, Europa contra la pared, documental, Francia: ARTE.

Encuentros Complutense (2019). Brexit: ¿El muro al final del puente?, Universidad Complutense de Madrid (España), disponible en https://www.youtube.com/watch?v=ACGcqUTYI_Q [Fecha de consulta: 18 de octubre de 2019]

Everaert, Hans (Productor) y Desme­t, Lado (director) (2019). Brexit a Puerta Cerrada, Bélgica: Films ofrecord y Menuetto Film.

Horsford, Lynn (Productor) y Haynes, Toby (director) (2019). Brexit: UncivilWar, Reino Unido: HBO y Channel 4.

Oliver, Craig (2017). Unleashing Demons. The Inside Story of Brexit, editorial Hodder & Stoughton Ltd, Londres (ReinoUnido).

Río Villar, Susana del (2017). “Democracia representativa y ciudadanos en el proceso de integración europea”, en Pliegos de Yuste: revista de cultura y pensamiento europeos, ISSN 1697-0152, 1 18, 2017-2018, págs. 71-76.

1 Ver “Britain's 1975 Europe referendum: what was it like last time?” en https://www.theguardian.com/politics/2016/feb/25/britains-1975-europe-referendum-what-was-it-like-last-time
2 Ver “Cameron promete un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE” en https://www.elmundo.es/elmundo/2013/01/22/internacional/1358889606.html
3 Incluso algunos de los que apoyaron la permanencia no tenían claro qué hacer con el acuerdo conseguido por David Cameron con la UE antes del referéndum.Algunos proponían votar por la salida para renegociar el acuerdo y conseguir más ventajas (Oliver: 2017: pág. 97)
4 Ver “EU referendum morning briefing: the result” en https://www.theguardian.com/politics/2016/jun/24/eu-referendum-result-what-we-know-so-far
5 El acuerdo de salida implica negociar los términos de separación entre Reino Unido y la Unión Europea, no la relación futura.
6 Ver “¿Qué brexit nos queda?” en http://agendapublica.elpais.com/que-brexit-nos-queda/
7 Ver “El brexit se convierte oficialmente en Ley” en https://www.lavanguardia.com/internacional/20200123/473091220252/brexit-convierte-oficialmente-ley.html
8 Ver “Brexit: el fin del principio” en http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano_es/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/powell-brexit-el-fin-del-principio
9 Ver "Trade and cooperation agreement between the European Union and the European Atomic energy community, of the part, and the United Kingdom of Great Britain and Northern Ireland, of the other part" https://ep00.epimg.net/descargables/2020/12/26/97a59798049bd7299d8c9bf50548a119.pdf

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