Desde el año 1976 no se concibe una campaña para las elecciones presidenciales de Estados Unidos sin la celebración de uno o varios debates entre los candidatos. Aquel año, Gerald Ford y Jimmy Carter se enfrentaron en tres ocasiones por televisión, por primera vez desde el famoso cara a cara entre Richard Nixon y John F. Kennedy de 1960.

En Estados Unidos, el moderador, habitualmente un periodista de gran prestigio, modera de verdad: elige las preguntas que hace y los temas libremente, interrumpe a los candidatos, etc. Por eso, su figura es muy importante y los medios de comunicación suelen dedicar bastante tiempo a repasar la trayectoria profesional de los elegidos para asumirla.

Sin embargo, en la campaña para las elecciones del pasado 5 de noviembre la atención no se centró tanto en los méritos de los presentadores como en el hecho de que, por primera vez en veinte años, una mujer fue elegida como moderadora: Candy Crowley, veterana periodista de la CNN y presentadora del programa State of Union fue la encargada de dirigir el debate celebrado el pasado martes 16 de octubre. Hasta entonces, la última mujer moderadora había sido Carole Simpson, periodista de la ABC que en 1992 presentó el debate entre George H.W. Bush, Bill Clinton y Ross Perot.

La elección de Crowley coincidió y posiblemente se facilitó, como ella misma reconoció, con una petición online iniciada por tres adolescentes de Nueva Jersey que se declararon “impresionadas porque en los últimos veinte años ninguna mujer hubiera moderado un debate en Estados Unidos”. Las más de 120.000 firmas de apoyo reunidas por las jóvenes abrieron el debate en los medios y la clase política estadounidense y ejercieron una gran presión sobre la Comisión de Debates Presidenciales de Estados Unidos, que también eligió a Martha Raddatz, de la ABC, para moderar el debate vicepresidencial.

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