La pasada semana, el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, visitaba diversas ciudades y empresas norteamericanas. Al llegar a Nueva York, se reunía con Michael Bloomberg, alcalde de la ciudad. Pero no se reunió en su despacho, sino en una gran sala que funciona como sala de máquinas del Consejo Muni­cipal. De hecho, Bloomberg no tiene ninguna oficina propia. Él trabaja rodeado de su círculo más estrecho, formando un círculo de colaboradores que ayudan a que todo sea más ágil, eficiente y transparente. Es una excelente manera de saber de manera rapidísima qué se está haciendo en el resto de departamentos de la ciudad, de actuar con prontitud y de que salgan nuevas ideas a través de las diferentes conversaciones entre los responsables de mantener y mejorar la ciudad, alcalde incluido.

No es algo nuevo, aunque sí lo es en gobiernos. Actualmente, palabras como crowdfunding, crowdthinking, crowdcuration, coworking… empiezan a formar parte del vocabulario de las empresas y de los emprendedores. Todas ellas comparten una visión común: la inteligencia de las multitudes como factor clave para mejorar. En Nueva York tienen claro que ence­rrados en despachos no aprenderán unos de otros, ni actua­rán lo suficientemente rápido.

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