Irene Núñez

@Irenuqui

Consultora de comunicación política y experta en marca personal y liderazgo.

La ropa que elegimos nos identifica y nos presenta ante el electorado de una manera concreta. Y esto lo saben (y sacan partido) cada vez más y mejor los líderes y lideresas. La conexión entre la moda y la política ha existido siempre y también ha avanzado a lo largo de la historia. En la actualidad, la vestimenta se ha convertido en una herramienta estratégica en la que se apoyan muchos consultores y asesores para lanzar mensajes y posicionamientos ideológicos, así como para simbolizar determinados valores en los candidatos. El outfit, la ropa que se escoge de forma premeditada para cada ocasión, se ha convertido en una forma de comunicación no verbal y representa, sin ninguna duda, un estilo de liderazgo.

La moda como reivindicación de la marca personal… y nacional

Hace unas semanas se celebraba en Davos el Foro Económico Mundial, un encuentro anual que reúne a los principales líderes empresariales y políticos. A esta cita entre poderosos acudió el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, con un anorak de la marca deportiva española Joma. El abrigo, de corte deportivo y que ronda los 80 euros, se viralizó en las redes sociales y en apenas unas horas se agotó en la web de esta firma familiar.

Este es un claro ejemplo de cómo la elección de una determinada prenda ayuda a transmitir una imagen y contribuye a crear una narrativa visual: a Sánchez le percibimos más cercano y, además, ha generado un sentido de pertenencia y fortalecido la identidad y orgullo nacional.

Expresar ideología a través de la ropa

Son incontables las ocasiones en las que hemos sido testigos, a través de la televisión o las redes sociales, de mandatarios que eligen llevar camisetas con mensajes reivindicativos o complementos (broches, pulseras, etc.) para destacar símbolos o colores específicos. Para algunas personas, esta elección se interpreta como un desafío a las normas establecidas en cuanto a dress code se refiere. Sin embargo, para otros representa un arma política para manifestar opiniones y posicionamientos en temas sensibles.

Un ejemplo destacado recientemente lo encontramos en la intervención de la eurodiputada socialista de Irlanda, Clare Daly, quien, en pleno conflicto en Gaza, eligió llevar una camiseta con los colores de la bandera palestina mientras se dirigía al hemiciclo. Una elección que resalta tanto su solidaridad y apoyo al pueblo palestino, como el uso de la moda como expresión simbólica de los posicionamientos políticos en momentos cruciales.

Trajes que apelan a la identidad y a la memoria colectiva

La elección de una determinada vestimenta para apelar a la identidad y la memoria colectiva es una acción cargada de simbolismo y estrategia. La primera vicepresidenta afrodescendiente de Colombia, Francia Márquez, mima al milímetro su estilo para visibilizar a las comunidades colombianas afrodescendientes que históricamente no han accedido a puestos de poder. Para ello, a través del lenguaje visual de la ropa, ha sabido construir puentes entre el pasado y el presente. Sus outfits son especialmente llamativos por sus tejidos y colores brillantes. Para la jura de su cargo optó por un vestido asimétrico con un estampado azul y naranja tipo wax, uno de los tejidos tradicionales africanos más populares. Bajo la sobrefalda del vestido relucía una falda blanca larga, cuyo volumen había sido enfatizado mediante enaguas que combinaba con un volante ornamental cruzando su pecho.

En definitiva, las elecciones de vestimenta no son una cuestión de estilo o una decisión casual, son una herramienta más de comunicación política que puede llegar a moldear la percepción pública. La ropa influye notablemente en la construcción de identidades y en el recuerdo a los candidatos, llegando incluso a influir en la decisión final de voto.


La eurodiputada irlandesa Clare Daly, en plena intervención en el hemiciclo, con los colores de la bandera de Palestina.

Cada vez son más los y las políticas, como Pedro Sánchez (a la izquierda), que apuestan por prendas asequibles y producidas en sus países.

La primera vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez, rompe con los cánones estilísticos y apuesta por trajes que refuerzan sus raíces y generan una conexión emocional con colectivos minoritarios.

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