Por Vicente Rodrigo y Juan Luis Fernández

Ilustración: Alberta

La gran crisis global que se desató con la quiebra de Lehman Brothers en Estados Unidos en 2008 es el icono de una época de cambio. El desorden generado causó primero una gran incertidumbre económica e instaló una nueva agenda informativa basada en la información financiera que poco a poco sacudió la política y la forma de entender sus procesos y dinámicas.

Desde entonces, más de una década en la que se han acelerado los tiempos políticos y el ritmo con el que se suceden las cosas; una vorágine desatada que propició un mayor interés por la política y dio paso a la consolidación mediática del polintainment, la política como espectáculo de masas que copaba los espacios de mayor audiencia.

Los grandes sobresaltos de estos tiempos configuran un orden global que desafía lo establecido (el Reino Unido votando a favor de la salida de la Unión Europea) y da paso a liderazgos políticos controvertidos (Trump, Bolsonaro o Salvini) convertidos en fenómenos mucho más complejos de lo que se presentan a simple vista por su capacidad para aglutinar voto, para instalar sus temas en el espacio público y para obtener apoyos y adhesiones.

Al mismo tiempo, la agenda global se sofistica; aparecen nuevos temas a los que prestar atención a medida que el planeta pide más atención y los modelos corporativos de negocio y de trabajo se reinventan a un ritmo mayor que las regulaciones y las leyes.

No obstante, aquellos que nos dedicamos a analizar la comunicación y la política, sus interrelaciones e interdependencias, bien por gusto personal o profesional, no nos enfrentamos a nada nuevo. El mundo y la política están mutando, sí, pero no menos de lo que lo hicieron en otros periodos históricos caracterizados por el cambio. Entender los fenómenos políticos que están cambiando nuestro tiempo es parte de la responsabilidad que afronta nuestra generación, pero también ser parte del cambio y pensar cómo lo contaremos cuando hayan pasado unas cuantas décadas más. Ryszard Kapuściński, periodista y escritor polaco fallecido en 2007, es uno de los grandes referentes en esta tarea. Un maestro relatista que convirtió a sus obras en el retrato de su época; un periodista de vocación que estuvo allí donde ocurrían las cosas y que prestó su pluma al relato de los hechos que cambiaron el mundo en el siglo XX en Asia y América Latina, pero especialmente en Rusia (El Imperio) y en África (Ébano).

El ascenso de nuevos movimientos políticos y el avance tecnológico está sin duda mutando la manera en que nos comunicamos y de hacer política. Sin embargo, ésta no es la primera revolución que altera las reglas de juego, dejando desconcertados a los analistas, actores políticos y sociedad civil. Kapuściński ya retrató de su puño y letra los cambios de la época y la consecuente desinformación. Tal y como pretendemos hacer con esta sección, ello solo es posible tomando la necesaria pausa y distancia, pero también mediante la empatía. Lapidarium es un nuevo espacio en esta publicación que nace para ofrecer pinceladas de análisis del mundo que nos rodea; una zona de observación de la comunicación política de nuestros días que prestará atención a la importancia de los matices, a leer entre líneas, yendo al grano, pero deteniéndonos con cautelosa calma en aquellos fenómenos que consideramos de especial importancia prestar atención. La palabra lapidarium describe un montón de piedras; llevado a lo conceptual, no es otra cosa que un puñado de pensamientos y reflexiones ordenados para sostenerse firmes, una suerte de pinceladas impresionistas que recogen el sentir de una época. Y es, como no podía ser de otra manera, la palabra con la que el periodista polaco Ryszard Kapuściński, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003, calificó a muchos de sus escritos: “El tremendo y bello esfuerzo por comprender el mundo”, como definió El Cultural a la obra del genio polaco. Os invitamos a embarcar en este nuevo e ilusionante proyecto.

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