Por Nicolás Miranda Olivares Doctorado Estado de Derecho y Gobernanza Global. Universidad de Salamanca y Julián Martínez Ramos @juliantropo Psicólogo Político. Doctorando Universidad de Salamanca. Flacso España

Las elecciones generales que se llevarán a cabo el día 19 de noviembre presentan para los chilenos cambios significativos en relación a procesos anteriores. Las principales modificaciones al sistema electoral son el aumento de escaños tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, el voto en el exterior, las cuotas de género en las listas y el sonado abandono del sistema binomial de asignación de escaños. Estas nuevas reglas prometen marcar un antes y un después en la política chilena en cuanto a participación y representación.

El cambio más importante sin duda es el abandono del antiguo sistema binomial de asignación de escaños en el legislativo, heredado de la dictadura de Pinochet, para adoptar un sistema de asignación proporcional con fórmula D’Hondt. Este viene acompañado de dos alteraciones cruciales que aumentan la proporcionalidad de la representación. Por un lado, el aumento del número de diputados (120 a 155) y de senadores (38 a 43, pasando a 50 en 2021), y por otro, la reducción del número de distritos electorales y circunscripciones senatoriales.

Esto implica que cada circunscripción electoral tendrá en juego más escaños y a la vez que habrá más electores en cada una de ellas. Todos estos elementos juntos hacen que sea muy atractivo para nuevas fuerzas políticas e independientes participar en las elecciones, a la vez que cambia radicalmente el funcionamiento de las coaliciones. De hecho, ya existe una fractura en la coalición de centro-izquierda llevando por primera vez desde el retorno democrático dos candidatos presidenciales al no llegar a un acuerdo la Democracia Cristiana y los demás partidos.

La elección presidencial también presenta novedades. Es posible que, por tercera vez en la historia y la segunda de manera consecutiva, sea reelecto un expresidente, tras Arturo Alessandri (1920-1925 y 1932-1938) y Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018). La mayoría de los sondeos indican que Sebastián Piñera se convertirá en el próximo presidente de Chile, aunque, posiblemente, deberá ir a una segunda vuelta. Por su parte, la coalición de centro-izquierda va dividida a las elecciones por primera vez desde el retorno democrático. La Democracia Cristiana no logró un acuerdo en la selección del candidato presidencial con el resto de partidos que componen la coalición y presentará a Carolina Goic, presidenta del partido, mientras que los partidos Radical Social Demócrata, Socialista, Por la Democracia y Comunista apoyan a Alejandro Guillier.

Además de este quiebre, el escenario para la izquierda es más complejo producto de la irrupción del movimiento político Frente Amplio, liderado por los jóvenes parlamentarios Giorgio Jackson y Gabriel Boric, que lograron inscribirse para las primarias y elegir a Beatriz Sánchez, que hasta hace unos meses se desempeñaba como periodista en la radio. Los sondeos tienden a darle el segundo lugar a Guillier, pero de manera muy ajustada al porcentaje que podría obtener Sánchez. Carolina Goic por su parte mantiene un apoyo muy bajo en las encuestas, por lo que la discusión dentro de la Democracia Cristiana es el apoyo a sus ex-socios de coalición en una posible segunda vuelta.

Finalmente, dos elementos interesantes son la introducción del voto en el exterior y la cuota de género en las listas. Después de diversos intentos en el Congreso para permitir el voto de los chilenos en el extranjero, el gobierno de Michelle Bachelet aprobó la ley que posibilita la participación, en las elecciones presidenciales -incluidas las primarias- de quienes se encuentren residiendo fuera del país. Sumado a lo anterior, la introducción de la cuota de género en las listas también es una novedad. Cada lista deberá tener como máximo 60% de candidatos de un solo género. Con esto se espera que mejore este tipo de representatividad ya que Chile tiene alrededor del 15% de representación de mujeres en ambas cámaras: 19 de 120 en el Congreso y 9 de 38 en el Senado.

El escenario político chileno está a punto de vivir un momento de especial trascendencia desde la vuelta a la democracia, y con ello se pueden avizorar grandes oportunidades, pero también algunas amenazas a la estabilidad política chilena. Entre las primeras está la oportunidad de representación efectiva de minorías que se veían minimizadas en las grandes coaliciones y con ello la posibilidad de hacer avances en temas que han quedado estancados durante mucho tiempo. Sin embargo, la sombra de posibles bloqueos con el ejecutivo amenaza la gobernabilidad y obliga a los políticos chilenos a desarrollar estrategias para garantizar el buen funcionamiento democrático.

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