Politóloga y escritora especializada en comunicación de la realeza.

@nanpolo

“Durante siglos, las únicas mujeres que podían alcanzar el poder y ejercerlo eran las reinas y las emperatrices”

Por José Luis Izaguirre@jl_izaguirre92

Politóloga y escritora especializada en comunicación, liderazgo e historia de las mujeres, especialmente de la realeza. Tiene un máster en Gestión Pública e hizo cursos de Relaciones Internacionales en Harvard. Ha asesorado a políticos nacionales, ha trabajado durante años como escritora de discursos y fue voluntaria en la campaña presidencial de Barack Obama. Como escritora ha escrito Sissi. La verdadera historia de Elizabeth, emperatriz de Austria y reina de Hungría y La reina. La increíble historia de Isabel II. Además, colabora habitualmente con prensa, es tertuliana en el programa Tot es mou de TV3 y ha participado en varios programas de La Sexta.

Victoria y Alberto pusieron en marcha una auténtica campaña de comunicación política muy inteligente y bastante avanzada a su tiempo

¿Por qué has decidido especializarte en escribir sobre la historia de las mujeres?

Llegué a la historia de las mujeres, sobre todo de la realeza, a través de la política y supongo que se puede decir que también del feminismo. Porque durante siglos, las únicas mujeres que podían alcanzar el poder y ejercerlo eran las reinas y las emperatrices. Aún ha día de hoy, en muchos países, incluido España, no ha habido presidentas del Gobierno.

Supongo que, en parte, mi fascinación por las mujeres de la realeza viene de la búsqueda de referentes femeninos potentes. La verdad es que ha habido algunas mujeres fascinantes, desde Leonor de Aquitania a la propia Isabel II de Inglaterra. Muchas fueron pioneras y abrieron caminos a las generaciones posteriores. Siempre me ha interesado conocer a estas mujeres, saber cómo triunfaron en un mundo increíblemente machista. Y supongo que también, de algún modo, he querido reivindicarlas como políticas y estadistas. Me molesta bastante que estén encasilladas como ‘princesas de cuento’, cuando la gran mayoría fueron diplomáticas superlativas y con un dominio de la comunicación política muy superior al de muchos hombres de su generación.

¿Crees que las mujeres relevantes del último siglo están suficientemente reivindicadas?

No todas, desgraciadamente. Es obvio que, más allá de las ideologías de cada uno, mujeres como Margaret Thatcher, por ejemplo, han tenido un papel muy destacado y han sido reconocidas por su trayectoria y valía. Pero no hay duda de que otras mujeres han sido injustamente encasilladas y ninguneadas.

¿Cómo y por qué comenzaste a escribir La reina. La increíble historia de Isabel II?

Se podría decir que a la monarquía británica llegué a través de la reina Victoria. Fue un poco de casualidad: un buen día, siendo yo aún adolescente, quise buscar un libro en inglés para mejorar el idioma y descubrí la magnífica biografía de Victoria de Lytton Strachey, un muy buen amigo de Virginia Woolf. Era un libro breve, así que pensé que sería fácil de leer. La verdad es que el vocabulario era bastante avanzado, pero la prosa era preciosa, y además analizaba muy bien al personaje.

Fue entonces cuando descubrí a una mujer interesantísima que tuvo que salvar a la monarquía y hacer frente a un sinfín de retos. Ella fue quien, junto con su marido, el príncipe Alberto, cambió la institución, la modernizó y la acercó al pueblo. Aunque prácticamente nadie se acuerde, Victoria y Alberto pusieron en marcha una auténtica campaña de comunicación política muy inteligente y bastante avanzada a su tiempo. Fue la era en que la era en que nacieron la fotografía y las revistas y ellos ya empezaron a usar ambas. Posaron para multitud de reportajes —una auténtica revolución para la época— y dejaron que la prensa los siguiera a todas partes y hablara de ellos. Incluso Victoria escribió una vez para un periódico. Fueron ellos los que entendieron el valor de la imagen y también la necesidad de proyectarse como una familia modélica. Además, empezaron a viajar por todo el país y también por el extranjero, algo que sus antecesores apenas habían hecho.

Victoria me resultó tan fascinante que, a partir de entonces, comencé a leer todo lo que podía sobre la monarquía inglesa. Más que los líos amorosos, me interesaban las biografías serias —hay algunas magníficas escritas por verdaderos especialistas—. Así fue como di con algunos libros sobre Isabel II muy buenos que me descubrieron a una mujer muy interesante. Era una mujer sin especial formación y una timidez enfermiza que tuvo que pilotar otro gran cambio de la monarquía. Fue ella la que introdujo mejoras a un nivel que no se habían visto desde los tiempos de Victoria. También fue la que utilizó la comunicación de manera brillante: usó la televisión mucho antes que Kennedy y en los últimos años ha dado auténticos recitales de comunicación. Solo hay que ver el sketch con el osito Paddington.

Todos los monarcas de Inglaterra han sido muy hábiles a la hora de hacer todo lo posible para acercarse a las clases más trabajadoras

Uno de los hitos del comienzo de su reinado fue la retransmisión de su coronación por televisión. ¿Qué impacto tuvo aquello?

Cambio todo, aunque hay que decir que a ella, al principio, le horrorizó la idea. Odiaba las c­ámaras de televisión: decía que no salía bien y que se le tensaba el rostro. Muchos especialistas están de acuerdo que nunca llegó a dominar el medio del todo, aunque con los años recibió clases de la BBC. Decían que se ponía muy nerviosa delante de las pantallas.

Pero volviendo a la coronación, la televisión en directo marcó un hito. Estamos hablando del año 1953. Hemos de tener en cuenta que, por ejemplo, la televisión no irrumpe de verdad en una campaña presidencial estadounidense hasta John Fitzgerald Kennedy, en 1960, casi una década más tarde. La coronación permitió que la gente no solo viera por primera vez una ceremonia de siglos de antigüedad a la que muy pocos habían tenido acceso, sino que permitió que la corona se acercara al pueblo. Todos los monarcas de Inglaterra han sido muy hábiles a la hora de hacer lo posible para acercarse a las clases más trabajadoras. De ahí que hayan aguantado mientras todas las demás monarquías de Europa iban cayendo.

¿Qué cambios prevés en la forma de comunicar del reinado de Carlos III con respecto al de su madre, Isabel II?

Uff, para empezar hay que decir que Carlos III es un auténtico desastre con los medios. Siempre lo ha sido. En tan solo unos pocos días de reinado ya hemos podido ver unas salidas de tono que hubiesen sido inconcebibles con su madre. Muchos periodistas que lo han seguido durante décadas explican que siempre se ha m­ostrado muy distante e incluso muy áspero con ellos. También explican que Carlos era incapaz de contestar a una pregunta de manera concisa y clara. Que daba vueltas y vueltas a un asunto y que tardaba minutos en explicar algo, lo que resulta funesto en la era de eslóganes rápidos.

No obstante, creo que la monarquía comenzó hace décadas, justo después de la muerte de Diana, cambios en la comunicación que son imparables y que en los últimos años se han intensificado. Después de la muerte de Diana, cuando la reina comete graves fallos de comunicación, Isabel II se da cuenta de que tiene que ser más próxima y mostrar más empatía. En los últimos años estaba obsesionada con conectar con la población, sobre todo con los más jóvenes. Siempre decía que el gran reto de la corona no iba a ser el republicanismo —que en el Reino Unido no llega al 19%— sino la indiferencia del público. De ahí que se esforzara por resultar simpática y salir en medios. Eso explica, por ejemplo, su aparición en la inauguración de los Juegos Olímpicos con James Bond.

Carlos III es un auténtico desastre con los medios

Durante 70 años, Isabel II ha tenido que lidiar con multitud de crisis en diferentes momentos, tanto personales como institucionales y políticas. De hecho, calificó 1992 como su annus horribilis ¿Cuál es la clave de que haya fallecido con la admiración de todo el país y sin reproches?

Después de la muerte de Diana, se dio cuenta de que tenía que cambiar. Sobre todo, que su comunicación tenía que cambiar. Hay que reconocer que fue muy ágil y eficiente y que tomó medidas rápidas. Contrató a personas de comunicación jóvenes y empezó todo un tour por el país para que se la viera estando al lado de la gente. Por ejemplo, durante meses estuvo tomando el té todas las semanas con personas obreras en pisos de protección oficial de barrios humildes. También empezó a hacer banquetes a donde invitaba a personas de todas las clases sociales. Una vez la sentaron en una mesa con un albañil. En el libro dedico un capítulo entero precisamente a toda esta estrategia de comunicación que puso en marcha.

No obstante, hay que reconocer que en todo el proceso de “humanizar” a la reina tuvieron un papel fundamental una película y una serie. La película fue “The Queen”, con una magistral Helen Mirren (personalmente, creo que es la actriz que mejor la ha representado). La película narra los días posteriores a la muerte de Diana, cuando el país se cabrea con la reina. Es un film maravilloso que consiguió e­xplicar a la reina, hacerla humana, sin que perdiera un ápice de solemnidad. Muchos en Buckingham reconocieron que aquella película marcó un antes y un después.

Y luego, claro está, viene The Crown. Aunque es una serie maravillosa y está muy bien hecha, no es especialmente verídica, pero ha conseguido que muchas personas creyeran que la conocían de algún modo.

¿Qué puede aprender la casa real española de la comunicación de la casa real británica?

Debería aprender muchísimas cosas. La comunicación de la casa real española es atroz, casposa y rancia, muy anclada en el pasado. Y no hablemos de los discursos. La gran mayoría curan el insomnio. Más allá de los problemas amorosos y con la justicia, hablando solo de comunicación, creo que pecan de no estar rodeados de gente que realmente sepa del tema. Parece que lo único que les interesa es mantener a la prensa bien lejos, que nadie hable de ellos. Se equivocan, porque a parte de altivos, se les ve remotos. Y, lo peor, es que no conectan con la sociedad. Isabel II hizo esfuerzos para que se la viera al lado de personas de todas las clases sociales. A Felipe y a Letizia solo se les ve en inauguraciones rodeadas de personas de una extracción social muy limitada.

¿Qué herramientas comunicativas tienen las casas reales europeas? ¿Sirve con la comunicación? ¿Qué es lo que están y no están explotando para afianzar el apoyo de la ciudadanía?

El problema básico de las monarquías actuales es que nadie sabe exactamente para qué sirven ni por qué tenemos que destinarle tanto dinero a una familia en concreto. Creo que existe la sensación de que las monarquías tienen como único objetivo sobrevivir. Pero nada más. Isabel II fue muy hábil: entendió que la monarquía en el siglo XXI debía convertirse en un fenómeno mediático global que atrajera la atención de todo el mundo y creara una buena imagen del país. Fue muy inteligente. Además, sabía hacer algo que a los demás les cuesta horrores: sabía ser solemne sin parecer altiva y cuando se mostraba informal no caía en lo vulgar.

A Felipe y a Letizia solo se les ve en inauguraciones rodeadas de personas de una extracción social muy limitada

¿Qué opinas de las series que llevan a la pantalla vidas reales, como The Crown? Como serie, The Crown es magnífica. Yo la veo y vuelvo a ver constantemente, y estoy deseando que estrenen la nueva temporada. Dicho esto, el propio creador de la serie reconoció que se había inventado muchas cosas y que el 40% de la serie no se correspondía con la realidad. La propia Isabel II vio algunas temporadas y dijo que “se había exagerado mucho”. Pero más allá de exactitudes históricas, la serie ha hecho el mayor servicio a la Corona que se recuerda en siglos. Hizo a Isabel II cercana, humana, relevante. De ahí, en gran parte, el fenómeno que hemos visto tras su muerte.

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