«Cuando surge un patógeno nuevo, el modelo de transmisión lineal de la información no funciona. Ahí prevalece la coproducción de conocimiento sobre la salud por parte de periodistas, científicos y muchos otros actores de manera simultánea»

Por Paco Seoane, @PacoSeoanePerez. Transcripción de José Luis Izaguirre, @jl_izaguirre92

El profesor de la Universidad de California en San Diego Daniel Hallin, ha centrado su investigación en el periodismo, la comunicación política y el análisis comparado de los sistemas de medios de comunicación. Ha publicado artículos e investigaciones acerca de la cobertura mediática de las guerras, incluida la Guerra de Vietnam, los conflictos en América Central y la Guerra del Golfo.

Durante los últimos años, ha centrado su atención en el análisis comparado de los sistemas de medios de comunicación, especialmente en Europa Occidental y Latinoamérica, tratando de introducir en los estudios de comunicación política y de los medios de comunicación la tradición de análisis histórico e institucional comparativo que se puede encontrar en la sociología y la política comparativa. Su libro Comparing Media Systems: Three Models of Media and Politics, en coautoría con Paolo Mancini, ha ganado los premios Outstanding Book de las Asociaciones Internacionales de Comunicación y Comunicación Nacional, y el Goldsmith Book Award del Shorenstein Center on Press and Politics de Harvard.

El profesor Hallin ha conversado con Paco Seoane en el podcast de ACOP Comunicación & Política acerca de las diferencias entre la cobertura mediática del coronavirus y la del H1N1 en 2009, uno de sus casos de estudio en el libro Making Health Public (Routledge, 2016), coescrito con el antropólogo Charles L. Briggs y traducido a nueve idiomas.

He estado leyendo su libro Making Health Public y me ha llamado la atención que en el prólogo, usted y el profesor Briggs comentan que usted no estaba convencido de tratar la temática sanitaria, ya que su ámbito de especialización es la comunicación política. Sin embargo, llegó a la conclusión de que las noticias sobre la salud eran tremendamente políticas. ¿Puede comentarnos cómo llegó a este descubrimiento?

El campo de la investigación de la comunicación sanitaria se enfoca generalmente en el individuo, los efectos de los medios de comunicación en el comportamiento individual, y mi interés se centra en los medios como institución y su efecto sobre la sociedad en general. Durante esta pandemia hemos podido comprobar lo politizada que está la salud, donde la política sanitaria tiene un efecto directo en todos los aspectos de la sociedad. Creo que es interesante analizarlo desde el punto de vista de la investigación con una metodología de análisis comparativo, que he podido realizar junto con colegas noruegos de la cobertura de la crisis del COVID-19 en EE. UU., Noruega, Reino Unido y España. El nivel más alto de cobertura política en cuanto a las políticas sanitarias fue en EE. UU. Esto se debe a que en este país hay una polémica muy importante sobre la política básica del sistema de salud, intensificada a raíz del Obamacare, por ejemplo. Por lo tanto, creo que tanto para el campo de la comunicación política como para los estudios sobre periodismo, es un asunto muy relevante y no necesariamente tan investigado.

Durante esta pandemia hemos podido comprobar lo politizada que está la salud, donde la política sanitaria tiene un efecto directo en todos los aspectos de la sociedad

Ustedes cuentan en el libro que las crisis sanitarias, en muchas ocasiones, son una crisis de comunicación dada la importancia de hacer llegar a la población esa «biocomunicabilidad» de la que ustedes hablan. También comentan que nuestros conocimientos de salud se co-construyen entre los periodistas y las empresas farmacéuticas, los médicos, etc. En comparación con el estudio de caso que ustedes incluyen en el libro, la gripe porcina del 2009, ¿cuáles serían las diferencias con la crisis actual? ¿Podríamos decir que aquello fue, hasta cierto punto, un caso de éxito, en comparación con lo que estamos viviendo ahora?

Totalmente cierto. La experiencia es diferente según el país, pero en Estados Unidos durante la pandemia del H1N1, el Center for Disease Control (CDC) dominaba la comunicación sobre la evolución de la pandemia sin mucha intervención por parte de los políticos. Esto no ha ocurrido en el caso actual, ya que en EE. UU. tenemos un presidente que quiere dominar la comunicación y que carece de confianza en los expertos, con muchas suspicacias hacia ellos. La comunicación en el caso del COVID-19 está mucho más politizada. También es cierto que el liderazgo del CDC actualmente no es tan fuerte como en 2009.

Otra diferencia que hemos podido constatar es que esta pandemia es mucho más grande. El caso del H1N1 no fue tan peligroso. El COVID-19 es muy diferente, más grave y es muy difícil controlar la comunicación cuando los efectos sobre la sociedad son tan elevados.

Un debate que siempre está sobre la mesa es cómo no supimos anticiparnos. Sabíamos y veíamos lo que estaba ocurriendo en China. ¿Supo la clase política actuar bien? ¿Los expertos fallaron? ¿Los medios no fueron lo suficientemente alarmistas?

En el caso de Estados Unidos, muchos expertos anticiparon lo que podía ocurrir y se ha generado mucho debate acerca de los planes de contención que había preparados y si se ejecutaron o no. Lamentablemente, la Administración Trump no tiene interés en estos asuntos.

Los medios no tienen tampoco un enfoque en el futuro, las noticias son acerca de lo inmediato, no de lo que puede venir. Cuando ocurre una crisis como la del H1N1, se produce una discusión inicial sobre la necesidad de prepararnos para la próxima vez, pero se olvida muy fácilmente.

En Estados Unidos durante la pandemia del H1N1, el Center for Disease Control (CDC) dominaba la comunicación sobre la evolución de la pandemia sin mucha intervención por parte de los políticos

Ustedes hablan también en el libro de los procesos de othering, en el que ciertas minorías raciales a veces son consideradas inferiores o se identifica una enfermedad con una determinada variedad racial. En este caso, «los otros» son los chinos, pero me da la impresión de que en esta ocasión «el otro» no ha sido visto con desprecio sino con temor y sospecha. ¿Quién ha sido «el otro» en esta pandemia?

Ha habido un intento por hacer ver a China como «el otro» en esta pandemia. En general, las autoridades sanitarias evitan hacer este tipo de paralelismo, pero en este caso, en una estrategia de Trump y sus seguidores, se ha culpado del virus a China. Esto se ha visto claramente en la cobertura que ha realizado Fox News. La consecuencia ha sido que ciudadanos chinos residentes en EE. UU. y estadounidenses de origen asiático han sufrido ataques.

Hoy en día, los frames dominantes son los de mitigación y el que asegura que toda la reacción está siendo exagerada

En las crisis que ustedes documentaban, hay una sucesión de frames dominantes. Al inicio, todo se centra en la contención o preparación, después hay que afrontar la crisis, más adelante nos centramos en las vacunas. También hay frames de seguridad en las fronteras. Todos ellos también se han dado esta p­andemia, pero ¿hay algún frame dominante que podamos considerar que ha ido marcando la pauta de esta crisis?

Inicialmente, el frame principal fue el de la contención geográfica. El discurso era: es un virus que está en China y otros países cercanos, por lo que tenemos que evitar la introducción del virus en Estados Unidos. Este marco coincide con el marco principal en el caso de la crisis del ébola.

Hoy en día, los frames dominantes son los de mitigación y el que asegura que toda la reacción está siendo exagerada. Este último marco asegura que la oposición política y los medios de comunicación están inflando la reacción.

Brasil es otro caso de liderazgo populista semejante al de EE. UU., donde se han seguido lógicas parecidas y donde también hay un nivel de partidismo muy alto como en EE. UU.

Ustedes hablan también en el estudio, cuando analizan la crisis de 2009, de los discursos alternativos sobre los rumores de la efectividad de las vacunas, etc., y actualmente vivimos en la época de las fake news. ¿Es este un factor diferencial al caso que estudiaron? ¿Les damos demasiada importancia a las fake news?

La difusión de las teorías de la conspiración y las noticias falsas es mucho más amplia en el caso actual. Esto se debe en parte a que es una crisis más grande, pero influye mucho el nivel de politización. Incluso el propio presidente Trump está difundiendo algunas de estas teorías. La efectividad de la difusión se produce en un grupo concreto de la población, pero sigue siendo un segmento importante.

¿Qué ocurrirá si se produce una segunda ola de contagios? Es posible que estas teorías y noticias falsas se reduzcan o desaparezcan ese caso, pero hoy en día considero que son importantes.

La difusión de las teorías de la conspiración y las noticias falsas es mucho más amplia en el caso actual

En cuanto al papel del periodismo, en los años 70 u 80, el periodismo se consideraba un poder que rivalizaba con los otros poderes del Estado y en el momento actual los periodistas inspiran casi compasión debido a la crisis del modelo de negocio. ¿Cómo ve el papel del periodismo en la crisis del coronavirus?

Hay una contradicción porque en algunos aspectos los periodistas son muy neutrales y la gente depende de los medios de comunicación y son muy activos en la complejidad del manejo de toda la cantidad de información que se p­roduce. Sin embargo, es cierto que la situación económica es complicada porque la audiencia está creciendo pero la publicidad no crece.

Algunos de los argumentos principales de nuestro libro es que normalmente entendemos la comunicación sobre temática sanitaria como una comunicación lineal, de arriba hacia abajo, donde se genera el conocimiento dentro de la ciencia biomédica y después las autoridades sanitarias difunden la información a través de los medios de comunicación al público general. En el caso de un patógeno nuevo, no hay conocimiento científico desarrollado, y este caso es una ilustración perfecta de nuestro argumento sobre la coproducción de conocimiento sobre la salud por parte de periodistas, científicos y muchos otros actores de manera simultánea. Por ello, el modelo de transmisión lineal de la información no funciona.

Si usted fuera a continuar la investigación que inaugura en este libro tomando como estudio de caso la crisis del COVID-19, ¿qué haría de manera diferente? ¿Qué otros aspectos añadirían a su investigación? ¿Quizá mayor atención a los social media?

En este caso, es indudable que las redes sociales tienen mucha importancia en la crisis actual. Probablemente haría más investigación comparada. Es una crisis mundial y hay muchas diferencias entre diferentes sistemas de medios y sistemas políticos, por lo que sería mi línea principal.

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