Periodista

“Contar una noticia de última hora con dos pantallas delante y fuentes en WhatsApp es más efectivo e inmediato que estar en un exterior pendiente del móvil”

Por Claudia Ortega Chiveli  @claudia_chvl

En 2019, antes de que el teletrabajo y las videollamadas irrumpieran en nuestras vidas de manera generalizada por la pandemia, un joven español sorprendió informando con desparpajo y naturalidad sobre la actualidad de Estados Unidos desde el salón de su casa. Sus análisis sobre la campaña electoral de las elecciones que, un año más tarde, llevaron a la Casa Blanca a Joe Biden llamaron la atención no por el contenido, sino por la forma. Una escenografía casera, demasiado informal para un tema tan serio como la política estadounidense, que no estábamos acostumbrados a ver por televisión. La novedad rápidamente condujo a la crítica, motivada en parte por la sorpresa y la falta de comprensión de unos métodos poco comunes, pero hoy, cinco años más tarde, esa manera de explicar las noticias y la vida ya se ha colado en el salón de nuestra casa.

También hoy, cinco años después, ese joven que ha demostrado entender como pocos el lenguaje de las redes sociales ha puesto fin a su aventura neoyorkina y ha vuelto a casa, a España, asentado como periodista y streamer. Nadie duda tampoco que es un buen observador de la realidad estadounidense. Y sí, desde el salón de su casa.

El Partido Republicano está en llamas. Como observador privilegiado de esta crisis de liderazgo, ¿qué desenlace intuyes? ¿Veremos a Trump de nuevo en la campaña presidencial, McCarthy asumirá el control o habrá una tercera opción que unifique definitivamente a las siglas?

McCarthy tiene por delante dos años muy convulsos en los que los ultraconservadores del grupo Freedom Caucus seguirán abanderando una ideología basada en el obstruccionismo y la confrontación total con la administración Biden. Cabe ver cómo lidia McCarthy con las investigaciones que tienen previsto lanzar contra el Departamento de Justicia y contra Hunter Biden porque se le pueden ir de las manos.

Sobre Trump, las encuestas van mostrando un deterioro de su imagen y está muy, muy desaparecido estas semanas. Su llamada, por lo visto, fue clave para sentar a McCarthy en la silla de speaker, así que está claro que sigue teniendo influencia entre los congresistas más ultra, pero cabe ver si consigue la unanimidad del establishment si saltan a la palestra presidencial candidatos alternativos como Ron DeSantis, a priori el rival más formidable al que podría enfrentarse Trump en primarias.

Trump sigue teniendo influencia entre los congresistas más ultra, pero cabe ver si consigue la unanimidad del establishment si saltan candidatos alternativos como Ron DeSantis

El Gobierno de Biden está haciendo grandes esfuerzos económicos y armamentísticos para apoyar la guerra Ucrania-Rusia. En un país que en los últimos años ha imperado la política del repliegue y la ciudadanía demanda mayor fijación por lo doméstico. ¿Cómo se comunica este apoyo a la guerra? ¿Y de qué manera se percibe en la opinión pública?

Putin es una figura denostada por la ciudadanía estadounidense y el número de políticos y votantes afines a él es muy, muy pequeño. Hay cierto aislacionismo en la izquierda demócrata, así como en el ala populista de la ultraderecha, pero son voces muy sonoras sin demasiada trascendencia en las urnas. El peligro ahora para Ucrania (y Biden) es que los republicanos ultra sean suficientemente influyentes como para frenar nuevas ayudas a Ucrania, aunque se ha aprobado tanto dinero en la anterior legislatura que Biden tiene bastante margen a lo largo del próximo año (por lo menos).

La división ideológica de Estados Unidos ha hecho que las campañas sean cada vez más nacionales y menos biográficas o locales

Desde Europa siempre hemos mirado a USA como ejemplo en cuanto a comunicación política se refiere, pero ¿tan lejos está España de lo que se hace en Estados Unidos o no es tanta la brecha? ¿Es tan espectacular como parece desde fuera la política norteamericana?

Sí es tan espectacular. Sin ser observador exhaustivo de la política en España, diría que la diferencia clave es el personalismo que destaca en Estados Unidos. Cabe recordar que allí los candidatos políticos al Congreso, al Senado e incluso a la presidencia tienen un enfoque muy biográfico y menos partidista que en España, donde las listas cerradas o votar por el partido más que por el nombre son una tradición muy asentada. Es verdad que la división ideológica de Estados Unidos ha hecho que las campañas sean cada vez más nacionales y menos biográficas/locales, pero la influencia de esa herencia de comunicación política sigue estando muy presente en los anuncios políticos que dominan las ondas en los meses previos a unas elecciones.

A tu llegada a USA apostaste por una forma de comunicar la política a la que no estábamos tan acostumbrados en España. Sorprendiste y te salió bien. ¿Cómo surge esta opción? ¿Esperabas que tuviese éxito?

Surge por dos motivos. Primero, porque veo que la forma de hacer información en Estados Unidos en vídeo digital y en televisión todavía no ha cogido fuerza en España. Mis referentes ahí son cómicos, no periodistas: el programa de John Oliver explicando las noticias con gags y chistes visuales en Last Week Tonight de HBO, la sección A Closer Look, del late night de Seth Meyers en NBC en la que el presentador explicaba lo que había sucedido con alguna noticia concreta para aunar información con entretenimiento. Y segundo, porque veo un vacío en YouTube de divulgadores/periodistas que estuvieran contando la actualidad estadounidense en los prolegómenos de las elecciones de 2016, que yo sabía que serían un bombazo gracias a Trump. Tomando esas dos referencias, abrí un canal de YouTube y aproveché mi nicho de Twitter para ganar los primeros suscriptores. Aunque la realidad es que el primer empujón grande fue por algo totalmente distinto: un vídeo en el que yo reaccionaba a otro vídeo que se había hecho viral en España: ‘Velaske yo soy guapa’, de Christian Flores.

Vi un vacío en YouTube de divulgadores/periodistas que estuvieran contando la actualidad estadounidense en los prolegómenos de las elecciones de 2016, que yo sabía que serían un bombazo gracias a Trump

En aquel momento te criticaban por contar la realidad sin salir desde el salón de tu casa. Ahora, sobre todo tras la pandemia, nos hemos acostumbrado a ver a tertulianos y colaboradores en directo desde sus casas. ¿Necesidad o nuevas rutinas profesionales?

Puede que sean ambas, pero creo que es evidente que la necesidad prima. Hay menos presupuestos en los medios en general y casi cualquiera puede montarse un buen estudio en casa. Estoy de acuerdo con cierta crítica a la ausencia de corresponsales que van al lugar de los hechos, pero seamos realistas: mucha información ya no tiene por qué contarse a la intemperie. Cualquiera que haya hecho directos a 3 grados bajo cero, y yo los he hecho, sabe que a veces puedes dar la misma información desde el calor de tu casa (o de un estudio). ¡A veces la puedes dar incluso mejor! Y especialmente en el caso de los corresponsales, que muchas veces no tenemos el acceso del que pueden presumir los periodistas locales, contar una noticia de última hora con dos pantallas delante y traduciendo la información que se va creando en vivo en redes o con fuentes que tienes abierta en WhatsApp es más efectivo e inmediato que estar en un exterior pendiente del móvil.

Mucha información ya no tiene por qué contarse a la intemperie, a veces puedes darla desde el calor de tu casa incluso mejor

De hecho, tú fuiste de los primeros y ahora muchos profesionales de la comunicación política se han adentrado en Tik Tok, Instagram o hacen directos en redes como Twitch o YouTube. ¿Hemos llegado tarde?

En cierta medida, sí, pero mi teoría no es que los medios no hayan entrado a tiempo, sino que nunca tuvieron la oportunidad de entrar porque carecen de un elemento básico: gente joven en las redacciones. Nunca vas a entrar o triunfar en TikTok si no tienes a chavales de 18-22 años en tu redacción. Lo siento, pero si eres un redactor jefe y al mirar por encima de tu pantalla no ves a nadie menor de 25 años, estás perdiendo la batalla. Nadie conoce la cultura de internet como quienes la crean. Yo tengo dos compañeros de 18 y 23 años porque sé que son los que me van a hablar en el idioma de las nuevas generaciones. Yo tengo 32 y ya soy un dinosaurio.

Nunca vas a entrar o triunfar en TikTok si no tienes a chavales de 18-22 años en tu redacción

¿Qué red para qué objetivo? ¿Qué te has encontrado en estos canales que no tienen los tradicionales?

Twitch es la plataforma ideal para hacer directos rápidos sobre sucesos de última hora. El día de la invasión de la Guerra en Ucrania, ninguna televisión pudo adelantarse al directo que abrimos en mi canal, donde traducíamos toda la información de última hora con vídeos y mapas que nos ayudaban a entender lo que estaba pasando. Y a una calidad técnica que considero muy buena. Hay cierto peligro porque se te puede colar un vídeo o una información falsa, pero ahí es donde se hace imprescindible la labor de un corresponsal que sepa de qué fuentes fiarse. Por ejemplo, para una cobertura en vivo en Twitch, una buena lista de Twitter es más importante que haberse leído tres libros sobre la historia de Ucrania.

TikTok e Instagram para mí son redes de alcance. Por ejemplo, TikTok es una red súper sensacionalista. La información pura cuesta mucho de mover porque el algoritmo premia la interacción a un nivel que no se ve en otras plataformas. Además, la audiencia es mucho más joven y con una capacidad de atención menor que la de Twitter, así que, si no cuentas algo divertido o sorprendente y a un ritmo brutal, estás fuera.

¿Y para qué sirve ese alcance? La ratio de conversión de usuarios que te siguen en esas plataformas y que al final terminan suscribiéndose a tu medio o a tu newsletter de pago (como la que tenemos mi equipo y yo) es bajísimo, ¡pero existe! Si puedes crear comunidades interesadas en la actualidad en redes como TikTok e Instagram y asentar tu marca, luego serás más capaz de venderles el contenido de pago que ofreces por otro lado. Pero, sobre todo, con una mayor audiencia en esas plataformas podrás convencer a marcas para que apoyen tu proyecto informativo y usar ese presupuesto para seguir creciendo y hacer mejor información.

Para una cobertura en vivo en Twitch, una buena lista de Twitter es más importante que haberse leído tres libros sobre la historia de Ucrania

Podríamos decir que las redes sociales son tu hábitat natural, pero no me negarás que se han vuelto un tanto irrespirables. ¿Crees que hay más polarización y crispación en las redes que en la calle? ¿Son o no un buen termómetro de la realidad?

Al 100%, hay más crispación y polarización en Twitter que en ningún otro lado, aunque hace tiemp­o que no entro en Facebook. Pero es alucinante ver las reacciones a mis tuits en comparación a las stories que subo a Instagram. La gente en Instagram es maja, amable, cariñosa. En Twitter, por cada tuit amable hay otro en el que te vejan, cuestionan tu integridad o buscan el confrontamiento puramente ideológico. Es agotador, pero el truco está en usar las herramientas de la plataforma para evitar la interacción con esos usuarios gasolina (porque su intención es quemarlo todo). Cuando uno se mete en una polémica gorda, y yo me he metido en unas cuantas, es difícil lidiar con ello a nivel emocional porque la gente tiene muy mala baba, pero nunca salvo en un par de ocasiones he visto que ese odio visceral se tradujera en ataques o insultos en la vida real.

Una más personal. Acabas de anunciar que dejas NY después de cinco años y regresas a España. ¿Dónde veremos a Emilio Doménech en un futuro próximo?

Por ahora, estoy trabajando en algunos proyectos muy ilusionantes en Newtral, pero de los que todavía no puedo contar demasiado. Y, además, seguiré con mi newsletter diaria (La Wikly) y los streams en Twitch (Nanisimo), dos lugares donde mantengo vivos los vínculos que he creado con la comunidad que mis compañeros y yo hemos construido en estos últimos años.

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