Periodista.
«Hay pocos políticos cuyo compromiso con la libertad de expresión u opinión no va más allá de una declaración retórica»
Por David Redoli Morchón, @dredoli Sociólogo, expresidente de ACOP
Esther López Palomera @estherpalomera es una de las periodistas políticas de referencia en España. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera profesional en ABC en 1990 como informadora política de la sección de Madrid hasta que en 1994 asumió la jefatura de la sección de Sanidad. En 1996 fue galardonada con el Premio Luis de Azúa de Periodismo sanitario.
En 1998 formó parte del equipo fundacional del diario La Razón como redactora jefe de la Sección de Madrid y en el año 2000 fue nombrada adjunta a la dirección y cronista parlamentaria. En mayo de 2014 se incorpora como analista al medio digital del grupo PRISA El Huffington Post.
Ha colaborado como analista en Los Desayunos de TVE (2008-2011), 59 segundos y El Debate de la 1 en La 1 de TVE; La Tarde en 24 horas en el canal 24 horas de TVE; 24 horas, programa de radio en RNE; programas informativos de CNN+; El gran debate (2012-2013) en Telecinco; Al rojo vivo en La Sexta (2011-2014) y La Mañana (radio) y La linterna en la cadena COPE.
Actualmente forma parte de la mesa política de El programa de Ana Rosa (2011-actualidad) y Un tiempo nuevo (2014-actualidad) en Telecinco, Las mañanas de Cuatro (2014-actualidad) en Cuatro y colabora en el programa radiofónico Hoy por hoy de la Cadena SER (2014-actualidad). Sus respuestas en esta entrevista son tan claras como honestas.
¿Ha cambiado la forma de relacionarse entre políticos y periodistas en los últimos 15 años? ¿En qué ha cambiado o no esa simbiosis?
La realidad digital y las redes sociales han cambiado por completo la forma de hacer periodismo, y eso incluye también nuestra forma de relacionarnos con los políticos. Todos somos ya periodistas digitales, utilizamos el conocimiento del periodismo tradicional y lo combinamos con la tecnología para reportar, analizar o compartir la información. La verdad es que nuestro trabajo diario ha cambiado por completo, entre otras cosas porque la inmediatez con la que las noticias son publicadas nos ha obligado a introducir modificaciones en nuestra disciplina de trabajo. Además de todo esto, creo que los periodistas hemos perdido en parte lo que antes era quizá un privilegio y es que los políticos nos necesitaban para trasladar sus mensajes. Hoy nos necesitan mucho menos, les basta con su cuenta de Twitter o su perfil de Facebook para llegar a miles de personas.
¿Crees que los periodistas especializados en la actualidad política influyen mucho en las agendas de la propia política con las informaciones que dan? ¿Es mito o es realidad esa influencia?
Rotundamente, sí. A los políticos les gustaría que no fuera así, pero por desgracia para ellos cada vez ocurre con mayor frecuencia que la agenda política de los partidos, incluso la del Gobierno, se vea condicionada por los temas propios que publica un determinado medio de comunicación o el comentario de un veterano analista. Me atrevería a decir incluso que 140 caracteres en un perfil de Twitter pueden ejercer más influencia sobre la agenda de un partido que un editorial de la prensa tradicional.
¿Hasta qué punto y de qué manera las redes sociales han modificado el trabajo del periodismo político?
Lo han modificado por completo. Ahora todo el mundo puede ser reportero o analista. Pero me resisto a pensar que todo es lo mismo o que todo está perdido. Lo que separa al periodista profesional de quien no lo es siguen siendo las lentes con las que se enfoca, el instinto y los años de “mili”, o sea la experiencia. En realidad, el buen periodismo se practica al margen del soporte que utilicemos, bien es verdad que hemos podido desarrollar una absurda obsesión por la inmediatez que, en ocasiones, ha perjudicado la calidad de nuestro trabajo.propios ciudadanos que responden a la encuesta.
¿Crees que ha mejorado o ha empeorado la calidad de lo que se suele llamar «la clase política”?
De todo hay, depende si miramos a Obama o a Trump, a Felipe González o a Pedro Sánchez, a Tarradellas o a Rufián. El expresidente de los EE. UU. demostró que en el siglo XXI se pueden hacer buenos discursos, de tanta altura como los de Luther King o Kennedy. El “Yes, we can” nos reconcilió con la política y nos demostró que es posible aún escuchar intervenciones de altura, también en España. Tenemos un caso, hoy unánimemente reconocido en todo el espectro político, que es el del asturiano Javier Fernández. Hace un año apenas nadie le conocía salvo en el Principado, ahora todo el mundo habla de su talla, de su honestidad intelectual y de su sentido de Estado. Quizá haya una nueva generación de oradores que leen todo, hasta las réplicas parlamentarias, pero eso no quiere decir que sean peores que los de hace 30 años, sino que ahora preparan más los canutazos, los cortes para los telediarios o los tuits con los que nos van a sorprender a primera hora de la mañana.
La comunicación política en España, ¿se ha profesionalizado y consolidado en los últimos años, o aún hay mucho amateurismo?
Se ha profesionalizado, sin duda. Conozco a un consultor que un día me dijo que no es lo mismo cocinar la información que servirla en el plato, de igual modo que no es lo mismo participar desde el principio en la construcción de un relato que limitarse a leerlo. Hoy todos los partidos y todos los líderes recurren a profesionales de la comunicación. Y, como en el periodismo y en la política, hay de todo: grandes profesionales y vendemotos. Al final, siempre prevalece el trabajo bien hecho y el de la comunicación política no es un campo que pueda abordar cualquiera. Hablamos de una disciplina que, en mi opinión, debe combinar varias materias, además de las obvias, como el marketing, la publicidad, la sociología e incluso la psicología. Esto no quiere decir que los políticos, equivocadamente, tengan la tentación de nombrar para esta tarea a un periodista con el que tengan mayor afinidad ideológica o cierta complicidad. Gran error.
¿Cuáles son las principales dificultades que enfrenta el periodismo político hoy en día?
La presión de quienes están en el poder o aspiran a conseguirlo, que no están dispuestos a pagar el precio de una prensa libre. Es una de ellas, sin duda. Hay pocos políticos cuyo compromiso con la libertad de expresión u opinión no va más allá de una declaración retórica. Claro que mucho más grave que esto es la docilidad con la que algunos se pliegan a la influencia del poder político para no perder su zona de confort. Creo que tenemos una gran tarea pendiente, que es recuperar la credibilidad y la confianza de los ciudadanos. Parece que, tras las crisis económica, igual que los políticos, nos la hemos dejado un poco por el camino.
Prensa escrita (en papel o digital), radio o televisión, ¿cuál influye más en la ciudadanía a la hora de votar? ¿Cuál de esos canales les importa más a los partidos políticos?
Los partidos políticos tienden a conceder cada vez más importancia a la televisión para realizar sus actividades de campaña. Allí bailan, cantan, o se suben en globo aerostático. Muchos no resistirían una entrevista en profundidad o un debate, pero se defienden en distintos formatos televisivos. Anteponen el marketing y la imagen a las ideas. Así que el influjo parece innegable. Basta recordar cómo Podemos se aprovechó de él para llegar dónde ha llegado. En la televisión se personalizan las decisiones. Vemos personas y no programas electorales. En definitiva, la televisión nos propone personas en lugar de discursos. Y de hecho la mayoría de los españoles confiesa informarse por la televisión antes que por la prensa. ¿Cuánto influye en el voto? Las encuestas dicen que mucho.
Si tuvieras que dar un único consejo a los jóvenes periodistas que aspiran a cubrir la arena política, ¿qué consejo les darías?
Que se rebelen, que sean críticos, que lean más allá de las notas de prensa y las declaraciones, que duden, que cuestionen y que se peguen a alguien que les enseñe lo maravilloso de este oficio, que también lo tiene.
Para terminar, si tuvieras que dar un único consejo a los políticos, ¿cuál sería?
Ufff… No tengo grandes dotes para la diplomacia, y no me gustaría generalizar ni que nadie se dé por aludido con algún comentario que pueda malinterpretarse. Me quedaré en que en la vida pública, como en el periodismo, la honestidad y la coherencia son fundamentales. Pero, me voy a mojar un poco más: que hablen a la gente desde el corazón, y no con las tripas, que huyan de los argumentarios y que nunca mientan. ¿Es mucho pedir, no?
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