“Encajar la postura del PSOE con la del grupo socialista europeo no es de las cosas más difíciles que he hecho en estos cinco años”

Claudia Ortega Chiveli  

@claudia_chvl

Presidenta de los Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo, Iratxe García es la única española que ha ejercido en esta legislatura como presidenta y portavoz de grupo en el Parlamento Europeo. Un reto político y comunicativo del que ha aprendido todos los días, asegura, y que le ha permitido tener más visibilidad, pero también responsabilidad, en unos años clave para la Unión.

Iratxe nos recibe la tarde del lunes en su despacho de Estrasburgo. Es el primer día de una intensa semana de pleno que afronta como cualquier otra, dispuesta a engrasar la maquinaria en todas las direcciones: con su equipo más cercano como presidenta, con el de las delegaciones socialistas de cada país -incluida la española- y con el staff del grupo europeo. Muchos actores y un objetivo compartido: que el mensaje socialista suene con la misma voz en toda Europa. ¿Complejo? “He hecho cosas más difíciles en estos cinco años”, nos asegura.

Por empezar por el principio, ¿cuál es el papel de una presidenta de grupo en el Parlamento Europeo?

El papel es informar, en primer lugar, de las posiciones del grupo político en cada asunto. En el Parlamento Europeo, la actividad parlamentaria, las dinámicas y disciplinas de grupo poco tienen que ver con las de un parlamento nacional. Aquí hay que trabajar para construir una posición común de los diferentes temas, en los que siempre hay distintas perspectivas.

Por otra parte, están las negociaciones con el resto de grupos políticos para cuestiones que tienen que ver con la agenda del pleno, con las prioridades, con la conformación y el reparto de responsabilidades en la casa, etc. Al final, se trata de liderar el grupo socialista en el Parlamento.

Ser la voz de un grupo político en un país ya es complicado, pero aquí representas a todas las federaciones socialistas de Europa. ¿Cómo casa la defensa de los intereses del partido en España con los del grupo europeo? ¿Cómo se crea un único mensaje?

En las cuestiones fundamentales y en la defensa de nuestros valores tenemos posiciones muy comunes. No es difícil que la posición del grupo encaje con la de cada país porque lo que los partidos o gobiernos socialdemócratas han e­stado defendiendo tiene mucho que ver con lo que el grupo en su conjunto ha hecho.

Luego hay otras políticas en las que influye más la cuestión territorial de país. Por ejemplo, la defensa de sectores como la agricultura, ya que poco tiene que ver la situación de los países nórdicos con la de los del este o sur de Europa. Son cuestiones más territoriales, pero al final se termina conjugando todo.

No es difícil que la posición del grupo encaje con la de cada país porque lo que los socialdemócratas han estado defendiendo tiene mucho que ver con lo que el grupo en su conjunto ha hecho

Y ¿cómo le afecta a usted ser portavoz? ¿Tiene menos libertad o autonomía que otros eurodiputados españoles?

Al contrario, lo que intentamos es que pueda encajar perfectamente una cosa con la otra. Evidentemente, yo me debo al grupo político y tengo que construir esa posición común, pero encajar la postura del PSOE con la del grupo socialista europeo no es de las cosas más difíciles que he hecho en estos cinco años.

En el día a día, ¿cómo se organiza la estrategia y los mensajes? ¿Con qué equipo cuenta?

El grupo a nivel europeo tiene un staff que trabaja en las distintas comisiones parlamentarias, un equipo de comunicación, una unidad de estrategia, etc. Es decir, hay toda una estructura de grupo político que hace que todo esto pueda salir adelante. Los parlamentarios solos no podríamos hacerlo.

Paralelamente, tenemos un gabinete de la presidenta que hace que la cuestión del grupo encaje con ella. Y luego, hay una delegación socialista española con una dirección y un equipo que se centra más en las cuestiones específicas del país. Lo importante es que todo esté coordinado, que haya comunicación y conocimiento de las agendas y que hagamos que todo pueda confluir.

Lo importante es que en el grupo todo esté coordinado, que haya comunicación y conocimiento de las agendas y que todo pueda confluir

Estamos en Estrasburgo, donde periodistas, eurodiputados y asesores viven los días más intensos de cada mes. ¿Cómo es aquí su jornada de trabajo?

Durante el pleno, la presidenta de grupo interviene en los debates prioritarios, en las conclusiones de los consejos y en los debates con la presidenta de la Comisión Europea y el presidente del Consejo. A la vez, tiene que hacerlo compatible con las reuniones internas del grupo, que tenemos todos los días, y con las del bureau, que se celebran antes porque la estructura del grupo no es presidencialista: la presidenta toma las decisiones con un equipo, el bureau, formado por los vicepresidentes. Con ellos, y también con los jefes nacionales de cada delegación, debatimos los temas antes de ir al grupo.

A esto hay que sumarle las reuniones con la delegación española y toda la actividad relacionada con los medios de comunicación: entrevistas, rueda de prensa los martes para presentar las prioridades del pleno, etc.

Por lo que cuenta, todo el mensaje viene muy marcado de antes. Durante la semana de pleno, hay poco margen para la improvisación.

Viene todo muy trabajado previamente. La semana de antes del pleno es la de grupo, en la que fijamos posición. También se celebra la Conferencia de Presidentes, que es algo similar a la junta de portavoces en España, donde los presidentes de cada grupo parlamentario nos reunimos y adoptamos la agenda.

La siguiente pieza de la ecuación son los medios de comunicación. A diferencia de otros eurodiputados, usted tiene mucha interlocución con periodistas de otros países. ¿Cómo es la relación con ellos?

Por un lado, está la burbuja europea: corresponsales, medios y agencias de todos los países que trabajan habitualmente en Bruselas, con los que hay una relación diaria y continuada en el tiempo. Además, como presidenta tenemos un desayuno informativo con ellos un par de veces al año.

Luego están los medios de cada país que vienen de vez en cuando y necesitan conocer un poco mejor el día a día de aquí. Poco tiene que ver el conocimiento de un corresponsal en Bruselas con el de un periodista de ese mismo medio que lleva otros temas. Hay que hacer mucho más trabajo de pedagogía con quienes no están aquí en el día a día.

Los clásicos titulares de “Bruselas dice” o “Bruselas aprueba” son fruto de ese desconocimiento. Los medios tienen su parte de responsabilidad, pero ¿y la de los partidos?

Lo que no sirve de nada es echarnos la culpa unos a otros, políticos y periodistas. Esta es una relación de necesidad mutua. Es imposible que los 59 eurodiputados españoles lleguemos a todos los sitios. Hay que hacer entre todos un esfuerzo. Para eso tenemos nuestros equipos de prensa, profesionales que nos asesoran sobre cómo trabajar con los medios, pero también necesitamos una reciprocidad por parte de estos. Sabemos que muchas veces los titulares no son los que los corresponsales en Bruselas han puesto.

No sirve de nada echarnos la culpa políticos y periodistas, unos a otros. Esta es una relación de necesidad mutua

El argumento para eso, muchas veces, es que la sociedad no entiende la complejidad europea o que Europa no interesa. ¿Está España peor que otros países europeos?

No, no. En España hacemos mucho ese ejercicio de autocrítica, pero somos uno de los países con mayor sensibilidad y conocimiento de la política europea, también por parte de los medios. Otra cosa es que luego el conocimiento del día a día y las estructuras sea difícil, pero somos uno de los países más europeístas.

En los últimos años ha crecido la percepción de Europa como algo más cercano a la ciudadanía. El momento clave fue la pandemia. Todos vimos cómo Europa fue capaz de entender que solo juntos éramos capaces de salir de donde nos habíamos metido. Y considero que la ciudadanía lo ha reconocido.

España es uno de los países con mayor sensibilidad y conocimiento de la política europea

Entonces, ¿se comunica mal desde Bruselas?

Tenemos que explicar muchas cuestiones que se negocian aquí y forman parte de la cotidianeidad, como las normas en materia de calidad del aire, de protección al consumidor, el cargador único, etc. Cosas del día a día que la gente no sabe que se deciden en Europa, pese a que la mayor parte del trabajo que hacen los parlamentos nacionales es trasponer las directivas europeas.

El problema es que Europa es una maquinaria tan grande que, desde que una propuesta se anuncia hasta que se aprueba finalmente, puede pasar un año en el mejor de los casos. En el Pacto de Migración y Asilo recientemente aprobado hemos estado diez años. Eso dificulta la comunicación, pero no podemos eludir esa tramitación porque es la que hace de Europa algo rico y que merece la pena.

Otro actor importante son los lobbies. Se dice que Bruselas es el corazón del lobby y un espejo donde mirarse para los profesionales en España. ¿Cómo es su relación aquí con los lobistas?

Es parte de nuestro trabajo como eurodiputados: escuchar y entornar una posición. En toda esa trayectoria, desde que una iniciativa comienza hasta que se da por finalizada, el lobby juega un papel, como otros, pero tiene también mucho de leyenda y de película. La gran mayoría de eurodiputados lo que hacen es escuchar y luego establecer sus criterios como consideran que deben hacerlo.

Desde que una iniciativa comienza hasta que se da por finalizada, el lobby juega un papel, como otros. Tiene mucho de leyenda y película

Desde hace semanas, todo en Bruselas y Estrasburgo se mide en clave electoral, pero ahora que ya se baja el telón, ¿se acaba su papel de presidenta? ¿Cómo cambia su rol?

Yo seguiré en contacto con las delegaciones nacionales e interesándome por cómo van las campañas, pero, una vez que el grupo termina la actividad parlamentaria, nos centramos en nuestras campañas nacionales, entendiendo que los socialdemócratas e­uropeos t­enemos un candidato común. Vamos a coordinar nuestros mensajes y propuestas desde todos los países.

Y ahora que termina, ¿cómo valora su experiencia como presidenta de grupo? ¿Qué ha sido lo más difícil? ¿De qué se siente más orgullosa?

¿Lo mejor? Todo lo que he aprendido y el afán de superación. Cada problema que parecía imposible, lo hemos resuelto y como presidenta he tenido algo que ver en esa resolución, así que me llevo el orgullo del trabajo bien hecho.

En el plano comunicativo he aprendido muchísimo también y es algo que te da más herramientas para abordar problemas. Siempre digo que Bruselas es una experiencia de aprendizaje continuo en todos los ámbitos: el de la negociación, el político y el de la comunicación.

¿Dificultades? Muchísimas, tanto políticas como personales, pero todas se han podido resolver. He tenido un gran equipo.

Bruselas es una experiencia de aprendizaje continuo en todos los ámbitos: el de la negociación, el político y el de la comunicación

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