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«La comunicación política exige un marco ético, de servicio al bien común»
Por José Luis Izaguirre, @jl_izaguirre92
Ha desarrollado su carrera en el ámbito de la comunicación corporativa e institucional, los medios de comunicación, la producción de contenidos y las publicaciones. Es director de la revista TELOS, que edita la Fundación Telefónica; secretario general de la Asociación Española de Editoriales de Publicaciones Periódicas y profesor de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III. Completa su actividad profesional como asesor en materia de estrategia corporativa y comunicación para empresas e instituciones con la firma Análisis, Inteligencia y Comunicación.
Es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Ha cursado un Programa Directivo en Transformación Digital por el Instituto de Empresa y un Programa de Desarrollo Directivo en Inteligencia Artificial por UNIR. Además, es titulado en Marketing y Comunicación por IESE y ESIC.
Fue becado por la German Marshall Fund de EE. UU. en el marco de un programa para la investigación sobre el impacto de internet en la actividad de los agentes sociales del cambio. Es miembro del patronato de Fundación España Digital. Forma parte del Consejo asesor del Foro de Gobernanza de Internet (IGF-Spain) y del Consejo editorial de Ibercampus.
Ha trabajado en medios como El País y Radio Nacional de España y fundó el diario digital bez.es, que recibió el premio a la innovación de la Asociación de Corresponsales de Prensa Extranjera en España. Ha sido asesor en la secretaría de Estado de Comunicación en la Presidencia del Gobierno de España y director de Comunicación del Plan Avanza del Gobierno de España para el impulso de la sociedad de la información. Ha sido director de La Revista de ACOP.
Para La Revista de ACOP es un placer poder entrevistar a su anterior director. ¿Cómo valoras la evolución y el valor que ha ido adquiriendo la revista en el ámbito de la comunicación política durante estos años?
Para mí es un honor. Gracias por la consideración y por la oportunidad de compartir propuestas. Cuando dirigí La Revista de ACOP todavía la conocíamos como El Molinillo de ACOP, la cabecera con la que arrancó en 2008 el boletín de noticias que editaban el entonces presidente, Luis Arroyo, el gerente Mario G. Gurrionero y David Redoli. Empezó con cinco páginas y hoy es un referente en el ámbito de la comunicación política e incluso en otros campos como la sociología y el periodismo. La relevancia que ha adquirido se evidencia con la difusión que alcanza especialmente en España, América Latina y Portugal. También con los premios multinacionales que ha conseguido. Debo reconocer que me siento muy orgulloso de formar parte del grupo de profesionales que hemos tenido la oportunidad de dirigir La Revista de ACOP. Es un modelo a seguir en el ámbito de la comunicación institucional y corporativa.
La Revista de ACOP es un modelo a seguir en el ámbito de la comunicación institucional y corporativa
Defines tu trayectoria profesional en el ámbito de la comunicación política como la de spin doctor ¿Qué elementos consideras imprescindibles para desarrollar la profesión con la solvencia necesaria hoy en día?
Cada día se hace más difícil diferenciar los conceptos. Cuando me refiero a spin doctor lo hago en el sentido de que mi tarea profesional ha estado más relacionada con la elaboración de estrategias, de marcos conceptuales, de ideas para la construcción de nuevas realidades que con la transposición de esas propuestas al lenguaje mediático. Pero lo cierto es que, en línea con la evolución experimentada por la comunicación política, al final nos vemos obligados a compatibilizar enfoques: la política hoy no triunfa si no se adapta a una sociedad hipermediatizada que consume contenidos de forma permanente sin apenas reflexionar sobre el impacto real de los mensajes en la vida de la ciudadanía. Se impone la táctica sobre la estrategia y el relato mediático sobre la acción política.
Has tenido la oportunidad de participar como consultor externo en procesos electorales municipales y generales. ¿Cuáles son más interesantes en cuanto a sus dinámicas desde el punto de vista profesional?
La política municipal te pega a la realidad cotidiana de la ciudadanía. Hay un contacto directo, permanente e instantáneo con la realidad cotidiana. Los ámbitos de actuación son compartidos y conocimos por toda la ciudadanía y por todos los agentes sociales que intervienen, de modo que caben menos artificios, todo -ya sean los mensajes o las propuestas políticas- tienen una dimensión más realista en el ámbito municipal. En los procesos electorales de un ámbito superior, nacional o autonómico o federal, cabe más el artificio. De hecho, soy crítico con esa línea de comunicación política que se fundamenta en la geometría variable y el marketing en campañas electorales y el principio de campaña permanente cuando se ocupa el gobierno. La política se ha de fundamentar en la honestidad intelectual, la transparencia y el servicio a la ciudadanía no en la manipulación. Así de básico.
¿Y qué hay de la lógica de unas elecciones primarias de los partidos? Siempre hay polémica en la idoneidad o no de los procesos de primarias. ¿Son las primarias el proceso más democrático?
Las primarias en los partidos se han ido extendiendo desde Estados Unidos, donde están fuertemente arraigadas, a varios países de Europa y, entre ellos, España. Considero que aportan varias ventajas. La más importante es la legitimación democrática de los candidatos elegidos de manera directa por la militancia de los partidos siempre y cuando se haya podido presentar cualquiera libremente y no se produzcan intromisiones de parte de la organización y/o de los cuadros o de los aparatos jerárquicos. Será así si se actúa con transparencia, el más claro exponente de madurez, salud democrática y vocación de servicio al bien común.
Las primarias empoderan a la militancia y a la ciudadanía y fortalecen su compromiso con el bien común. Desde el punto de vista de la comunicación, ayudan a testar a los candidatos ante un proceso electoral y permiten marcar la agenda mediática y conseguir el feedback necesario para afinar las propuestas y los mensajes políticos antes de afrontar un proceso electoral. Por desgracia, muchos de los procesos de primarias a los que hemos asistido en España están muy lejos del ideal y se han visto alterados por la intromisión de los aparatos de los partidos, la ausencia de un verdadero debate de ideas en favor de los personalismos y el culto a la personalidad, lo que ha derivado en rupturas cuando no en corruptelas en la lucha por el poder.
También has tenido la oportunidad para trabajar en La Moncloa durante varios años, con el ritmo frenético que ello conlleva. ¿Qué dirías que es lo más complicado de conseguir comunicar de forma efectiva a la ciudadanía?
La complejidad del tiempo que vivimos, el impacto que una decisión puede tener en un ámbito completamente distinto a aquel sobre el que se quiere actuar y la multiplicidad de frentes sobre los que se debe actuar en tiempos de cambio permanente y tan intensos como los que se vivimos como consecuencia de la globalización y el progreso tecnocientífico exponencial. Un mundo tan complejo como el que vivimos requiere un enorme esfuerzo de divulgación para que se comprendan las decisiones sin confundir ni alarmar.
El mundo de la política no admite excusas, sino resultados
La economía digital es un concepto que los países están cada vez más interesados en desarrollar, aunque hay Estados que invierten más en ello que otros. ¿Cuáles son las principales ventajas y los desafíos de la economía digital en la actualidad?
La tecnología digital contribuye a crear un nuevo modelo económico y social más sostenible. La economía digital es uno de los pilares para conseguir el objetivo, definido como prioridad por los líderes europeos y globales, de garantizar que las generaciones futuras tengan las mismas o mejores oportunidades. Para ello es determinante que se respetan los recursos limitados de nuestro planeta, pero también que se establezca un nuevo marco de relaciones entre las personas y entre estas y las instituciones. Es necesario un nuevo contrato social universal que regule nuestro modelo de relación, de crecimiento -y no solo en términos de riqueza económica, sino de conocimiento, entre otros- y de gobernanza para una realidad que no puede permanecer anclada en los siglos XIX y XX y la revolución industrial. COVID-19 solo ha puesto de manifiesto los riesgos que había asumido la sociedad global perpetuando un modelo de explotación desmedida. Es urgente que desde Naciones Unidas u otros foros supranacionales se habrá un debate y se haga una llamada a la acción para construir un nuevo modelo basada en las tecnologías que están ahora disponibles y a nuestro alcance.
Hace pocos meses, la Comisión Europea publicó el Índice de la Economía y la Sociedad Digitales (DESI) correspondiente a 2020, que analiza el rendimiento digital general de Europa y hace un seguimiento de los avances de los países de la UE en su competitividad digital. En él se pone de manifiesto la importancia de la resiliencia digital en tiempos de crisis. ¿Cómo ha respondido la Unión Europea digitalmente ante la crisis del COVID-19?
Está relacionada con la pregunta anterior.
Europa lleva años buscando fórmulas para liderar la sociedad digital, pero sin adecuar su modelo de gobernanza, sus instituciones ni su industria a una nueva realidad. El COVID-19 ha evidenciado sus carencias, pero toda crisis es una oportunidad y hemos visto como el mensaje en favor de la digitalización y de la sostenibilidad se ha fortalecido entre los mandatarios europeos. Por desgracia, las diferencias y las desigualdades entre unos países y otros son un lastre para que se tomen decisiones y se actúe con la agilidad que exige la realidad que vivimos. Tengo dudas acerca de la capacidad y de la voluntad de muchos de los mandatarios actuales para construir un modelo de sociedad más colaborativo, abierto y transparente en el que habrán de renunciar a muchas de las parcelas de poder que ahora ocupan.
¿Es España competente digitalmente? ¿Cuáles son los principales retos que tenemos en este terreno?
La mejor noticia en España es que tenemos una vicepresidenta tercera que es ministro de Economía y de Transición digital, Nadia Calviño, con un gran conocimiento de las instituciones y de los mecanismos europeos y, por tanto, con enorme capacidad para lograr que España se beneficie de los planes de ayuda europeos en línea con la digitalización y la sostenibilidad. Su segunda en ese campo es Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, emprendedora y comprometida con el cambio. La digitalización es una cuestión de personas, de formación y de generosidad para colaborar en la consecución de objetivos compartidos. Nuestro principal escollo es una administración lenta y ajena a su compromiso con el servicio público.
Tu trabajo profesional se centra también en lo relativo a la sociedad digital. ¿Estamos en proceso de desarrollo de una ciudadanía digital o aún queda más camino por recorrer del que pensamos?
La digitalización es un viaje, un proceso. No habrá un día en el que, súbitamente, seamos digitales. Lo importante es marcarse unos objetivos, un modelo de sociedad distinto al que ahora tenemos porque tenemos herramientas tecnológicas que permiten construir prácticamente todo aquello que nos propongamos. Cuando alcancemos esas metas, habrá que plantearse otras. Una sociedad sin utopías no está viva.
La política se ha de fundamentar en la honestidad intelectual, la transparencia y el servicio a la ciudadanía no en la manipulación
Para concluir como hemos empezado la entrevista: hablando de ACOP. ¿Cuáles crees que son las mayores aportaciones de la Asociación a la profesionalización de la comunicación política? ¿Es ACOP más necesaria que nunca?
Absolutamente necesaria. La comunicación política tiene que desarrollarse en un marco ético, de servicio al bien común. El hecho de que exista ACOP, que reconoce a unos profesionales y en la que se comparten experiencias y conocimientos, es una garantía de que la comunicación política se rige por unos principios y no únicamente por intereses y ambiciones individuales.
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