Politóloga y escritora especializada en comunicación de la realeza.

@kansola1 , Investigadora especializada en política jurídica, derechos humanos y sociología

“Creo que los jóvenes hoy abrazan muchas causas progresistas y son un factor de esperanza”

Por José Luis Izaguirre@jl_izaguirre92

Investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM e investigadora de tiempo parcial en FLACSO-México. Sus áreas y temas de interés son: política jurídica, derechos humanos, movilización legal, sociología del derecho y teoría política. Es licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires, magíster en Sociología Económica por el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de General San Martín y doctora de Investigación en Ciencias Sociales con Especialización en Ciencias Políticas por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales- Sede México. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores con el Nivel III.

Ha realizado investigaciones sobre la influencia de los poderes judiciales en los procesos políticos y, en los últimos años, ha desarrollado investigación acerca del funcionamiento de las relaciones jerárquicas en los poderes judiciales a partir del seguimiento diferenciado de precedentes y sobre la relación entre poderes judiciales y violaciones graves de derechos humanos.

Actualmente es investigadora principal del Observatorio sobre Desapariciones e Impunidad en México. Tiene múltiples publicaciones, las más recientes son Handbook of Law and Society in Latin America, co-editado con Rachel Sieder y Tatiana Alfonso (Routledge, 2019); El Estado y los derechos humanos: México, Uruguay y Ecuador (2020), en coautoría con Francisco Valdés y Luis Daniel Vázquez, y Disappearances in the Post-transition Era in Latin America (Oxford University Press, 2021), co-editado con Barbara Frey y Leigh Payne.

Medir derechos humanos es un gran desafío

Una de tus principales líneas de investigación es el estudio de los derechos humanos. ¿Cuál es la situación actual en cuanto al respeto y la calidad de los DD. HH. en el mundo?

Si bien esta pregunta parece simple de contestar, no lo es. Cuando hablamos de derechos humanos hablamos de muchas cosas: de normas jurídicas, de una idea de bien, de una forma de enmarcar demandas de transformación social, de violaciones de derechos humanos cometidas por actores poderosos. Es por ello que considero que debemos tomar en cuenta estas diferentes dimensiones de los derechos humanos para formarnos una visión.

Como normas jurídicas, es indudable el aumento de las normas internacionales de derechos humanos, así como la ratificación de ellas por los Estados. También vemos un incremento de los derechos reconocidos en las constituciones. Sin embargo, el desafío del cumplimiento de estas obligaciones por parte de los Estados es una tarea constante.

Como una idea de bien, la narrativa de los derechos humanos es controvertida. Por una parte, por el avance de la derecha alternativa, que pone en cuestión sus bases al deshumanizar a grupos enteros de la población en situación de desventaja. También, desde la izquierda, la narrativa de los derechos humanos es cuestionada, no desde la exclusión, sino desde una exigencia de estándares más rigurosos acerca de las diferentes desigualdades en el mundo.

Como marco para las demandas de transformación social, el discurso de los derechos es potente y está presente en múltiples luchas en América Latina: en las demandas específicas como las de feminismo, los grupos indígenas por la defensa del territorio o los movimientos de víctimas de violaciones a derechos humanos, como los familiares de personas desaparecidos en México.

Finalmente, en términos de violaciones y eventos en los que se documenta el no respeto de un derecho, las medidas existentes, orientadas a medir violaciones de derechos a la integridad física, dan cuenta de una situación heterogénea en el mundo. Hay lugares como México, desde donde estoy respondiendo, en que enfrentamos una crisis de derechos humanos, una de cuyas expresiones es la existencia de más de 100,000 personas desaparecidas, el 75% de ellas desde 2007, en un contexto reconocido como democracia electoral.

A nivel de investigación científica, ¿cuáles son los principales o más rigurosos índices de medición de la calidad de los derechos humanos? ¿Están estos índices mostrando buenas o malas noticias?

Hay varios índices de medición de derechos humanos. Algunos con más años de desarrollo y otros más jóvenes. Ciertamente, medir derechos humanos es un gran desafío, entre otras cosas, porque incluyen desde el derecho a la integridad física, es decir, a que no se inflijan tratos crueles, inhumanos o degradantes a las personas; al derecho a una salud adecuada, a la educación o a una alimentación adecuada. Cada uno de estos derechos tiene características muy distintas, involucra a áreas del Estado muy diferentes y supone herramientas dispares para su garantía y protección.

No obstante estos desafíos, hay iniciativas de medición que son referencia sistemática: la Political Terror Scale (PTS) (https://www.politicalterrorscale.org/) o, más recientemente, Human Rigths Measurement Initiative (https://humanrightsmeasurement.org/data-in-action/). La primera está basada en la codificación de los reportes anuales de Amnistía Internacional, el Departamento de Estado de los Estados Unidos y Human Rights Watch. La segunda, en encuestas a personas expertas por país.

Como comenté antes, en líneas generales, en los últimos años y de acuerdo con la PTS se observa un incremento leve en las violaciones a la integridad física en el mundo. No obstante, si acercamos la mirada el mundo, encontramos un mosaico de situaciones.

Es importante recalcar que hay un esfuerzo en las mediciones de derechos humanos no solo por monitorear el comportamiento de los actores estatales, sino también por tomar en cuenta a actores privados poderosos, legales o ilegales. En un mundo en que las personas asesinadas por grupos criminales superan a las víctimas de conflictos armados, esta preocupación no es menor.

¿Es posible que en los países de la Unión Europea se dé por hecho que el respeto a los DD. HH. es una cuestión intrínseca al funcionamiento de los Estados? ¿Qué lagunas podemos encontrar?

Como señalaba en la respuesta anterior, una de las cosas que observamos es que actores privados muy poderosos constituyen un peligro para los derechos humanos­. Esto no significa eximir a los Estados de sus responsabilidades, sino reconocer que los estados son responsables internacionalmente por la garantía y protección de derechos humanos, tanto por acción como por omisión. Es decir, son responsables si no toman medidas diligentes para prevenir e investigar estas acciones violentas y asistir integralmente a sus víctimas. Cuando pienso en esto pienso en las víctimas de las redes de tratas de personas en Europa o en el trato a las personas migrantes.

Los derechos humanos suponen que nuestra comunidad es la humanidad. El hecho de concebir un estatus diferenciado a personas ciudadanas y no ciudadanas desafía claramente esta situación y abre preguntas sobre los alcances y los límites de las responsabilidades de las autoridades.

En México se incrementó exponencialmente la violencia, pero políticamente estamos en una democracia electoral

Si miramos hacia el futuro y nos centramos en las generaciones más jóvenes, ¿cuál es la percepción que tienen sobre la importancia de los DD. HH. en la sociedad? ¿Está la cultura de los DD. HH. bien enraizada?

Creo que los jóvenes hoy abrazan muchas causas progresistas y son un factor de esperanza. No sé si lo hacen en el marco de los derechos humanos, pero claramente sus demandas no son incompatibles con ellos, los especifican, los sacan a la calle, los resignifican y les dan textura.

Pienso en los movimientos feministas, en los de justicia ambiental o de diversidad de género y veo luchas y movilizaciones por más derechos, por más igualdad y más justicia y no por menos.

¿Cómo influyen los procesos judiciales en decisiones políticas? Hemos tenido varios casos tanto en Europa como en Latinoamérica, por lo que sería interesante que nos contaras un poco acerca de la importancia de relacionar (o no) ambas cuestiones.

Las decisiones judiciales vinculadas con derechos y con las autoridades distribuyen poder y, por lo tanto, tienen consecuencias políticas. Distribuyen poder a través del uso de las herramientas del derecho, con formas y rituales muy específicos como la motivación y el razonamiento.   Cuando se otorga prisión preventiva a un posible candidato político a la presidencia sin pruebas contundentes, se está distribuyendo poder, del mismo modo que cuando se despenaliza el aborto.

La perspectiva de género y el enfoque de derechos humanos hoy están claramente vinculados

La separación de poderes es una de las bases de la democracia, pero ¿hasta qué punto es algo real?

Esta afirmación podría ser cuestionada por perspectivas que consideran que la democracia es sinónimo de autogobierno y que lo que debe preservarse es este. Es decir, la capacidad de las personas para decidir sobre las cosas que les afectan. Esta idea no niega la separación de poderes, pero nos invita a ponernos otros lentes para entenderla.

La noción tradicional de separación de poderes supone la no concentración del poder, la división de funciones al interior del Estado para que nadie sea juez y parte y también (en una versión muy extendida a partir del modelo estadounidense) la idea de que un poder controla al otro. En el centro de esta visión está el control del poder. En los lentes a los que me refería en el centro están las personas. Esto no significa que el poder no deba dividirse, ni mucho menos, sino que el objetivo de la división y de cada poder es contribuir al autogobierno.

He leído que has dedicado alguna entrevista a reflexionar acerca de las desapariciones y los feminicidios en México. ¿Cuál es la situación? ¿Qué está fallando?

La situación de desapariciones en México, tanto de mujeres como de hombres, es crítica. Como decía antes, más de 100.000 personas están desaparecidas en el país desde 1964, que es el año en que inicia la cuenta del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no Localizadas. Más del 75% de estas desapariciones ocurrieron desde 2007.

Esto nos llevó a preguntarnos qué estaba pasando. En nuestro imaginario, las desapariciones se vinculaban con gobiernos autoritarios o con conflictos armados. En México se incrementó exponencialmente la violencia, pero políticamente estamos en una democracia electoral. Esto abre interrogantes diferentes. Editamos un libro con Leigh Payne y Barbara Frey3 para tratar de responder a estas preguntas.

Una de las primeras cosas que identificamos es que, en México, en la medida en que conviven varias formas de violencia: la estatal, la criminal, la de género etc., las desapariciones eran una forma de expresión de esas violencias. Hay víctimas de desaparición por violencia estatal, por violencia criminal, por violencia de género y también víctimas de desaparición por la colusión entre actores que ejercen estos diferentes tipos de violencia. Llamamos régimen de violencia a estas formas de intersección de violencias en un momento y en un lugar determinado4.

Reconocer esta situación y sus particularidades locales es fundamental para lograr verdad, justicia y reparación para las víctimas, y para prevenir que se sigan cometiendo. Por otra parte, la impunida­d frente a las desapariciones es casi absoluta y las instituciones creadas no dan abasto. Según el informe del Comité Sobre Desaparición Forzada sobre México, hay 36 sentencias con más de 100.000 casos de desaparición.

Ante esto, en mi opinión, dos son las principales cosas que están fallando. La primera es que las desapariciones no están en el centro de la agenda política. La segunda, que las estrategias que se contemplen tienen que considerar el número, sobre todo en la investigación y en las estrategias institucionales, pues no es lo mismo investigar una desaparición que 100.000. No es lo mismo buscar a 10 personas que a 100.000. Por ello, los recursos tienen que ser acordes a esta escala. Cada persona desaparecida debe ser buscada sin importar el número, pero para lograrlo hay que adecuar las estrategias.

¿Crees que al estudio de los derechos humanos le falta perspectiva de género? ¿Cómo de importante es tener en cuenta la realidad de las mujeres cuando ponemos el foco en el estudio de los DD. HH.?

No lo creo. La perspectiva de género y el enfoque de derechos humanos hoy están claramente vinculados. Quizás eso pasaba en el siglo pasado. En mi opinión, ya no pasa. Basta pensar en la c­ampaña de los años 90: “Los derechos de las mujeres son derechos humanos”.

Para terminar, nos gustaría saber en qué proyectos presentes o futuros estás trabajando. ¿Qué es lo próximo que podemos esperar de Karina Ansolabehere?

Muchas gracias por la pregunta. Actualmente, en el marco del Observatorio sobre Desaparición e Impunidad, estamos terminando un libro editado sobre Desapariciones en México y Régimen de Violencia. También estamos llevando adelante un proyecto de investigación en que analizamos cómo las inercias institucionales ceden o no ante los procesos de movilización social. Nos concentramos en las políticas sobre desaparición en México y, sobre todo, las inercias en la investigación penal y cómo eso impregna el resto de las políticas vinculadas a la desaparición

Por último, estoy finalizando un libro sobre “chispas” de justicia en entornos de impunidad y las condiciones que los hacen posibles.

1 ver https://www.ohchr.org/es/speeches/2022/06/ohchr-2021-annual-report

2 ver https://comparativeconstitutionsproject.org/

3 https://global.oup.com/academic/product/disappearances-in-the-post-transition-era-in-latin-america-9780197267226?cc=mx&lang=en&

4 https://www.taylorfrancis.com/books/oa-edit/10.4324/9781003169611/disappearances-mexico-silvana-mandolessi-katia-olalde-rico

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